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Contiendas en los barrios marginales

El Pentágono planifica una nueva guerra de 100 años

Fuentes: Tomdispatch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Introducción del editor

¿Cómo podemos comprender nuestro mundo, si apenas tenemos una clave sobre los mini-mundos en los que se planifica nuestro futuro? Sólo hace poco, el Washington Post publicó uno de los informes más extraños del año. Según el periodista Rick Weiss, manifestantes que protestaban en Washington DC y en otros sitios han informado independientemente sobre grandes «libélulas» que revoloteaban cerca de sus mítines (con una extraña «fila de esferas, del tamaño de pequeñas bayas, fija a lo largo de las colas»). («Nunca había visto nada parecido en mi vida,» dijo el abogado de Washington. «Eran grandes para ser libélulas. Pensé: ¿será algo mecánico, o es algo vivo?»)

¿Se trata del micro-equivalente de la locura de los OVNIs? ¿Una locura como la de Philip K. Dick? ¿Son verdaderas libélulas, que parecen robóticas, o avanzados «espías teledirigidos» lanzados por alguna agencia anónima a la busca de alborotadores peligrosos para la seguridad interior?

En realidad, los insectos militarizados han formado parte de los proyectos creativos del Pentágono desde hace bastante tiempo, como señalara Nick Turse en Tomdispatch en 2004. Más recientemente, el Times británico informó que la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de la Defensa del Pentágono (DARPA, por sus siglas en inglés) estaba desarrollando polillas cibernéticas, con implantes de chips de ordenador cuando aún estaban en sus capullos, que podrían revolotear algún día hacia un campo de al Qaeda en Pakistán y transmitir, entre otras cosas, información en vídeo. (Weiss del Post cita al jefe de programas de la DARPA, Amit Lal, diciendo: «Recordarán que Gandalf el amistoso mago en el reciente clásico «Señor de los Anillos» utilizó una polilla para pedir apoyo aéreo… Esta visión de ciencia ficción se encuentra en el reino de la realidad.») Y no hay que olvidar esos experimentos de implantes neurales financiados por el Pentágono involucrando a tiburones azules en la esperanza de que algún día puedan ser convertidos en espías furtivos de los océanos.

El primer micrófono oculto robótico, el «insectóptero» fue desarrollado por la CIA en los años setenta. Se «parecía precisamente a una libélula y contenía un pequeño motor a gasolina para que agitara las cuatro alas,» pero no pudo resistir los vientos de costado. Tres décadas más tarde, ninguna agencia confesará que incita al ataque de micrófonos robóticos contra multitudes manifestantes estadounidenses (como cuando los Indians de Cleveland lanzaron mosquitos contra Joba Chamberlain de los Yankees en un reciente partido decisivo). Y algunos expertos están de acuerdo con el vicealmirante Joe Dyer, ex jefe del Comando de Sistemas Aéreos Navales, quien afirma: «Estaré seriamente muerto antes de que se haga uso de ese programa.»

Sea cual sea la verdad sobre las «libélulas» revoloteadoras, la planificación de nuevas armas y de tecnología de apoyo no menos extrañas, no menos futuristas, no menos improbables (si no estuvieran sucediendo en realidad) está ciertamente en camino – y la cantidad de estadounidenses que saben algo al respecto, o sobre los usos que se podrá dar probablemente a una tal nueva tecnología militarizada, se aproxima al punto de fuga. Por suerte, el intrépido corresponsal en el Pentágono de Tomdispatch, Nick Turse – cuyo nuevo libro: «The Complex» [El complejo], sobre el complejo militar-industrial-académico-de entretenimiento-de-todo, aparecerá en la primavera – dedicó tiempo detrás de las puertas cerradas de una conferencia aprobada por el Pentágono que se concentró en nada menos que la planificación de armamento, estrategia y política para los próximos cien años – los vuestros, los míos, y los de nuestros hijos. Así que abrochad vuestros cinturones, preparaos para la fuerza G, y despegad hacia un futuro que sólo un planificador militar puede llegar a desear. Tom Engelhardt.

Duane Schattle no se anda con rodeos: «Las ciudades son el problema,» dice. Teniente coronel de la infantería de marina en retiro, que trabajó en temas de la guerra urbana en el Pentágono a fines de los años noventa, sirve ahora como director de la Oficina de Operaciones Urbanas Conjuntas en el Comando Conjunto de las Fuerzas de EE.UU. Ve la guerra en las calles de las ciudades de Iraq como el prototipo para el campo de batalla de mañana. «Esta es la próxima lucha,» advierte. «El futuro de la guerra es lo que vemos ahora.»

No es el único. «Pensamos que lo urbano es el futuro,» dice James Lasswell, coronel en retiro que ahora dirige la Oficina de Ciencia y Tecnología en el Laboratorio de Combate Bélico del Cuerpo de Marines. «Todo aquello por lo que vale la pena combatir está en el entorno urbano.» Y Wayne Michael Hall, general de brigada del ejército en retiro y máximo consejero de inteligencia en la operación de Schattle, tiene una evaluación similar: «Combatiremos en terreno urbano durante los próximos cien años.»

El pasado mes, en un hotel enclavado detrás de un complejo médico en Washington, D.C., Schattle, Lasswell, y Hall, junto con traficantes de influencias en el Pentágono, personal militar en servicio activo y en retiro de EE.UU., socios extranjeros de la coalición, representantes de grandes y pequeños contratistas de la defensa, y académicos que apoyan su trabajo, se reunieron para una conferencia de «Operaciones Urbanas Conjuntas, 2007″. Algunos habían servido en Iraq o Afganistán, otros estaban involucrados en el planeamiento de estrategias, tácticas y conceptos, o en la creación de nuevas armas y equipos, para las guerras urbanas en esos países. Y ahí los tenemos, en ese centro de conferencias hotelero, hablando sobre tecnologías militares del tipo que sólo se habrá sido visto en la serie de televisión «Dark Angel» de James Cameron en 2000-2002.

Soy una rareza en esta sala de contratistas de la defensa y militares jubilados con impresionantes trajes y militares vestidos de uniformes de faena en una conferencia que se concentra en estrategias para luchar hasta el final en las laberínticas madrigueras de lo que el experto en urbanología Mike Davis llama «el planeta de los barrios marginados.» El gigantesco sujeto que se deja caer a mi lado al comenzar la reunión es una caricatura del tipo de asistente que uno se imaginaría para una reunión semejante. «Vendo fusiles,» dice de inmediato. Durante la conferencia, este representante de uno de los fabricantes de armas más conocidos del mundo sugerirá que se mate a tiros a los miembros de los medios para evitar la mala prensa y calificará de «hijo de puta» a un guía turístico local que conoció en Vietnam por haber explicado cómo su gente frustró los esfuerzos de EE.UU. por matarlos. Pero él es la excepción. Casi todos los demás presentes parecen ser maestros en el habla anodina y serena. Hasta los individuos vestidos de trajes de camuflaje parecen de cierto modo más académicos que guerreros.

En su portentoso libro «Planet of Slums,» Davis señala: «Las mejores cabezas del Pentágono se han atrevido a aventurarse adonde la mayoría de los tipos de Naciones Unidas, del Banco Mundial o del Departamento de Estado no se atreven a ir… Ahora afirman que «las ciudades feroces, fracasadas del Tercer Mundo – especialmente sus suburbios marginados – serán el campo de batalla característico del Siglo XXI.» La doctrina bélica del Pentágono, dice: «está siendo reformulada correspondientemente para apoyar una guerra mundial de baja intensidad de duración ilimitada contra segmentos criminalizados de los pobres urbanos.»

Pero los participantes en la conferencia, en su mayoría varones, que planifican una lucha multi-generacional contra los barrios marginados del sur del globo no son una banda de vaqueros de la guerra urbana que hablan sin fin de muerte y destrucción, y tampoco parecen particularmente belicosos, mientras comen galletitas con trozos de chocolate durante sus pausas del snack de la tarde en una sala en la que hay fiambres y panfletos para el Rapid Wall Breaching Kit [Equipo para abrir rápidamente una brecha en un muro], que permite que los usuarios abran con carga explosiva un agujero del tamaño de un hombre en el costado de cualquier edificio, dispuestos cuidadosamente sobre las mesas. Al contrario, estos hombres de modales corteses hablan de circunspección en los combates, de «armamento menos que letal,» de ataques de precisión y, evocando la guerra de Vietnam, de «ganar los corazones y las mentes.»

Los hombres de la guerra urbana

Tomemos al doctor Russell W. Glenn, un delgado Investigador Político Sénior de RAND que con sus gafas parecería para todo el mundo como si fuera algún libresco profesor universitario imaginado por Hollywood. Nunca se pensaría que fue a las escuelas aerotransportadas, de comandos, y de pioneros del ejército y que es veterano de la Operación Tormenta del Desierto. Tampoco se llegaría a sospechar que podría ser el planificador más prolífico para la lucha centenaria de mañana del Pentágono en los barrios marginados.

En «Planet of Slums», Davis señala que la RAND Corporation, un centro de investigación sin fines de lucro establecido por la Fuerza Aérea de EE.UU. en 1948, ha sido una parte esencial en el establecimiento de nuevos rumbos en el marco conceptual que ha llevado a la actual generación de lo que llaman, en la jerigonza de esta reunión, «operaciones urbanas» o, de modo más familiar, UO. Sucede que Glenn, es su hombre principal en ese terreno. Viaja por el planeta estudiando la guerra de contrainsurgencia. Recientemente, ha estado en las Islas Solomon, donde hubo una rebelión isleña a fines de los años noventa; en las Filipinas, donde ha habido una enconada insurgencia durante décadas (si no desde la ocupación por EE.UU. a comienzos del Siglo XX); y, desde luego, Iraq. Es coautor de más de 20 estudios sobre las UO para RAND, incluyendo, más recientemente: »People Make the City»: Joint Urban Operations Observations and Insights from Afghanistan and Iraq [La gente hace la ciudad: Observaciones y perspectivas de operaciones urbanas conjuntas en Afganistán e Iraq] (disponible en público [en inglés] en forma de un resumen ejecutivo de 86 páginas) y el aún confidencial «A Tale of Three Cities: Analyzing Joint Urban Operations with a Focus on Fallujah, Al Amara, and Mosul» [Una historia de tres ciudades: analizando las operaciones urbanas conjuntas con enfoque en Faluya, Al Amara y Mosul].

En el frente tecnológico, la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa (DARPA por sus siglas en inglés) del Pentágono, envió a su vice-director, Robert F. Leheny, con su aire de abuelo, para que hablara de semejante tecnología orientada a las UO, como ser lo último en vehículos aéreos teledirigidos (UAVs, por sus siglas en inglés) y tecnologías que pasan a través de muros para permitir que los soldados vean a personas y objetos dentro de los edificios. Mientras Leheny señaló que un 63% del presupuesto anual de DARPA de 3.000 millones de dólares (600 millones dedicados a tecnología de las UO en los próximos años) es canalizado hacia socios en la industria, DARPA es sólo una parte de la historia cuando se trata de promover la ayuda corporativa en esta área de crecimiento de la guerra de 100 años.

Los mayores contratistas en el complejo militar-corporativo ya están trabajando duro para ayudar a que el Pentágono se prepare para futuras ocupaciones urbanas. Raytheon, L-3 Communications, y Science Applications International Corporation (SAIC) – los 5º, 7º y 10º mayores contratistas del Pentágono por su tamaño, que reciben en conjunto más de 18.400 millones de dólares del Departamento de Defensa – han firmado todos Acuerdos Cooperativos de Investigación y Desarrollo con el Comando de Fuerzas Conjuntas de EE.UU., según Berry «Dan» Fox, vice-director de Ciencia y Tecnología en la Oficina de Operaciones Urbanas Conjuntas.

Como se puede imaginar, contratistas más pequeños están ansiosos de subirse al carro del tren de la ganga de la guerra urbana. En la conferencia, Lite Machines Corporation fue un buen ejemplo. Ha estado mercadeando vigorosamente un UAV lanzado desde la mano, que vuela a baja altura, tan liviano que no parece más que un gran cohete de juguete plástico propulsado con agua por rotores de helicóptero en miniatura. La compañía imagina un futuro libre de privacidad en el que las zonas urbanas son sitiadas por «enjambres» de semejantes pequeños UAVs que no sólo se asomarán por las ventanas de la ciudad, sino incluso invadirán los hogares. Según un portavoz de la compañía. «Realmente se puede cubrir un área con la cantidad de UAVs que se quiera… penetrar estructuras, ver a través de una ventana o incluso quebrar una ventana,» a fin de volar dentro de una cosa o apartamento y dar una vuelta.

Letheny de DARPA también aclamó los UAVs revoloteadores, específicamente el Micro Vehículo Aéreo Orgánico, que suena a verde y que recuerda a los «spinners» de Blade Runner o, incluso antes en la historia del cine futurista que te deja boquiabierto, V.I.N.CENT de «The Black Hole» [El Abismo Negro] de Walt Disney. Este objeto teledirigido, señaló Leheny, tiene capacidades de «posarse y fijarse» que le permiten esperar durante horas antes de fijarse en un objetivo y guiar la llegada de armas con una distancia de foco extendida o que vaya más allá de la distancia de foco. También describió en detalle otra primicia de DARPA, un vehículo aéreo teledirigido, el WASP – un pequeño, silencioso objeto que espía sigilosamente y que puede ser llevado en la mochila de un soldado. Leheny señaló que ahora vuelan en Iraq «unos doscientos de estos artefactos.»

Aparte de la interminable verborrea sobre «desfiladeros urbanos» devastados de Iraq y Afganistán, los espectros de ciudades que fueron campos de batalla en el pasado – algunas de estas últimas, estaban en todo caso obviamente presentes en muchas mentes. Hubo constantes referencias a zonas históricas de batallas urbanas como Stalingrado y Grozny o ejemplos estadounidenses como ser Manila en 1945 y la Ciudad de Panamá en 1989. Sin embargo dejaron de lado, sorprendentemente, las ciudades arrasadas de Alemania y Japón en la Segunda Guerra Mundial, para no hablar de las ciudades bombardeadas de Corea y Vietnam. Tal vez las guerras de Vietnam y Corea no estaban en la orden del día porque «circunspección» y «precisión» eran consignas tan importantes en la reunión. Nadie parecía tampoco tener demasiadas ganas de discutir la destrucción infligida a la ciudad iraquí de Faluya – tres cuartas partes de sus edificios y mezquitas fueron dañados en un ataque estadounidense en noviembre de 2004.

Durante la presentación de James Lasswell, fue bastante específico sobre la necesidad – a diferencia de Faluya – de ser «muy discriminante» en la aplicación de poder de fuego en un entorno urbano. Como ejemplo de la capacidad de la tecnología en semejantes esfuerzos, mostró una foto de la secuela de un ataque israelí contra un edificio libanés de tres pisos. El tercer piso había sido erradicado, mientras la cubierta superior y los pisos debajo parecían relativamente intactos. En un aparte, Lasswell mencionó que, aunque el esfuerzo había sido discriminador, el piso destruido «resultó ser el piso equivocado.» La sala resonó con el fragor de risas informadas.

Combatiendo en la ciudad de tu elección, 2045

Resultó ser que discriminación no significa compulsión legal. Los oradores y los visitantes de la conferencia lamentaron por igual que el derecho internacional y obstáculos similares bloqueen el camino para desencadenar agentes químicos y tecnologías emergentes. Rayos de dolor similares a microondas y otras armas de energía dirigida – tales como el Sistema de Negación Activa que inflige una intensa sensación de quemazón a las víctimas – fueron favoritos recurrentes de los participantes. Durante su presentación con PowerPoint los hombres de Lite Machines, por ejemplo mostraron una interpretación informática de sus micro-UAVs atacando a una multitud desarmada reunida en la plaza de una ciudad con una variedad de armas menos-que-letales como encandiladores desorientadores de láser y gases químicos (agentes vomitivos y lacrimógenos), mientras un portavoz de la compañía mencionaba con pesar que regulaciones internacionales imposibilitan el empleo de tales gases en el campo de batalla. Sin duda alguna, era una referencia a la vilipendiada Convención de Armas Químicas, que ha sido vinculante durante la última década.

Glenn, de RAND, introdujo del mismo modo la posibilidad de reevaluar semejantes convenciones internacionales y de superar los temores de que armas químicas podrían caer en las «manos inapropiadas.» Sadam Husein fue su ejemplo de tales «manos inapropiadas,» pero las manos responsables por Abu Ghraib, Mahmudiyah, Hamdania, Haditha, o la propia invasión de Iraq – para encontrar armas prohibidas inexistentes – no parecían causarle problemas.

Mientras los diversos oradores en la conferencia se concentraron en los crecientes habitantes de las ciudades de barrios marginados del mundo en desarrollo como objetivos de la guerra centenaria del Pentágono, quedó claro que aquellos en la «patria» tampoco iban a escapar a algunos de sus efectos. Por ejemplo, en 2004, Marines desplegados en Iraq trajeron con ellos un Artefacto Acústico de Largo Alcance (LRAD). Es un arma futurista no-letal a la que se aludió en múltiples ocasiones en la conferencia, que emite un poderoso tono que puede provocar un dolor atroz a los que se encuentran suficientemente cerca como para oírlo. Woody Norris, presidente de la American Technology Corporation, que fabrica el artefacto, dice: «Pondrá de rodillas [a alguna gente].» Ese mismo año, el LRAD fue desplegado en las calles de la Gran Manzana (pero aparentemente no utilizado) por el Departamento de Policía de Nueva York, como respaldo para ser utilizado en las protestas contra la Convención Nacional Republicana. En 2005, fue enviado a «áreas alcanzadas por el huracán Katrina» para posibles propósitos de «control de multitudes» y, en 2006, estuvo en manos de agentes de la Patrulla de Fronteras de EE.UU. Ese mismo año, también se reveló que el Departamento del Alguacil del Distrito de Los Ángeles había comenzado pruebas del uso de UAVs de vigilancia con control remoto – no diferentes de los que operan ahora sobre ciudades iraquíes – sobre su propia megalópolis.

Cuando se trató de la «patria,» los participantes en la conferencia se concentraron particularmente en ir más allá de armas orientadas contra individuos, como ser balas de goma. En el futuro se necesitarán, estuvieron de acuerdo en general, tecnologías que puedan apuntar de una vez a multitudes completas – no sólo a alborotadores sino incluso a quienes simplemente asistan a «manifestaciones que podrían pasar a ser violentas.»

Otros conceptos futuristas de las UO también están llegando a casa. Según Dan Fox de la Oficina de Operaciones Urbanas Conjuntas, el Departamento de Justicia, así como los militares, trabajan actualmente en tecnologías para ver a través de muros. Su colega Duane Schattle colabora con el Comando Norte de EE.UU. (NORTHCOM) – establecido por el gobierno de Bush en 2002 cuya área de operaciones es el «frente interior de EE.UU.» – en temas como «compartir la inteligencia, la vigilancia, y las capacidades de reconocimiento, comando y control.» También habló en la conferencia del desarrollo de la sinergia entre los departamentos de Defensa y Seguridad Interior respecto a tecnologías de operaciones urbanas. También expresó su esperanza de que tecnología de armas de microondas esté a disposición para el uso policial en este país.

Un objetivo específico de DARPA, como dejó claro una diapositiva de la presentación del vice-jefe Leheny, es «que una ciudad extranjera sea tan familiar como el patio trasero de un soldado.» Esto sería hecho mediante el despliegue de sensores intrusivos, UAV, y tecnologías de trazado de mapas. En los hechos, había pocas tecnologías imaginables. incluso aquellas que no hace tanto tiempo ocupaban las fronteras más fabulosas de la ciencia ficción, que no estuvieran siendo consideradas para la batalla de 100 años que esos individuos están convencidos que nos espera en las calles ciudadanas del planeta. Lo único que evidentemente no estaba abierto a la discusión era la sabiduría básica de planificar la ocupación de ciudades extranjeras durante un siglo. Incluso entre los más juiciosos de esos participantes a menudo sesudos, no hubo un solo gesto hacia, o una pregunta formulada sobre, el principio guía esencial de la propia conferencia.

Con su lenguaje sorprendentemente estéril, sus presentaciones antisépticas en PowerPoint, y sus tonos tranquilos, esos hombres – sólo habló una mujer – todavía siguen planificando guerras al estilo de Iraq para mañana. Lo que hace que sea escalofriante es que no solo prevén un futuro de interminables guerras urbanas, sino que tienen el poder para imponer una semejante doctrina bélica hacia ese futuro; que tienen el poder de conformar la estrategia e introducir armas que pueden, a fin de cuentas, atrapar a los estadounidenses en políticas que es poco probable que lleguen a ser conocidas más allá de las puertas de la sala de conferencias, aún menos en el debate público, antes de que sean desatadas.

Estos hombres pueden estar planificando los próximos cien años para las poblaciones urbanas en ciudades en todo el planeta. En la conferencia, por lo menos, parecía ser irrelevante de cuáles exactamente se trataba. ¿Quién podía saber, después de todo, si, digamos, en 2045, el objetivo sería Mumbai, Lagos, o Karachi – aunque un orador mencionó a la ligera Yakarta, Indonesia, una ciudad que actualmente tiene nueve millones de habitantes, como una posibilidad futura?

Junto con la falta del menor indicio de escepticismo sobre la premisa básica de la conferencia iba una creencia fundamental de que el que una insurgencia de la chusma en Iraq llegue a llevar a un punto muerto es un problema que debe ser encarado simplemente a través de una reformulación de tácticas, estrategias, y doctrinas familiares y ahogando el problema en miles y miles de millones de dólares más de dólares del contribuyente – a través de interminables nuevas tecnologías. De hecho, escuchando las presentaciones en esa sala de conferencias, con sus filas de mesas de manteles blancos frente a un pequeño escenario, no sería difícil llegar a creer que EE.UU. derrotó a Corea del Norte, venció en Vietnam, nunca tuvo que escapar de Beirut o huir de Mogadishu, o que no ha pasado mucho más tiempo sin lograr la victoria en Afganistán del que pasó combatiendo en la Primera y la Segunda Guerra Mundial juntas.

Para el resto del mundo, por lo menos, está bastante claro que el Pentágono sabe como enrojecer las calles en las ciudades del mundo en desarrollo, no sólo ganar guerras en ellas; pero que en Washington – gracias a la evidencia de esta conferencia de «Operaciones Urbanas Conjuntas, 2007 – ese hecho carece de importancia. Aconsejado, equipado y educado por esos hombres bien educados que sorbían gaseosas y comían emparedados de huevos quemados entre presentaciones, es evidente que el Pentágono ha decidido prepararse para 100 años más de lo mismo: la guerra contra varios puestos avanzados de una población inquieta, oprimida, de habitantes de los barrios marginados, que suman mil millones y crecen a una tasa estimada de 25 millones por año. Todos estos expertos en las UO se preparan para una interminable lucha que la historia sugiere que no pueden ganar, pero que es seguro que conducirá a una destrucción, desestabilización y muertes en gran escala. No es ninguna sorpresa que los civiles de las ciudades que quieren ocupar, vivan en Karachi, Yakarta, o Bagdad, no tengan nada que decir en el asunto. A nadie se le ocurrió invitar a alguno de ellos a la conferencia.

Nick Turse es editor asociado y director de investigación de Tomdispatch.com. Ha escrito para Los Angeles Times, San Francisco Chronicle, Nation, Village Voice y frecuentemente para Tomdispatch.com. Está previsto que su primer libro, The Complex (El Complejo), en el que explora el nuevo complejo militar-corporativo de los Estados Unidos, sea publicado en 2008 como parte de la American Empire Project Series (Serie Proyecto Imperial Estadounidense), de la editorial Metropolitan Books. Su nuevo sitio en la Red NickTurse.com (existente sólo en forma rudimentaria) será presentado completamente en los próximos meses.

Copyright 2007 Nick Turse

http://www.tomdispatch.com/post/174847/nick_turse_the_pentagon_s_100_year_war