Traducido para Rebelión por Anahí Seri
En medio de una guerra que ya ha acabado con la vida de más de 4 millones de personas, Christine Schuler Deschryver describe cómo las mujeres siguensiendo las víctimas del «terrorismo sexual» en el Congo. John Homes, elSecretario General Adjunto de Asuntos Humanitarios de la ONU, calificó la violencia sexual del Congo como «la peor del mundo».
TRANSCRIPCIÓN
AMY GOODMAN: El Presidente Bush habló con firmeza sobre las violaciones y el genocidio en la reunión que el Consejo de Seguridad celebró el 25 de septiembre.
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PRESIDENTE GEORGE W. BUSH: Tal vez algunos no piensen que es un genocidio, pero si te han violado, piensas que lo es — han violado tus derechos humanos. Si unas bandas de vagabundos de matan sin piedad, sabes que es un genocidio.
AMY GOODMAN: El Presidente Bush estaba hablando de la violencia en Darfur, Sudan. Pero no mencionó otra crisis en África: las guerras que se libran desde hace mucho tiempo en la República Democrática de Congo. Entre 1997 y 2004, hasta cuatro millones de personas murieron en el conflicto. Ese es el resultado de la última encuesta de mortalidad realizada por el Comité Internacional de Rescate, el CIR, publicada en la revista británica de medicina Lancet. El CIR también calcula que hoy, pasados tres años, siguen muriendo cada mes 38,000 personas.
Hoy, nos vamos a centrar en un aspecto especialmente brutal de la guerra que se libra en la República Democrática de Congo: la guerra contra las mujeres. En una conversación con el New York Times, John Homes, el Subsecretario de las Naciones Unidas para asuntos humanitarios, se refirió a la violencia sexual en Congo como «lo peor del mundo».
Christine Schuler Deschryver es una activista de los derechos humanos congoleña. Vive en Bukavu, en el este de la República Democrática de Congo, donde se vive lo peor de la violencia contra las mujeres. Le pedí que describiera la situación en su país.
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: En Congo, desde hace diez años, la guerra empezó en el 96. Después del genocidio en Ruanda en el 94, todos los culpables del genocidio llegaron a Congo y se quedaron allí en campamentos. Y en el 96, cuando empezó la guerra, salieron de los campamentos y se metieron en la selva, y empezaron a matar y violar a la población congoleña. Hace tres años, hubo un informe del Comité Internacional de Rescate que decía que ya habían muerto cuatro millones de personas en Congo, o sea que es lo más…
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: Cuatro millones. Fue hace tres años, en 2004. Y ahora estamos esperando el nuevo informe, creo que a principios de octubre. Probablemente serán siete millones o más, y nadie habla de esta guerra silenciosa que está ocurriendo en Congo, porque la guerra oficial acabó hace tres años. Hubo elecciones el año pasado.
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Pero hay otra forma de guerra muy violenta con terrorismo sexual que está ocurriendo en Congo. Estamos hablando de más de, en todo el este de Congo, más de 200.000 mujeres, niños y bebés que los violan día a día, y ahora, ahora mismo, en estos momentos que les estoy hablando a ustedes, miles de mujeres y niños los llevan a la selva como esclavos sexuales. Y hoy —
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AMY GOODMAN: como esclavos sexuales.
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: como esclavos sexuales, sí. Y ya no estamos hablando — siento tener que decirlo así — ya no estamos hablando de violaciones normales. Hablamos de terrorismo sexual porque destruyen y — no se pueden imaginar lo que está ocurriendo en Congo. La violación es un tabú, creo, en la mayoría de los países africanos, o sea que las mujeres que aceptan ir al hospital o que se las registre, es porque ya no tienen ninguna opción. Tienen que ir y que las reparen, porque estamos hablando de una cirugía nueva para reparar las mujeres, porque están totalmente destruidas. Y las que sólo las violan sin mucha destrucción, no hablan de la violación, porque la mujer africana, la mujer congoleña, ha sufrido tanto que puede soportar ser violada sin decirlo, cuando no necesita atención médica.
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AMY GOODMAN: ¿A qué tipo de atención médica se refiere?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: Cirugía muy fuerte. Tenemos por ejemplo unas mujeres en el Hospital Panzi cerca de la ciudad de Bukavu.
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AMY GOODMAN: ¿Usted vive en Bukavu?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: sí, Bukavu, en el este de Congo, en la frontera con Ruanda, a cinco minutos a pie. Y tenemos un hospital que está especializado en violaciones, porque —
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AMY GOODMAN: ¿El Hospital Panzi?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: Sí.
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AMY GOODMAN: Y las mujeres que vienen a este hospital, las han violado y
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: las han destruido físicamente.
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AMY GOODMAN: ¿Cómo? ¿de qué operación se trata?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: La operación, hoy en día se habla de cirugía de reparación, porque a estas mujeres hay que repararlas. No es una violación normal, le meten plásticos calientes en los órganos, madera, bambú, de todo —
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AMY GOODMAN: ¿pistolas?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: sí, pistolas. Disparan dentro de las mujeres, las destrozan del todo. Tenemos algunas supervivientes en estos hospitales desde hace más de tres años, cada dos o tres meses hay que volver a operarlas. Es imposible mantener a todas estas mujeres en el hospital. No tenemos sitio.
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AMY GOODMAN: tienen una fístula. ¿Puede explicar lo que es?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: Yo no soy médico, es difícil. Pero sé que cuando tienen un fístula, es como sí – todo, la orina y todo, todo sale.
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AMY GOODMAN: Son completamente incontinentes.
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: No se puede controlar. Estas personas huelen muy mal y tienen infecciones. No pueden vivir en comunidades. Hay que repararlas con cirugía pesada.
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AMY GOODMAN: O sea que no pueden controlar la orina o el intestino —
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: No lo controlan nada. Todo sale cuando caminan, cuando duermen.
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AMY GOODMAN: Se convierten en parias de la comunidad.
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: Sí, eso es lo que pasa. Además, hay que saber que en tu comunidad, cuando saben que te han violado, te expulsan del pueblo. Te estigmatizan, también el marido. Si sobrevives, te dice que te vayas, normalmente con los hijos.
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AMY GOODMAN: ¿Quién creo el Hospital?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: El Hospital Panzi lo creo la comunidad de una iglesia, y recibimos muchas ayudas, de la Unión Europea, de UNICEF y de una ONG sueca.
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AMY GOODMAN: Y ahí, las mujeres vienen, se las opera, ¿y viven ahí?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: Son las afortunadas las que llegan al Hospital Panzi, porque Congo es un país muy grande, podemos tener permanentemente 250 mujeres violadas, los peores casos. ¿Se imagina usted cuando una mujer tiene que esperar a que la operen? Tenemos que encontrar casas cerca del hospital para que se queden allí a esperar. No pueden quedarse aquí. Por eso necesitamos un techo, una casa, donde todas esas mujeres puedan vivir mientras esperan la operación.
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AMY GOODMAN: ¿Y que hace el gobierno de Kabila al respecto, lo saben?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: Creo que en Congo todo el mundo sabe lo que está pasando, pero tienen problemas por todas partes, y no saben dónde poner las prioridades. La prioridad en Congo fue, por supuesto, la seguridad de la gente, porque ahora en Congo sólo hablan de nuevos contratos, especialmente con los chinos que vienen a Congo como…. Dios mío, es como el lejano oeste, a la gente sólo le interesa firmas contratos de las minas, pero nadie se preocupa de la población. Si vemos el presupuesto que tiene el gobierno, no hay nada para las mujeres violadas, nada para esta gente.
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AMY GOODMAN: ¿Usted acompañó a la Sra. Kabila a visitar el Hospital Panzi?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: La Sra. Kabila vino el mes de octubre pasado, y claro, prometió volver y ayudar, pero aún estamos esperando. Como decía, en Congo hay problemas por todas partes, tienen que saber cuáles son las prioridades. Mientras tengamos bebés violados, abuelas violadas —
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AMY GOODMAN: Bebés.
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: Bebés. El último bebé al que violaron, fue en abril. Tenía diez meses y la violaron. La misma banda violó a la madre durante dos semanas. Luego vino a Bukavu a mi oficina. Quería llevar el bebé al hospital, pero estaba tan herida que murió en mis brazos. Diez meses, imagínese. Y esta gente, estas mujeres de Congo, sólo imploran por su vida, no piden dinero, sólo el derecho a vivir seguras en su país.
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AMY GOODMAN: ¿Quién está haciendo esto?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: Los que están haciendo esto, en un 60% — hemos hecho estudios – son los que hicieron el genocidio en Ruanda, los ruandeses, los hutu. Nosotros hablamos con las mujeres, y a veces esta gente que hizo esto les dice «nosotros morimos en el 94 en Ruanda, ahora no nos importa lo que estamos haciendo». O sea que el 60% de estas violaciones las cometen estos hutu que cometieron el genocidio en su país.
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AMY GOODMAN: Se supone que hay en marcha conversaciones de paz. Los ministros de exteriores de los países de los grandes lagos no avanzaron en las conversaciones de dos días en Uganda. Según las últimas noticias, no se ha llegado a ninguna solución sobre qué hacer con el disidente General Laurent Nkunda, cuyas fuerzas combatieron contra las autoridades de Congo. ¿cómo enlaza esto con lo que usted está describiendo?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: Siento decir que no es más que una reunión más, y creo que estas reuniones sólo se celebran por la presión internacional. Estoy segura de que no tendrán ningún resultado. El General Nkunda, tiene un mandato internacional en su contra, pero todos, cualquier periodista que vaya a Goma — Goma está al norte de Bukavu – lo puede entrevistar. Es como un rey. Se hizo pastor. ¿Es normal esta impunidad?
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AMY GOODMAN: ¿Cómo ocurren estas violaciones? ¿Qué ocurre en el pueblo? ¿Cómo se llevan a las mujeres, las niñas, los bebés?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: Suelen llegar a la tarde o por la noche. Vienen y rodean los pueblos. La mayoría de las veces, matan todos los hombres, y se llevan todos los niños, las niñas, las madres, las abuelas como esclavos sexuales al bosque y roban todo lo que tienen, puede que no sea más que una cabra o una gallina, se los llevan y los usan como esclavos sexuales y para que trabajen para ellos en el bosque.
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AMY GOODMAN: Christine, ¿cómo comenzó usted a trabajar en defensa de los derechos humanos?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: No sé si fue mi destino, pero la primera mujer violada fue mi mejor amiga. Era como una hermana. Fue en el 98. Era mulata como yo, ni blanca ni negra, no tenía nada que ver con política. La violaron de una forma tan — no puedo describir la violencia, porque la violaron más de veinte hombres y después la mataron, encontramos más de cien cuchilladas en su cuerpo. Su marido tuvo que asistir – es canadiense, y luego mataron a su marido. Fue el primer caso en 1998. Y pensamos que tal vez fue un accidente.
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AMY GOODMAN: ¿Dónde vivía?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: En Goma, al norte de Bukavu. Y luego en 2000, me trajeron a una niña de 18 meses.
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AMY GOODMAN: ¿Qué hacía usted en es época?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: Hacía un trabajo administrativo, en mi despacho. Pero cuando me trajeron a esta niña de dieciocho meses, con las piernas rotas, que la habían estado violando durante dos meses, ahí me di cuenta que hay un problema en Congo. Y claro, se murió, fue imposible salvarla. Y entonces yo dije algo incorrecto en este país, y las dos soluciones que tenía era agarrar mi maleta, mis hijos, y abandonar este infierno, o intentar cambiar algo en Congo. Yo intenté poner en marcha un lobby internacional para ayudar a esta gente, porque no es fácil encontrar ayuda. El problema es que Congo es enorme.
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AMY GOODMAN: ¿Cómo se protege a sí misma?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: En realidad no me protejo porque es imposible, no puedo vivir con guardaespaldas a mi alrededor. Sé que estoy en peligro por la guerra que he comenzado contra esta gente, recibo muchas cartas en las que dicen que pronto me tocará a mí y cosas así, pero yo no quiero saber lo que ocurre a mi alrededor. Yo me centro en ayudar a la gente como puedo, poniendo denuncias e intentando conseguir fondos. Y tal vez el que me está protegiendo es mi padre, que murió hace algunos años, o mi mejor amiga, la que mataron, la primera . . . . .
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AMY GOODMAN: ¿Cómo puede ayudar la gente aquí?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: La gente me puede ayudar, en primer lugar, haciendo de embajadores nuestros, hablando del problema de lo que está sucediendo en Congo, porque es una guerra silenciosa. Están matando, están violando a bebés y a mujeres en Congo. Es como Darfur. Darfur comenzó hace cuatro años. No quiero comparar los problemas que hay en el mundo, pero Congo, comenzó hace casi once años, y nadie habla de este femicidio, este holocausto.
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AMY GOODMAN: Femicidio.
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: Sí, es un femicidio, porque están destruyendo al género femenino, si se puede decir así. En África, la mujer es el núcleo de la familia. Ella hace todo, los bebés, buscar alimento, cuidar de toda la familia. Y ahora están destruyendo este recurso.
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Además, con estas violaciones masivas, imagínese el SIDA. ¿Cómo será la población, por ejemplo en diez años? Y estos niños que no conocen más que la violencia, que ven asesinatos en la familia, la hermana, la madre violada, ésta es la próxima generación.
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Para mí, lo más importante ahora es que la comunidad internacional se dé cuenta que aquí hay un holocausto, que despierte e intente cambiar algo, porque incluso la guerra que tuvimos en Congo, fue como una guerra mundial africana, porque intervinieron muchos países, no fue una guerra de congoleños contra congoleños. Fueron países que invadieron Congo con la ayuda, claro, de la comunidad internacional, para robar todo lo de Congo. Y ahora le pedimos a la comunidad internacional una reparación, no pedimos dinero, sino que participen e intenten buscar una solución. Ruanda debería retirar esta gente, los culpables del genocidio, y Congo debería hacer de la seguridad de la población una prioridad.
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AMY GOODMAN: ¿La Sra. Kabila se ha puesto en contacto con usted desde octubre, cuando visitó el hospital?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: Me llamó antes de que yo viniera aquí, y creo que ahora le gustaría — me dijo que pensara qué podemos hacer para concretar la ayuda, creo que ella también se dio cuenta de que la presión viene de todas partes, en primer lugar los congoleños, creo que la primera dama y el presidente y la institución que tenemos ahora, hay que reforzarlo, incluso antes que la comunidad internacional. Al menos tienen que dar una señal para decir estamos aquí, queremos que esto cambie. Tal vez puedan pedir ayuda, pero tienen que mostrar su voluntad de cambiar estas cosas.
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AMY GOODMAN: ¿Tiene usted miedo de volver a casa, cuando se vaya de aquí para tomar el avión?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: No, no tengo miedo en absoluto de volver a casa. Aunque esté aquí, mi corazón está en África, es como volver al hogar. Me alegraré de ver a mi familia y todas esas mujeres en el Hospital Panzi. No, mi lugar está en Congo, y no tengo miedo de volver a casa.
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AMY GOODMAN: ¿Y la gente que quiere ayudar al Hospital Panzi?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: Para ayudar al Hospital Panzi, estamos solamente pidiendo un techo, o sea que nos gustaría, con V-Day y UNICEF, hacer lo que llamaremos la ciudad de la alegría, para que cien mujeres tengan un techo mientras esperan a la cirugía. Tenemos, por ejemplo , madres violadas muy jóvenes, de doce, trece años, han perdido su familia, no saben ni a dónde ir. En vez de que se tiren a la calle, a la prostitución para sobrevivir, nos gustaría, pedimos fondos para construir nuestra ciudad de la alegría. Por supuesto trabajaremos con el hospital de Panzi, porque si ves una mujer, por ejemplo estás mujeres muy mayores, cuando están suficientemente bien para volver a casa, pero intentan no irse del hospital porque ahí se sienten seguras, nos rompe el corazón. La prioridad ahora en 2008, nos gustaría tener esta casa para los supervivientes.
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AMY GOODMAN: ¿dónde puede la gente informarse por internet?
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: V-Day. V-Day.
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AMY GOODMAN: La organización internacional de Eve Ensler, V-Day.
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CHRISTINE SCHULER DESCHRYVER: Eve Ensler, sí. Vino a Bukavu hace unos meses. Es una mujer increíble, la conmovió mucho lo que oyó y lo que vio. Ella no podía imaginarse que hoy en día se puede hablar de canibalismo, tener mujeres que fueron testigos — se comieron sus hijos, la comida que hacían eran sus propios hijos, y horrores de los que no podemos ni hablar. La conmovió mucho, y creo que realmente quería conmover a todo el mundo para que intenten cambiar algo en Congo.
AMY GOODMAN: Christine Schuler Deschryver, activista congoleña de derechos humanos, vive en Bukavu en el este de la República Democrática de Congo, donde la violencia contra los mujeres es la peor. Hablé con ella cuando vino a Nueva York.