Estados Unidos está en el precipicio entre lo que se llama democracia y algún tipo de estado autoritario con tintes fascistas. Eso advierten generales y almirantes, ex altos funcionarios, líderes religiosos, figuras públicas e intelectuales progresistas y conservadores, un coro que tal vez no comparte otra cosa más que la necesidad urgente de sonar la alarma.
La ola de protesta más amplia jamás vista en la historia de Estados Unidos (según algunos cálculos) es en el fondo una defensa de los principios democráticos fundamentales que podría llevar –esperan muchos– al rescate de este país.
Pero la respuesta de la Casa Blanca y sus aliados amenazando con el uso de tropas militares para reprimir a ciudadanos estadunidenses ejerciendo sus derechos constitucionales provocó un estado de alerta sobre el futuro inmediato de la democracia en este país. Cinco generales –dos de ellos ex integrantes del gobierno de Trump (el exsecretario de Defensa James Mattis y el exjefe de gabinete John Kelly), otros dos que fueron jefes del Estado Mayor (Martin Dempsey y Colin Powell, quien también fue secretario de Estado con George W. Bush), un excomandante de la guerra en Afganistán y de la OTAN (John Allen) y un almirante también exjefe del Estado Mayor (Mike Mullen) han expresado que el actual comandante en jefe está amenazando a la Constitución y a la democracia.
El ex general de cuatro estrellas de los marines Allen escribió: podríamos estar viendo el inicio del fin del experimento estadunidense, pero las protestas podrán ser lo que rescate al país con un cambio que tiene que venir desde abajo.
Bill Moyers, el venerado periodista veterano, escribió esta semana que Trump está tomando un camino bien conocido por historiadores de Alemania e Italia en los años 30 y, ofreciendo una lista de avances en esa misma dirección por el presidente, advierte que el hombre en la Casa Blanca ha dado todos los pasos necesarios para lograr el sueño de dominación de un déspota. ¿Puede ocurrir aquí? Está sucediendo aquí. La democracia en Estados Unidos ha sido una serie de escapes en el último momento. Podría ser que se nos está acabando la suerte, y nadie va a venir a salvarnos. Para eso, sólo contamos con nosotros mismos.
Noam Chomsky señaló recientemente que el gobierno de Trump está guiado con una “máxima… que fue articulada más elocuentemente por un general de Franco en 1936: ‘abajo con la inteligencia. ¡Viva la muerte!’” al abordar múltiples crisis como la pandemia, el cambio climático y ahora la ola de protestas. Al comentar sobre si Trump podría intentar recurrir a la mentira de un fraude electoral para mantenerse en el poder, Chomsky indicó que ya están promoviendo esa estafa de manera enérgica, y no por primera vez. Saben que tienen un partido minoritario y que tienen que recurrir al engaño y fraude para mantener poder político y que no se puede descartar el uso del poder extraoficial, como una milicia para mantenerse en el puesto. Señaló que, con la estructura antidemocrática del sistema electoral, una minoría blanca puede mantener control, y no está fuera de las posibilidades de que en manos de Trump, esta crisis inminente podría estallar muy pronto. A la vez, Chomsky subrayó que las protestas no sólo están buscando un cambio en el comportamiento policiaco, sino de las instituciones sociales y económicas del país, y cuentan con un apoyo mayoritario notable entre el público.
Cornel West, el filósofo político y profesor en Princeton y Harvard, coincide con estos diagnósticos, pero señala que la respuesta multirracial al asesinato policiaco de George Floyd que ahora se está virtiendo en una resistencia política al saqueo legalizado de la avaricia de Wall Street, el despojo del planeta y la degradación de mujeres y los gays significa que aún estamos luchando a pesar de todo. Si la democracia radical muere en Estados Unidos, que se diga que hicimos todo con todo contra las botas del fascismo estadunidense que intentaron aplastar nuestros cuellos.
El país está en un precipicio.
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/06/08/opinion/025o1mun