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El silencio de los corderos

Fuentes: Rebelión

La ministra de Defensa recibe en la base aérea de Torrejón a más de 200 militares ucranianos que se adiestrarán en España”, noticia publicada en la página web del ministerio de defensa.

En palabras certeras de nuestro compañero Floren Dimas, Oficial del Ejército del Aire, jubilado, Presidente de la Asociación Civil Milicia y República (ACMYR):

Cuando se habla de la implicación de España en la guerra Ucrania, a veces se emplea un lenguaje vaporoso e  inconcreto, relativo al envío de armamento y munición sin dar más datos.

En la información de este enlace (*), podemos tomar conciencia del nivel de implicación de las FAS de nuestro país, en un conflicto en el que hemos pasado a declararnos como enemigo militar de Rusia, dentro de la OTAN, que es el paso previo para llegar a una declaración formal de guerra, por parte de un país (Rusia) con el que, hasta hace poco tiempo, teníamos unas excelentes relaciones comerciales y diplomáticas.”

Fin de la cita.

Un enfrentamiento armado con la principal potencia militar de nuestro continente no cabe ni en la peor de nuestras pesadillas. Sin embargo, es un riesgo muy real, que se acrecienta de día en día por la evolución  de la guerra y la presencia de bases militares americanas e instalaciones de la OTAN en nuestro territorio, que nos sitúan en el ojo del huracán.

 La deriva militarista del Gobierno de coalición, impulsada por el rey  y su “ministra de la guerra” Margarita Robles, tendrá, si no se pone freno, consecuencias devastadoras por las razones apuntadas.

Por otro lado, su enorme impacto en los presupuestos generales del Estado está provocando el empobrecimiento de la clase obrera y el criminal saqueo de los servicios públicos, canibalizados por los señores de la guerra, que afecta a amplias capas de la sociedad.

El capitalismo lleva dentro la guerra como la nube la tormenta“, decía Jean Jaurès, asesinado días antes del desencadenamiento de la I Guerra Mundial (1914-1918).

 España nunca estuvo en guerra con Rusia. Sin embargo, sí lo estuvo con los USA.  En 1898, el entonces emergente imperio americano, nos declaró la guerra a fin de apoderarse de las últimas colonias del decadente reino borbónico.

La escuadra española, al mando del almirante Cervera -que zarpó  de la bahía de Santiago de Cuba, a sabiendas de ser una escuadra hacia la muerte- sucumbió ante la superioridad numérica del enemigo. Los marinos españoles  lucharon y murieron absurdamente en una batalla perdida de antemano. Fue el llamado “Desastre del 98”.

Siglo y medio después, la “democrática” USA, tras producirse el golpe militar fascista contra el Gobierno legítimo de la II República, que derivó en la Guerra de España, suministró combustible al ejército de Franco, alimentando la maquinaria de muerte y destrucción que arrasó nuestros pueblos (1936-1939).

Por el contrario, frente a la agresión militar del ejército golpista, la clase obrera, con el auxilio fraternal de las Brigadas Internacionales y de la Unión Soviética, consiguió frenar el avance del fascismo, que atacó por tierra, mar y aire a la indefensa República española; preludio de la II Guerra Mundial.

Una vez invadida gran parte del continente europeo por el ejército nazi, Rusia fue decisiva para la liberación de Europa. El Ejército Rojo, tras la Batalla de Stalingrado, que hoy da su nombre a una conocida plaza de París, avanzó victorioso hasta liberar Berlín de las garras del nazismo, finalizando la II Guerra Mundial en Europa.

Acabada la guerra, los pueblos del mundo, en su resolución 39(I) del 3 de febrero de 1946 de la Asamblea General de la ONU, condenaron la dictadura de Franco.

Siete años después de la histórica resolución de la ONU, los USA dieron de nuevo apoyo a Franco, forzando su reconocimiento internacional e instalando bases militares extranjeras en nuestro suelo, liquidando todo vestigio de soberanía nacional.

Las bases militares de los USA, e instalaciones de la OTAN, comprometen gravemente la neutralidad del Estado español, implicado directamente en la Guerra de Ucrania, temible preludio de la III Guerra Mundial, que sería termonuclear; en la que no habría vencedores ni vencidos, pues no quedaría vida alguna sobre el planeta que pudiese proclamar su victoria.

 La furibunda cruzada imperialista de los USA pone en evidencia su criminal recurso a la provocación geoestratégica y a la guerra directa como instrumentos de conquista de mercados y de materias primas.

Los USA son de facto la potencia miliar ocupante del Estado español; en camino de convertirse en la potencia militar ocupante de Europa, tras la lamentable invasión de Ucrania por parte de la Federación de Rusia.

Sin embargo, es indecente ocultar que tal conflicto fue largamente buscado por los USA, en su afán imperialista de alcanzar el dominio de Europa y la  balcanización de los extensos territorios de Rusia, a fin de tomar el control de sus inmensos recursos.

La agresión de Kiev contra la población ruso hablante se desencadenó como consecuencia del llamado golpe de la Plaza Maidán, financiado y alentado por Occidente. Miles de personas de habla rusa, mayoritaria en la región del Donbás, están siendo asesinadas desde 2014 por parte de fuerzas militares neonazis integradas en el ejército ucraniano; uno de los más poderosos de Europa.

El ejército ucraniano está siendo criminalmente armado por Occidente, en particular por España, contribuyendo de este modo al peligroso estancamiento de la guerra, la sangría de los contendientes y el exterminio de la población ruso hablante. Situación que nos recuerda una época no tan lejana: la del Holocausto judío, que se consumó con la pasividad y el silencio cómplice de los gobiernos de Europa.

Es necesario que la clase obrera y los pueblos del Estado español se movilicen, exigiendo el fin de nuestra implicación en la escalada de guerras imperialistas.

La guerra de los USA contra Rusia, utilizando como ariete al pueblo de Ucrania, que pone los muertos, es un peldaño más, enormemente peligroso, en la “guerra mundo” que el imperio americano impulsa, desde la disolución de la Unión Soviética, para imponer su hegemonía mundial.

La estrategia guerrera de los USA, a fin de paliar su decadencia como potencia hegemónica, contrasta con la actitud pacífica y negociadora de otras potencias emergentes, como China, en la conquista de mercados y de recursos estratégicos.

Un silencio cómplice se ha instalado en la mayoría de los partidos parlamentarios. Es el “silencio de los corderos”, inducido por la actitud lacayuna del rey Borbón, jefe del Estado y mando supremo de las Fuerzas Armadas, en su indigno papel de virrey americano, que nos humilla, violentando los deseos de paz de los trabajadores y pueblos del Estado español.

El Gobierno “más progresista de la historia” actúa en política  exterior al dictado de los USA; y los partidos que lo apoyan, contaminados por la histeria imperialista, han aprobado los presupuestos más militaristas de la historia ¿Estaremos en 1914?

Y esto seguirá siendo así mientras el rey pueda parapetarse tras su aduladora guardia pretoriana; antaño juancarlista, hogaño felipista.

Diga lo que diga el bodrio de Constitución que nos fue impuesta por los poderes del franquismo, mediante engaño y terrorismo de Estado, es un hecho irrefutable que fue “ratificada” por un pueblo sometido al terror paralizante del ejército de Franco, lo que la invalida de pleno derecho.

Ningún tribunal Constitucional democrático validaría tamaño desafuero.

Uno de los graves problemas jurídicos derivados de la Constitución del 78 -irresoluble por el régimen de la Monarquía- es la impunidad de los crímenes del franquismo, pues el rey lo es en virtud de las leyes de sucesión de Franco, vigentes.

Existe una cadena jurídica, sin legitimidad democrática alguna, que arranca del golpe militar fascista, la guerra de exterminio y la dictadura, base del pretendido derecho de sucesión de los Borbones.

La Constitución de la II República no ha sido abolida por ninguna otra ley del mismo rango, que tenga idéntica legitimidad democrática.

Pese a los sucesivos lavados de cara -mediante leyes de Memoria, que acaban siendo “leyes de punto final”-  está presente una cruda realidad:  el agujero negro de la dictadura, matriz jurídica del régimen del 78, fundado por el rey Juan Carlos I, sucesor de Franco como consecuencia de las leyes de sucesión franquistas.

Cualquier reforma constitucional legítima habría de partir de una Constitución igualmente legítima, y no como producto de una reforma de la dictadura, que lleva su sello de origen, “ratificada” en condiciones de grave coacción militar, que la invalidan. Por ello es imposible acabar con la impunidad del franquismo, porque los crímenes del franquismo son la esencia de este régimen, su partida de nacimiento.

Afirmo, por tanto, que el rey es el vértice de una cadena antidemocrática de poderes fácticos.

Entre la infinidad de consecuencias indeseadas, por efecto de la esencia franquista de la monarquía,  cito dos casos recientes para ilustrar lo que afirmo:

Prueba n.º 1: El Teniente Segura sigue expulsado del Ejército por denunciar la corrupción interna, de la que aportó pruebas fehacientes. Tal expulsión se dictó en violación de los tratados de la Unión Europea.

Prueba n.º 2: El Cabo Marco Santos sigue expulsado del Ejército por decir “salud y república” al firmar un escrito que criticaba un amenazante manifiesto franquista, firmado a su vez por cientos de oficiales retirados o en la reserva, entre ellos algunos conocidos generales y almirantes vinculados a la Casa Real.

No seremos cómplices.

El “Colectivo Anemoi” de militares demócratas -es decir, republicanos y antifascistas- se suma al Manifiesto europeo por un alto a la guerra; por un alto el fuego inmediato, sin condiciones.

(*) La ministra de Defensa recibe en la base aérea de Torrejón a más de 200 militares ucranianos que se adiestrarán en España

Manuel Ruiz Robles. Capitán de Navío de la Armada, jubilado, miembro de la Agrupación Ateneísta  “Juan Negrín”, del Ateneo de Madrid.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.