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Pandemia y desigualdad

En el peor momento la élite multimillonaria saquea a la clase trabajadora

Fuentes: CounterPunch - A l'encontre - Correspondencia de Prensa

En medio de una pandemia mundial, de un hundimiento económico sin precedentes, de un desempleo masivo, del hambre y la desesperación, el mercado de valores está en auge y los más ricos de los ricos son más ricos que nunca.

Desde el mes de marzo, más de 58 millones de personas en los Estados Unidos han solicitado formalmente un puesto de trabajo. El Internal Revenue Service (IRS, Servicio de Impuestos Internos por su sigla en inglés, oficina recaudadora, dependiente del Departamento del Tesoro, NdT) prevé que la economía de los EE.UU. contará con casi 40 millones de empleos menos en 2021 que los previstos antes de la pandemia, debido a la prolongada depresión económica. Aunque ampliamente se reconozca que la economía no se «recuperará» con una actividad plena -incluso si los casos de coronavirus disminuyeran pronto- y que la actual depresión continuará durante mucho tiempo, las empresas están haciendo todo lo posible para que aumenten los precios de sus acciones.

En su búsqueda desesperada de beneficios, muchas grandes empresas proyectan despidos masivos y reconocen que los empleados que actualmente están en «desempleo técnico» no tendrán trabajo al final de este periodo, cuando vuelvan. El Wall Street Journal informa que un estudio reciente demostró que «casi la mitad de los empleadores estadounidenses que han despedido o suspendido personal debido al Covid-19 están planificando nuevas reducciones de personal durante los próximos 12 meses». Las empresas dicen que los trabajadores y trabajadoras con salarios bajos serán los primeros en ser despedidos.

Según el Washington Post, que compara las cifras actuales con las de la recesión de Bush-Obama, que comenzó en 2009, la cantidad de trabajadores víctimas de un recorte salarial, desde el principio de la crisis hasta el 1° de julio, fue el doble. Más de 10 millones de trabajadores del sector privado sufrieron reducciones salariales o fueron obligados a trabajar a tiempo parcial.

La compañía de automóviles Tesla (especializada en coches eléctricos, basada en la Silicon Valey, NdT) impuso a todos los trabajadores una rebaja de sueldo del 10% desde mediados de abril hasta julio. Durante el mismo período, las acciones de Tesla se dispararon y el valor neto de la fortuna del director general Elon Musk pasó de 25.000 millones de dólares a más de 100.000 millones de dólares. Salesforce, una compañía de programas informáticos (para el comercio y la industria) anunció niveles de ventas récord un día y el despido de 1.000 trabajadores el día siguiente.  Las acciones de la compañía subieron un 26%.

Otro estudio encontró que el 50% de todos los empleados de las pequeñas empresas que han sido despedidos desde el mes de marzo siguen sin trabajo. El 28% está todavía con licencia y el 22% ha sido despedido definitivamente. Incluso en las estadísticas de desempleo manipuladas y gravemente subestimadas por el gobierno, la cantidad de personas que han estado en el seguro de paro entre 15 a 26 semanas es casi el doble de lo que era en el momento más crítico de la recesión de 2009, y exponencialmente más elevada que en cualquier otro momento desde la Gran Depresión de la década de 1930.

Los proyectos de ley de «reactivación», firmados por Donald Trump y aprobados por los demócratas, ya han dado billones de dólares a las grandes empresas y el equivalente de decenas de miles de millones de dólares en reducciones de impuestos a los estadounidenses más ricos. Incluso dos tercios de la ronda inicial de préstamos del Programa de Protección de los Salarios (Paycheck Protection Program), supuestamente destinados a «pequeñas empresas», fueron a grandes corporaciones como la Ritz Carlton (cadena de hoteles de lujo, NdT), además del regalo de varios miles de millones de dólares entregados como honorarios a los bancos que efectuaban los préstamos.

Mientras que millones de trabajadores con bajos salarios, «muchos de los cuales trabajan en el sector servicios muy afectados como la hotelería, los viajes y el comercio minorista…han perdido sus empleos, han sido despedidos o han visto reducidas sus horas de trabajo», escribe el Wall Street Journal, «los ingresos de los profesionales de cuello blanco…han permanecido en su casi totalidad intactos».

Los súper ricos se enriquecen más que nunca

El 18 de agosto -un día en el que murieron 1349 personas a causa del Covid-19 y mientras que varias decenas de millones de personas estaban sin trabajo- el índice de bursátil S&P 500 alcanzó un récord histórico y el índice Nasdaq 100, basado sobre todo en la tecnología, se encontraba ya en un nivel récord. Los periódicos financieros anunciaron un nuevo «mercado alcista», prediciendo que el valor de las acciones seguiría aumentando.

El éxito fulgurante del mercado de valores en el contexto actual sorprendió a muchas personas. Apenas dos semanas antes de que las acciones alcanzaran un máximo histórico, los Estados Unidos habían anunciado el mayor retroceso económico, durante tres meses, desde la Gran Depresión. El hecho de llamarlo «el mayor retroceso» no basta para dar una idea de su magnitud. La contracción del 9,5% de abril a junio de 2020 fue cuatro veces superior a la mayor disminución registrada desde la Segunda Guerra Mundial.

Las economías del mundo entero están en caída libre. El PIB de los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), las mayores economías del mundo, cayó casi un 10% durante el mismo período -cuatro veces más que durante la crisis mundial de 2009- y se espera que el PIB mundial disminuya un 5% este año, un porcentaje histórico. Sin embargo, el mercado de valores sube, insensible a todo eso, al tiempo que los extremadamente ricos tratan de exprimir hasta la última gota a los trabajadores.

Según Bloomberg News, la riqueza de las 500 personas más ricas del mundo aumentó en 871.000 millones de dólares desde principios de año, y que «el aumento de la riqueza se concentra especialmente en los primeros puestos del índice de multimillonarios». Teniendo en cuenta solamente la semana del 24 al 28 de agosto, las 500 personas más ricas del mundo aumentaron su riqueza en 209.000 millones de dólares. Los diez multimillonarios más ricos del mundo acaparan juntos más de un billón de dólares.

Jeff Bezos, el director general de Amazon, de lejos el más rico del mundo, tiene una riqueza personal de 204,6 mil millones de dólares a fecha del 26 de agosto. Gran parte de su riqueza proviene de las acciones de Amazon, las que aumentaron un 80 por ciento en lo que va de año. La riqueza de Bezos se duplicó casi durante la pandemia, en un solo día, ganó 13 mil millones de dólares.

Las estimaciones históricas varían, pero la mayoría está de acuerdo en que John D. Rockefeller y Andrew Carnegie son los únicos magnates americanos que más dinero han tenido, una vez ajustado a la inflación, que el que Jeff Bezos tiene ahora.

Este año, las mayores ganancias obtenidas en las acciones fueron para las empresas más grandes, especialmente en tecnología, ya que la pandemia y el hundimiento económico se convirtieron en una bendición para el capitalismo monopolista. Apple, un monopolio tecnológico, es ahora la compañía más cotizada del mundo, con una capitalización de más de 2 billones de dólares – la primera compañía en alcanzar este umbral – que se incrementó en 1 billón de dólares en sólo 21 semanas.

¿Cuál es el secreto del increíble éxito de Apple? Apple se lanzó en la mayor re-compra de acciones de la historia, comprando 360.000 millones de dólares de sus propias acciones desde 2012, según el New York Times. Esta táctica de auto enriquecimiento incrementa el valor de las acciones de una empresa, al comprarlas a los accionistas, les da dinero directamente, en decenas y cientos de miles de millones, y hace que esas empresas sean aún más ricas al reducir el número de acciones restantes que los inversores pueden llegar a comprar, lo que hace que suba el precio de las mismas.

En los dos últimos años, Apple gastó 141.000 millones de dólares en compras de acciones, después de que las reducciones de impuestos de Trump en 2017 permitieran a la compañía repatriar 252.000 millones de dólares en beneficios no sujetos a impuestos a los Estados Unidos. Apple había conservado el dinero en paraísos fiscales durante años, negándose explícitamente a pagar impuestos y alegando que si era repatriados a los Estados Unidos, el dinero se utilizaría para «crear» decenas de miles de puestos de trabajo – pero que no lo haría si tenía que pagar impuestos. La Ley de Trump sobre empleo y recortes fiscales de 2017 suprimió el impuesto a la repatriación basado en la misma premisa falsa y una vez el dinero en los Estados Unidos, esas sumas fueron utilizadas para el fin previsto desde el principio: ser directamente entregado a los accionistas millonarios y multimillonarios de la empresa. Uno de estos multimillonarios es el director general de la empresa, Tim Cook, aunque su fortuna de mil millones de dólares es bastante irrisoria para los estándares actuales de la clase dirigente.

Otros monopolios tecnológicos como Microsoft y Google obtuvieron también grandes aumentos. Amazon y Microsoft van a alcanzar a Apple a finales de este año, llegando al nivel de los 2 billones de dólares. La única empresa que cotiza en la bolsa y que se acerca a estas cifras, en el mundo entero, es la saudí ARAMCO, la empresa estatal de petróleo y gas de Arabia Saudita. A modo de comparación, el valor total de las acciones de Walmart, con mucho la mayor empresa del mundo en términos de ventas -es decir, los productos realmente fabricados y vendidos- es de 370.000 millones de dólares.

Según esta carrera salvaje del mercado de valores, los beneficios de las empresas cayeron casi un 25% en la primera mitad de 2020, pese a los gastos en productos de consumo -la gran mayoría de la economía de los Estados Unidos- apoyados en gran medida por el subsidio de desempleo de 600 dólares, los tipos de interés cercanos a cero y en menor medida, los cheques de incentivo de 1.200 dólares. El subsidio de desempleo sustituyó efectivamente los salarios perdidos por los desocupados, permitiéndoles seguir haciendo las compras necesarias, mientras que los intereses bajos impulsaron un gasto -inesperado- de los ricos, los que estuvieron en gran medida a salvo de la depresión económica.

Esas ganancias bursátiles, enardecidas y totalmente ficticias, son la razón por la que los directores generales, los principales accionistas y los ejecutivos de las empresas vendieron más de 50.000 millones de dólares en acciones desde mayo de este año. La CNN acota que esos «iniciados» («insiders»), como se les llama, «están al tanto de más información sobre la verdadera salud de sus empresas que el inversor medio». Y si confiaran en una recuperación del mercado, probablemente no estarían vendiendo ahora sus acciones».

El subsidio especial de desempleo llega al final, no hay ningún anuncio sobre futuros subsidios extraordinarios, y el gasto de los ricos, por sí solo, no será suficiente para mantener la fachada de una economía en pleno desmoronamiento histórico.

La clase trabajadora sufre mientras los ricos tiran manteca al techo

«La recesión terminó para los ricos, pero la clase obrera está lejos de poder recuperarse», escribió el Washington Post el 18 de agosto. Se han recuperado menos de la mitad -42%- de los empleos perdidos durante la pandemia y los que menos probabilidades tienen de volver a trabajar son los trabajadores con salarios bajos. Las personas de color y las mujeres son las que más han sufrido. Las mujeres representan dos tercios de las personas que ocupan los 40 trabajos peor pagados, y las mujeres negras son la mayoría de los trabajadores y trabajadoras mal pagados.

«Los hombres y mujeres negros han recuperado alrededor del 20% de los empleos que perdieron durante la pandemia», informa el Washington Post, mientras que los hombres y mujeres blancos han recuperado el 40 y el 45% de los empleos perdidos, respectivamente. Entre febrero y mayo de 2020, desaparecieron 11 millones de puestos de trabajo ocupados por mujeres. La Oficina del Censo de los Estados Unidos  (U.S. Census Bureau) informa que «uno de cada cinco adultos en edad de trabajar está desempleado debido a que el Covid-19 cambió las condiciones para el cuidado de los niños»: las mujeres corren tres veces más riesgo que los hombres de tener que dejar sus trabajos -y hasta cinco veces más propensas a reducir sus horas- para cuidar a sus hijos. La pérdida de puestos de trabajo que afecta a las mujeres hoy en día van a tener un impacto, incluso en las próximas décadas.

Entre 30 y 50 millones de personas en los Estados Unidos corren el riesgo de ser desalojados de sus hogares en los próximos meses, ya que las protecciones temporales contra el desalojo no tendrán más efecto. Una encuesta reciente de la Oficina del Censo de los EE.UU. establece que «casi la mitad de los inquilinos hispanos y el 42 por ciento de los negros dijeron que no tenían ‘confianza’ o que tenían ‘poca confianza’ en su capacidad para pagar el alquiler de agosto.

Paralelamente, los precios de los productos alimenticios están aumentando a un ritmo más rápido que nunca en los últimos 50 años, lo que hace que para muchos, la carne y los huevos sean inaccesibles. El precio de la carne vacuna aumentó un 25% este año. La misma encuesta de la Oficina del Censo concluyó que «el 20% de los hogares hispanos con niños y casi un cuarto de los hogares negros con niños dicen que no tienen suficiente para comer».

La fundación Kaiser Family Foundation estima que, en los Estados Unidos, 27 millones de personas perdieron el seguro médico durante la pandemia.

Mientras que millones de trabajadores luchan, pasan hambre y se ven constantemente amenazados y acosados por los propietarios de sus viviendas, los tipos de interés históricamente bajos estimulan enormes gastos por parte de los ricos. Las tasas de interés de las hipotecas son las más bajas en la historia de los Estados Unidos, lo que se traduce en niveles récord de compra de casas por parte de aquellos que no tienen problemas financieros. La venta de automóviles también aumenta gracias a las bajas tasas de interés. «Algunos concesionarios tuvieron el mejor mes de julio de su historia», informa el Washington Post. No hace falta decir que no vamos a ver esos coches en las filas kilométricas que esperan delante de los bancos de reparto de alimentos.

Aunque varios millones de personas sigan desocupadas, las ventas al por menor han vuelto a los niveles anteriores a la pandemia, con ganancias masivas para los grandes supermercados como Target, Walmart y Home Depot, que están registrando las mayores ventas de su historia. Mientras tanto, 100.000 pequeñas empresas cerraron sus puertas permanentemente a mediados de mayo y se estima que muchas más, cientos de miles, no va a sobrevivir a la pandemia y a la depresión económica que se está gestando, lo que dejará a millones de trabajadores sin empleo.

Los pequeños negocios cierran y empresas como Walmart y Target los remplazan. Eso forma parte del proceso que permite al capitalismo convertir el desastre en «oportunidad», acelerando su tendencia al monopolio y consolidando el mercado en cada vez menos manos, en lo que es una búsqueda desesperada de mayores ganancias.

La Reserva Federal imprime paladas de dinero para los ricos

La Reserva Federal (Banco Central) no ha dejado de imprimir dinero para entregárselo a los ricos. Durante el último derrumbe económico, bajo el mandato de George W. Bush y Barack Obama, la cantidad total había superado 29 billones de dólares. Sin ninguna duda, esta vez las cifras irán mucho más allá.

El New York Times del 18 de agosto dijo, a propósito de la creciente brecha económica entre capitalistas y trabajadores, que la Reserva Federal no tiene la intención de dejar de facilitar sumas colosales de dinero a los ricos. «La Reserva Federal puso en práctica nuevos programas para comprar bonos del Tesoro y otros productos financieros para tranquilizar a los inversionistas, y financia esencialmente estos programas con la creación de nuevo dinero», escribió el periódico.

Al principio de la crisis, la Reserva Federal compró inmediatamente 3 billones de dólares en bonos del Tesoro y obligaciones de las empresas, en gran parte bajo forma de compra de grandes cantidades de deudas de grandes empresas como Microsoft, Coca-Cola, McDonald’s, Exxon Mobil, Walmart, AT&T y Visa. Esas importantísimas compras de deuda por parte de la Reserva Federal financian a las empresas y disminuyen el costo de la emisión de deuda para las mismas.

La Reserva Federal tiene un programa de préstamos para pequeñas y medianas empresas, llamado Programa de Préstamos para la Calle Principal, pero el mismo no les ha otorgado casi ningún préstamo. De los 600.000 millones de dólares destinados a este programa, sólo fueron prestados 92 millones, o sea 0,015% de lo previsto. La razón es que a los bancos comerciales que conceden los préstamos y se quedan con un pequeño porcentaje de los mismos, mientras venden el resto a la Reserva Federal, no les interesa otorgar pequeños préstamos a las pequeñas empresas con intereses casi nulos, un beneficio casi nulo y un riesgo elevado si las pequeñas empresas quiebran. Los bancos preferirían utilizar esos fondos para financiar préstamos mucho más importantes, con intereses más elevados y mucho más rentables, a las grandes empresas que necesitan grandes cantidades de préstamos para salir de la crisis económica.

De esta manera, la mecánica natural del capitalismo, que se basa en la ganancia, permite que las grandes empresas desplacen a las pequeñas, haciéndose cargo de partes de mercado cada vez más importantes.

El capitalismo monopólico consolida sus conquistas

El mercado de valores se recuperó después del «mercado en baja» más corto de la historia, «una muestra clara de lo que los analistas describen como optimismo, orgullo o pura codicia especulativa», dijo el New York Times. Sin embargo, el mantenimiento de esas alzas bursátiles «depende en gran medida del gasto federal, de una política monetaria fácil y de la continuidad de los índices positivos en la búsqueda de vacunas antivirus». Como puede verse, aspectos tales como la reducción del desempleo, el aumento de las prestaciones sociales, el aumento de los salarios, la disminución de los casos de coronavirus y las muertes a corto plazo -por no mencionar los ingresos y beneficios reales de las empresas- no figuran entre las preocupaciones del mercado de valores.

Aunque los índices bursátiles alcancen niveles récord, las ganancias distan mucho de ser universales, incluso entre las grandes empresas. «Casi todas las ganancias de los principales índices bursátiles de este año se deben al aumento de los precios de las acciones de unas pocas empresas tecnológicas gigantes, lideradas por Apple, Amazon y Microsoft», informa el New York Times.

«Una economía débil puede ser, en realidad, muy buena para Wall Street», explica el Times, «si eso significa que la Reserva Federal mantiene el caudal de dinero fresco -lo que Wall Street llama liquidez- que circula a través de los mercados financieros». El New York Times señala también que ésa es la razón que hace que los análisis muestren «poca conexión» entre el crecimiento económico y el mercado bursátil.

El 27 de agosto, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, anunció que el banco central mantendría las tasas de interés cercanas a cero a largo plazo, incluso si eso provocara un aumento de la inflación, anunciando abiertamente la intención del gobierno de tratar de llevar el mercado de valores lo más alto posible.

Michael Hartnett, jefe de estrategia de inversiones del Bank of America Global Research, citado por el New York Times, lo llama el mercado alcista «nihilista» de 2020. «El rendimiento del mercado frente a tales expectativas de crecimiento», escribe, «no es más que el último ejemplo de inversores que apuestan a que un crecimiento débil hará que la Reserva Federal siga inyectando dinero en el sistema financiero, lo que en última instancia potenciaría las acciones. En otras palabras, las acciones están subiendo no por el optimismo económico, sino porque el futuro parece bastante sombrío».

Es mucho pero que en 2009

Muchos economistas, incluido el Presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, predicen que el enlentecimiento actual durará aún mucho tiempo más. La economía de los Estados Unidos necesitó casi una década para crear la cantidad de puestos de trabajo perdidos en lo que va del año. La proporción de la población que tiene un trabajo se encuentra en su nivel más bajo desde la década de 1960, y mucho más bajo que durante la Gran Recesión.

El banco de inversiones de Wall Street, Goldman Sachs, prevé una contracción de la economía estadounidense de 4,6% para este año, casi el doble de la contracción del 2,5% registrada en 2009, el peor año de la Gran Recesión.

Con la caída de los ingresos fiscales de los estados, debido al despido de trabajadores o a las inscripciones en masa en el seguro de paro excepcional, los gobiernos estatales buscan ahora equilibrar sus presupuestos sin aumentar los impuestos a los ricos -¡Que dios no lo permita!- los que recibieron el 95% de las ganancias de ingresos desde la Gran Recesión de hace diez años, sino a través de un programa de austeridad masiva que afecta a los trabajadores pobres, especialmente a las mujeres y a las personas negras.

Desde febrero, 2,8 millones de empleados de los gobiernos estatales y locales han perdido sus empleos, más de cuatro veces más que los 750.000 empleos perdidos durante cinco años en la recesión de Bush-Obama. Se estima que otros 2,8 millones de empleados de los gobiernos locales y regionales podrían perder sus puestos de trabajo.

Esas supresiones masivas de puestos de trabajo en la administración de los estados se suman a las considerables reducciones de empleos en el sector público. Antes de la pandemia, 21 estados y Washington D.C. tenían menos empleos públicos que en julio de 2008. Estos puestos de trabajo son mayoritariamente ocupados por mujeres y personas negras. Además, la tendencia a afiliarse a un sindicato es mucho mayor que el promedio. La tasa de sindicalización en el sector público es actualmente del 37%, frente al 7% en el sector privado.

El gobernador demócrata de California, Gavin Newsom, impuso una reducción salarial del 10% a todos los empleados del estado y suspendió los aumentos salariales previstos. Newsom, que es multimillonario, prometió que su propio salario también iba a ser reducido un 10%, pero The Sacramento Bee se enteró dos meses después de que la promesa era falsa y que seguía recibiendo íntegro su salario mensual de 17.000 dólares.

El gobernador demócrata de Nueva York, Andrew Cuomo, prevé un plan de austeridad similar. Cuomo y los demócratas del estado ya redujeron miles de millones de dólares al programa Medicaid durante la pandemia, y también redujeron drásticamente el presupuesto de la educación pública. Cuomo, que se convirtió brevemente en el favorito de los medios de comunicación debido a sus conferencias de prensa diarias sobre el Covid-19, con una visión mucho más en seria que la de Trump, se niega a aumentar los impuestos para los neoyorquinos ricos. En la ciudad de Nueva York hay 92 multimillonarios.

¿Qué más se puede decir de un sistema enfermo en el que el período más nefasto para la gran mayoría se convierte en el mejor de los tiempos para la elite empresarial? El capitalismo, administrado por sus socios gemelos: la guerra y el saqueo, no puede ser reformado. Debe ser abolido, por esa misma inmensa mayoría que soporta los males inherentes al sistema. Hoy en día, las primeras legiones de estas fuerzas están en las calles, en cantidades sin precedentes, para condenar el racismo sistémico del capitalismo. Augurio de luchas importantes para el período que se nos viene encima.

Nick Baker escribe en Socialist Action. Artículo publicado en Counterpunch, 3-9-2020:https://www.counterpunch.org/

Nick Baker

Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa