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El sindicalismo nacionalista y de clase en la lucha política andaluza, ¿hacia dónde queremos ir?

Fuentes: Kaosenlared

Reflexiones sobre el futuro del SAT en la lucha política del pueblo trabajador andaluz, a la luz de la deriva tomada por el sindicato con las recientes marchas de las dignidad del 22-M, y las reacciones desatadas al respecto entre algunos militantes críticos con dicha deriva. Las marchas del 22-M ¿solo un éxito? *»Artículo 4º.- […]

Reflexiones sobre el futuro del SAT en la lucha política del pueblo trabajador andaluz, a la luz de la deriva tomada por el sindicato con las recientes marchas de las dignidad del 22-M, y las reacciones desatadas al respecto entre algunos militantes críticos con dicha deriva.

Las marchas del 22-M ¿solo un éxito?

Artículo 4º.- El ámbito de lucha del SAT abarca a todos los trabajadores y trabajadoras que prestan su fuerza de trabajo en Andalucía y su ámbito territorial será el de Andalucía«.

*»Artículo 8º. Punto 6.- Valorar la importancia de la lucha internacionalista, ya que la globalización de la economía y su utilización por parte de los grupos financieros internacionales y de los estados que los sirven, hacen imperativo el establecimiento de relaciones entre todos los trabajadores que sufrimos sus consecuencias: globalización capitalista, precarización del mundo del trabajo, pactos antiobreros, tráfico ilegal de mano de obra y todos los desafíos que presentan los enemigos de los trabajadores».

El SAT ha sido unos de los principales impulsores de las recientes marchas de la dignidad que confluyeron en Madrid el pasado 22 de Marzo, poniendo al servicio de las mismas tanto la acción militante de sus afiliados como la labor organizativa de sus dirigentes. El papel desempeñado por el sindicato andaluz, tanto en la elaboración, como en la organización y, por supuesto, en la realización concreta de las marchas, ha sido fundamental para el buen desarrollo de las mismas, así como para vertebrar un movimiento unitario del que han formado parte varias centenas de organizaciones y movimientos sociales de todo el estado.

Dirigentes del SAT estuvieron presentes en la elaboración de las marchas desde un primer momento, también han recorrido el estado haciendo actos de presentación de las mismas durante meses y, finalmente, dentro de la columna Andalucía, aportaron a las mismas el mayor grueso de marchantes y manifestantes llegadas a Madrid para los actos del 22-M y sucesivos. Nadie podrá negar, por tanto, el papel central que nuestro sindicato ha tenido en todo lo relacionado con la elaboración, organización y realización de las marchas de la dignidad. Como acción concreta y puntual del sindicato, teniendo en cuenta la masiva presencia en las manifestaciones del 22-M y el arduo debate que han conseguido generar posteriormente, podemos decir que las marchas han sido un éxito, y el SAT ha logrado los objetivos de movilización que se había propuesto con la realización de esta acción. No obstante, pese a ello, cabe preguntarse si una acción similar es propia de un sindicato que se dice nacionalista y de clase, cuyo ámbito de acción territorial, según definen sus propios estatutos, es Andalucía.

Entendemos que la confluencia con otras organizaciones sindicales y políticas, así como con los movimientos sociales, forma parte del espíritu fundacional del sindicato y que, por tanto, nadie debería extrañarse de que se hagan movimientos políticos y/o sindicales en este sentido, de la misma forma que el carácter internacionalista y de clase que también se recoge en los estatutos hace que no sea incompatible el poder converger con esas otras organizaciones y movimientos sociales del conjunto del estado en un acto de estas características. Siempre y cuando, a nuestro parecer, ello no implique que el análisis de la realidad nacional andaluza pase a un segundo plano en relación a otros objetivos de carácter estatal. Esto último es lo que, a nuestro juicio, ha ocurrido en el caso de estas marchas del 22-M. Como acción global, analizada desde el punto de vista de la lucha contra el gobierno español actual, las marchas pueden ser consideradas un éxito -a nivel de movilización y repercusión social-, pero, entendemos, no podemos decir que se pueda calificar de la misma manera la labor del SAT en estas marchas si la analizamos desde el punto de vista de la realidad nacional andaluza.

Aunque el conjunto de los trabajadores y trabajadoras del estado español nos vemos afectados por las políticas de recortes y de «austeridad» llevadas a cabo por el gobierno de Rajoy, no todos los pueblos, por su propia situación de partida, se han visto afectados de la misma manera. Aquellos que, como Andalucía, partían ya de una situación de mayor marginación y dependencia, con unos niveles de desempleo, pobreza y emigración mayores, se han visto afectados, como no podía ser de otra manera, con más fuerza y virulencia que aquellos territorios con unas mejores condiciones de partida. Ello no implica que haya que olvidarse de las consecuencias que estas políticas están teniendo en el conjunto de la clase trabajadora del estado español, pero sí, entendemos, obliga a hacer un análisis diferenciado de la realidad, pasada, presente y futura, que afecta a cada nación del estado.

No es posible comparar la realidad del pueblo trabajador andaluz con la de los territorios más pudientes del estado, porque, aunque en ambos casos las clases trabajadoras están sufriendo las consecuencias de esta estafa que llaman crisis, ni las soluciones, ni las causas, son iguales en cada caso. La realidad andaluza tiene unas condiciones específicas muy concretas que no pueden verse anuladas por una visión globalizada de los problemas de la clase trabajadora en el conjunto del estado español, no al menos si desde una posición nacionalista y de clase, como se supone es la del SAT, se trata de hacer el análisis de los problemas cotidianos y sistemáticos que afectan al pueblo trabajador andaluz. En estas marchas es justo lo que ha ocurrido, y ello, desde tal perspectiva nacionalista y de clase, solo puede ser considerado como un fracaso. O dicho de otro modo, las marchas del 22-M han sido un éxito de movilización en Madrid, pero un fracaso para el sindicalismo andaluz nacionalista y de clase propiamente dicho que, en teoría, debería hacer un análisis y un trabajo sindical, así como socio/político, desde y para Andalucía. Mal haríamos los militantes del SAT que nos consideramos nacionalistas en obviar tales hechos. Que ahora el entusiasmo por las masivas movilizaciones de Madrid pueda hacer que estos planteamientos no sean bien recibidos en muchos sectores del sindicato, no quiere decir que tengamos que callarlos. Es más, justo por eso es el momento preciso de visibilizarlos.

Es obvio, no obstante, que la acción, en conjunto, no puede ser considerada como un fracaso, y la mayor parte de los militantes y/o simpatizantes del SAT que, de una u otra manera, han participado en ella, tienen razones sobradas para sentirse orgullosos del trabajo realizado y felices por el resultado conseguido, a nivel de movilización, por las mismas, pero, ¿es esa la línea de trabajo que el sindicato debe seguir en el futuro? Abrir este debate se nos antoja imprescindible.

La realidad nacional andaluza, una problemática diferencial

Artículo 9º. Punto 4.- ANDALUZA. NACIONALISTA DE IZQUIERDAS.

Desde el SAT, intervendremos, junto con otras organizaciones políticas, sindicales y/o sociales, en la ingente tarea de la transformación de la sociedad andaluza, cooperando en la consecución de una Andalucía y un mundo más libres de cualquier tipo de opresión, discriminación y explotación. Luchamos por la defensa de nuestra soberanía alimentaria, de nuestros recursos, así como de nuestra cultura, mestiza y dinámica, frente a la centralización política y la homogenización cultural que pretende imponer el capitalismo global. Para ello necesitamos recuperar nuestra soberanía política desde una concepción de izquierdas, que incluya con plenos derechos sociales y políticos a todos los habitantes que residen en nuestra tierra, que promueva la libre circulación de las personas, la mayor descentralización comarcal y municipal posible, así como la confederación en pie de igualdad con todos los pueblos de la tierra que luchen por estos mismos valores«.

Andalucía, con un mercado interior en el que el 90% de los productos que se consumen no están elaborados en el interior de nuestras fronteras (frente al 68% del País Vasco y el 63% en Cataluña, por ejemplo), siendo en su mayoría productos fabricados por empresas del Estado español, con un sector financiero controlado por los grandes bancos españoles, con el negocio de los seguros destinado a engrosar las arcas de las potentes empresas españolas del sector, con unos servicios diarios (luz, teléfono, Internet, gasolina, butano, etc.) en manos de empresas españolas, con un turismo preso de los tour-operadores extra estatales y las multinacionales españolas, con una agricultura diseñada para satisfacer los intereses marcados por Europa y por el Estado, con un sector de la construcción (pública y privada) dominado por empresas españolas, en definitiva, con una economía esclava y sumisa a los intereses del estado español, con una producción de materias primas destinada principalmente a la exportación para que, con ellas, empresas extranjeras elaboren productos que luego revenden en la propia Andalucía, con casi dos millones de andaluces y andaluzas emigrados de su tierra desde hace décadas, ¿no merece un debate propio y sosegado, sobre las causas, políticas y económicas, que generan el histórico subdesarrollo andaluz en relación con otros territorios del estado, y, en consecuencia, un marco de soluciones propio que rebase la propuesta de una lucha contra el actual gobierno español y sus políticas de recortes sociales y laborales?, ¿qué queremos?, ¿tumbar al gobierno español o resolver los históricos problemas que han asolado al pueblo trabajador andaluz?

Bien es cierto que el SAT viene realizando acciones contra los causantes de la actual crisis económica desde el mismo momento de su fundación, pero ¿acaso antes del año 2007 no existían ya la mayor parte de los mismos problemas que actualmente afectan al pueblo trabajador andaluz? Por poner un caso, en enero de 2008, ocho meses antes de que estallara la actual crisis, el desempleo en Andalucía se situaba en el 14%, mientras que la media del estado español estaba situada en el 8,6%. Desde entonces, las cifras de paro se han triplicado tanto en un espacio territorial como en el otro, la relación, obviamente, no es casual. A peores condiciones de partida, mayor debilidad. A más dependencia económica, mayor repercusión negativa de los efectos de una crisis. ¿Se va a solucionar ese mal endémico de la economía andaluza tumbando al actual gobierno? E incluso en el hipotético caso de que la economía española volviera a entrar en una senda de crecimiento y las luchas sociales y sindicales tuvieran como consecuencia la recuperación de algunos de los derechos perdidos en estos últimos años, ¿iba eso a solucionar los problemas endémicos a nivel de desempleo, pobreza, emigración y subdesarrollo que el pueblo andaluz lleva arrastrando desde hace siglos?

No, un sindicato andaluz y nacionalista no puede sojuzgar el análisis de la realidad concreta de Andalucía a una estrategia de lucha unitaria en el conjunto del estado español, porque eso no sería más que volver a incidir en las causas históricas que generan los problemas principales que han afectado a las clases trabajadoras andaluzas y que, entre otras cosas, tiene como consecuencia que, en momentos de crisis, sean los trabajadores y trabajadoras de Andalucía los que en mayor número sufran las consecuencias de tal crisis. No diremos en mayor magnitud ya que, por supuesto, los problemas que afectan a un/a trabajador/a vasco, catalán, canario, castellano, asturiano, gallego o extremeño, etc., que está en situación de desempleo y sin cobertura social, que ha perdido su casa y que se ve obligado a vivir de la caridad para poder llevar algo que comer a su cuerpo, son tan graves, exactamente igual de graves, que los que afectan a un/a trabajador/a andaluz/a, pero la fuerza con la que dicha crisis impacta en el conjunto de la clases trabajadora en unos lugares y otros, no son comparables. El SAT, como sindicato nacionalista y de clase, no debería obviar jamás esto.

Dicho lo cual, la única forma posible de dar continuidad al movimiento surgido en torno al 22-M es la convocatoria de una huelga general que pudiera ser trabajada desde los comités locales que se han creado para estas marchas, pero ya no con aspiraciones a una convergencia estatal, sino cada cual desde su propio ámbito local, confluyendo con el resto de organizaciones en la preparación de las mismas, haciendo un trabajo más propiamente sindical y menos político, y confluyendo a nivel estatal únicamente en la gestación y convocatoria de la misma, pero trabajando como sindicato desde la realidad concreta de Andalucía, y pasando por encima de aquellos que, a buen seguro, de tener que elegir entre la huelga general popular y la connivencia con las burocracias de CCOO y UGT, sindicatos a los cuales una huelga de estas características podría dejar muy tocados y en evidencia, elegirían lo segundo.

Las alianzas políticas y sindicales, ¿hacia dónde queremos ir?

*»Artículo 9º. Punto 3. AUTÓNOMA E INDEPENDIENTE.- Defendemos la AUTONOMÍA y la INDEPENDENCIA más absoluta respecto de las Instituciones, Partidos Políticos y Patronales. Esta independencia se concreta tanto en lo ideológico, como en lo político y en lo económico. El SAT no tiene vinculación ni dependencia de ninguna clase con ningún otro agente social. El compromiso del SAT es defender con personalidad propia los derechos de los/as trabajadores/as y colectivos de trabajadores/as que lo componen».

Otro tema controvertido en la elaboración y desarrollo de estas marchas ha sido la presencia de formaciones políticas que, en el contexto andaluz, sirven de sustento a un gobierno que recorta y aplica, a nivel económico, exactamente las mismas políticas de austeridad y neoliberales que aplica el gobierno del estado, por más que se pretenda justificar con las apelaciones a los «imperativos legales». El gobierno de la Junta de Andalucía está a la cabeza en recortes a nivel de educación, sanidad y otros ámbitos similares, como bien saben, por ejemplo, los interinos expulsados de la docencia en el sistema educativo público andaluz o los afectados por estos recortes en hospitales y otros espacios del sistema sanitario público en Andalucía, unos recortes amparados en los presupuestos generales de la Comunidad y que han sido apoyados, al unísono, por PSOE e IU, con las excepciones que todos conocemos llevadas a cabo por parlamentarios de IU vinculados o próximos al sindicato. Esto es de sobra conocido.

No parece muy coherente, en consecuencia, con la lucha sindical y socio/política desarrollada por el SAT en los últimos años, con protestas a las puertas del parlamento andaluz en los días de aprobación de estos mismos presupuestos incluidas, así como su apoyo constante a los afectados por tales recortes, el caminar de la mano de los mismas sectores de IU que dentro de ese parlamento votaban su apoyo a tales recortes. Por más que en el manifiesto andaluz se incluyera una mención expresa a una teórica lucha «contra todos los gobiernos de la troika» y contra «todos los recortes», ir a protestar a Madrid contra los recortes de Rajoy y su gobierno de la mano de quienes validan recortes en Andalucía, en la práctica anula la validez de ese lema y lo convierte en el ya tradicional «todos contra el PP», aunque ello suponga renunciar a algunos principios elementales que han sido santo y seña del sindicato durante todos estos años y gracias a los cuales ha conseguido abrirse un espacio propio en la vida política y social de Andalucía.

La percepción que no pocos militantes del SAT hemos tenido en estas marchas, es que, con ellas, el sindicato parece acercarse más a las líneas de acción marcadas en las estrategias de partidos como IU o el PCE-PCA o asociaciones como el Frente Cívico, que al mantenimiento de una línea coherente y alternativa junto a sindicatos como CGT o CNT, o, a nivel internacionalista, la línea marcada por otros sindicatos nacionalistas como LAB. De hecho, durante el desarrollo de estas marchas han surgido algunas disputas innecesarias con CGT-Andalucía y ha parecido haber, en cambio, una complicidad total con IU, el PCE, Frente Cívico y todo el restante entramado de siglas vinculadas de una u otra manera a estas corrientes que de alternativas, al menos en Andalucía, tienen más bien poco, y cuya lectura de la realidad andaluza en clave soberanista y de izquierdas es absolutamente nula.

Si bien ni CGT ni CNT tienen tampoco esa visión nacionalista, como sindicatos anarquistas, al menos la confluencia con ellos a nivel de sindicalismo alternativo suele ser habitual e incluso en algunas ciudades, como Granada, han dado lugar a interesantes relaciones y «bloques de sindicalismo alternativo», al igual en Córdoba, Jaén y otros lugares, algo que, como sindicato, es ya de por sí suficiente para justificar alianzas con tales organizaciones.

Unas alianzas más difíciles de entender, en cambio, con quienes tienen a CCOO como su sindicato de referencia, y, a menudo, han tratado de boicotear y echar por tierra el trabajo del SAT en diferentes espacios y convocatorias, incluidas luchas a pie de tajo en los campos o huelgas generales comarcales realizadas por el SAT en las provincias de Sevilla o Cádiz.

No queremos pensar que la vinculación de organizaciones políticas con gran implantación e influencia en el sindicato, como la CUT, a su vez vinculadas a IU, tengan algo que ver en este aparente cambio de rumbo, pero, por otro lado, si la CUT lleva tantos años cuestionando la labor de estos mismos grupos en IU y, a su vez, no ha tomado la decisión de salir de IU y formar una alternativa política soberanista y de izquierdas diferenciada, ¿quién nos puede asegurar que, de la misma manera, no haya un interés por hacer confluir la acción del SAT con los intereses de IU, pese a que, en apariencia, la CUT tenga una postura crítica ante tales intereses?

Desde luego, somos muchos y muchas los militantes del SAT que no estamos dispuestos a hacer ningún tipo de trabajo político para IU, y, llegado el caso, dispuestos a organizarnos, a nivel interno dentro del sindicato, para evitar que el SAT acabe en manos de la estrategia electoral y/o socio/política que emane de IU. Tanto derecho tienen los que, siendo militantes del SAT, sean militantes y/o simpatizantes de IU a defender estas confluencias, como quienes nos oponemos a ellas a luchar desde dentro para que, en la medida de lo posible, no se den. Este tema no es baladí.

Teniendo en cuenta el activo papel que desempeña el SAT como organización socio/política, que rebasa, en mucho, el espacio propiamente sindical, y, en ocasiones, incluso pareciera actuar más como un movimiento político que como un sindicato propiamente dicho (lo cual no debe ser necesariamente negativo), los réditos políticos que con su acción el SAT pueda generar a nivel electoral, son un buen caldo de cultivo para que haya quien quiera hacer confluir al sindicato con su estrategia política partidista. Si ello, además, se puede teledirigir desde afuera, con la sutil estrategia de las alianzas en pos de la «unidad», los militantes del SAT debemos estar atentos para evitarlo, de la misma forma en caso de que se pudiera intentar desde adentro.

El futuro del sindicato pasa por realizar una mayor labor sindical propiamente dicha y una menor labor socio/política, pues esa es, se supone, la esencia de un sindicato. El sindicato hermano de LAB es un buen ejemplo de ello. No obstante, mientras no exista una fuerza política capaz de cubrir el espacio socio/político soberanista y de izquierdas que actualmente ocupa el SAT en muchos pueblos y ciudades de Andalucía, así como en el conjunto de la nación, es más que probable que el sindicato siga ocupando ese espacio y, por tanto, de una u otra manera, dando réditos políticos a partidos que, en esencia, no representan tal espacio, pero que se presentan como única alternativa posible, por la izquierda, al bipartidismo, aunque luego sirvan de sustento al mismo. Los militantes del SAT no deberíamos omitir este debate de nuestras reflexiones como activistas y militantes. Especialmente aquellos que no nos sintamos representados por las actuales opciones políticas que hacen campaña en Andalucía en cada elección.

El salto cualitativo del sindicato, posiblemente, también pueda venir de la mano de la existencia de un referente político, con identidad y presencia propia en toda Andalucía, que pueda hacer confluir los objetivos socio/políticos del sindicato con los de otros actores políticos en Andalucía como los movimientos de las mareas u otros movimientos sociales en lucha, que no se identifican con ningunas de las fuerzas política actuales y que se pudieran sentir huérfanas de un movimiento político que defienda verdaderamente los intereses del pueblo trabajador desde una perspectiva andaluza, revolucionaria, soberanista y de clase, actuando desde el marco territorial andaluz por y para Andalucía.

Ese referente político bien podría ser la CUT, siempre y cuando dicho partido decidiera salir de IU y conformar, junto a otras organizaciones soberanistas y movimientos sociales, una alternativa política. Desvincular este debate del SAT, con la fuerte presencia que dentro de él tienen los compañeros y compañeras de la CUT, no es realista. Las decisiones de la CUT como partido también afectan al futuro del SAT como sindicato, y eso todos debemos tenerlo claro, tanto los militantes y dirigentes de ese partido, como el resto de militantes del sindicato. De la misma forma que aquellos y aquellas que no estamos por la labor de tener ningún tipo de relación, activa o pasiva, con IU, debemos asumir que este debate es profundo y de largo recorrido, y actuar en consecuencia desde nuestros propios posicionamientos.

No al «café para todos». No a la peineta pa´ Andalucía.

«Artículo 9ª.Punto 8. REPÚBLICANA. El SAT entiende que la monarquía es un régimen antidemocrático que no corresponde a nuestra época puesto que vulnera la igualdad de derechos entre las personas. Por tanto, el SAT está comprometido con la lucha por la república desde y para Andalucía«.

Finalmente, como militantes andalucistas y soberanistas, los que así nos sintamos, no debemos olvidar la historia reciente de nuestra nación. En concreto, no debemos olvidar en qué quedaron todos aquellos esfuerzos realizados por el pueblo andaluz en pos de su autonomía, y cuál fue el camino al que finalmente se dirigieron, así como el papel que entonces, una vez que el pueblo andaluz se alzó reivindicando sus derechos como pueblo, el estado español, con las izquierdas españolas a la cabeza, acabó por otorgar a todo ese movimiento popular andaluz. Esto es, el camino que fue desde aquel histórico 4 de Diciembre de 1977 al famoso «café para todos».

O dicho de otra manera, no debemos olvidar cómo aquellas movilizaciones populares andaluzas, con todo su consecuente proceso autonómico, fueron canalizadas por los intereses de estado hacia una estrategia de utilizar la autonomía andaluza como punta de lanza para restar derechos a los pueblos considerados constitucionalmente como «Nacionalidades históricas» y hacer confluir todo ello en un batiburrillo de estatutos de autonomía negadores de los derechos a decidir de los mismos, así como encaminados a restar competencias propias a aquellos pueblos más conscientes de sí mismos por vía de repartir competencias entre todos los territorios, poniendo así en un mismo lugar a aquellos pueblos que habían luchado por su autonomía y aquellos a los que, simplemente, el estado tuvo interés, por dichas razones, de entregarle las mismas.

Andalucía no puede volver a ser «elemento vertebrador de España» y la lucha de su pueblo no puede volver a ser utilizada para tales efectos. Máxime en este periodo histórico en el que existen abiertos procesos por del derecho a decidir en diferentes puntos del estado español, que deberán ser aquellos pueblos quienes los resuelvan hacia unos caminos u otros. Andalucía debe luchar, si así lo estima oportuno su pueblo, por y para sí misma, por los pueblos y la humanidad, pero no por España, sea esta monárquica o republicana. No puede volver a repetirse la historia, que aquella vez fue una tragedia, y ahora sería una farsa. Nuestro sindicato no se puede prestar jamás a ello. Las propias marchas del 22-M nos deben hacer estar alerta ante este «peligro».

Solo hay que ver el cambio dado el discurso que el sindicato impulsó durante las marchas obreras del verano de 2012 en Andalucía y el discurso realizado para impulsar y desarrollar estas marchas, concretado, por ejemplo, en el discurso dado por nuestro portavoz nacional en el acto del 22-M en Madrid o algunos artículos de opinión escritos por compañeros a modo de valoración de las mismas. La propia palabra «Andalucía«, tan utilizada entonces, parece ahora pasar a «mejor vida», en pos de esa España sin Rajoy, movida por un frente popular español, que, supuestamente, tanto bueno aportaría a las clases trabajadoras andaluzas. Nuevamente parece que la lucha del pueblo andaluz debe dirigirse en pos de un bien mayor, España y su clase trabajadora global, y no por sí misma, para sí misma. Es el peligro del «café para todos» actual.

Andalucía, la lucha de su pueblo más consciente y reivindicativo, como vertebrador de una lucha colectiva española que, a la postre, dé resultados positivos para todos los pueblos trabajadores de todos los territorios del estado, incluido el andaluz. Que desde Euskal Herria se reivindique un marco de relaciones laborales propio, o desde Cataluña proyectos como la CUP no asuman tal discurso como propio, parece no estar acorde con esta nueva línea de lucha que se vislumbra en el horizonte de la labor socio/política del SAT, y sí el referente del Frente Popular de la II República o cosas similares.

Obviamente tales deseos no esconden malas intenciones, y es posible que sean hasta nobles intenciones, pero, ¿es ese el papel que debe representar un sindicato andalucista y de clase?, ¿es esa la lucha por la que deben movilizarse los andaluces y andaluzas de izquierdas y soberanistas?, ¿vendrá por ahí la solución a los problemas históricos y endémicos que afectan al pueblo andaluz?, ¿es el «café para todos» o la defensa de los derechos de los pueblos, cada cual con su propio marco de actuación socio/política por sí mismo y para sí mismo, respetando los ritmos y las especificidades de cada pueblo, y confluyendo cuando sea oportuno en virtud de tales ritmos y tales especificidades, lo que podrá aportar, a la larga y con aspiraciones de estabilidad, las soluciones que el pueblo andaluz necesita para no tener que pasar nunca más por una situación como la actual?

Esto no es un debate sobre banderas, ni sobre manifiestos, ni sobre puntos o comas. Es un debate sobre la unidad popular, en concreto, sobre qué clase de unidad popular queremos para impulsar la lucha del pueblo trabajador andaluz, ¿la que se nutra de las especificidades y ritmos de Andalucía, o aquella que se imponga como una lucha global en el marco del estado español por una España de izquierdas?, ¿queremos una república andaluza o una república española?, ¿luchar por Andalucía o luchar por España?, ¿la lucha internacionalista o la lucha españolista encubierta?, ¿ser el SAT o tener que cambiar el nombre del sindicato al SET, donde la E todos podemos imaginar ya a qué aludiría?, ¿andaluces levantaos, pedir tierra y libertad, sea por Andalucía libre, los pueblos y la humanidad, o andaluces levantaos por la unidad de España en nombre de la clase obrera?, ¿con los pueblos o contra los pueblos?, ¿por Andalucía o contra Andalucía?

Porque todo lo que no sea luchar por modificar las históricas relaciones de sumisión y dependencia que existen entre la economía andaluza y la economía española, con el histórico papel otorgado por el estado a Andalucía, como aportadora de materias primas y mano de obra barata, como consumidora de productos y servicios, como patio de recreo y como huerta de Europa, será, tengámoslo claro, porque es así, tal cual, ir contra Andalucía. A la larga será ir contra Andalucía, contra el pueblo trabajador andaluz, que, antes o después, volverá a ver cómo su papel de economía sumisa y de dependencia golpeará con toda virulencia en sus vidas como trabajadores y trabajadoras, sin que se pueda hacer nada, dentro de ese marco, por evitarlo.

Cualquier soberanista andaluz, de izquierdas, que analice la realidad de nuestro pueblo atendiendo a sus condiciones materiales, desde una perspectiva histórica, presente y futura, debería tenerlo claro.

U otra vez será la peineta pa´Andalucía

* Todos los artículos mencionados forman parte de los estatutos del SAT.

Pedro Antonio Honrubia Hurtado. Militante del SAT-Granada

Fuente: