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Desenmarañando el misterio de Boko Haram

En el interior de Boko Haram (II)

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

La primera entrega de este artículo se centraba en la relación entre Boko Haram y la política interna de Nigeria, así como en la guerra por los recursos regionales desencadenada alrededor de la cuenca del lago Chad. Se exponían las conexiones existentes entre las personas y redes, tanto en Nigeria como en el Chad, que estaban apoyando y/o facilitando a Boko Haram, y que al actuar así estaban participando e impulsando un peligroso juego de desestabilización regional. Naturalmente, las preguntas que se plantean son: ¿Por qué? ¿En nombre de qué intereses está llevándose a cabo esa desestabilización? ¿Cuál es el cálculo geopolítico y económico más amplio subyacente? Es a estas preguntas a las que voy a intentar contestar ahora.

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Hace al menos quinientos años que los europeos vienen considerando a África como una potencial fuente de riqueza y poder. Desde las primeras expediciones portuguesas hasta el momento actual, Occidente ha visto en África riquezas preciosas y aparentemente ilimitadas. Desde oro, diamantes y otros materiales preciosos, a energía y, imposible no mencionarla, fuerza de trabajo; los europeos (y recientemente los estadounidenses) han pululado por África como langostas del capitalismo, arrancándole sus riquezas y preguntándose después por qué África es tan caótica. Esas cínicas ambiciones, descaradamente imperialistas, han permanecido siempre en el centro de la estrategia occidental respecto al denominado «Continente Oscuro». Por tanto, también se hallan en el corazón de la actual situación en Nigeria y, en sentido más general, en África Occidental.

Al examinar la compleja red de relaciones que conectan los acontecimientos en África Occidental, aparece una tendencia preocupante aunque apenas sorprendente: en la medida en que aumentan los intereses geopolíticos y económicos de Occidente en la región, crece la inestabilidad en ella. Aunque pueda parecer incongruente, esta tendencia tiene en realidad mucho sentido. Mientras EEUU y Europa invocan ad nauseam el término «estabilidad», la realidad es que el caos y la inestabilidad se adecuan perfectamente a sus objetivos neocoloniales.

Francia, durante siglos potencia dominante en África, figura en lugar destacado en esta competición del siglo XXI para explotar África en beneficio propio. Francia se ha establecido de nuevo en sus antiguas colonias en África Occidental como poder militar y, quizá mucho más importante, como poder económico. Utilizando los pretextos gemelos del terrorismo y humanitarismo, Francia ha conseguido velar con éxito sus verdaderas intenciones en la región, es decir, el saqueo de los recursos minerales y energéticos. Debido a que el imperialismo rampante del Imperio Colonial Francés es políticamente inaceptable para los estándares actuales, Francia se ha presentado a sí misma como patrón benevolente, un poder altruista que quiere sencillamente ayudar a que se pongan en pie sus antiguos niños coloniales. Sin embargo, cuando uno rasca un poco más profundamente, se hace evidente que la Francia que en otro tiempo esclavizó a Haití, colonizó Argelia y gran parte de África del Norte y explotó sin piedad África Occidental, sigue vivita y coleando.

Pero Francia no está realmente sola vislumbrando potenciales beneficios económicos en África Occidental. Recientemente, Alemania ha saltado también al ring, dejando claro que intenta ser más asertiva militar y económicamente en la región. Como principal motor económico de Europa, Alemania se halla en una posición privilegiada para sacar el máximo provecho de la inseguridad y del tremendo crecimiento demográfico de África Occidental. En Ghana, Nigeria y otros lugares, Alemania considera desaprovechados para sus exportaciones los potenciales mercados, también como baluartes de apoyo militar. De esta forma, la Unión Europea, a la que Alemania considera cada vez más como dominio suyo, se coloca en el centro de una creciente competición en la región.

Y, por supuesto, luego está el ineludible e intratable centro neurálgico militar de EEUU, que ha ido aumentando calladamente, aunque de forma significativa, sus capacidades militares -su «huella», por utilizar la forma de hablar del AFRICOM y sus planificadores estratégicos- por todo el continente. Esta atronadoramente silenciosa expansión militar tiene el objetivo, de raíz, de controlar el ascenso de la influencia económica de China en el continente. Con respecto a África Occidental, EEUU ha establecido una red extensamente dispersa, aunque obviamente coordinada, de pequeñas instalaciones militares que Washington confía en utilizar para ampliar su hegemonía sobre el espacio africano con las proverbiales «botas sobre el terreno». En efecto, responde con precisión a las funciones asignadas al AFRICOM desde 2007, a saber, mantener la presencia militar estadounidense sin invertir en un despliegue a gran escala.

Con este objetivo más amplio de bloquear la penetración económica china en África, EEUU y sus lacayos europeos han transformado el continente en un campo de batalla por poderes, uno que tiene en la desestabilización un arma poderosa. En el caso de África occidental, como en otras partes del continente, son los pueblos los que pagarán con sangre las ambiciones geopolíticas y económicas del Imperio.

¿El jefe de ahora…? El mismo de siempre…

La creciente inestabilidad en todo el África Occidental francófona le ha proporcionado a Francia el pretexto adecuado para reafirmar su hegemonía en sus antiguas colonias. El golpe de 2012 en Mali, y la subsiguiente guerra civil y aparición del terrorismo, le dio al ejército francés la puerta de entrada para estacionar de forma permanente fuerzas militares en toda la región. Sin embargo, la pregunta real no es si Francia está «ayudando» o no a sus antiguas colonias, sino ¿cuál es su verdadera agenda?

A pesar de toda la retórica sobre democracia, estabilidad e imperio de la ley, Francia tiene motivaciones muy egoístas. En relación a Boko Haram, Nigeria y la cuenca del lago del Chad, Francia es el principal beneficiario de la extracción energética que está teniendo lugar allí, mientras que su puerto de Le Havre es el destino final del petróleo sin refinar. Como señalé en la Parte I, la cuenca del lago del Chad contiene un volumen estimado de 2.320 millones de barriles de petróleo, 14.659 billones de pies cúbicos de gas natural y 391 millones de barriles de líquidos de gas natural. Consideradas globalmente, tanto en términos de las actuales y las potenciales exportaciones, esas reservas energéticas valen miles de millones. Pero los intereses económicos de Francia no se detienen precisamente en la energía.

Francia tiene mucho interés en explotar los lucrativos depósitos minerales por toda la región. Si uno duda de la sinceridad de las intenciones neocoloniales de Francia en lo que respecta a la extracción de minerales, uno no tiene más que mirar más allá del hecho de que el gobierno «socialista» francés de Hollande está invirtiendo más de 500 millones de dólares en una nueva compañía minera de propiedad estatal. Como el Ministro francés de Industria, Arnaud Montebourg, afirmó al anunciar esta nueva empresa: «A los países francófonos africanos les gustaría trabajar especialmente con nosotros más que hacer negocios con multinacionales extranjeras». Naturalmente, uno debería tomar esa declaración con una saludable dosis de escepticismo respecto a las posibilidades de elección que tienen esos países en el asunto, y no digamos ya sus ciudadanos. No sólo Francia tratará de explotar los depósitos de minerales de litio y germanio sino también todos los importantes y raros minerales que resultan tan lucrativos en esta era de los microprocesadores y otras tecnologías, que necesitan precisamente de esos minerales.

Además, la interesante frase de Montebourg sobre las «multinacionales extranjeras» es muy reveladora. Por una parte, parece que en las mentes de las elites empresariales y políticas francesas, ellos no son «extranjeros» cuando actúan en los países francófonos. Es imposible ignorar el neocolonialismo subyacente en esa mentalidad. Por otra parte, parece casi evidente que las «multinacionales extranjeras» a las que se está refiriendo son las compañías chinas (privadas y de propiedad estatal) que han conseguido inmensos avances por toda la región en términos de inversión y extracción de minerales. Por tanto, Francia es claramente consciente de la guerra territorial entre ellos y China por esas riquezas del África Occidental.

Además de las tierras raras y otros minerales, hay enormes depósitos de uranio por toda la región que han despertado el interés de Francia. Como informaba en 2014 Think Africa Press:

«En la actualidad, Francia obtiene más del 75% de su electricidad a partir de la energía nuclear, y depende de Níger para gran parte de sus suministros actuales y futuros de uranio. Esta dependencia podría incluso crecer aún más cuando se inicie en 2015 la producción en el recién descubierto depósito de uranio Imouraren. La mina está preparada para producir 5.000 toneladas de uranio al año y contribuirá a hacer de Níger el segundo mayor productor de uranio del mundo. Areva, que es propiedad del Estado francés en un 87% y tiene una participación mayoritaria en tres de las cuatro compañías mineras de uranio que operan en Níger, está financiando la nueva mina.»

Añadan a esto el hecho de que el Presidente del Níger, Mahamadou Issoufou, es un antiguo empleado de Areva, la compañía que, a pesar del conflicto en curso con el gobierno del Níger sobre los porcentajes de royalties, mantiene aún un monopolio sobre el comercio de uranio. No debería constituir ninguna sorpresa entonces que el principal competidor de Areva (y de Francia) por este lucrativo comercio sea China que «tiene ya el 37% de la propiedad de la mina SOMINA en Níger y ha desarrollado exploraciones para encontrar uranio por todo el país».

La batalla entre Francia y China por la influencia y el control de los minerales y mercados estratégicos es cada vez más importante en la política global de Francia en la región. El objetivo de Francia es reestablecer la hegemonía económica en su «esfera de influencia» francófona, como se pone de manifiesto en el documento político del gobierno francés titulado «Una alianza para el futuro: 15 propuestas para una nueva dinámica económica entre África y Francia«, que puede considerarse como el plan de acción de la política francesa en la región. Sin duda, este mayor énfasis se debe al hecho de que «Durante la pasada década, la cuota de Francia en el comercio africano se desplomó del 10% al 4,7%, mientras que la cuota de China en el mercado africano se disparó en 2011 a más del 16%». Cada vez se hacen más evidentes los contornos de esta guerra por poderes.

¡Que vienen los alemanes!

Aunque la implicación de Alemania en África no fue nunca tan profunda ni tan duradera como la de Francia, Gran Bretaña u otros imperios europeos, no es muy probable que alguien acuse a Alemania de quedarse atrás en lo que se refiere a imperialismo agresivo. Aunque el «reparto de África» del siglo XIX está desde hace mucho tiempo en el espejo retrovisor bien diseñado de Alemania, Berlín ha demostrado recientemente un cambio en sus compromisos en el continente; Alemania intenta ser un actor a nivel militar y, sobre todo, económico.

En un reciente documento político titulado Directrices Políticas para África del Gobierno Federal, el gobierno alemán señala que «el potencial de África se deriva de su desarrollo demográfico y del hecho de que es un inmenso mercado de futuro con fuerte crecimiento económico, ricos recursos naturales, un gran potencial para aumentar la producción agrícola y la seguridad alimentaria por sus propios esfuerzos… Los mercados africanos están desarrollándose dinámicamente y -más allá de las industrias extractivas- serán de interés creciente para las empresas alemanas» (recogido también aquí).

En esencia, Alemania considera a África en sentido general, y a África Occidental en sentido específico, como un importante mercado emergente que puede ser capitalizado por las corporaciones alemanas. Quizá sea por esto que la Cancillera Merkel ha reiterado el compromiso de Alemania para proporcionar ayuda militar en forma de apoyo financiero, entrenamiento, logística, vigilancia, etc. para su socio desde hace tiempo en Ghana. Y es a través de la mediación de Ghana que Alemania busca ampliar su presencia militar en la región. Tras un reciente encuentro en Alemania entre los dirigentes de los dos países, se informó en la página oficial del gabinete alemán en Internet en respuesta a la amenaza de Boko Haram:

«Angela Merkel apoyó la propuesta del Presidente de Ghana de fundar una fuerza de intervención regional africana… El Presidente de Ghana prometió que desplegaría las tropas de su país. El Bundeswehr [las fuerzas del ejército alemán] coopera con las fuerzas armadas de Ghana. En aras a la construcción de la paz y prevención de crisis, Alemania está trabajando para poner en marcha y estabilizar estructuras de seguridad regional, en parte a través del Centro de Formación para el Mantenimiento de la Paz Internacional Kofi Annan, que se fundó hace diez años con apoyo alemán. Alemania apoya también a Ghana en el establecimiento de un regimiento de ingenieros como parte de la planeada fuerza de intervención de la Unión Africana.»

Está claro que Alemania ve en Ghana un socio viable a través del que puede conseguir presencia militar en la región. Utilizando como pretexto a Boko Haram, parece que una vez más la fuerza militar alemana, junto con la ayuda financiera, se utilizará para garantizar el acceso a todos los mercados importantes que Alemania desea tan desesperadamente.

También está claro el contexto más amplio. Alemania es la segunda mayor economía exportadora por detrás de China (excluyendo a la UE como economía única) y como tal, considera a China como su principal rival en la penetración de aquel mercado. No hace falta decir que, al igual que a Francia, a Alemania le preocupa que la hegemonía económica china en África Occidental pueda marginar a las empresas alemanas, obligándolas a ocupar el asiento trasero respecto a China. Y por tanto, al igual que su prima europea Francia, Alemania mira hacia su ejército y utiliza el pretexto del contraterrorismo para asegurar su propia posición económica.

El elefante imperialista en la cacharrería

Aunque Alemania y Francia tienen claras motivaciones económicas para expandir su presencia en África Occidental, la agenda de EEUU es mucho menos obvia. Aunque EEUU invierte mucho en total en África, casi no depende de las materias primas africanas o del mercado emergente como sus aliados europeos. Lo que realmente le preocupa a Washington es quedarse rezagado respecto a China en todo el continente.

Como la respetada profesora y experta en China Deborah Brautigam señalaba en su informe de 2013 «Chinese Investment in Africa»: «Las importaciones y exportaciones chinas, el flujo de inversiones y la financiación de las exportaciones están creciendo cada vez más. Por ejemplo, el comercio entre China y África aumentó de 10.000 millones de dólares en el año 2000 a 166.300 millones en 2011… [En 2012] los dirigentes chinos anunciaron un objetivo de 20.000 millones para financiar a los países africanos en 2015. Si se llevara a cabo, entre 6.000 y 7.000 millones de dólares fluirían de media cada año hacia África».

Las cifras de Brautigam ilustran el hecho de que, a pesar de estar aún un poco por debajo de la inversión total anual de EEUU en el continente (9.000 millones de dólares), China está desafiando con toda rapidez la hegemonía económica estadounidense en África. Al haber invertido en toda una variedad de sectores, desde la minería y el petróleo a las telecomunicaciones y la banca, China se ha convertido en una alternativa viable a las inversiones y ayudas de EEUU, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Naturalmente, esto ha molestado al establishment corporativo y político en EEUU, que ven en China una amenaza a su poder. Es precisamente este desafío de China lo que verdaderamente motiva la callada expansión de la presencia militar estadounidense en el continente, especialmente en África Occidental y el Sahel.

EEUU ha establecido una inmensa red de bases e instalaciones para aviones no tripulados por toda la región, aunque los oficiales del ejército se niegan a reconocer que las instalaciones sean algo más que «zonas temporales de tránsito» o algún otro vacuo eufemismo. Sin embargo, una simple mirada al mapa, combinada con los dispares informes aparecidos en diversos medios, pinta un cuadro mucho más insidioso acerca de lo que EEUU está haciendo.

Bajo los auspicios del AFRICOM, EEUU se halla presente en casi cada país importante de la región. En el Chad, que aparece de forma preeminente en la narrativa de Boko Haram, EEUU ha estacionado indefinidamente personal militar para buscar, aparentemente, a las niñas de Chibok. Sin embargo, el propio comunicado de prensa de la Casa Blanca revela un objetivo de mucho mayor alcance, a saber: «Ese personal apoyará las operaciones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento de aviones para las misiones desplegadas sobre el norte de Nigeria y áreas circundantes». Traducción: EEUU tiene aviones no tripulados y otros medios de vigilancia cubriendo toda la cuenca del lago del Chad.

Aunque EEUU sólo admitió un pequeño contingente de soldados, la realidad es que hay muchas más fuerzas estadounidenses presentes en el Chad de una u otra manera. Quizá esto quede mejor ilustrado por el desconcertante hecho de que el Chad ha sido seleccionado para albergar los ejercicios militares Flintlock 2015 del AFRICOM, «que se iniciarán el 16 de febrero de 2015 en la capital, N’Djamena, con zonas remotas de avituallamiento en Níger, Nigeria, Camerún y Túnez, y que durarán hasta el 9 de marzo de 2015». ¿Enterados? El personal militar estadounidense estará dirigiendo maniobras por toda la región, con especial atención en los países de la cuenca del lago Chad. Pero la cosa no acaba ahí.

EEUU anunció en 2013 que estaba construyendo una importante base para aviones no tripulados en Níger. Como informaba el Washington Post:

«Los aviones no tripulados Predator en Níger… le facilitan al Pentágono un bastión estratégico en África Occidental… Níger tiene también fronteras con Libia y Nigeria, que están también luchando para contener movimientos armados extremistas… El Presidente nigeriano Issoufou Mahamadou dijo que su gobierno invitó a Washington a enviar aviones no tripulados de vigilancia porque estaba preocupado de que el país no pudiera defender sus fronteras de los combatientes islámicos que tenían bases en Mali, Libia o Nigeria… ‘Damos la bienvenida a esos aviones», dijo Mahamadou… ‘Nuestros países son como un ciego llevando a otro ciego’. Confiamos en países como Francia y EEUU. Necesitamos su cooperación para afianzar nuestra seguridad’.»

Y ahí queda dolorosamente clara la conexión entre la implicación militar estadounidense y Boko Haram y otros grupos terroristas. EEUU explota cínicamente la inestabilidad en la región -una consecuencia directa de la guerra de la OTAN y EEUU contra Libia- para atrincherar aún más su potencia militar.

Como si fueran necesarias más pruebas de las intenciones estadounidenses, Marine Corps Times informaba en septiembre de 2014 de que: «El Cuerpo de Marines ha establecido tres nuevas zonas remotas de avituallamiento en Senegal, Ghana y Gabón que ayudarán a los marines a responder con mayor rapidez a las crisis africanas». Desde luego el AFRICOM y la burocracia militar no se refieren a esas instalaciones como «bases», sino como «instalaciones de seguridad cooperativa». Pero ese nombre cambia poco el hecho de que son instalaciones militares permanentes de EEUU en África Occidental.

Al parecer no hay ningún país en la región que se vea libre de la penetración militar estadounidense. El Washington Post informaba en 2012:

«Un enclave fundamental de la red de espionaje estadounidense puede encontrarse en Ouagadougou, la… capital de Burkina Faso… En función de un programa clasificado de vigilancia, denominado Creek Sand, docenas de contratistas y personal estadounidense han llegado a Ouagadougou en los últimos años para establecer una pequeña base aérea en la zona militar del aeropuerto internacional. Aviones-espías desarmados estadounidenses vuelan cientos de kilómetros hacia el norte hasta Mali, Mauritania y el Sahara.»

Considerando todo lo expuesto, queda claro que EEUU ha establecido una inmensa estructura militar por todo África Occidental y el Sahel, mucho más grande de lo que se haya reconocido públicamente o incluso a nivel privado. Aparentemente, EEUU está levantando esta red de bases con objetivos contraterroristas, para enfrentar los desafíos a la seguridad generados por Boko Haram, Al-Qaida en el Magreb, y otros grupos. Sin embargo, los que somos algo menos crédulos y sentimos a menudo escepticismo sobre las intenciones de EEUU y su ejército, podemos ver claramente lo que Washington está haciendo.

La infraestructura militar, la vigilancia, la ayuda a los países de la región, etc., son parte de un intento coordinado de EEUU para controlar la creciente influencia de China en la región. EEUU conoce perfectamente el hecho de que cada vez es más incapaz de competir con China en términos de inversión y comercio mutuamente beneficioso en el continente. Y, por tanto, EEUU recurre a su principal palanca de hegemonía: su ejército. Considerado bajo este prisma, el terrorismo no es tanto una amenaza como una ventana de oportunidades para consolidar el lugar de Washington como supremacía dominante en África.

Quizá lo más trágico es que el destino de las niñas de Chibok, junto con los inocentes de Baqa y otros muchos por todo el norte de Nigeria y la región, se ha convertido en una mera coletilla en el gran esquema del imperialismo en África. Sus vidas han devenido en moneda de cambio con la que jugar en beneficio de Francia, Alemania y, sobre todo EEUU.

Desde luego, hay que hacer chitón en todo lo que se refiere a las verdades incómodas. «Aquí no ha pasado nada», nos dicen nuestros valientes medios de comunicación. Por desgracia y de forma innegable, esto es así para la inmensa mayoría de los occidentales; piensan sencillamente que no hay nada digno de ver.

Eric Draitser es el fundador de StopImperialism.com. Es un analista geopolítico independiente que vive en la ciudad de Nueva York. Puede contactarse con él en: [email protected]

Fuente: http://www.counterpunch.org/2015/01/29/inside-boko-haram/