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Entrevista a Lindsey German, portavoz del movimiento pacifista británico "Stop The War Coalition"

«El plan de la OTAN en Libia ha sido abrir el mercado a petroleras británicas y francesas»

Fuentes: Periódico Diagonal

La pacifista británica Lindsey German lleva casi cuatro décadas de lucha política, la mayor parte en las filas del Socialist Workers Party, y ha sido candidata a las elecciones a la alcaldía de Londres en dos ocasiones, 2002 y 2008. Experta en política y derechos de la mujer, desde septiembre de 2001 encabeza Stop the […]

La pacifista británica Lindsey German lleva casi cuatro décadas de lucha política, la mayor parte en las filas del Socialist Workers Party, y ha sido candidata a las elecciones a la alcaldía de Londres en dos ocasiones, 2002 y 2008. Experta en política y derechos de la mujer, desde septiembre de 2001 encabeza Stop the War Coalition junto a Tony Benn -exministro y antiguo secretario general del Partido Laborista-, grupo de oposición a la guerra que organizó en 2003 la manifestación más grande de la historia del Reino Unido. Tras la intervención de la OTAN en Libia y ante la posibilidad de futuros conflictos en Irán y Siria, German se posiciona en contra del militarismo occidental y anuncia nuevas movilizaciones.

DIAGONAL: ¿Qué opina de las reuniones de las compañías británicas BP, Shell y Arup con el Consejo Nacional de Transición libio (CNT), con la presencia de los ministros de Comercio y Defensa británicos?

LINDSEY GERMAN: No me sorprende en absoluto. Estaba claro que cuando el Reino Unido y Francia lanzaron el ataque contra Libia y Gadafi lo que buscaban era un cambio de régimen para abrir el país al comercio con petroleras británicas y francesas. Su objetivo ahora es introducir todo tipo de compañías en el país para obtener el mayor beneficio posible, como sucedió en Iraq y ahora en Libia.

D.: ¿Se ha cumplido el propósito de proteger a los libios como pidió la ONU?

L.G.: No, desde luego. Dijeron que el objetivo principal era proteger a la población de Bengasi de los ataques de Gadafi y, aunque se estima que los muertos causados por él antes de la intervención fueron entre 2.000 y 3.000 personas -un número terrible, pero relativamente pequeño comparado con lo que está sucediendo en otros países-, desde los bombardeos de la OTAN, decenas de miles de personas han muerto y las cifras aún siguen aumentando. También se han producido persecuciones y racismo contra los africanos que apoyaron a Gadafi. El resultado de la intervención de la OTAN no ha sido la protección de civiles, sino el aumento significativo de muertos, heridos y violaciones de derechos humanos.

La justificación de los derechos humanos para intervenir en una guerra es falsa. Existen numerosos abusos en todo el mundo, como el caso de los asesinados en El Cairo, donde la policía disparó a los ojos de los manifestantes causando cegueras y, sin embargo, el Reino Unido ha decidido no tomar partido en ese país. Es una postura muy hipócrita.

D.: ¿Cuál debería haber sido la alternativa a la intervención en Libia?

L.G.: La frase tan extendida de que Gadafi estaba atacando a su propio pueblo no es del todo cierta. Gadafi atacaba a la parte de su pueblo que se rebeló contra él, de la misma forma que las autoridades americanas están destruyendo el movimiento Occupy, arrestando y golpeando a las personas que protestan. Así es como los gobiernos oprimen las rebeliones. No estaba de acuerdo con Gadafi, pero tampoco esperaría a que México bombardee Washington para defender al movimiento Occupy… El deber del pueblo de Libia es defender sus derechos y no acudir a los salvadores de fuera.

D.: ¿Cómo ve el futuro de Libia tras la toma de posesión del CNT?

L.G.: El Consejo Nacional de Transición libio ha formado un Gobierno extremadamente prooccidental, excluyendo a los islamistas y a todo aquel que podría oponerse al control de las grandes compañías y gobiernos de Occidente, que han conseguido establecerse muy firmemente en Libia. Mi opinión es que éste es un Gobierno muy inestable. Los islamistas, sobre todo, no permitirán esta situación por mucho tiempo, y supongo que se producirán mayores conflictos que podrían derivar en una guerra civil. En este caso, si los islamistas llegaran al poder, la reacción de Occidente sería tratar de eliminar este Gobierno, lo que resultaría en la extensión de la guerra en el Magreb.

En Siria, a pesar de no haber intervenido militarmente, el responsable de Exteriores británico William Hague se ha reunido con los opositores sirios en Londres, una medida de la diplomacia británica sorprendente. De nuevo, estoy en completo desacuerdo con el presidente sirio Bashar al Assad y si el pueblo quiere liberarse, debe depender de su propia lucha, no de Francia y el Reino Unido, cuyo papel histórico en la región es bastante cuestionable.

D.: ¿Son las sanciones la alternativa a la intervención militar?

L.G.: No. Yo me opuse a las sanciones en Iraq cuando empezaron en 1991, mientras mucha gente pensaba que era una alternativa a la guerra. Sin embargo, las sanciones son una guerra económica. La gente que más sufre son los pobres. Tendríamos que realizar otro tipo de preguntas, por ejemplo: ¿por qué tiene la UE y EE UU, con graves problemas internos, la autoridad de interferir en los asuntos de otras naciones? Más allá de Occidente, la perspectiva del mundo es muy diferente. Se considera a los países más ricos como nuevos colonialistas económicos y militares.

http://www.diagonalperiodico.net/El-plan-de-la-OTAN-en-Libia-ha.html