El pueblo saharaui celebra, un año más, su fiesta nacional en el exilio. El último plan de NNUU para la resolución del conflicto del Sáhara Occidental ocupado por Marruecos, que propone un referéndum, se encuentra en vía muerta y los saharauís miran a la comunidad internacional esperando un gesto de presión a Marruecos para que […]
El pueblo saharaui celebra, un año más, su fiesta nacional en el exilio. El último plan de NNUU para la resolución del conflicto del Sáhara Occidental ocupado por Marruecos, que propone un referéndum, se encuentra en vía muerta y los saharauís miran a la comunidad internacional esperando un gesto de presión a Marruecos para que lo acepte. Mientras, la vida sigue en los campos de refugiados de Tindouf entre la fortaleza y la desesperanza con el fantasma de la vuelta a la guerra.
«No estoy cansada de esperar. Tuve que salir del Sáhara y voy a seguir luchando hasta volver a mi tierra porque soy saharaui» Mahyuna Jatri Brahim, que lleva viviendo 30 de sus 46 años en el desierto es así de contundente como si le sorprendiera la pregunta. Y es que parece imposible una fisura moral en esta mujer de aspecto sereno que ha criado a sus nueve hijos en uno de los lugares más inhóspitos del mundo, la Hammada argelina. Mahyuna vive en la wilaya (provincia) de Smara, uno de los cuatro campamentos donde se encuentran repartidos alrededor de 170.000 refugiados. «Hay que presionar a los marroquíes porque los saharauís están cumpliendo con todo y Marruecos no». Esta frase de Mahyuna es la más repetida en los campamentos desde que Marruecos rechazara el referéndum, al que hace alusión el último Plan Baker de 2003, por considerarlo un riesgo para su integridad territorial. Este plan llamado también «Plan de Paz para la autodeterminación del pueblo del Sáhara Occidental» propone un periodo de autonomía de cinco años para el Sáhara y la posterior celebración de un referéndum de autodeterminación.
«A nadie le gusta la guerra, pero si es la única solución la soportaremos como la hemos soportado todos estos años». Este otro comentario de Mahyuna recuerda la fama de valientes y abnegadas, que se han ganado las mujeres saharauís, por sostener el peso de la organización de los campamentos y el cuidado de los hijos mientras los hombres permanecieron en el frente durante 15 largos años.
Pero la firmeza de Mahyuna contrasta con la de Hazaza, una joven de 25 años, técnico de laboratorio que realizó en Cuba todos sus estudios, y que afirma sentirse cansada de la situación y sin ganas de opinar. Hazaza que ha conseguido pasaporte espera, en unos días, poder viajar a España. Y es que los campos de refugiado poco o nada pueden ofrecer a las nuevas generaciones que terminan sus estudios y que aspiran a una vida mejor.
Mohamed Mulud que ocupó el puesto de Secretario General de la Unión de la Juventud Saharaui, durante ocho años, se queja amargamente: «los jóvenes que estudian fuera de los campamentos vuelven a ellos y no tienen nada que hacer» y puntualiza «como cualquier ser humano, nosotros tenemos derecho a la educación, al ocio y al trabajo, porque ser refugiado no te quita ningún derecho, pero las organizaciones internacionales como el ACNUR no lo entienden así, ya que cada año recortan más los presupuestos». Y sin embargo la demanda social aumenta entre los refugiados, en el sentido que explica Mulud, desde que en 1991 se firmara el alto el fuego entre Marruecos y el Frente Polisario terminado con ello la movilización masiva de jóvenes para la guerra. «Las organizaciones humanitarias atienden a necesidades básicas de alimentación y salud, pero los refugiados tenemos también otras necesidades y tenemos que prepararnos para el futuro», añade.
El alto el fuego de una guerra que duró 15 años supuso un hito en la vida de los campamentos. Las cosas han cambiado considerablemente para sus habitantes en estos años de paz que, ahora, concentran sus esfuerzos en mejorar sus maltrechas condiciones de vida para hacer un poco más cómoda la espera. Esta situación unida a la circulación del dinero proveniente, principalmente, de la emigración ha fomentado un incipiente comercio. Restaurantes, locutorios, tiendas de regalos o venta de ladrillos de adobe son algunos de los negocios que se pueden encontrar en mitad del desierto. Las antenas convencionales, las parabólicas o la construcción de pequeños habitáculos de adobe entre las jaimas son algunos de los elementos que indican el cambio, además del correo postal que ha supuesto toda una revolución por lo que supone de avance en la comunicación con el exterior. «Pero los jóvenes siguen dependiendo de sus familias porque no tienen trabajo y esto es un drama», añade Mulud y explica la solución: «necesitamos micro créditos y apoya material para que nuestros jóvenes puedan trabajar. De esta manera podrán aumentar su autoestima y su consideración a nivel social».
La concentración de los esfuerzos en la lucha por la independencia es una de las causas de que en la sociedad saharaui no hayan proliferado los partidos políticos, o asociaciones de diferentes ideologías como lo explica Mulud: «vivimos en una situación de transitoriedad, pero nuestra meta es llegar a una sociedad pluripartidista donde prolifere el asociacionismo y tenemos que prepararnos para ello». El Frente Polisario se constituyó en 1973 como instrumento de lucha contra el poder colonial de España y hasta la fecha es el único partido político de la autoproclamada RASD (República Árabe Saharaui Democrática en el exilio).
Muchos proyectos y muchas ilusiones aparcadas desde hace treinta años que producen agotamiento, cansancio y también enfermedades. Fadel Mojtar director del Hospital Nacional de Rabuni, lo explica así: «si nos atenemos a la definición de salud como bienestar social, económico y político, el pueblo saharaui está enfermo, y esto se traduce en patologías propias de las condiciones en la que se vive que afectan no sólo a la salud de las personas sino al carácter» y añade que los saharauís son personas tranquilas pero esta larga espera les produce un gran estrés. El doctor Mojtar afirma que personalmente siente que su paciencia se acaba porque la situación a la que se ha llegado es muy desagradable. «El Polisario ha dado margen a la comunidad internacional y ha mostrado al mundo entero que el pueblo saharaui ama la paz y que se deja guiar por la comunidad internacional para buscar una solución pacifica y justa, pero yo creo que el margen que le queda a esta paciencia es mínimo» y añade que ya no se trata de dar margen a la comunidad internacional sino que se esta dando margen a Marruecos para que se burle de todos incluido el pueblo saharaui.
En la apertura del VI congreso de las juventudes saharauís del pasado mes de noviembre, en el campamento de Dajhla, el presidente de la RASD, Mohamed Abdelaziz se dirigía a los más de quinientos congresistas y medios de comunicación allí presentes: «Cualquier planteamiento fuera del marco del referéndum libre, democrático y transparente, auspiciado por la ONU, sólo conducirá a la prolongación de la tragedia de los dos pueblos, saharauís y marroquíes, y la dilación del sueño de los pueblos de la región de la paz, la democracia y el desarrollo». Y es que desde la dimisión de James Baker y la paralización de su plan, se abre un futuro incierto para la resolución del conflicto. Marruecos interpretó esta dimisión, en su momento como «un triunfo de la tenacidad de la diplomacia marroquí» proponiendo conversaciones al margen entre las partes interesadas y el gobierno saharaui no quiere saber de ninguna solución que no pase por la resolución 1495 de NNUU que propone el referéndum.
Jatri Suleiman pierde la calma que necesita el rito del té cuando la conversación llega a este punto: «Lo último que perdemos es la esperanza, pero me canso del lío del referéndum. Es lo mismo de siempre, plazos, plazos y más plazos. Jatri es profesor de español en una escuela de Smara y a sus 29 años pertenece a esa generación de saharauís que nacieron en el exilio y que pudieron estudiar en el exterior, gracias al período de paz que se vive desde los años noventa. «Esta muy claro que Marruecos no quiere referéndum, la única solución es la guerra», afirma sin titubeos. Su prima Horria, de la misma edad, que trabaja como enfermera en el mismo campamento que Jatri, puntualiza que el referéndum es la solución más justa.
Solamente con dar un paseo por los campos de refugiados se puede constatar la enorme presencia de proyectos humanitarios financiados por ONGs e instituciones españolas para la mejora de las condiciones de vida. En el Hospital Nacional de Rabuni, el doctor español Chema Anda y sus compañeros de la Asociación de amigos del pueblo saharaui preparan el viaje de vuelta a España después de una estancia de varios días en los campamentos para realizar intervenciones quirúrgicas. Así lo han hecho durante diecisiete años. Pero el doctor Chema, como se le conoce entre los refugiados, tiene muchas quejas con respecto a la postura del gobierno español: «Me parece espantosa. España hoy día sigue siendo potencia administradora del Sáhara Occidental según los informes de NNUU y Marruecos es el país invasor. Creo que la postura del Gobierno de Zapatero con respecto al Sáhara Occidental va muy en contra de la opinión general del pueblo español y de la mayoría de los militantes del partido socialista que son partidarios de la independencia del pueblo saharaui». Y es que la postura española de abstención en la IV Comisión de Descolonización de NNUU ha levantado ampollas entre los sectores relacionados con la solidaridad hacia el pueblo saharaui.
El Frente Polisario, en un intento de llamada de atención a la comunidad internacional, ha llevado su lucha a los territorios ocupados del Sáhara Occidental. Desde mayo pasado se suceden las revueltas de ciudadanos saharauís que son duramente reprimidas por Marruecos. «Yo creo que la prensa española sabe mucho sobre la situación que está teniendo lugar en los territorios ocupados y sobre el conflicto del Sáhara aunque conocemos las dificultades que tienen los periodistas a la hora de trabajar porque Marruecos pone muchas trabas» explica el periodista Malainin Lakhal Secretario General de la unión de periodistas y escritores saharauís, y añade «hay otros países como por ejemplo Francia o Inglaterra donde hay casi una completa ignorancia de la represión en los territorios y eso es perjudicial no sólo para el pueblo saharaui sino también para la defensa de la legalidad internacional y para la imagen de NNUU».
«No puedo soportar estar aquí cruzada de brazos y mis hermanos al otro lado del muro luchando por la libertad» dice una mujer de vuelta de una manifestación frente al muro de 2.500 kilómetros que construyó Marruecos, refiriéndose a sus paisanos que viven en el Sáhara Occidental ocupado por Marruecos.
Oscurece lentamente en el desierto y los campamentos se transforman en siluetas negras sobre el azul intenso del crepúsculo. Con los últimos rayos del sol comienza la quinta oración del día que da por finalizada la actividad humana fuera de las jaimas. Dentro, las mujeres hacen el último esfuerzo de una jornada agotadora: preparar la cena y recoger los platos sin luz ni agua corriente. Después, todo es oscuridad. Y la fragilidad de los campamentos queda al desnudo bajo el espectáculo sobrecogedor de un manto rabiosamente estrellado que vela por el dulce sueño del retorno.
Treinta años esperando el referéndum
En el marco del movimiento de descolonización, la ONU proclamaba en 1965 el derecho a la autodeterminación del Sáhara Occidental e instó a España a que agilizara el proceso de descolonización. Es en este contexto donde se habla por primera vez de referéndum para la autodeterminación del Sáhara, esta vez propuesto por España que fijo como fecha 1975 para su celebración. En esos momentos comenzaron las presiones de Marruecos para ralentizar el proceso de independencia que desembocaría en los Acuerdos Tripartitos de Madrid y la entrega del Sáhara, por parte de España, a Marruecos y Mauritania. Es entonces cuando se produce la Marcha Verde y los saharuís tienen que salir al exilio comenzando el conflicto bélico que duraría 15 años. En 1991 año de finalización del conflicto armado, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas crea un Plan de Paz y la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO) que controlaría el alto el fuego entre las partes. El referéndum que tenía que celebrarse en 1992 quedó paralizado porque Marruecos no está de acuerdo con el censo elaborado. En 1997 con los Acuerdos de Houston se reactiva el Plan de Paz y se fija la fecha del referéndum para 1998. Esta vez tampoco hay acuerdos en el censo que elabora la MINURSO. Después se fijaría el 31 de julio del 2000 para la consulta y así hasta llegar al Plan Baker II de 2003 que Marruecos rechaza y que desemboca en la dimisión de James Baker, enviado especial de Kofi Annan.
Reconocimiento Internacional
Meses después de los Acuerdos Tripartitos de Madrid y de la Marcha Verde, el Frente Polisario, movimiento de liberación saharaui, proclamó el nacimiento de la República Árabe Saharaui Democrática, el 27 de febrero de 1976 en Bir Lehlu, territorio liberado en un momento marcado por la guerra con Marruecos y Mauritania. El primer gobierno de la RASD se constituyó el 4 de marzo del mismo año asumiendo la faceta política, mientras el Frente Polisario se centraría en la guerra con Marruecos. El Uali Mustafa, líder nacionalista saharaui y cofundador del Frente Polisario, sería su primer presidente hasta su muerte meses después. Mohamed Abdelaziz ocupa este cargo desde 1982.
La República Árabe Saharaui Democrática es reconocida actualmente por más de 80 países entre los que se encuentra Sudáfrica, México, Bolivia, Venezuela, Colombia, Panamá, Costa Rica, Kenia y Uruguay. Además de un centenar de países que mantienen relaciones políticas con ella a través de su reconocimiento al Frente Polisario. También es miembro de pleno derecho de la Unidad Africana (antigua OUA) desde 1984.