Fin de semana de tensión y nerviosismo en la frontera colombo-venezolana, donde detrás del caballo de Troya de la ayuda humanitaria que el país no solicitó, se esconde una posible invasión de tropas estadounidenses con el fin de salvaguardar los intereses actuales y futuros de EE.UU. y las empresas trasnacionales que representa.
El gobierno estadounidense afirmó que el hemisferio occidental es «nuestra región», y con ello justificó su política de cambio de gobierno y régimen de Venezuela, mientras el vicepresidente Mike Pence, anunció que viajará a Colombia el lunes 25 de febrero para declarar que es hora de cambiar el régimen de Venezuela y participar en la cumbre del Grupo de Lima que se celebrará en Bogotá.
El secretario de Estado, Mike Pompeo, admitió que detrás de la preocupación estadounidense por la «enorme crisis humanitaria», «también tenemos intereses de seguridad. Esta es nuestra región. No queremos que esto sea un Estado títere cubano en Venezuela», declaró a la cadena NBC.
Agregó que «hay muchos intereses estadounidenses» en Venezuela y que el presidente Trump está determinado a proteger al pueblo estadounidense y proveer asistencia humanitaria a esta crisis real». Indicó que este fin de semana «intentaremos entregar» cientos de toneladas de asistencia que «el pueblo estadunidense, nuestros contribuyentes, generosamente han pagado» (aunque no mencionó si se le preguntó a ese pueblo si deseaba hacerlo).
El Departamento de Estado anunció que Elliott Abrams, representante especial para Venezuela -quien fue condenado penalmente por mentir al Congreso durante el escándalo Irán-contras en los años 80 y encubrió la masacre de El Mozote, entre otras violaciones de derechos humanos en Centroamérica y quien ayudó a impulsar el fallido golpe de Estado en Venezuela en 2002- viajará a la base aérea militar de Homestead, en Florida, y de ahí a Cúcuta, Colombia, «para apoyar (el sábado 23) la entrega de asistencia humanitaria a la gente más vulnerable en Venezuela»
En el transcurso de las semanas recientes, Trump y su equipo, junto con legisladores clave como Marco Rubio -que han promovido esta operación para derrocar al presidente constitucional Nicolás Maduro, han dejado en la ambigüedad si están o no preparando el uso de fuerza militar en la confrontación con el gobierno venezolano. Cuando se les ha preguntado al respecto, han repetido que «todas las opciones están sobre la mesa».
Mientras, el gobierno venezolano anunció que estará «cerrada hasta nuevo aviso», la frontera entre Venezuela y Brasil y ante bloqueo de EEUU, a consignó una lista de la asistencia técnica humanitaria a través de la Organización de la Naciones Unidas (ONU), la cual contiene los requerimientos de medicinas y alimentos para un año, tras aceptar la asistencia técnica humanitaria de la Unión Europea, a través de la ONU.
El mandatario venezolano indicó que esta decisión se tomó tras la reunión que tuvo la vicepresidenta con la delegación del Grupo de Contacto Internacional (GCI), encabezado por la Unión Europea y Uruguay, que visita el país desde el 20 de febrero.
En tanto, unas 300 toneladas de medicinas y equipamiento enviados por Rusia llegaron a Venezuela. La ayuda ofrecida por EEUU representa un 6% (270 toneladas métricas) de atención en comparación con lo que los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) venezolanos distribuyen en un solo día a la población (4.479 toneladas métricas).
En 2018, según Maduro, los Clap entregaron casi 120 millones de combos, un millón 800 mil toneladas métricas. Maduro, calificó esta supuesta «ayuda humanitaria» como un show mediático, al tiempo que agregó que con estas cifras se demuestra que Venezuela supera «ampliamente las migajas que ofrece la derecha venezolana, imperio norteamericano y la oligarquía colombiana».
La tesis estadounidense
La idea de los intervencionistas guiados por el gobierno tuitero de Donald Trump es que, ante el anuncio de algunas toneladas de alimentos y medicinas del lado colombiano, en Venezuela haya una marea humana que corra a recibir ese material y agradezca a los gobiernos de EEUU, Colombia y al secretario general de la OEA, Luis Almagro, el expulsado por su propio partido.
Ese movimiento humano, estiman los estrategas, chocará con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, y presumen que si hay choques y muertos venezolanos se gestaría la excusa perfecta de la «intervención militar humanitaria» para las tropas estadounidenses y sus aliados.
El guión es un «remake» del empleado en Yugoslavia, Libia y Siria, entre otros países que a la postre resultaron destruidos casi en su totalidad. Pero parte de premisas falsas, de realidades virtuales lanzadas por su batallón de medios y la manipulación de fakenews por las redes sociales que, lamentablemente, ellos mismo creyeron.
La realidad-real parece ser muy diferente: Miles de personas se concentraron en el Puente Angostura, en la frontera con Brasil, uno de los lugares anunciados por la oposición para el ingreso de la supuesta ayuda humanitaria. Una real demostración de fuerza frente a las amenazar de invasión militar estadounidense (con apoyo colombiano y brasileño) con excusa de la «ayuda humanitaria».
Este contexto de confrontación se quiere llevar a otros puntos de Sudamérica. María Farías, quien tiene doble nacionalidad, venezolana y costarricense, y designada por Guaidó como «embajadora» en Costa Rica, tomó con un grupo de simpatizantes la legación del gobierno venezolano en San José. Mutis por el foro por parte del gobierno tico.
El canciller venezolano, Jorge Arreaza, comentó en Twitter: «Cual ladrones un grupo de desconocidos ingresó a la sede de la embajada de Venezuela en Costa Rica. El gobierno de ese país, que reconoce a Guaidó, dijo que la toma «es inaceptable, pues lesiona elementales normas diplomáticas de respeto y confianza de las relaciones, y sobre todo, del derecho internacional».
El padre de María Farías es un militar relacionado con el caso de la Finca Daktari, de 2004, en el que se detuvo a un grupo de paramilitares colombianos acusados de querer generar en Venezuela un falso positivo asesinando a venezolanos para culpar al entonces presidente Hugo Chávez, recuerda la prensa venezolana.
Pero también asaltaron la sede del consulado venezolano en Quito y agredieron a personal diplomático. Lenín Moreno hizo mutis por el foro. Es un peligroso juego que ante la agresión imperial, el gobierno deje a Guaidó corretear como si se tratara de un muchacho alocado. Es un usurpador al servicio de EEUU para arrebatar los bienes de la Nación y ocuparla militarmente. El Gobierno apuesta a que el tiempo convencerá a esa opinión internacional que lo adversa que se deje de vainas. No es sólo pasividad, asombra la ambigüedad del gobierno venezolano, dice el analista Juan Manuel Rodríguez.
¿Cuál es la clave del discurso de Trump? Los militares. La persuasión. La ayuda humanitaria. Lo mejor es que desobedezcan a Maduro, antes que sea demasiado tarde. Dice que ya no hay vuelta atrás. Y el general Vladimir Padrino López responde que «vamos a resistir», «vamos a vencer». No es comedia. Y sin embargo, todo puede transformarse en tragedia, añade.
El protagonismo de Trump limita a la oposición
El protagonismo de la administración de Donald Trump, decisivo para forzar la asfixia económica de Venezuela a través de las sanciones a la petrolera estatal PDVSA, corre el riesgo de opacar la iniciativa de la oposición, que lleva años preparando el terreno para una transición democrática. Considerar el impulso de Estados Unidos como la única manera de lograr la salida del poder de Maduro ha siso, quizá, el gran error político.
«Somos nosotros los únicos protagonistas de la historia que estamos escribiendo hoy», proclamó hace días el diputado Miguel Pizarro, presidente de la comisión especial encargada del seguimiento de la ayuda humanitaria y miembro de Primero Justicia, que ha aglutinado al electorado menos radical de la oposición venezolana.
La sobreactuación de Estados Unidos en la crisis venezolana es, además, el principal pretexto del oficialismo para agitar el fantasma de una intervención exterior.
Más medido ha sido, en cambio, el apoyo de la Unión Europea, que hasta decidió participar en un grupo de contacto y abrió la puerta a la posibilidad de facilitar una negociación, aunque sin éxito al menos por el momento.
Al continuar la presión estadounidense contra Venezuela, el jefe del Comando Sur, almirante Craig Faller, advirtió que los militares venezolanos serán responsables de lo que pueda ocurrir este sábado, cuando se intente ingresar al país petrolero la «ayuda humanitaria» solicitada por el titular de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, quien se autoproclamó «presidente encargado».
La oposición de Venezuela está cada vez más enfocada en tratar de convencer a militantes del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela de que se unan a un gobierno de transición, en momentos en que el presidente Nicolás Maduro se aferra al poder pese a una inédita presión para que renuncie, señalan Brian Ellsworth y Sarah Marsh, de la agencia británico-estadounidense Reuters.
En un esfuerzo por conseguir el respaldo militar, el Parlamento opositor tramita un proyecto de amnistía para funcionarios y militares que desobedezcan al mandatario. Pero las deserciones militares han sido mínimas y los altos mandos han reiterado su lealtad a Maduro, quebrando las esperanzas de un cambio rápido.
Reuters señala que líderes opositores hablan cada vez más sobre incluir a figuras del PSUV en un posible gobierno de transición. «Esa transición supone un gran acuerdo nacional entre las fuerzas políticas del país», dijo Edgar Zambrano. «No creo que Washington comprendiera las complejidades del objetivo Venezuela», dijo un exfuncionario estadounidense.
«Hay que entender que el chavismo no es sólo Maduro», dijo el segundo vicepresidente del Congreso, Stalin González, en comentarios que provocaron una reacción violenta en redes sociales.
Críticos o traidores
En un acto condado por diestra y siniestra, exministros chavistas como Ana Elisa Osorio, Gustavo Márquez, Rodrigo Cabezas, Héctor Navarro y Jorge Giordani, y dirigentes de Marea Socialista como Oly Millán, Gonzalo Gómez, el sociólogo Edgardo Lander, se entrevistaron (dicen que sin reconocerlo) con Juan Guaidó.
Otros que han marcado distancia del gobierno de Nicolás Maduro, siguen siendo críticos, pero no entreguistas. Destacadas figuras del chavismo han reaccionado enérgicamente contra la pretensión opositora de asumir el poder mediante una intervención extranjera, como Javier Biardeau, Maripili Hernández, quienes se han encontrado con un pequeño grupo de líderes y figuras de opinión de la oposición, que también disienten de la estrategia de ruptura del diálogo y derrocamiento mediante el apoyo extranjero.
En ese están el exalcalde acciondemocratista Claudio Fermín, Enrique Ochoa Antich, Manuel Isidro Molina y otros varios dirigentes del Movimiento al Socialismo (MAS). Este partido emitió incluso una declaración institucional en la que deploró la injerencia extranjera con el clásico toque masista de acusar a los dos bandos.
«La dirección de esta crisis está en manos de los EEUU, del presidente Trump, los cubanos, los rusos, los chinos y los colombianos que son quienes están decidiendo acerca del desarrollo del conflicto de Venezuela», sostienen.
En dos semanas, hasta la prensa hegemónica trasnacional, cartelizada (incluyendo a CNN en español e inglés), ha cambiado su vocabulario respecto a Guaidó, y pasaron de citarlo como «presidente» a llamarlo por lo que es, titular de la Asamblea Nacional.
Mensaje a la UE: de elecciones ni hablar
La presión de la Unión Europea por una inmediatas «elecciones libres» tampoco hizo mella en la oposición radical. Maduro desafió a Guaidó a convocar elecciones, ya que se asume presidente interino. Lo hizo en el marco de suposiciones, ciertamente, pero lo dijo fuerte y claro. Guaidó ni se dio por enterado, pero -héte aquí- esos «periodistas» que los lo siguen a todos lados, no le preguntó sobre este tema que para los europeos es crucial: elecciones.
¿Quiere o no quiere elecciones Guaidó? ¿Quiere o no quiere elecciones la oposición? Es evidente que el plan de tomar el Gobierno por asalto no tiene marcha atrás, señala el portal Supuesto Negado.
«Cada vez está más claro que un pequeño grupo de derecha, encarnado en el partido Voluntad Popular, radicalizado y envalentonado por el apoyo del perro rabioso Trump, quiere el poder solo por las malas. Y no piensa arriesgarse a ir a una elección sin acabar primero con todo vestigio de chavismo activo, e incluso de antichavismo no alineado con la nueva minoría dirigente», añade.
Lo real es que el 2 de febrero quedó demostrado que las movilizaciones opositoras han decaído bruscamente con respeto a las del 23 de enero, pero se han radicalizado las consignas en favor de una intervención estadounidense y la guerra civil. Sucede lo contrario con el apoyo al Gobierno, amalgamado y unificado por la amenaza de exterminio que pende sobre el chavismo y la izquierda en general.
De todas maneras, ni el crecimiento del apoyo al Gobierno ha sido importante, más que de tal cosa se puede hablar de recuperación parcial, ni el decrecimiento sustantivo de la causa golpista da para hacerla insignificante o despreciable desde el punto de vista de una política de masas o como fuerza de apoyo a la violencia, analiza SN.
Invisibilizar el referéndum cubano
Hoy la guerra vuelve a estar en las puertas de Cuba. ¿Desde cuándo en Cuba no se respira un ambiente bélico? En la propia Venezuela, con toda la violencia que impacta a primera vista, ¿cuándo se ha vivido una guerra desde los tiempos de la independencia? La suerte de las dos repúblicas está echada en un mismo tiro de dados.
¡Qué casualidad!: el domingo se juega Cuba su nueva Constitución. El día antes vence el ultimátum dado a Venezuela insolentemente. Cuba-Venezuela-petróleo-
Concierto por la guerra
Diez mil jóvenes colombianos no podrán asistir al concierto que darán en Cúcuta sus paisanos Vives y Juanes: campesinos, estudiantes, trabajadores, desempleados, fueron asesinados (según los llamados «falsos positivos» que registra la ONU) por las fuerzas del orden y paramilitares sin que los cantantes que un magnate británico contrató para envolver en un canto humanitario la «opción militar» de EEUU contra Venezuela.
El concierto será, anuncian, en Cúcuta, capital del departamento Norte de Santander, con más del 50% de su población sumida en la pobreza (más del 15% sumida en la pobreza extrema) y la violencia y, paradójicamente, dependiente de la economía de Venezuela. Es la zona de la masacre bananera en 1928 con tres mil campesinos asesinado por las trasnacionales y la elite colombiana.
Desde que asumió Iván Duque, en agosto, la suma de líder sociales asesinados por fuerzas de seguridad y paramilitares superan los cuatro centenares, mientras cinco mil niños wayú, que sí necesitan de ayuda humanitaria, murieron por desnutrición en la Guajira colombiana ante la invisibilización de los hechos por parte de la prensa hegemónica y, obviamente, de las cantantes contratados para este show belicista.
Asalia Venegas, docente universitaria, recuerda que el show no es original. Ya lo montaron en el mismo lugar, cuando el gobierno de Colombia violó la soberanía de Ecuador y bombardeó su territorio. Ante la protesta de Venezuela, se armó un «concierto por la paz» en la frontera, por donde entran al país y reciben acogida los desplazados del narcotráfico, el paramilitarismo, las guerrillas y las fuerzas regulares de la nación que hoy presenta todo su concurso para agredir a Venezuela y América Latina.
Aram Aharonian: Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la )
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