Mientras los pocos periodistas y reporteros extranjeros en torno al redondel, animan con sus comentarios a la teleaudiencia internacional, me pregunto en silencio, sí lo que veo en pantalla es solamente la Matrix mediática o la «realidad periodística» distorsionada y considero que no soy yo, el único espectador confundido: Bombas que no cayeron, ciudades incendiadas, […]
Mientras los pocos periodistas y reporteros extranjeros en torno al redondel, animan con sus comentarios a la teleaudiencia internacional, me pregunto en silencio, sí lo que veo en pantalla es solamente la Matrix mediática o la «realidad periodística» distorsionada y considero que no soy yo, el único espectador confundido: Bombas que no cayeron, ciudades incendiadas, balas que no se dispararon, niños llorando a la vera del camino penando a sus muertos, eufóricos banderilleros rebeldes con Kalaschnikow 57 al hombro, hombres y mujeres que lanzan gritos al aire. ¿Sangre y lágrimas? ¿Vítores o abucheos? ¿Quién tiene que vivir, el toro o el torero?
Los acontecimientos en Libia han enfrentado nuevamente a Tirios y Troyanos marxistas en América Latina. En los últimos días, a guisa de ejemplo, se han publicado una surtida variedad de artículos en los portales de Rebelión y Aporrea. Unos defendiendo a la República Árabe Libia Popular y Socialista, otros apoyando a Gadafi, algunos favoreciendo los levantamientos populares democráticos anti dictatoriales y los menos, tratando de sintetizar en su análisis estas tres dimensiones. Pienso que unos pecan por exceso y otros por defecto.
Mucho se sabe, incluso hasta con lujo de detalles, acerca de las extravagancias de Gadafi y sus cuitas por quedar bien con los europeos. Por otra parte, habría que analizar exhaustivamente la vigencia actual del carácter popular y socialista de la República Árabe Libia y de los factores internos socio-económicos e histórico-culturales que han jugado un papel determinante en esta coyuntura político-militar.
Ciertamente, el estándar de vida, en general, es mejor en Libia que en Argelia, Túnez y Egipto, además está reconocido internacionalmente, que en Libia no existen los niveles de pobreza y miseria de otros países del Norte de África. Esto es, indudablemente, un logro real y concreto de la revolución del coronel Gadafi. A pesar de todo, la reacción gubernamental, así como la de grupos étnicos tribales opositores a Gadafi, ha sido violenta.
Por otra parte, la ola de protestas de la población civil no ha alcanzado los niveles masivos como en El Cairo o Túnez, expresada ésta en la concentración geográfica multitudinaria de fuerza ciudadana en las capitales. Más bien, todo parece indicar que la sociedad está dividida en sus posiciones políticas y religiosas. Según mi opinión, no son las masas populares, las que tienen acorralado a Gadafi. Me parece que al toro libio lo están pinchando desde afuera. Los mismos que le dieron el forraje político-diplomático durante los últimos años, son los que ahora lo van sangrando lentamente. ¿Qué seria del torero, sin los picadores y los banderilleros?
Ahora bien, sí estuviéramos en efecto, en el umbral de una contrarrevolución armada o guerra civil, los acontecimientos bélicos reales, con tanto Twitter, Facebook y celulares de alta definición, las noticias ya hubieran sobrevolado el ciberespacio y estaríamos en estos momentos desayunando combates vía CNN o Al jazzera.
¿Intervención militar de la OTAN?
Pienso que Europa no está interesada en una guerra civil ante portas ni tampoco en una ocupación militar en Libia, la cual podría traer consecuencias gravísimas para la estabilidad político-económica-social de la Unión Europea. Libia no es la antigua Yugoslavia y el fantasma del islamismo asusta a los europeos. Evidentemente el suministro de petróleo es un factor importante para los europeos, pero no más importante que el hecho de garantizar la frontera sur del tratado de Schengen, que se extiende, por el momento, desde el Gibraltar hasta Grecia. Es decir, que a la Unión Europea le conviene estratégicamente tener países amigos a lo largo de la costa mediterránea africana que detengan sistemáticamente la avalancha permanente de emigrantes del continente africano. Es decir, una muralla de países norafricanos al servicio de los intereses europeos. La media luna que brilla en lo alto del cielo estrellado del desierto es muy bella y despierta el romanticismo, podría hasta evocar leyendas antiguas como la de Lawrence de Arabia. Sin embargo, un frente sur musulmán en el norte de África no calza en los planes político-militares de los estrategas de la Unión Económica Europea. Ellos prefieren países con gobiernos democráticos parlamentarios y, sobretodo, laicos y sumisos. Las dictaduras en un momento histórico determinado toman personalidad propia y obstaculizan los planes imperialistas. En este sentido, los movimientos democráticos populares son como agua de mayo para los políticos europeos.
El enemigo de mi enemigo es mi amigo, reza un viejo proverbio. Más allá del verdadero origen de esta famosa cita, que perfectamente podría coincidir con la filosofía de la guerra del legendario Sun Tzu o de algún estratega militar árabe, es válido preguntarse: ¿Quién es quién en este pandemonio arábigo?
¿Se atreverá la Organización del tratado del Atlántico Norte a tomar al toro libio por los cuernos? Espero que no.
Fuente: http://robiloh.blogspot.com