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El silencio oprobioso

Fuentes: Mundo obrero [Foto: Olmo Calvo]

El poder mediático invisibiliza la violación de los derechos humanos en los campamentos saharauis. Marruecos ha invertido en la batalla del relato para normalizar una ocupación que vulnera el derecho internacional

El orden de la información es la diferencia, pero en los tiempos que corren lo indiferente es la norma de salvoconducto. En la guerra irregular no ha lugar para la compasión y los derechos humanos. Prima la desinformación y el desconocimiento. Sea en la guerra en Haití, clasificado Estado fallido por el Pentágono, tras derrocar a Aristide, o en Colombia, inmerso en una estrategia de lawfare pilotado por los aliados del Comando Sur de los Estados Unidos. Vuelve pues el silencio oprobioso, el despliegue de la guerra híbrida por todos los medios y mediaciones posibles. Y con ello la política del aislamiento y el apagón total, no por diez horas, como el pasado mes de abril, sino permanentemente, una programación sistemática de borrado de la memoria colectiva contraria a toda voluntad democrática de autonomía. Por ello, con Frontera Cero, celebramos en la Facultad de Comunicación de Sevilla, el 50 aniversario de la lucha del pueblo saharaui, contra la censura de la tiranía alauita. El cerco informativo que sufre la RASD en los medios es sintomático del funcionamiento habitual del ecosistema mediático nacional. Al tiempo que se visibiliza el padecimiento de la población ucraniana, ni una sola nota sobre la violación de los derechos humanos en los campamentos ha merecido la atención del poder mediático nacional. Marruecos ha invertido en la batalla del relato para normalizar una ocupación que vulnera el derecho internacional público a fuerza de propaganda negativa fabricando falsas noticias difundidas en redes con imágenes falsas por ejemplo de niños soldados o directamente acusando al Frente Polisario de terrorismo yihadista con anuencia de la prensa patria y la invaluable y necesaria ayuda de los dispositivos de ciberguerra estadounidense-israelí.

El apagón informativo constituye así un oprobioso silencio de la agenda informativa imperial en la práctica totalidad de los medios del sistema que debe hacernos actuar. La negación de las violaciones de los derechos humanos en los territorios ocupados, la invisibilidad del pueblo saharaui, junto a las narrativas favorables al expolio marroquí, conforman el cuadro o escenario de una estrategia geopolítica dirigida a justificar, como en Gaza, la eugenesia, por la vía del cerco, el hambre y el aislamiento total, empezando por el propio discurso público. Pero el viejo topo de la historia siempre opera desbrozando los bloqueos y constructos del mundo al revés del inframundo en el sentido contrario.

La agencia Sahara Press Service da voz a los sin voz en la resistencia heroica. Urge fortalecer las redes de contrainformación en esta guerra oculta a la opinión pública.

Ni la creación de organizaciones pantalla como el Movimiento Saharaui por la Paz, ni la desinformación de aliados de Rabat como Paco Maruhenda en La Razón, van a conseguir frenar el avance por el justo derecho de autodeterminación. Ni el espionaje, ni la amenaza, ni el acoso ni la guerra de la información y la propaganda sin cuartel podrán derrotar al pueblo saharaui. Tienen sus medios propios como la agencia Sahara Press Service, que dan voz a los sin voz, en la resistencia heroica. Cuentan con una sociedad civil movilizada y activa en defensa de voces como la de Aminetu Haidar o Galia Djimi contra los peones de la monarquía corrupta de Mohamed VI. Los hilos de solidaridad española persisten más allá de Vacaciones en Paz, con sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, la última el pasado año, reafirmando el derecho del pueblo saharaui a su tierra. Urge, bien es cierto, fortalecer las redes de contrainformación garantizando una mayor presencia en medios independientes, plataformas digitales y redes propias de la RASD que den cuenta de sus propuestas y narrativa de esta guerra oculta a la opinión pública. Sólo así se podrá activar la presión internacional para cumplir las resoluciones de Naciones Unidas. La escasa y puntual cobertura de periodistas independientes y observadores internacionales, además de la acción humanitaria imprescindible del Consorcio sobre el terreno, no son suficientes para contrarrestar la desinformación de Marruecos y España contra el legítimo derecho de un pueblo traicionado por dos veces por el PSOE: por Felipe González y recientemente por Pedro Sánchez.

Articular el frente cultural en universidades, espacios educativos y medios ciudadanos para hacer pedagogía democrática y exigir a los medios públicos no discursos del kit de supervivencia sino la voz silente del pueblo saharaui, a día de hoy invisibilizado, es la vía para que el derecho internacional sea norma, y no solo palabra. O, dicho de otro modo, que la palabra prenda en forma de paz. Pues sin voz en los medios, no habrá respeto al derecho internacional humanitario.

Ni el espionaje, ni la amenaza, ni el acoso, ni la guerra de la información y la propaganda sin cuartel podrán derrotar al pueblo saharaui.

En el último informe de Save the Children hay datos reveladores que abundan en el drama de los campamentos de Tinduf. Se ha duplicado la proporción de niños y niñas que viven en zonas de conflicto mientras el gasto militar aumenta. Además de graves violaciones de derechos en Gaza, Sudán, Somalia o República Democrática del Congo, el hambre y falta de acceso a servicios básicos es la norma en los campamentos. Las mayores dificultades de acceso a la ayuda humanitaria de los niños saharauis no abren el telediario. Tampoco los incumplimientos de los compromisos de ayuda a la alimentación de Naciones Unidas y el Estado español en un territorio que sigue bajo nuestra jurisdicción ha merecido la atención de los servicios informativos de la RTVE y los medios públicos. En el manifiesto Por una política pública de cooperación internacional para la transformación social, denunciamos que en 2023 el presupuesto de ayudas fue solo de 0,24% y no solo no se cumple la senda de incremento de 0,24 este año para llegar al 0,7 en el 2030, de acuerdo con la Agenda de los ODS, sino que situaciones críticas como las inundaciones del pasado mes de noviembre no fueron atendidas con partidas extraordinarias de ayuda humanitaria de emergencia por la AECID. Todo quedó en apagón, a oscuras, sin información ni respuesta alguna, ni en los medios ni en las instituciones responsables de actuar contra esta ignominiosa situación extrema. La ley del silencio, como la del deseo, se cultiva pero no se conoce, forma parte de la penumbra, una historia paralela por descubrir, pues cuando se alumbra se diluye, cuando circula se escurre como el mercurio. La ley de la información es por el contrario la de la combinación y difusión. Como las ideas, las informaciones se producen para que sean conocidas, para compartir. Todo mensaje es de alguien para alguien. Y esos nadie que los medios hoy ignoran, son muchos alguien que esperan ser reconocidos, visibles, agentes, actores de la actualidad periodística y de su propia vida y dignidad histórica. Quien les niegue este derecho fundamental solo puede ser por operar como conscientes colaboracionistas de la internacional del odio, la guerra y el silencio.

Fuente: https://mundoobrero.es/2025/06/28/el-silencio-oprobioso/