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Las mujeres discapacitadas de Costa de Marfil salen de las sombras para reclamar sus derechos

En defensa de la vida plena

Fuentes: IPS

«Aunque no obtengamos beneficios, lo que nos importa son nuestros derechos», dijo Fatim Koné, residente en Abidján, a quien le amputaron una pierna hace tres años. Con ella coincidió Anne-Cécile Konan, con problemas similares y presidenta de la Unión Nacional de Mujeres Discapacitadas de Costa de Marfil, una organización no gubernamental con sede en Abidján. […]

«Aunque no obtengamos beneficios, lo que nos importa son nuestros derechos», dijo Fatim Koné, residente en Abidján, a quien le amputaron una pierna hace tres años.

Con ella coincidió Anne-Cécile Konan, con problemas similares y presidenta de la Unión Nacional de Mujeres Discapacitadas de Costa de Marfil, una organización no gubernamental con sede en Abidján. «La sociedad tiene que escucharnos, pues no vamos a retroceder», aseguró.

La Unión fue creada hace dos meses por mujeres que se escindieron de una asociación más antigua para discapacitados, que incluía tanto a hombres como a mujeres. No se estableció ninguna agencia del gobierno para controlar la atención estatal a las personas discapacitadas.

Según el Ministerio de Familia, Mujeres y Niños de Costa de Marfil, en este país de África occidental hay más de 300.000 mujeres discapacitadas.

«Hace cuatro años había pocas. Pero con la crisis y los estragos de la guerra, la cantidad aumentó», dijo en una declaración escrita, en referencia a un intento de golpe de Estado que en 2002 dividió al país en el norte dominado por rebeldes y el sur controlado por el gobierno.

Los insurgentes alegan haber tomado las armas para combatir la discriminación contra los habitantes del norte.

El obstetra y ginecólogo Kouadio Bohoussou destacó que no existe ninguna razón por la que mujeres discapacitadas deban abstenerse del sexo.

«Las mujeres discapacitadas tienen derecho a llevar una vida sexual normal. Su discapacidad no desmerece de ninguna manera su capacidad de ser madres», señaló.

Pero como muchas mujeres pueden atestiguar, este punto de vista todavía tiene que lograr una amplia aceptación en la sociedad.

Koné, por ejemplo, relató cómo su esposo fue ridiculizado cuando anunció la noticia de su embarazo. Como consecuencia, su pareja la abandonó. El bebé nacerá en cuatro meses.

«Yo no nací con esta discapacidad, y aunque estoy en este estado siempre quise tener un hijo», declaró a IPS. Aseguró que la pérdida de su pierna también fue usada por miembros de su familia para negarle asistencia médica.

«Primero mi esposo y luego mis padres me hicieron saber que el solo hecho de que yo fuera lisiada ya era una carga para ellos. Estar embarazada se convirtió en otra carga, especialmente porque ya no trabajo más ni cobro un salario. Ellos decidieron abandonarme a mi suerte», explicó. Antes de su accidente, Koné era secretaria y ganaba alrededor de 240 dólares al mes.

Clarisse Madou Aka, una psicóloga residente en Abidján, opinó que el problema de las discapacitadas «no es su voluntad de tener una vida sexual normal, sino cómo será percibido eso por sus familias».

Sin embargo, no son solamente las familias las que plantean problemas. «Personas sin ninguna discapacidad sienten vergüenza de tener una relación romántica con otras que sí la tienen», dijo a IPS Alice Kassy, una mujer de 26 años que quedó discapacitada a una edad temprana tras sufrir poliomielitis. «Somos estigmatizados por la sociedad, y eso también es un obstáculo para nuestro desarrollo personal».

Live Standing Up (Vivir de pie), una organización no gubernamental para personas discapacitadas con sede en Abidján, exigió la aplicación de una ley adoptada en 1998 que les confiere los mismos derechos que a las demás a los efectos de empleo y educación.

Las mujeres discapacitadas también solicitaron que los programas de salud que abordan sus necesidades sean más efectivos.

«En lo relativo a la reproducción, las mujeres discapacitadas necesitan controlarse regularmente. Deben realizarse exámenes ginecológicos anuales, controles prenatales en caso de embarazo, y dar a luz en centros de salud que tengan capacidad de internación», destacó Bohoussou. «Estas precauciones deben estar acompañadas por controles post-natales si la discapacidad es física».

Además, a las mujeres les gustaría participar en la concepción, desarrollo e implementación de políticas sanitarias en general, particularmente las vinculadas a la poliomielitis.

«Nosotras somos, mayoritariamente, víctimas de esta enfermedad que nos discapacitó, y hoy algunas de nosotras somos madres. Pensamos que podemos ser efectivas concientizadoras de familias sobre este tema», afirmaron en una declaración escrita.