Traducido por Silvia Arana para Rebelión
La educación es la mejor escalera para alcanzar la igualdad de oportunidades. Pero según los resultados de una reciente investigación, la escalera está rota.
Se espera que cada generación mejore su situación pero actualmente hay más jóvenes (29%) que tienen menos educación que sus padres, que viceversa (20%).
Solo el 5% de los jóvenes estadounidenses cuyos padres no terminaron la escuela secundaria, fue a la universidad. En otros países ricos, la cifra es de 23%.
Estados Unidos invierte miles de millones de dólares para competir contra Rusia en el área militar, pero quizá debería tratar de competir a nivel educativo. Rusia tiene ahora el más alto porcentaje de adultos con educación universitaria dentro de los países industrializados; un puesto que le había pertenecido a EE.UU., que ahora está bajando de posiciones en ese grupo.
Estas cifras, que deberían ser un shock para los estadounidenses, provienen de la Encuesta Anual de Educación (Annual Survey of Education), realizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Un componente básico del sueño americano es el acceso igualitario a la educación, como garantía de la movilidad social y económica. Pero parece que el sueño americano ha emigrado porque hay numerosos países que están mejor que EE.UU. en el rubro de la movilidad basada en la educación, según el estudio de la OCDE.
Tan solo en el año 2000, EE.UU. ocupaba el segundo puesto en los países con mayor cantidad de habitantes que poseen un diploma universitario. Ahora ha bajado al quinto puesto. En el grupo de 25 a 34 años, que es significativo para evaluar qué nos depara el futuro, ocupa el puesto 12; mientras que la otrora empobrecida Corea del Sur encabeza la lista.
Según una nueva encuesta de Pew, los estadounidenses consideran que la mayor amenaza que se cierne sobre el país es la brecha creciente entre ricos y pobres. A pesar de ello, el sistema de educación depende de los impuestos locales a la propiedad, que proveen excelentes escuelas para los chicos ricos de los suburbios, los que menos ayuda necesitan, y escuelas deficientes y peligrosas para los chicos de las barriadas pobres, que son justamente quienes necesitan ayuda desperadamente. Con demasiada frecuencia, el sistema educativo de EE.UU. magnifica la desigualdad en lugar de ampliar las oportunidades para todos.
Mi padre fue un refugiado de la Segunda Guerra Mundial. Huyó de Ucrania y Rumania, y finalmente llegó a Francia. Hablaba francés perfectamente, y París hubiera sido la ciudad donde radicarse. Pero el creía que Francia estaba estratificada y que no tenía mucho que ofrecerle a un refugiado pobre del Este de Europa, ni tampoco a sus hijos en la siguiente generación, entonces se dirigió a Estados Unidos. No hablaba inglés pero a su llegada en 1951 empezó a aprender el idioma leyendo la edición dominical del New York Times. Y luego fue a Reed College y a la Universidad de Chicago, obtuvo un doctorado y trabajó como profesor universitario.
Recorrió el sueño americano hacia el éxito; igual lo hizo su único hijo. Aunque en 1951 tuvo razón al pensar que en EE.UU. había mejores oportunidades de crecimiento que en Europa, hoy estaría equivocado. Las investigaciones prueban que la movilidad educativa y económica es mayor en Europa que en EE.UU. en la actualidad.
Esto es particularmente triste porque, como lo hizo notar mi colega Eduardo Porter el mes pasado, la igualdad educativa era un punto fuerte de EE.UU. Mientras que los países europeos se destaban por la educación de primer nivel para las élites, Estados Unidos se caracterizaba por liderar la educación de masas.
Hacia mediados del siglo XIX, la mayoría de los estados proveían acceso gratuito a la escuela primaria para la mayoría de niños blancos. En Gran Bretaña, en cambio, hacia 1870, solo el 2% de los niños de 14 años estaba en la escuela.
Luego, Estados Unidos fue el primer país central, en la década de 1930, en el que una mayoría de chicos asistió a la escuela secundaria. En cambio, hacia 1957, solo el 9% de los jóvenes británicos de 17 años asistía a la escuela.
Hasta la década de 1970, EE.UU. ocupó un lugar destacado en la educación de masas, y Claudia Goldin y Lawrence Katz de la Universidad de Harvard sostienen que este fue el éxito del auge económico estadounidense. Después, se vino abajo, y el último reporte de la OCDE subraya de qué manera el resto del mundo está superando a EE.UU.
Estados Unidos se ha convertido en la Gran Bretaña del siglo XIX: provee una educación excelente para las élites, pero es deficiente en la educación de las masas.
El mayor fracaso es a nivel pre-escolar. En el reporte de la OCDE, se registra que un 70% de los niños de 3 años, como promedio, participan en programas educativos. En EE.UU. solo lo hace un 38%.
En algunos sitios, existe la percepción de que los maestros de EE.UU. son perezosos. Sin embargo, la OCDE reporta que estos trabajan muchas más horas que sus colegas de otros países, y a pesar de ello, un 68% gana tanto como el promedio de otro trabajador con un título universitario, mientras que en el resto de países la media es 88%.
Solucionar el sistema educativo es el desafío por los derechos civiles de nuestra era. Un punto de partida es portar el estandarte que fuera creado en EE.UU. pero que ahora vive en el extranjero: Le debemos a todos los niños un inicio equitativo para acceder a la escalera educativa.
Debemos reparar la escalera.