No se tiene siempre la oportunidad de experimentar pasmo ante fenómenos mediáticos como el vivido con las elecciones en EEUU, convertidas en caso de laboratorio. El despliegue informativo rayó lo esperpéntico, sin que se adujeran razones objetivas sobre el derroche de recursos. EEUU es, ciertamente, el país más poderoso del mundo, sobre todo en términos […]
No se tiene siempre la oportunidad de experimentar pasmo ante fenómenos mediáticos como el vivido con las elecciones en EEUU, convertidas en caso de laboratorio. El despliegue informativo rayó lo esperpéntico, sin que se adujeran razones objetivas sobre el derroche de recursos. EEUU es, ciertamente, el país más poderoso del mundo, sobre todo en términos militares. Dicho eso, es preciso entrar a matizaciones si se quiere tener una idea cabal del poder norteamericano, más allá de la propaganda y el miedo.
Como unidad política, EEUU es el país económicamente más fuerte, pero la UE es la mayor potencia económica y comercial del mundo y la única que tiene clara su área de expansión. Desde una posición geográfica privilegiada, abarca el continente europeo, Asia Menor y África, con una extensa lista de países ansiosos de sumarse a su prosperidad. EEUU, en cambio, está resignado a enterrar su proyecto de Área de Libre Comercio de las Américas, ante la oposición regional y el avance de las fuerzas de izquierda, que se ha visto fortalecido con el triunfo del Frente Amplio en Uruguay y los de Chávez en Venezuela.
China es la economía en mayor expansión y su mercado interno apenas comienza a despertar. Su poder económico y comercial hace temblar a las economías desarrolladas y de su capacidad de influir en el escenario internacional dan medida los 250.000 millones de dólares que tiene depositados en EEUU. Sin aspavientos ni parafernalias militaristas, avanza a paso firme como gran potencia, rindiendo los mercados a golpe de competitividad.
EEUU es, además, el país más endeudado del mundo y la reelección de Bush hará, si no hay cambios dramáticos, más crónico ese endeudamiento. La norteamericana es una economía dependiente de los recursos externos que pueda captar, lo que la hace frágil a los vaivenes de los mercados financieros. La guerra en Iraq está devorando enormes recursos y la soledad imperial ha impedido que otros países poderosos le ayuden con los gastos. Aunque la derecha republicana sostenga que EEUU puede endeudarse hasta el infinito, nadie ha logrado resolver de esa manera el dilema de Samuelson de cañones o mantequilla.
La inquietud mundial por EEUU no es económica o comercial, ni siquiera política. Lo que preocupa es su inmenso poder militar, porque la humanidad se ha dado cuenta de que está manejado con criterios irresponsables y guiado por iluminados políticos. Desde la desaparición de la URSS, EEUU ha lanzado tres guerras de agresión y ha desestabilizado regiones enteras del planeta, con centenares de miles de víctimas. En marzo de 2004, la británica BBC efectuó una encuesta mundial sobre las grandes amenazas a la humanidad. El 52% de encuestados respondió que la mayor amenaza era la política exterior de EEUU. Una mayoría similar era la que apoyaba a Kerry, visto como la alternativa sensata. Una mayoría de norteamericanos piensa distinto, lo que no debe extrañar en un país donde la Asociación Nacional del Rifle tiene tanto poder que da miedo a los partidos. Para meditar.
Augusto Zamora R.* es profesor de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid