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El procés es un sidral

Fuentes: Rebelión

Anteayer: Octubre de 2015 Dice el diccionario de la lengua catalana que sidral es un preparado en polvo o granulado compuesto de ácido tartárico, bicarbonato sódico, azúcar en polvo o esencia, que generalmente se usa disuelto con agua como refresco. Josep Tarradellas, el único hombre de Estado de verdad que ha dado la burguesía catalana […]

Anteayer: Octubre de 2015

Dice el diccionario de la lengua catalana que sidral es un preparado en polvo o granulado compuesto de ácido tartárico, bicarbonato sódico, azúcar en polvo o esencia, que generalmente se usa disuelto con agua como refresco.

Josep Tarradellas, el único hombre de Estado de verdad que ha dado la burguesía catalana en toda su historia, decía que sidral era el callejón sin salida en el que periódicamente se metían los políticos catalanes, embrollando cada vez más en un lío sin sentido ni futuro que llevaba invariablemente a la catástrofe. Podríamos traducir sidral por follón.

Tarradellas lo dijo en referencia a la insurgencia catalanista de octubre de 1934, de la que en 2014 no se conmemoraron los ochenta años, porque los políticos catalanes se habían metido de nuevo en otra sidral/follón. Y la comparación era tan evidente y llevaba tal desencanto que la voz de los historiadores pagados por la Generalitat decidió uno de silencios más clamorosos de la esclavitud encadenada de unos intelectuales serviles y contrarios a la más pequeña controversia.

Las candidaturas de Junts pel Sí (ERC más CiU) y de las Candidatures d´Unitat Popular (CUP) nos quieren llevar hacia un nuevo sidral; el follón de la Declaración Unilateral de Independencia (DUI).

La DUI, ya sea hecha de un día para el otro por los parlamentarios, ya sea hecha durante una desconexión de 18 meses, llena de actos de desobediencia a las autoridades españolas, sólo puede llevarnos a un periodo de inestabilidad, incertidumbre y graves problemas económicos. No importa ni un pepino que el plebiscito no haya alcanzado el 50 por ciento más uno: son detalles sin importancia para un sector cada vez más sectario, enfebrecido por la manipulación mediática de TV3% y la Mafia omnipotente de los patricios barceloneses.

Dado que el Estado español ya ha iniciado por su cuenta desde hace meses la desconexión en determinados ámbitos, como el de la información a los Mossos, el peligro de atentados yihadistas en Cataluña es una fruta podrida que puede terminar en un baño de sangre inocente.

Hay tres cosas que los políticos no pueden hacer: el ridículo, tolerar la corrupción y no atender a los problemas reales del pueblo. La huida hacia delante del más corrupto de todos los miserables rateros que nos quieren gobernar nos está conduciendo a situaciones extrañas y no deseables. Aquí el lector es libre de poner el nombre que más le suene, porque la lista puede ser interminable.

El 15 de octubre (2015), Artur Mas fue acompañado desde sede parlamentaria hasta el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña por seis mil personas, entre las cuales había 400 alcaldes que alzaban sus varas, gritando «Mas presidente; Cataluña independiente». Artur subió, muy solemnemente, las escalinatas del Palacio de Justicia y de cara a los manifestantes, entre un bosque de varas de alcaldes, se llevó los cuatro dedos de la mano al corazón (algunos malpensados ​​decían que a la cartera). Todos sabían que asistían a un acto histriónico para los libros de historia. Eran conscientes y sobreactuaban en consecuencia, como interpretando todos juntos la ópera Nabucco. Va pensiero.

Hace unos días, el 27 de octubre (2015), una señora, el nombre de la cual no quiero recordar, gritó: «¡Viva la República Catalana!». Su grito, que no había sido consensuado ni avisado, no recibió ningún eco, ni siquiera entre sus partidarios más adeptos, porque cogió a todos por sorpresa. Estaba fuera de lugar. Ópera bufa.

Quizás lo que sucede es que mi ADN es inmune a patrias, himnos y banderas, que más bien me producen urticaria alérgica, pero lo encontré bastante ridículo.

Los diarios llegan llenos de denuncias confirmadas sobre el Muy Deshonorable y Gran Sátrapa de la Degeneralitat y la organización mafiosa familiar de los Pujol, que extiende su red de latrocinio por toda Cataluña, partido político operando necesariamente por conseguirlo. ¡Y todavía quieren discutir el nombre de no sé quién como Gran Regenerador, que o bien lo sabía todo y no hacía nada, o bien era un santo inocente que no se enteraba de nada! Nada de nada, señor Artur.

¡Qué manera de hacer el ridículo!

¿Dónde está una solemne declaración del actual Parlamento catalán contra la corrupción del tres por ciento y más, que pida un castigo ejemplar de las élites que lo han hecho posible y lo han permitido?

Si hay que fundar una República es sobre el fundamento de una limpieza ejemplar de todos aquellos que nos han robado, aquí en Cataluña y en todo el Estado español, porque el 3 por ciento está en todas partes y en el corazón de todos y cada uno de los viejos y nuevos partidos. La corrupción es la estructura y el alma del régimen monárquico, herencia conservada del franquismo y premio gordo de los poderosos de siempre, porque Franco lo dejó todo bien atado.

La Transición fomentó la degeneración institucional hacia una partitocracia criminal, cómplice del poder de Estado, que es impune por esencia y no puede desaparecer sin la liquidación y desaparición del viejo régimen y la fundación de una República honesta y federal, inocente y sin sospecha, ni azul ni roja, de «color d´olor de poma», como decía el poeta, que no existe ni existirá nunca en el planeta Tierra.

Muere gente en los hospitales por los recortes, nuestras escuelas carecen de suficientes recursos, el paro es insoportable, no hay dinero para las becas-comedores y en muchos barrios barceloneses aparece el hambre y la desnutrición infantil. Muchos no pueden pagar los recibos de los servicios básicos. Hay quien trabaja y es pobre y no llega a fin de mes. Hay jóvenes con trabajos miserables, precarios y mal pagados que no pueden planificar un proyecto de vida.

Los ciudadanos que en 2011 protestaron contra estos recortes, rodeando el Parlamento catalán para intentar que «sus representantes» no los votaran, fueron criminalizados y algunos encarcelados y juzgados. Artur Mas y el gobierno de CiU en la Degeneralitat se presentaron como acusación contra esos manifestantes. Cuando la libertad es un crimen estamos ante una tiranía. Tragedia popular.

También la huelga general del 29-M del 2012 contra la reforma laboral, que despojaba de todo derecho a los trabajadores, fue criminalizada y se produjeron palizas y detenciones. Era urgente la aprobación de una ley que impidiera las libertades de manifestación, de expresión y de huelga: se pusieron al trabajo para aprobar la llamada ley mordaza.

Se llega a hablar de más de tres mil millones de euros acumulados por una organización criminal de carácter familiar (los Pujol) y extensión en toda Cataluña bajo la forma de partido (CiU). El gobierno y sus servicios, su influencia y toda su fuerza y ​​capacidad eran subastados al mejor postor. Las herramientas de trabajo de esta Mafia eran y son el poder y la impunidad. Eran como dioses y creían serlo. Aún ahora se esconden tras una bandera. Novela negra.

Vale quien sirve y quien sirve son los políticos al pueblo… en teoría, porque en la práctica sabemos que somos un pueblo mediterráneo acostumbrado a venerar el poder de los dioses, besar las manos de sus representantes en la tierra y a rezar.

Los políticos no son ni han sido nunca servidores, sino prepotentes dueños de esclavos. Un ejemplo: la ley mordaza.

Así, pues, pasa lo que tenía que pasar y nuestros políticos se meten en un sidral/follón del que no saben cómo salir, y, enredando cada vez más la madeja, deciden arreglarlo todo con un brindis al sol. Con dos vivas y tres olés asaltan el poder del Estado español con un papel en la mano y aprisionan nueve anarquistas y un vagabundo.

Y para rematarlo todo la Degeneralitat declara que no tiene dinero para pagar la factura farmacéutica. Hacen el ridículo, toleran la corrupción y no solucionan los problemas reales.

He ido a Ikea ​​y me he comprado una estera que dice: «Viva la república de mi casa». Al menos mi felpudo no hace un ridículo tan espantoso como el suyo, lo he pagado con mi dinero, IVA incluido, y sirve para limpiar las suelas de mis zapatos antes de entrar en casa. Ya quisiera mi tapiz la Degeneralitat que nos desgobierna para esconder su mierda bajo la alfombra independentista.

Eso sí, políticos de Barcelona y de Madrid harán Historia con mayúscula, que vamos a pagar todos, independentistas, indiferentes o unionistas, importa poco lo que hagamos o pensemos, porque nos han declarado una guerra que ya hemos perdido y que nunca podremos ganar: políticos 5, pueblo 0.

Y los goles han sido la ley mordaza, la reforma laboral, la impunidad de los mafiosos, el problema territorial en lugar de la cuestión del paro y una juventud sin futuro.

Ayer: Octubre de 2017

El gobierno de la Degeneralitat se ha sacado el conejo independentista del sombrero de copa y, con ello, ha conseguido transformar los recortes presupuestarios, la corrupción generalizada, EL ATAQUE GENERALIZADO CONTRA LAS CONDICIONES DE VIDA DE LA CLASE OBRERA, los despidos masivos, el paro con su desesperación (que conduce a muchos al suicidio), o el asalto liberal contra la sanidad y enseñanza públicos, en la defensa de la NACIÓN catalana y en la venta de quimeras, espejismos, engaños, delirios, sueños y, en suma, de esperanza.

A primeros de septiembre de 2017, diferentes organizaciones de las CUP impulsaron la formación de Comités de Defensa del Referéndum (CDR) en varios barrios de Barcelona y en diferentes localidades catalanas. Se mostraron fundamentales en el juego del gato y el ratón entre el gobierno de Rajoy y el Gobierno de la Generalitat para ocultar o encontrar papeletas, censos y urnas. Su primera gran acción fue la manifestación/concentración multitudinaria que organizaron el 20 de septiembre frente a la sede del Consejo de Economía, situado en la Rambla de Cataluña esquina Gran Vía, para obstaculizar e impedir el registro por parte de la guardia civil de la sede de esa conselleria. Finalmente fueron los mozos de escuadra quienes facilitaron la salida de la Guardia Civil y de la secretaria del juzgado. El independentismo había obtenido un enorme éxito simbólico. Las fuerzas de la policía nacional y de la guardia civil se habían visto superadas. Las fuerzas nacionalistas habían mostrado su capacidad de control puntual del territorio.

El gobierno de Don Tancredo Rajoy manifestó en repetidas ocasiones que no habría referendo. Los CDR enlazaron con las AMPAs (Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos), y a través de estas con el rico tejido asociativo vecinal, para convertir las escuelas e institutos en colegios electorales. Muchas escuelas fueron ocupadas por las AMPAs desde la noche del sábado para evitar que fueran tomadas por las fuerzas policiales. Los padres organizaron actividades lúdicas con sus hijos, y el domingo 1 de octubre, después de votar se quedaron en los diferentes colegios electorales para defender las urnas y evitar su secuestro por las fuerzas «del orden».

Los comités de defensa organizaron y distribuyeron la gente disponible para evitar que escuelas sin demasiada afluencia fueran fácilmente intervenidas policialmente. Las brutales cargas policiales en numerosos colegios causaron muchos heridos, ya fueran jóvenes o mayores. Las escenas de salvajismo fueron retransmitidas en directo por radio y televisión, consiguiendo la solidaridad efectiva de personas que estaban por el no a la independencia o que no pensaban votar. Los innecesarios destrozos y desperfectos materiales en las escuelas fueron percibidos como un ataque irracional contra la población.

La solidaridad vecinal y la defensa de los derechos democráticos básicos convirtieron la participación electoral en un éxito. Entre el vecindario había nacido una magia especial en las relaciones sociales y personales. El Referéndum se hizo realidad, con todas las irregularidades y deficiencias que se quiera; pero derrotaron al gobierno de Rajoy en su contundente prohibición del referendo. El 1 de octubre fue un éxito popular sobre el Estado y sus peores tics franquistas. Fue también un rotundo fracaso del gobierno Rajoy, quien dijo que no se votaría; pero se votó. Además, el independentismo había conseguido ampliar su base popular y electoral.

El 3 de octubre se convocó una Huelga general y «un Paro de país», en el que intervenían sindicatos minoritarios, comités de defensa, empresarios, asociaciones varias y el Gobierno. Las manifestaciones/concentraciones alcanzaron cifras hasta entonces desconocidas y fueron un absoluto éxito. La brutalidad policial del gobierno Rajoy del 1 de octubre había logrado unir en la manifestación del 3 de octubre desde independentistas hasta no independentistas, junto a indiferentes y votantes de derecha. Los destrozos en las escuelas y los porrazos contra gente pacífica, que ejercía pacíficamente sus derechos democráticos habían conseguido lo impensable. Y eso los meseteños no pueden entenderlo, ni se lo explicarán nunca teles o diarios.

El 1 y el 3 de octubre son fechas imborrables que lo han modificado todo: hay un antes y un después. Los Comités de Defensa del Referéndum se habían convertido en Comités de Defensa de la República. Las asambleas que convocan estos CDR son un nuevo movimiento de base, abierto, en los que sin duda predomina el independentismo. Pero escuchar a la gente del barrio como habla de solidaridad y de esta «magia» que impregna ahora sus vidas y las relaciones personales con sus vecinos nos está señalando que ha ocurrido algo importante, que será muy difícil vencer o torcer. Y los libertarios han desaparecido, o peor aún, se han sumado a la marea nacionalista.

Es cierto que no hay todavía ninguna alternativa proletaria o revolucionaria. Sin embargo, los CDR son un nuevo movimiento que está en sus orígenes, en un inicial proceso de coordinación, y que puede derivar hacia un movimiento de masas independentista o convertirse en un movimiento popular autónomo y reivindicativo. Todo está por hacer y por decidir.

Pero no sólo se combate por la independencia. También hay un enfrentamiento contra la herencia franquista y autoritaria del Gobierno Rajoy, que se traduce en una batalla firme y pacífica por los derechos democráticos básicos de expresión, asociación, manifestación y en defensa de las libertades fundamentales, que no puede hacerse de otro modo que con su ejercicio.

Aún hoy, hay que reivindicar el derecho de las familias a enterrar los huesos de los asesinados en las cunetas durante la guerra civil. La insoportable corrupción, tanto en España como en Cataluña, es estructural. El régimen de 1978 ha caducado. Incluso desde una perspectiva capitalista, es necesaria una nueva Constitución que solucione el encaje de Cataluña en el Estado.

La negación de la realidad, el autoritarismo y la inflexibilidad del gobierno Rajoy ante la cuestión catalana, la ola de incendios que arrasan Galicia o el motín de Murcia por las obras del AVE, muestra un deterioro catastrófico en las relaciones Estado-sociedad, que sólo puede conducir a un traumático cambio de régimen, si las multinacionales dan su visto bueno. No se puede descartar alguna masacre aleccionadora que proporcione mártires y héroes a todas las patrias en disputa, ya sea porque alguien pierda los nervios o tome la decisión de no advertir de un atentado terrorista en marcha. Rajoy había convertido la cuestión política catalana en un problema represivo, de orden público y judicial. ¿Qué esperar de alguien que sólo lee el Marca?

La declaración de independencia suspendida o interrupta del día 10 de octubre es considerada y discutida ya por muchos, en las asambleas de los CDR, como una «traición» en que las movilizaciones populares juegan un papel de canje para un pacto entre élites. Conocida es la táctica pactista de Artur Mas: llevar el conflicto a la calle lo más lejos posible, para mostrar el adversario la propia capacidad negociadora en la mesa.

Son los caudillos y cabecillas más miedosos de la historia, autores de la más vergonzosa y extravagante declaración de independencia que se ha hecho nunca. Una independentia interrupta de 8 segundos, tan frustrante como un coitus interruptus. En lugar de la memorable escena de Maciá en el balcón, un gatillazo. ¿Pero qué es de Romeo sin un balcón? Ópera bufa: por primera vez en la historia los héroes iban mirando de reojo el código penal. ¡Una declaración de independencia sin balcón es como una Julieta sin pretendiente!

El 17 de octubre de 2017, con la detención de los agitadores independentistas Jordi Cuixart y Jordi Sánchez, presidentes de la Assemblea Nacional de Catalunya y de Òmnium Cultural, los independentistas y el Gobierno se han apresurado a señalar que vuelve a haber presos políticos en España, que sin duda servirán algún día como moneda de cambio para obtener la impunidad de los más de mil cargos del PP juzgados por corrupción, o el definitivo carpetazo a las causas abiertas contra Jordi Pujol, Millet y tantos otros.

Pero es falso eso de que antes no había presos políticos: ahí están los anarquistas detenidos por el caso Pandora; ahí están los ocho jóvenes detenidos (y penados con tres años de prisión) por la protesta que rodeó el Parlamento catalán el 15 de junio de 2011, para evitar que el Gobierno presidido por Artur Mas votara desmesurados recortes en Sanidad y Educación. Esos sí que han sido presos políticos: ¿quién lo recuerda y nos lo recuerda? A corto plazo, parece inminente e irremediable la aplicación del artículo 155 de la Constitución y la intervención del Gobierno de la Generalitat por parte del Gobierno de Rajoy, así como la convocatoria de elecciones en Cataluña. Todo ello al margen de que se levante, o no, la cómica «suspensión» de la independencia.

Como propone la patronal catalana, con un poco de cordura todo puede terminar, a medio plazo (unos 18 meses), con una grandilocuente y gratuita declaración de Cataluña como nación, una reforma constitucional y un nuevo Estatuto; o en su caso la nueva República catalana y española, con competencias catalanas más amplias en Economía/Hacienda y el blindaje en educación y cultura. También se hará posible la participación en competiciones internacionales de selecciones deportivas catalanas. Y todas estas «conquistas» se celebrarán finalmente con una Amnistía General que contente a todos los corruptos de todas las patrias en competición, que falta le hace a derechas e izquierdas, calvos y coronados, ratas y ratos, bárcenas y millets.

República por Borbón, o borrón y cuenta nueva para el capitalismo global. Participar en determinados movimiento sociales requiere de unas organizaciones fuertes y muy formadas, con unos sólidos e indestructibles principios. Esta intervención debe hacerse siempre con el mismo programa y con los métodos de lucha adecuados, sin renunciar nunca a la crítica del patriotismo, de sus farsas y maniobras, así como de los objetivos mafiosos de la burguesía, sea la española o la catalana. Sin esta crítica, incisiva, precisa y como de mosca «cojonera», se corre el riesgo de confundirse, fundirse y sumarse a las reivindicaciones nacionalistas, siempre ajenas y denigrantes, perdiendo la propia personalidad y objetivos. Estamos tocando el fondo. Los arrecifes del nacionalismo pueden hacer naufragar a muchos navegantes, si no saben superarlos o sortearlos. El surgimiento de comités de defensa, primero del Referéndum y después de la República, como modelos organizativos de base más allá de los partidos, en los que se discute en el ágora y se toman decisiones sobre todo, es innovador y esperanzador. Este es el difícil reto de la tormenta que se avecina. La R de los CDR puede volver a cambiar de significado. Algunos dicen que es mejor naufragar a quedarse encerrados en una inmaculada torre de marfil, como guardas de los sacrosantos, incorruptos y puros dogmas de la «infalible» doctrina ¿Pero si el naufragio es demasiado masivo y evidente, quién los rescatará?

Hoy: Octubre de 2018

La declaración de independencia del Parlamento era una broma, no iba en serio. Era una exageración, pero no iba en serio. Lo han dicho todos los que cortaban el bacalao el 27 de octubre de 2017. Sólo eran falsas ilusiones que había que atizar y verborrea inútil que todos los políticos serios, como Artur Mas, sabían que no podían ser llevadas a la práctica, porque no eran realistas. Se trataba de tensar la cuerda para luego sentarse a negociar en una mesa.

El 27 de octubre de 2017 el señor Puigdemont era una hoja en plena tormenta, que el viento huracanado llevaba arriba y abajo, a derecha y a izquierda o al centro, haciéndole dar vueltas y más vueltas. ¡Ahora convocatoria electoral; ahora dimito; ahora proclamo la independencia! Junqueras pontificaba ventajas, inconvenientes y preocupaciones, sin decidirse por nada en concreto. Unos lloraban de emoción, señalando traidores al tiempo que invocaban fe y anunciaban milagros. Otros hacían brindis al sol o divisaban un porvenir de juicios y cárcel. Nadie había previsto qué hacer al día siguiente de la independencia, porque nadie la creía realmente posible. Sólo era un objetivo vacío, sin nada que hacer una vez cruzada la meta.

Querían que el proceso pareciera imparable y sencillo, pero todo era un gran engaño que se ha convertido en un espantoso ridículo, una pantomima; poco menos que una charlotada. Para Artur sólo era una jugada de póker, un farol para sentarse a negociar con el gobierno español, con el fin de pactar unas buenas competencias en Hacienda y otras cuestiones menores. Pero unos cuantos magos soñadores y casi dos millones de gente pasmada, hipnotizada y maravillada pensaron que iba en serio. ¡Todo era una gran inocentada!

¿Hay algo más ridículo que figuras de segundo orden como el Rey Puigdemont o el Regente Quim Torra jugando al póker republicano? ¡No saben jugar y se han tragado las fanfarronadas de Artur! ¡Se han metido en un buen follón! Y el negocio les viene demasiado grande.

Pujol, el gran delincuente, y su mafiosa familia están muy quietos y parados a la espera de una amnistía, sea de quien sea. Tanto monta, monta tanto, sea española o catalana, mientras olvide o perdone la prisión de sus delitos. En Madrid Don Tancredo tenía seis meses para solucionar la cuestión catalana o le echarían.

Artur Mas dio un paso al lado, y ahora espera que amainen tormentas, sobresaltos y locuras para hacer, de nuevo, un paso al centro del escenario, en el momento adecuado. Con vocación de salva patrias no le faltarán ocasiones, de unos o de otros, no importa quién. De momento está más preocupado por no perder su patrimonio a manos de los jueces que por peligrosas quimeras de una patria desagradecida y enloquecida.

Los CDR se han convertido en un movimiento de masas independentista. Los pocos Comités de Barrio (CB) que surgieron en algunos lugares sólo eran un nuevo nombre dado al ateneo o la organización libertaria que ya existía de tiempo atrás. Ejemplos destacados en Gracia y el Rabal.

Es imposible defender ideas libertarias en el seno de un movimiento independentista con tintes sociales retrógrados, cada vez más evidentes. Los izquierdistas de las CUP son incapaces de resolver la contradicción entre un nacionalismo, que sólo puede ser socialmente reaccionario, y un programa social avanzado, que defienden en la teoría celestial de un universo paralelo y lejano; pero nunca en la práctica cercana y real del planeta Cataluña. De modo que este programa se aplaza una y otra vez, hasta que lluevan gratis desde las nubes jamones, quesos y tocino encima del pan con tomate cupero.

El nacionalismo, como siempre, ha vuelto a traicionar, tanto a propios como ajenos. La patria era sólo el patrimonio de los poseedores, o lo que quisiera ceder el poder de los gestores de las multinacionales. La frustración de los independentistas era previsible, inevitable y de libro. El proceso siempre ha sido la huida hacia delante de cuatro rateros envueltos en la señera y veinte flojeras que ataban los perros con longanizas, ¡pensando que la independencia era tan fácil como coser y cantar!

Por otra parte, es evidente para quien tenga ojos para mirar, copones para decirlo y capacidad para escuchar que el proceso ha muerto. ¿Quién se atreverá a darle sepultura? Sencilla respuesta: el primero que crea que eso le dará réditos electorales. Pero el independentismo deja en herencia unos dos millones de votos, y eso anima y mueve a muchos oportunistas que intentarán recoger beneficios y alargar la agonía.

Mañana: Reflexión sobre la independencia

Si los principios sólo sirven para que se rompan en pedazos al menor obstáculo o contrariedad, si sólo sirven para ser abandonados cuando entran en contacto con la lucha y la realidad… quizás sea mejor reconocer que no se tienen principios. Y no pasa nada. Cada uno sabe dónde está y quién es quién. Es mejor para todos evitar confusionismos.

No es necesario apoyar ninguna lucha por la independencia del Valle de Arán o la Cerdaña unificada. No es necesario mover un dedo a favor de la sagrada unidad de la nación francesa. No tenemos nada que hacer en un proceso de autodeterminación de la nación corsa, occitana o bretona, ni en una nueva organización territorial del Estado francés. ¿Qué es eso de que tenemos que intervenir en el proceso constituyente del Estado catalán o en una organización federal del Estado español?

¿Dónde queda aquello de «Ni Dios, ni patria, ni patrón»?

Sin embargo la realidad es dura como la piedra. Muere gente en los hospitales por los recortes, las listas de espera para ser atendido por un especialista son de meses, nuestras escuelas carecen de suficientes recursos, el paro es insoportable, no hay dinero para las becas-comedores ya muchos barrios aparece el hambre y la desnutrición infantil. Muchos no pueden pagar los recibos de los servicios básicos. Hay quien trabaja y es pobre y no llega a fin de mes. Las pensiones no actualizadas nos ahogan poco a poco. Narco-pisos y desahucios brotan como setas por todas partes. ¿Qué podemos decir a los jóvenes con trabajos miserables, precarios y mal pagados que no pueden hacer un proyecto de vida? ¿Y qué de unos alquileres que son por las nubes sin ningún tipo de regulación, mientras turismo y especulación nos echan para siempre de nuestros barrios? ¿Alguien cree realmente que las calles serán siempre nuestras? ¡En todo caso lo serán de los desahuciados!

¡Es evidente que su sidral no nos interesa para nada!

El independentismo se ha convertido hoy en una payasada interminable, obscena y permanente, que ya no hace reír, porque aburre. En el otro bando hay unos partidos españolistas, centralistas y de corte fascista, que dan miedo y no hacen la menor gracia, pero a los que ya les va bien la locura independentista, porque les rinde votos, permite barbaridades intolerables y esconde su incompetencia, corrupción y vacío. Unos y otros son políticos y líderes, tan pirómanos como inútiles, especializados en tragarse a todo ingenuo que agite una banderita. Unos y otros, catalanistas y españolistas, se complementan y justifican mutuamente. Modus vivendi.

Ni la Degeneralitat que nos desgobierna, ni los borbones que nos mal gobiernan pueden ofrecer soluciones. Ambos nos quieren dar por el… Estado.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.