A partir del pasado 28 de abril, se produjeron nuevas y combativas manifestaciones del pueblo saharaui en las ciudades de El Aaiún, Cabo Bojador y Smara, en protesta por la aprobación en el Consejo de Seguridad, de una resolución que extendía por un año más las operaciones de las fuerzas de la ONU (MINURSO), pero […]
A partir del pasado 28 de abril, se produjeron nuevas y combativas manifestaciones del pueblo saharaui en las ciudades de El Aaiún, Cabo Bojador y Smara, en protesta por la aprobación en el Consejo de Seguridad, de una resolución que extendía por un año más las operaciones de las fuerzas de la ONU (MINURSO), pero que excluía el otorgamiento a estas de capacidad para velar por el respeto de los derechos humanos de la población de ese territorio ilegalmente ocupado por Marruecos.
Un proyecto de resolución, propuesto inicialmente por EE.UU., que obedecía a la demanda de organizaciones humanitarias internacionales y a la presión de la amplia mayoría de la comunidad internacional que apoya el derecho a la autodeterminación y la independencia del pueblo saharaui, fue vaciado de este contenido ante el rechazo de las autoridades del Reino de Marruecos y sus aliados europeos.
Las manifestaciones en territorio saharaui, fueron duramente reprimidas por la policía y fuerzas de seguridad marroquíes, con un saldo de no menos de 40 heridos. Los grandes medios de prensa occidentales, demostrando una vez más su hipocresía, no informan de estos sucesos, ni hacen campaña contra Marruecos, pues su monarquía es fiel aliada de las grandes potencias europeas y de los EE.UU.
España, que era la antigua potencia colonial ocupante, no cumplió en su momento con el mandato de la ONU en relación al proceso de descolonización para este territorio antes conocido como Saguía el Hamra y Río de Oro, e ilegalmente lo repartió entre Marruecos y Mauritania, aunque en definitiva la monarquía alauí con sede en Rabat, fue quien finalmente ocupó toda la antes provincia española.
Los sucesivos gobiernos de Madrid, sin importar su signo político, han rechazado el cumplimiento de la responsabilidad, aún legalmente pendiente, de llevar a cabo el proceso de descolonización, en abierta complicidad con el Reino marroquí con quien comparte fuertes intereses económicos.
El actual presidente español Mariano Rajoy, y su ministro de Relaciones Exteriores, José M. Margallo, apoyaron la resolución modificada del Consejo de Seguridad y por supuesto, no muestran ninguna preocupación por los derechos del pueblo saharaui. Lejos de esto, han fortalecido sus relaciones con el represivo régimen de Marruecos y disminuido la ayuda humanitaria que brindan a los saharauis, de cuyo sufrimiento son los principales responsables. Esta, sin embargo, no es la actitud del pueblo español, que manifiesta constantemente su solidaridad en diferentes campos y gran simpatía hacía el hermano pueblo árabe.
El actual gobierno ibérico ni siquiera se preocupa por su propio pueblo, el cual sufre las consecuencias de las políticas neoliberales, con las que elevan a cifras récords los índices de desempleo, miseria, desahucios y hasta suicidios por estas causas, afectando severamente la educación, la salud pública y la seguridad social. Sin embargo, tienen la hipocresía de hablar de violación de derechos humanos en otros países, donde no solo se respetan estos, sino que trabajan incansablemente por otorgarle a sus pueblos el mayor nivel de felicidad posible, preocupándose por aumentar los niveles de empleo, mejorar la educación y la sanidad pública, la seguridad social, y promover planes para resolver viviendas decorosas a quienes carecen de estas.
En este mes de mayo se cumplen 40 años del inicio de la lucha del pueblo saharaui por su independencia, así como de la creación del Frente Polisario (Frente Popular para la Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro), organizado después de la acción traicionera del gobierno español.
Casi desde el inicio de esta justa lucha, el pueblo y el gobierno cubanos le tendieron la mano al pueblo saharaui, fue así que comenzó su ayuda humanitaria y desde entonces se han formado en Cuba cientos de jóvenes como profesionales y técnicos de la salud, educación, ingenieros y otras especialidades. Adicionalmente, muchos cubanos han brindado sus servicios médicos y educacionales en los campamentos de refugiados saharauis en la zona de Tinduf, compartiendo con sus habitantes las difíciles condiciones humanitarias en que se ven obligados a subsistir debido a las ambiciones colonialistas marroquíes y a la irresponsabilidad cómplice del gobierno de Madrid. Cuba ha denunciado la situación colonial que sufre el pueblo saharaui, en todos los foros internacionales y en la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra.
A finales del año 2012, en el campamento de Gdeim Izik, en las afueras de la ciudad del Aaiún, capital del Sahara Occidental, se produjeron grandes manifestaciones en demanda de justicia e independencia, las cuales fueron brutalmente reprimidas por los ocupantes. No se han podido conocer las verdaderas cifras de muertos y desaparecidos en estas acciones que muchos han considerado el inicio de la verdadera Primavera Árabe. De ahí provino la demanda de que las fuerzas de la MINURSO, monitorearan la situación de los derechos humanos y velaran por su no violación por los ilegales ocupantes.
De esto se habla poco, pero a pesar de ello este heroico pueblo no cesa ni cesará en su justa lucha para obtener sus derechos a la autodeterminación e independencia. Continúan demostrándolo con una firmeza increíble a pesar de las adversas condiciones en que desarrollan su resistencia a la ocupación y en la forma como mantienen sus tradiciones, su idioma y su cultura, cuyo origen está enraizada en lo más profundo de las arenas del desierto.
La esencia de esta particular civilización y el espíritu de este hermano pueblo, está expresada en la ceremonia muy especial que realizan al darle la bienvenida a los visitantes que llegan hasta sus jaimas (tiendas beduinas) en pleno desierto y les ofrecen un brindis con un pequeño vaso de te verde muy especial, que usted debe beber, en tres momentos: «el primero, amargo como la vida; el segundo, dulce como el amor; y el tercero, suave como la muerte.»