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El presidente de Guinea Ecuatorial, Obiang Nguema, a la cabeza de la Unión Africana entre críticas y estupor de los africanos

Fuentes: Africa Review

El presidente de Malaui, Bingu wa Mutharika, ha cedido la presidencia de la Unión Africana formalmente a su colega de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema Mbasogo. Mientras el presidente Obiang asume el cargo, muchos deben estar preguntándose qué clase de razonamiento siguen los líderes africanos en la selección del presidente del organismo continental. Como poco, […]

El presidente de Malaui, Bingu wa Mutharika, ha cedido la presidencia de la Unión Africana formalmente a su colega de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema Mbasogo.

Mientras el presidente Obiang asume el cargo, muchos deben estar preguntándose qué clase de razonamiento siguen los líderes africanos en la selección del presidente del organismo continental.

Como poco, la elevación del presidente Obiang a la cabeza de la UA reaviva los tristes recuerdos de la extinta Organización de la Unidad Africana.

Entonces, los líderes africanos tenían la innoble reputación de elegir a uno de los suyos para liderar el organismo, sin tener en cuenta su pasado, su perspicacia para el liderazgo o su trayectoria (siempre han sido invariablemente hombres).

Los líderes africanos eran fieles a la soberanía de los estados miembros a nivel individual, y se mantenían al margen de toda clase de abusos de derechos humanos, dictaduras y corrupción en los países vecinos.

En aquellos días, personajes como el cleptócrata zaireño, Mobutu Sese Seko, (1967-1968); el dictador ugandés Idi Amin Dada, (1975-76); el «presidente de por vida gabonés Omar Bongo, (1977-78) y el carnicero de Etiopía, Mangistu Haile Mariam, (1983-84), ascendieron a la dirección del organismo panafricano.

«Segunda liberación»

Después llegó la segunda liberación, tras el derrumbamiento de la Unión Soviética y el comunismo, y un buen número de líderes de la vieja escuela fueron expulsados del poder. Era muy común hablar de un «renacimiento africano» cuando muchos países celebraron elecciones democráticas, desencadenando una era democrática.

El nacimiento de la Unión Africana, en julio de 2002, en Durban, Suráfrica, marcó el culmen de esta nueva era.

Pero los acontecimientos en muchas partes de África en el pasado reciente, sin embargo, apunta a una recesión más que a una progresión en el cultivo de los fundamentos democráticos, establecidos por esa «segunda liberación».

El nombramiento del presidente Obiang el pasado 30 de enero, en Addis Abeba, capital de Etiopía, podría también marcar otro hito en este descenso. Esto debe ser considerado en el contexto de una nueva tendencia preocupante en África.

El presidente de Guinea Ecuatorial, de 69 años de edad, es infame, no sólo por haber ejecutado a su predecesor, y los arrestos arbitrarios y torturas de los oponentes políticos, sino por saquear la riqueza petrolera de su país, mientras la mayor parte de su pueblo está sumida en una pobreza deshumanizante.

Hace poco ha salido en las noticias, cuando la organización para la Ciencia y la Cultura de la ONU, UNESCO, retiró un premio de 3 millones de dólares a la «mejora de la calidad de vida humana», pagado por él y con su nombre.

La suspensión fue seguida de una oleada de punzantes ataques contra la agencia global por asociarse con uno de los gobernantes más autoritarios, brutales y corruptos del mundo.

Un cleptócrata atroz

Aunque el dinero del premio fue técnicamente dado a la Unesco por la Fundación Obiang Nguema Mbasogo, para la preservación de la vida, muchos se negaron a dejarse engañar por el «gesto de generosidad». Grupos de defensa de Derechos Humanos y organizaciones Anticorrupción acusaron rápidamente a la Unesco de «limpiar la reputación de un cleptócrata con un terrible historial en Derechos Humanos».

El arzobispo anglicano retirado de Suráfrica y héroe anti apartheid, Desmond Tutu también entró en la refriega y criticó a la UNESCO por «permitir ser utilizada para pulir la mala reputación de un dictador» y que el dinero que Obiang prometía para el premio, para glorificarse a sí mismo, había sido robado al pueblo de Guinea Ecuatorial y debería serles devuelto.

Tampoco se quedaron atrás los pasados ganadores de premios de la UNESCO, Siete de ellos, que habían recibido un premio de la UNESCO por «coraje en periodismo», escribieron a la organización para expresar su descontento.

Tomando el relevo del presidente Mutharika, un beneficiario de la oleada de la «segunda liberación», será interesante ver cómo un hombre que hasta el momento se las ha ingeniado para frenar la corriente del cambio, abordará la multiplicidad de retos en África, en torno a la democracia y el buen gobierno.

Fuente: http://www.fundacionsur.com/spip.php?article8002