La salida de Porter Goss como director de la CIA es la expresión de las disputas internas entre las camarillas del poder petrolero en la Casa Blanca. Goss desarrolló fuertes contradicciones con John Negroponte, Director Nacional de Inteligencia. Goss fue impuesto por el Vicepresidente Dick Cheney, quien es un desvergonzado oportunista financiero que ha incitado […]
La salida de Porter Goss como director de la CIA es la expresión de las disputas internas entre las camarillas del poder petrolero en la Casa Blanca. Goss desarrolló fuertes contradicciones con John Negroponte, Director Nacional de Inteligencia. Goss fue impuesto por el Vicepresidente Dick Cheney, quien es un desvergonzado oportunista financiero que ha incitado a la expoliación de Irak para beneficiar a las compañías de las cuales es accionista, como la Halliburton y la Brown & Root. Ambas han sido investigadas por el Congreso por su suministro a sobreprecio de abastecimientos y petróleo para el ejército. Cheney le ha sacado lasca hasta a las construcciones de las celdas para talibanes que se construyeron en el campo de concentración de Guantánamo y a la instalación de campamentos militares yanquis en Kosovo. Cheney es un auténtico mercader de la guerra.
Porter Goss, era representante por el Partido Republicano, de la Florida y presidía el Comité de Actividades de Inteligencia de la cámara baja. Fue agente de la CIA durante once años, antes de ingresar al Congreso, especializado en operaciones anticubanas. Goss ha sido por largo tiempo un amanuense político de Cheney, un lacayo blando, un peón en el rejuego político-financiero del Vicepresidente.
Negroponte no es un extraño para la comunidad de inteligencia. Ha trabajado para la Agencia Central de Inteligencia durante muchos años en sus diversos cargos diplomáticos. Fue embajador en Honduras de 1981 al 85. Durante su ejercicio fundó la espantosa base de El Aguacate, centro de detención y torturas, con la cooperación de la CIA y de militares argentinos. Allí se entrenaba a los contras nicaragüenses.
Negroponte, con ayuda de la CIA, contribuyó a crear el Batallón 316 que secuestró, martirizó y exterminó a cientos de patriotas. Negroponte puso en contacto a traficantes de armas con militares hondureños y logró que el presupuesto de la ayuda militar norteamericana a Honduras creciera de cuatro a setenta y siete millones de dólares anuales. Negroponte ha sido denunciado como responsable de violaciones de derechos humanos por funcionarios de su propia misión diplomática.
Negroponte colaboró estrechamente con el jefe del ejército hondureño, general Gustavo Álvarez Martínez, en la consolidación del terrorismo de estado, de la desaparición de centenares de hondureños y salvadoreños, en la tortura, interrogatorio y asesinato de patriotas que solamente deseaban ver a su país libre del dominio extranjero y de la opresión de la oligarquía nacional. Desde su cargo como Director Nacional de Inteligencia, Negroponte coordina catorce dependencias dedicadas a la pesquisa, el sabotaje y el terrorismo de Estado.
Por otra parte hay que considerar los esfuerzos de Donald Rumsfeld por extender y reforzar el aparato de inteligencia independiente que posee el Pentágono. Hay un tercer factor que es el Departamento de Estado. La oposición de Condoleezza al anterior Director de la CIA, George Tenet, fue una de las causas de su destitución. El Departamento de Estado tiene sus propias fuentes de información y sus mecanismos de aprovisionamiento de confidencias. Es lógico que exista una fuerte pugna entre esas dependencias estatales por tener acceso privilegiado a las revelaciones que proporciona la CIA. Porter Goss se vio envuelto en un fuego cruzado que no pudo dominar.
De otra parte, durante los dieciocho meses que ha estado al frente de la Agencia numerosos viejos profesionales del espionaje han abandonado esa dependencia, insatisfechos con la nueva gestión. Porter los ha sustituido con sus antiguos colaboradores, partidistas y congresionales, que no están avezados en las artes del acecho.
En realidad la CIA no es solamente una agencia de espionaje del gobierno de Estados Unidos, es una de las maquinarias de narcotráfico, subversión y terrorismo de Estado más potentes que haya conocido la historia humana. Es una organización podrida por la corrupción, envilecida por el crimen y depravada por su falta de principios éticos.
Este nuevo cambio en la administración Bush es la expresión de las incompatibilidades y desacuerdos entre Negroponte y su subordinado Goss, pero también entre las diversas dependencias que actúan para incitar la subversión y la violencia en el mundo por encargo del gobierno de Estados Unidos.
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