Según la Agencia Federal Rusa de Pesca, el gobierno de Rusia y el gobierno de Marruecos están preparando la renovación del acuerdo pesquero firmado el pasado 15 de marzo de 2016.
El acuerdo actual establece los principios de cooperación entre Rusia y Marruecos en el campo de la conservación y el uso de los recursos vivos marinos de la zona económica exclusiva del Reino de Marruecos y determina las condiciones para las actividades de pesca de los buques que enarbolan pabellón de la Federación de Rusia.
De conformidad con el acuerdo, Marruecos ofrece la posibilidad de pescar especies de peces pelágicos pequeños en su zona de pesca atlántica a buques pesqueros rusos, y también determina anualmente la composición total de las capturas por grupo de especies de peces, zonas de pesca, precios de referencia, número y tipo de buques pesqueros rusos dedicados a la pesca en la zona de pesca atlántica de Marruecos.
En su calidad de miembro permanente del Consejo de Seguridad de NNUU, Rusia sigue de cerca la cuestión del Sahara Occidental. El estatuto jurídico internacional del territorio no es una cuestión desconocida para el gobierno de Rusia. De hecho, el pasado 9 de abril de 2020, por ejemplo, Rusia participó activamente en el debate sobre el Sahara Occidental, en el Consejo de Seguridad.
Sin embargo, fuera de las paredes del Consejo de Seguridad, Rusia adopta una posición extraña. Nada más abandonar Nueva York, se detiene en las aguas del atlántico próximas al Sahara Occidental, para recrear unas prácticas propias de siglos pasados, relativas al saqueo de lo ajeno, aprovechándose, nunca mejor dicho, que ‘a río revuelto, ganancia de pescadores’. Es decir, mientras no se resuelva el conflicto, Rusia puede seguir sacando tajada, a costa de los sufrimientos del pueblo saharaui, dueño de dichos recursos.
El acuerdo firmado en marzo de 2016, entre Rusia y Marruecos y que ahora se pretende renovar, establece que la zona de pesca está situada más al sur del paralelo 28º N. Es decir, en las aguas adyacentes al Sahara Occidental. Es decir, lo que Rusia denomina cooperación internacional, legalidad internacional, etc., en realidad, no son más que eufemismos con los que camuflar las prácticas del pillaje y la piratería en alta mar. Rusia engulle cantidades industriales de sardina, alacha, caballa, jurel y anchoas robadas del Sahara Occidental, en abierta violación de la Convención de Montego Bay, de 1982.
Conviene recordar, en este punto, que USA tiene un Acuerdo Comercial con Marruecos. Pero USA, a diferencia de Rusia, excluye expresamente el territorio del Sahara Occidental del ámbito de aplicación de dicho acuerdo comercial.
Es evidente que los saharauis, abandonados en el desierto, poco pueden hacer frente a la poderosa Rusia. Pero podríamos preguntarnos por qué Rusia no acude directamente, sin acuerdo previo con Marruecos, para pescar en esas aguas? No lo hace porque resultaría evidente, entonces, que Rusia estaría practicando el pillaje y el saqueo de los recursos naturales de un territorio no autónomo.
Pero, si en lugar de acudir directamente, acude en virtud de un acuerdo con quien no ostenta título jurídico alguno para firmarlo, cambiaría la característica del pillaje y el saqueo? Es evidente que no.
De ahí, que lo que puedan hacer o no lo saharauis resulte irrelevante. Lo que está en juego es la talla moral de una Rusia que quiere seguir siendo un actor clave en una Comunidad Internacional cuyas relaciones están basadas en el respeto al principio de igualdad de derechos de los Estados y al de la libre determinación de los pueblos.
Tiempos lejanos, aquéllos, en los que Moscú era uno de los grandes valedores del derecho del pueblo namibio sobre sus recursos naturales y participaba activamente, en el Comunidad Internacional, para castigar el expolio de dichos recursos por terceros Estados. Hoy, en cambio, parece que el valor de la ‘Tuchka’ ha llevado a los gobernantes rusos a ignorar preceptos tanto legales como morales, sobre los que se asienta el Derecho Internacional.
Es evidente, por lo demás, que esta conducta rusa podría tener un impacto negativo en sus relaciones bilaterales con otros Estados, mucho más comprometidos con la defensa del derecho del pueblo saharaui a la posesión permanente de sus recursos y escasamente partidarios de esta nueva modalidad de piratería y pillaje de los recursos naturales de un territorio no autónomo, y podría perturbar seriamente el ambiente, a la hora de negociar la venta de material y equipos a esos terceros Estados, lo que terminaría perjudicando indudablemente otra industria mucho más vital para Rusia.
Fuente: http://saharaopinions.blogspot.com/2020/04/rusia-con-las-manos-en-la-masa.html