En un evento que fue, por encima de todo, una muestra de unidad entre partidos, las manoplas de Bernie Sanders representaban a todos aquellos que nunca han sido incluidos en ese consenso construido por la élite
Qué pena para los directores de arte, estilistas y directores de escena. Se invirtió mucho esfuerzo, gusto, estrategia y dinero en la planificación de la semiótica de la toma de posesión de Joe Biden. El tono concreto de morado de Kamala Harris (¡que te den Vogue y tu portada chapucera!). La selección de una marca más pequeña que fabrica en Nueva York para vestir a Jill Biden de azul océano (¡un modo de apoyar a las pequeñas empresas en una pandemia!). El enorme peso del broche en forma de paloma dorada de Lady Gaga (¡la diversión de los “Juegos del Hambre”!).
Y, sin embargo, todo fue en vano. Porque en un mar de mascarillas exquisitamente armonizadas, las viejas y desgastadas manoplas de Bernie Sanders los eclipsaron a todos, convirtiéndose instantáneamente en la imagen del momento histórico que provocó más comentarios, alegría y confusión. ¿Qué conclusión debemos sacar? ¿Por qué tantos millones de personas sintonizaron con cualquiera que fuera el idioma que hablaran las manoplas? ¿Fue un delirio pandémico en el que todos proyectamos nuestro aislamiento social en la persona más aislada de la multitud? ¿Fue sexismo y racismo, los secuaces de Bernie una vez más fueron incapaces de reconocer los mensajes subversivos expresados en la forma de vestir de las mujeres que rompen el techo de cristal? ¿Fue, tal y como un amigo me dijo en un mensaje de texto que me envió mientras escribía estas palabras, “el anhelo secreto del mundo de que Bernie fuera nuestro presidente”?
¿Qué significa, cuál es la manoplología de todo esto?
Como ocurre con muchas otras cosas relacionadas con esta nueva administración, es demasiado pronto para predecirlo. Lo que sigue son cinco posibilidades.
1. Las manoplas como juicio reservado.
Gran parte de la atención de los medios se ha centrado en las propias manoplas y su anticuado estilo esquí de fondo de los años 70. Que sean artesanales en un mundo de fabricación en serie. Su imprevisibilidad y el hecho de que Bernie claramente no dedicó ni una sola neurona para decidir ponérselas más allá del “Hace frío. Estas calientan”.
La postura encorvada, los brazos cruzados. El efecto no es el de una persona excluida en una fiesta, sino más bien de alguien que no tiene interés en unirse
Igualmente importante, sin embargo, es la actitud de quien lleva las manoplas: la postura encorvada, los brazos cruzados, el aislamiento físico respecto a la multitud. El efecto no es el de una persona excluida en una fiesta, sino más bien, seamos honestos, de una persona que no tiene interés en unirse.
En un evento que fue, por encima de todo, una muestra de unidad entre partidos, las manoplas de Bernie representaban a todos aquellos que nunca han sido incluidos en ese consenso construido por la élite.
No fue un boicot a la ocasión en sí; nadie deseaba más que Bernie que Trump se marchara. Pero expresó una reserva inequívoca sobre lo que se avecinaba. Esos brazos cruzados eran las manoplas que decían: “Veamos qué hacéis y después hablamos de unidad”.
2. Las manoplas como advertencia.
Pero fue más que eso. También hubo, si se examina con atención, una advertencia lanuda. El mundo enloqueció ante la arisca actitud de Bernie en la toma de posesión porque este mantenía viva la esperanza de que todavía existe una oposición moral a la concentración de poder y dinero en los Estados Unidos, y en una época en que la necesitamos más que nunca.
En ese momento, los brazos cruzados de Bernie y la disonancia en la forma de vestir parecían estar diciendo: “No nos defraudéis”. Si, después de todo el alboroto, la administración Biden-Harris no ofrece medidas transformadoras a una nación y un planeta que agoniza, habrá consecuencias. Y a diferencia de los años de Obama, esas consecuencias no tardarán años, porque el espíritu revolucionario ya está dentro y lleva manoplas.
3. Las manoplas como conciencia de los liberales.
Las manoplas de Bernie no solo han sido una obsesión entre las bases del senador, aquellos que albergábamos muchas esperanzas de ver ese pedazo de lana áspera colocada sobre una Biblia a principios de esta semana. También han cosechado un éxito sorprendente entre los liberales, muchos de los mismos que se pasaron las primarias atragantándose públicamente ante la perspectiva de un Sanders presidente (tan vocinglero, tan tajante, tan enfadado). Y, sin embargo, aquí están reenviando memes de manoplas y compartiendo historias encantadoras explicando cómo una profesora hizo las manoplas a mano (¡habilidosa!) o esa ocasión en que Bernie se las prestó a un profesional sanitario que tenía frío (¡un cuento de “calentamiento de manos”!)
¿Qué pasa? ¿Por qué Bernie, el socialista peligroso, de repente es un abuelito adorable? En cierto sentido, es bastante simple: incluso como presidente del Comité de Presupuestos del Senado, Sanders es una amenaza mucho menor para ellos que como candidato presidencial que se presenta con la promesa de redistribuir la riqueza y eliminar el afán de lucro de la atención médica. Dicho de otro modo, para la élite del Partido Demócrata es fácil amar a Bernie cuando redistribuye manoplas hechas a mano, siempre y cuando mantenga sus manos alejadas de los miles de millones que aportan los donantes.
De alguna manera, es incluso útil soportar a una facción desaliñada del partido precisamente porque la dirección está muy distanciada de su base obrera. En ese contexto, apoyar públicamente a Bernie en fecha tan avanzada juega un papel similar a las diversas acrobacias pseudopopulistas de la época de primarias, como comer frituras que odias o usar ropa de gente normal en público.
Lo que nos lleva a un significado relacionado con la manopla:
4. Las manoplas como imagen de la calle.
En los medios de comunicación liberales, la semana de la investidura marcó un vertiginoso regreso a la era de Obama al tratar a los miembros de la familia del presidente como celebridades de la élite de Davos. ¿La bicicleta estática marca Peloton de Biden presenta un riesgo para la seguridad? ¿Quién vistió a Jill Biden? ¿Has visto las sudaderas feministas de la hermana de Kamala? Esta línea de cobertura informativa del político como estilo de vida había estado en gran parte inactiva durante la era Trump. Claro, la Casa Blanca estaba llena de gente rica y delgada que vestía y consumía cosas caras y envidiables. Pero eran protofascistas y estafadores desvergonzados, por lo que insistir demasiado en las capas de Melania y las joyas de Ivanka daba mala imagen.
Para la élite del Partido Demócrata es fácil amar a Bernie cuando redistribuye manoplas hechas a mano, siempre que se aleje de los miles de millones que aportan los donantes
Ahora eso se ha acabado. Y, sin embargo, sigue habiendo cierta inquietud en las relaciones públicas. Después de todo estamos en una pandemia global y el hambre está aumentando, incluso aunque los ultrarricos hayan aumentado enormemente su riqueza durante este período de muertes en masa. Que entren las manoplas. Está claro que algunas personas de los estratos más altos del Partido Demócrata entienden que si van a disfrutar de un glamoroso regreso a la “normalidad” neoliberal, es necesario un guiño a la realidad. El hecho de que Bernie estuviera allí, con su parka, sus manoplas y su mascarilla desechable fue rápidamente adoptado como ese gesto.
Pero no se dejen engañar. Porque las manoplas poseen otro significado, que es más poderoso.
5. Las manoplas como movimiento de demostración de fuerza.
Están las manoplas como manoplas propiamente dichas. Pero también están las manoplas como meme, una sobrecarga del simbolismo de las manoplas que parece que surgió segundos después de su entrada en escena. Antes de que Gaga cantara el himno nacional y antes de que Biden dijera “unidad” nueve veces y “uniéndose” tres veces más, las manoplas de Bernie volaban por internet. En cuestión de horas, lo habían superpuesto en miles de imágenes icónicas, lo habían intercalado en películas y era tendencia en todas partes.
Es fundamental entender que todo esto no tuvo lugar por nada que hiciera Bernie, aparte de ser él mismo de la única manera que sabe. Como gran parte de su histórica campaña de primarias de 2020, el poder simbólico de las manoplas fue obra del “nosotros” en “no yo, nosotros”, un movimiento de movimientos descentralizado que representa a miles de organizaciones de base y decenas de millones de votantes, y defiende políticas apoyadas por la mayoría de los votantes demócratas, según muchas encuestas, pero que todavía son rechazadas por su élite. Medicare For All, un Green New Deal, cancelación de la deuda estudiantil, universidad gratuita, impuesto sobre el patrimonio y otras.
En el gran día de Biden, el movimiento que representa esas políticas y esos valores le dio un significado global a un par de manoplas viejas. Lo hizo porque pudo. Fue una pequeña demostración de fuerza amistosa con un trasfondo no tan amistoso. Todavía estamos aquí, decía. Ignoradnos y no permaneceremos tan callados la próxima vez.
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Este artículo se publicó en The Intercept.
Traducción de Paloma Farré