Los sindicatos de Educación y Sanidad incrementan la presión frente a un sistema que se niega a considerarlos auténticos participantes sociales. Sin embargo, según el sociólogo, ellos son los únicos motores eficaces de la sociedad.
Manifestación de los médicos residentes ante la Grande Poste den Argel, 12 de febrero de 2018 (AFP)
En Argelia, los sindicatos autónomos denunciaron el domingo pasado la voluntad del gobierno de poner trabas a su acción, tras la publicación de una lista oficial de diecisiete organizaciones sindicales representativas, de 65 existentes, siendo esas diecisiete las únicas habilitadas para actuar como interlocutores sociales. Los sindicatos declarados no representativos no tienen ya derecho a convocar huelgas o a participar en negociaciones con la patronal, pero tienen la posibilidad de regularizar su situación.
Ningún sindicato del sector de la educación figura entre las organizaciones consideradas como representativas, en una situación en la que el gobierno se ha visto recientemente confrontado a huelgas en el sector que han durado varias semanas.
Esta decisión se produce igualmente en un contexto de tensiones cuando el pulso entre las autoridades y los médicos residentes se endurece: rechazando toda nueva negociación con el ministerio de la salud, las y lo huelguistas, que exigen la revisión del servicio civil obligatorio, han decidido no asegurar las guardias nocturnas esta semana. La situación en los hospitales argelinos, ya bastante precaria, se ha vuelto crítica.
Nacer Djabi, sociólogo y especialista del movimiento sindical argelino, que dirigió un trabajo de referencia sobre la cuestión, Cartographie syndicale en Algérie (editada por la fundación Abdelhamid Benzine), analiza las relaciones entre los sindicatos autónomos y las autoridades en un clima en que se imponen nuevas situaciones políticas y económicas.
Middle East Eye: El Ministerio de trabajo acaba de publicar una lista de diecisiete sindicatos conformes a la ley y de otros trece no conformes que, hacia delante, se ven incapacitados para tomar parte en las negociaciones o para convocar huelgas. ¿Qué lectura hace de esta decisión?
Nacer Djabi: Creo que el sistema político argelino ignora cómo reaccionar y comportarse frente a los sindicatos autónomos. Incluso les tiene miedo: es una situación nueva para él, que solo está acostumbrado a la Unión General de Trabajadores Argelinos (UGTA, ex-sindicato único), al que integró en el juego político.
El sistema argelino está dominado por élites que, mental e intelectualmente, pertenecen al siglo XIX; en particular, en el terreno de las ideas sobre la sociedad o sobre el tema obrero. Esas élites, cada vez más conservadoras, no reconocen la necesidad de la acción sindical y de su diversidad, quieren crear una sociedad moderna pero sin sindicatos y sin interlocutores sociales con un marco legal y creíble de cara a llevar a cabo negociaciones.
¿No se trata solo de tensiones socio-económicas que habrían desbordado a los aparatos del Estado?
La situación socioeconómica no explica, por si misma, estas tensiones. Las exigencias de los diferentes sindicatos no son del orden de lo imposible, y conciernen a cuestiones estrictamente económicas que pueden ser negociadas muy normalmente. El verdadero problema, es que el sistema teme mucho las consecuencias políticas de las huelgas actuales, huelgas conducidas por sindicatos fuera de su control y su vigilancia. No olvidemos que esos movimientos de huelga implican también a numerosos funcionarios que , por tanto, tiene como patrón ¡al Estado!
Son ellos quienes en parte representan el brazo secular del sistema, trabajan para él, aplican sus consignas, votan y hacen campañas para las elecciones. ¿De qué se inquieta el sistema argelino? Del hecho de que esas clases sociales, que eran su principal socio político, se sientan cada vez más abandonadas por el Estado en beneficio de los nuevos ricos, y se impliquen cada vez más en el activismo sindical.
El sistema, al hacer esta lista de sindicatos conformes, intenta yugular esta dinámica, pues siente que su base social está seriamente sacudida. Tanto más en la medida que no ha logrado asentar una nueva base social, la de los nuevos ricos, ni siquiera asegurar una transición.
¿En ausencia de vida política creíble, no se han convertido los sindicatos autónomos en la verdadera oposición?
La ausencia de dinámica política de la oposición, la debilidad de la clase política y de los movimientos estudiantiles o feministas y la obsolescencia de una Central sindical que actualmente está sometida dan la impresión de que los sindicatos autónomos son los únicos motores efectivos de la sociedad argelina.
Esto es lo que da miedo a las autoridades. Pero la oposición no construye casi nada alrededor de esta dinámica sindical independiente y permanece incluso bastante alejada de esta dinámica.
¿Reflejan realmente los sindicatos la realidad de la economía argelina, una buena parte de la cual es informal?
Seguro que no. La cartografía sindical refleja la realidad de la vida económica. En Argelia, esta cartografía está compuesta de tres sectores económicos que evolucionan a velocidades diferentes.
El sector público estatal, que incluye las grandes empresas, en particular industriales, como Sonatrach (el gigante petrolero) y que domina la UGTA en términos de representación sindical. Luego, el sector de la función pública -salud, educación, administración, etc.-, que está bajo el control de los sindicatos autónomos desde hace un poco más de un decenio. En fin, el sector privado, que se niega a integrar a los sindicatos cuando es un sector dominante, un empleador de gran importancia. Si la situación perdura según esta cartografía, entonces nos encaminaremos hacia un activismo sindical más frágil, y la sociedad corre el riesgo de volverse cada vez menos estable y equilibrada.
Artículo original en francés: http://www.middleeasteye.net/fr/reportages/interview-nacer-djabi-le-syst-me-alg-rien-craint-les-cons-quences-politiques-des-gr-ves
Traducción: Faustino Eguberri para viento sur