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El poder de la inercia de Gadafi y la injerencia estadounidense

Fuentes: As-sabil

Traducido del francés para Rebelión por Jorge Aldao

Esperábamos que la joven revolución popular en Libia concluyera de la misma manera que finalizaron las revoluciones en Túnez y en Egipto: con la salida del presidente y la caída de su régimen. Esto, sin contar con algunas dificultades y sobre todo con el carácter de Gadafi y la naturaleza de su régimen. La revolución de Libia forma parte del proceso revolucionario que se desarrolla en la inmensa mayoría de los países árabes, comenzando por Túnez y Egipto, pasando por Yemen y en Bahrein.

Sin embargo, los últimos acontecimientos que llevaron a la intervención militar de los Estados Unidos, de Francia y de Gran Bretaña en Libia, cambiaron la situación y nos obligan a revisar nuestro análisis.

Antes de la intervención, el pueblo se enfrentaba a un tirano que se había asociado con los Estados Unidos desde el año 2003. Él y sus hijos se apoderaban de las rentas del petróleo. Depositaron cerca de 30.000 millones de dólares en bancos y sociedades estadounidenses y alrededor de 20.000 millones de dólares en Gran Bretaña. A esto debe añadirse su importante papel en la secesión del sur de Sudán y sus esfuerzos para lograr el desmembramiento de Sudán comenzando con Darfur.

La intromisión extranjera, que comenzó con el bombardeo de bases militares libias, continúa bajo el pretexto de salvar a los civiles de las masacres preparadas por las fuerzas militares pro Gadafi ya sea en Bengasi, en Misrata o en muchas otras ciudades.

Dirigida por EE.UU., no podemos considerar esta intrusión extranjera como un apoyo a los oprimidos y contra el opresor, porque los Estados Unidos son los opresores más grandes de los pueblos del mundo. De igual manera no podemos ignorar los peligros y la importancia de esta intromisión en el futuro. La recompensa exigida por los Estados Unidos por esta intervención será tan grande que el pueblo libio no podrá soportarla. Esta intervención constituye un peligroso precedente para el futuro del mundo árabe.

La intervención se ha organizado bajo el paraguas de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, de una resolución del Consejo de la Liga árabe y seguida de un pedido de ayuda de un pueblo cuyos cuerpos son despedazados por las bombas de Gadafi y de sus fuerzas armadas. Todos los que creen que los Estados Unidos defienden los valores de la libertad, de los derechos humanos y de la democracia, se engañan. Toda la historia de los Estados Unidos se caracteriza por una oposición a estos valores. Los estadounidenses exterminaron a los indios de América y edificaron su país sobre un sistema esclavista y luego sobre un sistema de dominación racial que dejó numerosos huellas. Hoy esa discriminación tiene como objeto a los habitantes de origen hispano o árabe y en esta última década a los musulmanes.

Con respecto a sus relaciones con otros pueblos, los Estados Unidos siempre se distinguieron, en el curso de su historia, por su política imperialista que se apoya en sistemas autoritarios corrompidos. Estos sistemas no tienen ninguna relación con la libertad, los derechos humanos y la democracia. Las pruebas de esta política imperialista están en su negativa historia en América del Sur, su apoyo ilimitado al sionismo y las guerras que llevaron contra Afganistán e Irak en el curso de la última década.

Aunque se considera que los Estados Unidos salvaron a Europa de los nazis, la verdad es que aprovecharon esa circunstancia para controlarla política, económica y culturalmente, control que todavía ejercen. De igual manera, los estadounidenses combatieron a los serbios con el pretexto de salvar del exterminio a los musulmanes víctimas del régimen de Slobodan Milosevic en Bosnia Herzegovina y en Kosovo. En realidad esa intervención no estaba fundada sobre una voluntad de socorrer a los musulmanes amenazados con el exterminio. Actualmente, las esperanzas de independencia y de soberanía de estos países se han trocado en una pesadilla.

La actual intervención estadounidense en Libia no se puede considerar una ayuda prestada a un pueblo contra las matanzas practicadas por un tirano loco que, ayer nomás, recurrió a los Estados Unidos para proteger a su régimen. Este tirano respondía favorablemente a todas sus demandas a cambio de la protección concedida a su gobierno. Debido a esta intervención, la revolución Libia corre peligro de asfixia. Además, esto amenaza directamente a las revoluciones tunecina y egipcia.

Los principales responsables de la intervención estadounidense-europea son Muamar el Gadafi, sus hijos y los soportes de ese régimen, porque se negaron a someterse a la voluntad del pueblo. Lanzaron una guerra criminal contra las ciudades que se rebelaron y que se liberaron de su dominio. Aprovecharon su superioridad aeronáutica y de artillería y el de los apoyos exteriores sospechosos de permitirles el reclutamiento de soldados y de pilotos para masacrar a los civiles. Así provocaron, conscientemente o no, la intervención extranjera.

Hugo Chávez y Fiel Castro se equivocan al no apreciar de la misma manera a la revolución libia y a las revoluciones tunecina y egipcia. Se equivocarán mucho más todavía si apoyan, en respuesta a la intervención estadounidense, a Gadafi contra su pueblo.

Los Estados Unidos, que fueron sorprendidos por la rapidez con la que Hosni Mubarak y Zine el-Abidine Ben Alí fueron derribados, ahora están forzados a elogiar las revoluciones tunecina y egipcia. No nos está permitido desconfiar de la naturaleza de estas revoluciones aunque se hayan vuelto, por necesidad, hacia los Estados Unidos que sin embargo apoyaban a Zine el-Abidine Ben Alí y a Hosni Mubarak por su alineación política con Washington.

Así, la posición correcta exige oponerse firmemente a la intervención militar estadounidense y contra Muamar el Gadafi, contra sus crímenes y su régimen, permaneciendo al lado del pueblo y al lado de la revolución en Libia.

Tomar posición a favor de la revolución y al lado del pueblo exige no dispersarse. Es la única garantía para desembarazarse de la injerencia militar estadounidense y de sus abominables designios. De igual manera hay que cuidarse de apoyar a Gadafi y su régimen que, debido a los acontecimientos, se transformó en adversario del enemigo exterior. Gadafi es responsable sin embargo de esta intervención, por haberse negado a renunciar y por persistir en la masacre de su pueblo.

Tomar posición contra Muamar el Gadafi y su régimen exige no ser afectados por la intervención militar estadounidense. Gadafi es uno de los primeros aliados de los Estados Unidos. Se sometió a los Estados Unidos después de la invasión de Irak y gastó decenas de miles de millones de dólares en contentarlos. De igual manera colaboró de forma directa o indirecta en la partición de Sudán, en apoyar la rebelión en Darfur y en mantener la política de los Estados Unidos en África.

Hoy Gadafi está condiciones de negociar con los Estados Unidos su protección, la de sus hijos y la de su régimen. No podemos olvidar esto, alineándonos con su posición bajo la excusa de resistir a la intervención militar estadounidense.

La alineación debe hacerse a favor de la revolución y del pueblo libio oponiéndose firmemente a la intervención militar estadounidense-europea y pidiendo la caída de Gadafi y de su régimen.

Libia debe salir de esta prueba libre e independiente. Su revolución forma parte de la revolución árabe que triunfó en Túnez y en Egipto. Esta revolución ha comenzado una travesía muy esperada y las dificultades con las que tendrá que enfrentarse tienen poca importancia.

Fuente del original: As-Sabeel.net. Traducido del árabe al francés por Souad Khaldi

Fuente: http://ijtihad2007.skyrock.com/2988163461-La-force-d-inertie-de-Kadhafi-et-l-ingerence-etats-unienne.html

rCR