El primero de noviembre el Congreso Nacional Africano (CNA) enfrentó una de las elecciones municipales más importantes en la historia reciente de Sudáfrica, donde por primera vez pudo perder el poder, en múltiples provincias simultáneamente. El CNA ha gobernado Sudáfrica desde 1994, desde aquel momento histórico cuando se reconoció el derecho al voto de la población negra. Esa proeza auspició que el CNA fuera masivamente reconocido como “el partido de la liberación”. Su historia de lucha ha incluido momentos tan emblemáticos como gestionar el apoyo cubano en Angola para combatir a las tropas que pretendían generalizar el apartheid en la región. Su prestigio también incluye ser el partido con personajes de la talla de Steve Biko, Oliver Tambo, Solomon Mahlangu, Walter Sisulu y Winnie Mandela. Esta por demás mencionar que el CNA consiguió la presidencia con Nelson Mandela, instalando al primer presidente negro de la república.
Sin embargo, el CNA sufrió un enorme desgaste por factores como el conservadurismo de Tabo Mbeki que le impidió enfrentar adecuadamente la pandemia del SIDA, la corrupción en el Gobierno de Jacob Zuma y el uso del poder para que sus militantes y sindicalistas se convirtieran en empresarios asociados a las compañías trasnacionales, así como hoy ocurre con Cyril Ramaphosa, administrador de la cadena de McDonalds en Sudáfrica e involucrado en varias empresas mineras.
Dos hechos han deteriorado recientemente la relación del CNA con su base social, 1) los cargos por corrupción en contra de Jacob Zuma (hoy tras las rejas) y 2) el estallido de violentos disturbios ocasionados por su encarcelamiento, sumado a la permisividad de Cyril Ramaphosa para que los guardias privados de la región Kwa-Zulu-Natal reprimieran a los manifestantes. En suma, la burocratización del partido, la conversión de muchos de sus dirigentes en gestores del lobby empresarial y el surgimiento de una poderosa burguesía negra surgida al amparo de sus relaciones con el Gobierno, han generado un enorme desgaste en la reputación del CNA, al grado que hoy, su credibilidad pende de un hilo.
Para valorar el reto electoral que ha enfrentado el CNA y comenzar a leer en los próximos días los resultados recogemos aquí el testimonio de la estancia en Johannesburgo de Diana Crespo Morales (colaboradora de la sede UNAM-Sudáfrica) y la lectura de la prensa sudafricana y británica (realizada en el marco del Seminario Observatorio del G20 coordinado por Alberto Betancourt).
La gestión del CNA tiene aspectos positivos, negativos y ambivalentes. Mucho hemos escrito ya sobre los factores negativos, pero entre los positivos, sin lugar a dudas, está la apertura a la población negra de espacios antes reservados a los blancos, ya sea en barrios, escuelas, universidades, hospitales y empleos. Lo realmente impactante es ver materializado el resultado de las políticas de mejoramiento económico del CNA (llamadas Black Economic Empowerment, traducido como “Empoderamiento Económico Negro” y que abreviaremos EEN), y percatarse de que un extravagante estilo de vida está ya en manos de la población negra. Es decir que, en Johannesburgo, le tomó al CNA una o dos generaciones construir una numerosa élite negra. Sandton es un vecindario en Johannesburgo conocido como “la milla cuadrada más rica de África”, cuyas calles muestran un constante vaivén de ferraris, lamborghinis y porches. Sandton es actualmente el centro económico y financiero de África, aquí se alojan las empresas multinacionales que operan en todo el continente, cualquier incidente o cambio en el estado de ánimo de este lujoso vecindario repercute en la ciudad, en el resto del país e incluso en el resto del continente.
El carácter ambivalente del EEN y su recién formada burguesía negra es que, por un lado, permite una increíble movilidad social antes inexistente, pero por otro, reproduce estereotipos aburguesado, muy alejados del ideal por el que luchó originalmente el CNA y al que siguen aspirando muchos de sus militantes de base.
La oposición política al CNA es la Alianza Democrática (AD), este partido muestra una cara restauradora de los privilegios blancos de la época del apartheid. Por ejemplo en Ciudad del Cabo, la segunda ciudad más importante del país y la cual gobierna la AD, existen zonas con opulencia comparable a Sandton, pero la pertenencia a esa élite se reserva a los blancos. Tanto los sudafricanos de ascendencia inglesa como los afrikáners (descendientes de los colonos neerlandeses y conocidos como boers, lo cual significa “granjeros” en afrikáans) se pasean en la hermosa zona costera, descansan en su casa de vacaciones con vista al mar y beben el vino que producen en su granja. Mientras tanto en los barrios populares las consecuencias del apartheid son brutales: es posible pasar un mes en Ciudad del Cabo sin ver a una sola persona de color que no sea parte del personal de limpieza, jardinería o vigilancia. Una vez fuera de la zona turística y de los suburbios habitados por sudafricanos blancos, todo lo que la vista alcanza son kilómetros y kilómetros de townships, una especie de guetos reservados para la población negra, construidos en tiempos del apartheid para perpetuar la segregación “racial”. Millones de personas viven en pequeños cuartos de lámina de aproximadamente 4×4 m2, donde pueden hacinarse hasta tres familias. Ninguno de esos cuartos cuenta con servicios básicos como agua potable, recolección de basura, drenaje o electricidad. La AD mantiene impecables y seguras las zonas turísticas y los suburbios blancos, pero ha dejado abandonadas las zonas que más atención requieren. Para explicar un poco más el estilo de gobernanza de la Alianza Democrática, pondremos como ejemplo su postura respecto a las políticas de inclusión, las cuales considera injustas, pues aseguran que éstas reducen las oportunidades académicas y laborales para los sudafricanos blancos. La AD sostiene que debe obtener el empleo o el lugar en la universidad la persona más calificada y no la que la cuota de color requiera. Obviamente, considerando la historia de exclusión, el postulante “más calificado” casi siempre termina siendo un sudafricano blanco, dado que tiene mejores notas, mejores antecedentes laborales y mejores habilidades lingüísticas (recordemos que solamente el 8% de la población habla inglés dentro de su hogar, lo cual representa -básicamente- el número de ingleses/sudafricanos), pero ignora completamente que para un sudafricano negro y para uno blanco las condiciones de estudio y trabajo son diametralmente distintas. Por ejemplo, mientras el estudiante blanco viene de una familia con padres profesionistas y cuenta con auto propio, hogar con servicios y seguridad alimentaria. El estudiante negro tiene que emigrar de un área rural para atender la universidad o tiene que trasladarse diariamente en transporte público desde un towniship, en donde no tiene electricidad, en donde comparte espacios con todos los miembros de su familia y en donde puede que haya, o no, comida en la mesa al día siguiente. En otras palabras, la AD parece carecer de un espíritu propio porque su objetivo básico es oponerse al CNA, por lo que nos gusta llamarle un espejo reaccionario.
El contraste entre las políticas del CNA y la AD es enorme. Después de unos meses en Johannesburgo es innegable reconocer que el CNA (dirigido desde su génesis por intelectuales negros) ha puesto interés en las zonas marginadas de Johannesburgo, y aunque aún no ha logrado erradicarlas, estas áreas son mucho más dignas que las de Ciudad del Cabo. Otro ejemplo en donde podemos ver la diferencia de gobernanza entre la AD y el CNA es en las universidades: La Universidad de Ciudad del Cabo (UCC) y la Universidad del Witwatersrand (Wits), alojada en el corazón de Johannesburgo. Ambas son universidades públicas y están ranqueadas como las mejores dos del continente africano, pero la diferencia radica en quienes tienen acceso a ellas. La UCC es principalmente atendida por sudafricanos blancos, esencialmente descendientes de colonos ingleses y neerlandeses, pero también de ascendencia italiana, portuguesa, griega y libanesa, diásporas de inmigrantes que llegaron al territorio africano escapando de la pobreza que sufrían en sus países de origen y que se vieron sumamente beneficiadas por el régimen del apartheid (es decir, para el régimen, por encima de ser inmigrantes pobres eran blancos y por lo tanto requerían apoyo y protección). La Universidad del Witwatersrand es principalmente atendida por estudiantes de color, muchos de ellos originarios de zonas rurales del país. La mayoría de los estudiantes tienen la oportunidad de asistir a la universidad gracias a becas en su colegiatura, además de apoyos alimenticios, de alojamiento y de transporte. Esta universidad ha sido el alma mater de numerosos intelectuales negros, entre los más conocidos están Nelson Mandela (primer presidente negro de Sudáfrica), Winnie Mandela (importante figura femenina del activismo anti-apartheid) y Julius Malema (hoy dirigente del nuevo partido político EFF – Economic Freedom Fighthers, traducido como “luchadores por la libertad económica”). Los apoyos económicos que los estudiantes de Wits reciben son resultado directo del programa EEN (“Empoderamiento Económico Negro”) al igual que las nuevas regulaciones que hoy obligan a las empresas sudafricanas a cubrir un porcentaje de empleados de color, lo cual incluye colocarlos en puestos de poder. De no cumplirse esta norma la empresa está obligada a pagar un impuesto que va directo a la incubadora de empresas para emprendedores negros.
Todavía existen muchas dudas respecto al origen y la dirección de las recientes protestas en la zona de Kwa-Zulu-Natal, pero no cabe duda de que de una forma u otra expresaron el descontento por la persistencia de una fuerte polarización en Sudáfrica. Algunos seguidores de Zuma plantean que se logró una transición en lo político, pero en lo económico persiste la supremacía blanca, aunque ahora tenga algunos socios negros. La corrupción durante el gobierno de Jacob Zuma y el aburguesamiento de los dirigentes del CNA durante la gestión de Ramaphosa han manchado irremediablemente la imagen del CNA, pero aún persiste una importante corriente dentro del mismo partido que critica la burocratización y el aburguesamiento. La diferencia de perspectivas al interior es básicamente soterrada, pero es importante porque eventualmente decidirá rectificaciones o mayor deterioro del CNA.
Este primero de noviembre millones de sudafricanos salieron a las calles a ejercer su voto, haciendo valer uno de los más valiosos derechos civiles, y de manera aun más especial en un país tan joven democráticamente como lo es Sudáfrica. En estas elecciones estarán sobre la balanza los aciertos y fallos del CNA. En espera de los resultados veremos qué tanto logró refrendar su popularidad el CNA y qué tanto avanzó o retrocedió una oposición que mira con nostalgia al apartheid.
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