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Entrevista a la socióloga María Teresa Molares, autora de “Subrayado en rojo” (Universidad de Alicante)

«En los ayuntamientos hay una obsesión por no molestar a quienes tienen el poder económico»

Fuentes: Rebelión

Entiende el rojo como una búsqueda de la justicia social, la libertad, el respeto y la dignidad. La socióloga María Teresa Molares (Alicante, 1942) ha publicado recientemente «Subrayado en rojo», libro de 534 páginas en el que recopila una parte de sus artículos en la prensa de los últimos años, sobre todo en el diario […]

Entiende el rojo como una búsqueda de la justicia social, la libertad, el respeto y la dignidad. La socióloga María Teresa Molares (Alicante, 1942) ha publicado recientemente «Subrayado en rojo», libro de 534 páginas en el que recopila una parte de sus artículos en la prensa de los últimos años, sobre todo en el diario Información de Alicante. Además de participar en el 15-M, fue concejal de Izquierda Unida en el consistorio alicantino entre 1987 y 1995; y portavoz de esta formación en el ayuntamiento durante ocho años. De su experiencia destaca la «obsesión» de los gobiernos municipales por no molestar a quienes poseen el poder económico, sean empresas de transporte, limpieza y recogida de residuos, grandes promotores urbanísticos o de negocios vinculados al fútbol. Durante una década conoció las alcaldías «presidencialistas» del PSPV-PSOE; a partir de 1995 gobernó Alicante durante 20 años el PP, con escándalos de corrupción que trascendieron al ámbito estatal (caso Brugal, Sonia Castedo, Enrique Ortiz…). Hoy jubilada, la autora, que se doctoró con una tesis sobre la especulación del suelo en Alicante, impartió clases en la universidad alicantina como miembro del Departamento de Sociología y fue responsable de formación del profesorado no universitario. Esto lo ha hecho compatible con el activismo, desde los años de militancia en la Plataforma contra la entrada de España en la OTAN y antes en el Movimiento de Profesores No Numerarios, entre otros frentes.

-Actualmente gobierna la ciudad de Alicante un «tripartito» formado por el PSPV-PSOE, «Guanyar Alacant» y Compromís. Pero Podría afirmarse que el PSPV-PSOE y el PP se han repartido el consistorio alicantino durante etapas muy largas. El PSOE gobernó entre 1979 y 1995, mientras que el PP lo hizo entre 1995 y 2015. ¿Observas diferencias entre las alcaldías de uno y otro partido?

Pude observar de cerca el gobierno del PSOE en el Ayuntamiento de Alicante durante ocho años. Hubo algunas diferencias simbólicas entre los alcaldes del PSOE y los del PP que han permanecido desde 1995 hasta 2015: tuvieron aquellos una mayor atención al orden constitucional, tímidos gestos de rechazo al franquismo y sus recuerdos urbanos… Y también algunas coincidencias en cuestiones fundamentales como pueda ser la política presupuestaria, los tratamientos fiscales, la obsesión por la imagen sin correspondencia en la realidad… Estos rasgos que pueden parecer particulares y referidos sólo al caso de Alicante, fueron y son bastante frecuentes en muchos municipios españoles, podría decirse que en una mayoría notable. Así lo vi durante mi etapa de responsable federal de política municipal en Izquierda Unida, y en mis contactos con los componentes de esa asociación de municipios que es la Federación española de municipios y provincias.

Los dos alcaldes del PSOE con los que compartí corporación en Alicante desde 1987 a 1995, se caracterizaron por una actitud presidencialista que no cedía con facilidad ni ante la corporación municipal ni ante las demandas de la población. Hubo, y permanece, una obsesión por no molestar a quienes ocupan el poder económico. Eran, son, los adjudicatarios de los grandes servicios de transporte, limpieza y recogida de basuras, grandes promotores urbanísticos y los suculentos negocios futbolísticos que casi siempre han estado en sus manos. Eso facilitó el camino que el PP recorrió y que ha desmantelado las haciendas locales en muchos ayuntamientos.

-¿Qué ocurrió después, con la llegada de los conservadores al gobierno municipal?

A partir de 1995, el respeto temeroso del PSOE fue sustituido por una confluencia de intereses que explica el aumento de los casos de corrupción. Una corrupción de intensidad variada y nacida de las necesidades de financiación de los partidos; que partía de la prolongada dictadura franquista, con prácticas clientelares, amiguistas… Los alcaldes del PP, en Alicante, en la Comunidad Valenciana y en otros muchos lugares, emprendieron una carrera de saqueo, corrupción y destrucción de lo público que ha dejado un legado pestilente muy difícil de sanear.

-Llama la atención que José Luis Lasaletta Cano, del PSPV-PSOE, fuera alcalde durante tres legislaturas, entre 1979 y 1991; en uno de los periodos, con mayoría absoluta. Recuerdas en el libro algunas de sus frases: «Hay que acabar con la cultura de la élite» y «Vamos a reponer los botijos en el Ayuntamiento». ¿Fueron gobiernos de izquierdas?

La exigua mayoría del PSOE en la primera legislatura sólo pudo darles la alcaldía gracias al apoyo del Partido Comunista de España. El apoyo a la investidura fue también acompañado de un pacto de gobierno con la obligada asunción de responsabilidades menores.

Hay que contextualizar este acuerdo alicantino con una forma de negociación que condicionaba la constitución de muchos ayuntamientos. Los intercambios de apoyos para alcaldías y gobiernos municipales se pactaron entre el PSOE y el PCE. Las negociaciones se fraguaron en un tiempo récord, dos horas. Hubo acuerdo en la necesidad de formar ayuntamientos de izquierda, hubo en cambio escasa atención a los programas y no se marcaron las preferencias ni se establecieron calendarios y formas de seguimiento para el cumplimiento de lo acordado. Las legislaturas siguientes continuaron con este tipo de pactos apresurados en los que casi siempre se trataba sólo la investidura y se olvidaban los programas y los compromisos de actuación. Las mayorías para gobernar se fraguaban en largas comunicaciones telefónicas difíciles en aquellos tiempos pre-tecnológicos con las que se buscaba equilibrar los apoyos y el reparto de las alcaldías entre PSOE, PCE y la UCD con mayoría en el gobierno de la nación.

La ruptura del PCE tras la dimisión de Santiago Carrillo, provocó también la dimisión de muchos concejales, la llegada de sustitutos con escasa formación y, finalmente, la importante pérdida de votos en las municipales del 83.

-¿Qué evaluación haces, pasados los años, de estas mayorías muncipales social-comunistas de finales de los 70?

En Alicante, como en muchos otros municipios, el PSOE resultó reforzado. La legislatura de 1983-87 fue la única de mayoría absoluta del PSOE. El alcalde Lasaletta, como los de otras muchas ciudades, reforzó su autoridad y se comportó con los modos presidencialistas que tanto ansiaba. La participación vecinal, uno de los puntos genéricos de los pactos de 1979, quedó muy debilitada. Además crecía el desencanto por los incumplimientos municipales y por el castigo que practicaron con los barrios más críticos. Los servicios continuaron en manos privadas con contratos millonarios y resultados poco satisfactorios; el enchufismo se practicaba de modo evidente, la democratización interna de la administración municipal no se puso en marcha.

Algún otro signo distintivo de la izquierda, como podía ser la cultura, la educación, la ayuda social, la lucha contra el chabolismo existente en la ciudad, la dignificación de la mujer, la vivienda, el transporte… no merecieron la atención necesaria. Otros aspectos más profundos y urgentes como la separación Iglesia-Estado, la autonomía de las fiestas locales, la atención a las necesidades de un ocio digno para la infancia, la juventud, la ancianidad, continuaron con un tratamiento similar al que recibían durante los ayuntamientos franquistas. La fiesta mantiene el mismo valor de apaciguamiento social que en los tiempos del «pan y circo». Aquí paellas y «mascletás».

Hubo gestos ocasionales como el recordatorio anual de los luctuosos bombardeos sobre Alicante, y en especial sobre el mercado de Abastos el 25 de mayo de 1938, el reconocimiento al poeta Miguel Hernández cuyo restos pasaron a un lugar preferente en el cementerio municipal, y sólo unos pocos cambios en los nombres fascistas del callejero.

-¿Qué balance realizas de la etapa en la que participaste como portavoz y concejal de IU en el Ayuntamiento de Alicante?

La primera legislatura de Izquierda Unida 1987-91, comenzó con la intención de estudiar la posibilidad de colaboración entre IU, dos concejales, y el PSOE que había perdido votos y concejales y no disponía de mayoría absoluta. La cultura, su contenido y su gestión, fue elegida como campo más fácil para alcanzar un entendimiento. No prosperó. Las necesidades del PSOE se reducían a conseguir estabilidad gubernamental concediendo aparentes espacios de poder. Izquierda Unida intentaba cambiar la imagen de la ciudad a través de un programa cultural que ya se había desarrollado en la ciudad, tanto en el Club de Amigos de la UNESCO como en el Aula de Cultura de la Caja de Ahorros del Mediterráneo. Era lo que el alcalde Lasaletta consideraba «cultura de élite». El PSOE optaba por una extraña cultura popular, ésa que reivindicaba el botijo y otras artes artesanales, pero arrinconaba los desarrollos intelectuales y artísticos que habían sido proscritos, prohibidos, durante el franquismo. Las universidades populares tampoco tuvieron su oportunidad, aunque existieron varios intentos.

En esta legislatura, como en la siguiente de 1991-95, la última de gobierno PSOE, la balanza de la gobernabilidad la inclinaron concejales tránsfugas que se mantuvieron en el cargo y se asociaron con el alcalde Lasaletta primero, y con Ángel Luna después.

Las negociaciones para un acuerdo con el alcalde Luna en la legislatura 1991-95, se centraron en el contenido de los presupuestos municipales. La debilidad gubernamental era mayor. Apoyamos los primeros presupuestos con un documento de 20 puntos que se incumplieron en un 80% y que no introdujeron ninguna clase de cambio hacia la izquierda. Aumentó el clientelismo, la opacidad, la prepotencia del alcalde, la protección abierta y pública a los nuevos empresarios, como Enrique Ortiz conocido ahora por sus imputaciones en diversos delitos pendientes de sentencia. La participación ciudadana fue ofendida de la forma más grosera, desalojando a familiares y trabajadores de las dos únicas Escuelas Infantiles Municipales cuando protestaron ante el pleno por el encarecimiento y la pérdida de servicios.

-¿Llegó a gobernar la izquierda «real» en Alicante?

Cuesta reconocer que no sólo no hubo gobiernos de izquierda sino que en las cuestiones cruciales como es la protección de lo público, la democracia interna, la pedagogía y la participación vecinales, el control presupuestario, por citar los pilares de una democracia municipal, no gozaron de la atención y el desarrollo que hubieran favorecido la democracia municipal.

-Te refieres en el libro al barrio «Francisco Franco», de las Mil Viviendas y hoy llamado «Virgen del Carmen». ¿Por qué es importante esta barriada y qué aprendiste allí sobre sociología urbana?

Este barrio, que mantiene la misma población y similar problemática ahora en el siglo XXI, ha ejercido de «chivo» que carga con una parte importante de las culpas sociales, de modo que resulta muy conveniente. Las intervenciones primeras para hacerlo desaparecer en los inicios de los 90, tuvieron un carácter innecesariamente urgente, con propuestas de dispersión poblacional y de reubicación en viviendas precarias instaladas en un terreno apartado, adosado a una vía de circulación rápida, que facilitara su invisibilización. Aquello se pudo frenar sólo en parte. No trasladaron definitivamente a los vecinos propietarios, pero sí iniciaron el proceso de «saneamiento» con la demolición de la escuela que ejercía de centro social. La escolarización en colegios alejados de difícil acceso favoreció la desescolarización.

El intento de aplicar el programa que el profesor de sociología Tomás Rodríguez Villasante había iniciado en las actuaciones urbanas de la etapa del alcalde Tierno Galván, no cuajó hasta que ya estaba diseñado el nuevo barrio, concebido como un sistema urbano de control de población y sin ningún atisbo de medidas para la integración social y la descriminalización. Sólo se pudo conseguir que el director del Instituto Valenciano de la Vivienda lo aceptara para aplicarlo en la fase final de adjudicación de las nuevas viviendas. Se perdió la oportunidad de incrementar el sentimiento de barrio debatiendo sobre su estructura y su organización.

-¿Por qué no se adoptaron iniciativas de apoyo y mejora que favorecieran a los habitantes del barrio?

El capital electoral que se aloja en estos colectivos más desfavorecidos, es otra clave para entender el interés por mantenerlos en ese estado de apartamiento social. Los resultados electorales, en todas elecciones municipales, autonómicas, generales, europeas, lo demuestra. Es el caso que hemos contemplado en las elecciones francesas de 2017. El miedo a la libertad, lo que hemos aprendido de Erich Fromm. 

-En un artículo publicado en mayo de 1991 en el diario «Información» señalabas que la historia de la ciudad de Alicante en los últimos 30 años podría resumirse como una «historia de amores egoístamente interesados». ¿A qué te refieres?

Podría iniciar esta respuesta recurriendo al autor anterior, Erich Fromm, ahora en su obra «El arte de amar». Parece que no están los tiempos para muchas disquisiciones amorosas y hemos desembocado en los tiempos totales de la compra-venta de cuanto tenga el valor adecuado. He estudiado la historia de la evolución urbana de Alicante desde 1950 hasta el 2000. No es exclusiva de este lugar. La aproximación a esa realidad de evolución urbana, a la vida de los «prohombres» que la urdieron, a las instituciones que utilizaron, ayuda a entender la realidad presente tanto en lo urbano como en las decisiones particularmente interesadas que han ido tomando los políticos cortejados por muchos de los técnicos, aplaudidos por los adelantados emprendedores. A todos les movía el amor en una de sus expresiones más nefastas, el antiamor, preocupado más por el beneficio particular que por el bienestar general.

-¿Cómo se aplican estos principios a tu ciudad?

Alicante es un caso paradigmático, subrayo de nuevo, no exclusivo. En esa segunda mitad del siglo XX, después de la II Guerra, había un contexto de nuevo orden mundial marcado por los intereses de los negociantes de la energía, del agua, del suelo, que empujaba estos modelos desordenados. El contexto estuvo acompañado en Alicante por una fuerte despolitización, muy necesaria para eliminar cualquier recuerdo de su condición como último bastión de la resistencia durante la II República. Desapareció lo que empezaba a despuntar en el panorama intelectual de la República. La victoria de los sublevados dejó a a España despoblada de intelectuales, Alicante también.

Las instituciones, las estructuras sociales, cayeron en manos de los avispados, puestos al servicio de la Falange, de España. Las escuelas, los institutos de bachillerato, los centros de negocio, fueron entregados a personajes cuyo único valor consistía en haber estado al lado de los vencedores. Y prosperaron, desde ese amor egoístamente interesado. Y marcaron el camino por el que han hecho seguidores notables y duraderos. El ejemplo más cercano, la primera mujer alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, imputada. Pudo haber aprendido algo en las asignaturas de la carrera de Sociología y de su propia historia familiar. Entre ésta y aquellos, una larga nómina de arribistas ha protagonizado esta historia de «amores egoístamente interesados».

-Por otro lado, ¿en qué consistió esa «interminable» historia del Hotel Meliá en el Puerto de Alicante?

Es una larguísima historia, no sé si cabe en una entrevista. Habría que citar a los «amores interesados» que concibieron la propuesta: los de la Jefatura Provincial del Movimiento que limitaron su altura en un primer momento para liberarla tres meses después; quienes, en democracia, permitieron su ampliación, quienes piratearon y siguen pirateando con ella a través del sistema de multipropiedad (hay muchos testimonios visibles en internet sobre la falsa propiedad que este sistema significa)… finalmente quienes no ejercieron su autoridad para desmantelarlo o reconvertirlo al finalizar la concesión de ocupación de zona pública, quienes ni le aplicaron ni le aplican la ley de costas…. Contrasta con otras actuaciones inflexibles y justas llevadas a cabo ante propietarios de menor poder que habían construido en límites de costa mucho menos graves.

La barrera climatológica que supuso su construcción afecta a la playa urbana conocida como Postiguet, al microclima del Paseo de los Mártires, la Explanada de España franquista, a la salubridad de la dársena interior del puerto convertida en un aparcamiento masivo de yates.

Las responsabilidades se multiplican, sus agentes también. Los nombres exigen un respaldo documental impropio de este contexto.

-¿Qué implicaciones ha tenido todo ello sobre la fachada marítima?

Las sucesivas ampliaciones han multiplicado los inconvenientes para un puerto que, por su actividad predominante como restauración, pubs, discotecas (Marmarella, por ejemplo) forma parte de la red de puertos de ocio terrestre, no marítimo. Un modelo que se repite en muchas ciudades portuarias de la costa española y que ha favorecido la pérdida de la multiculturalidad y de las señas de identidad que la favorecen. Los efectos alcanzan al tráfico de pasajeros en los trayectos con el norte de África, principalmente. Esos barcos de pasaje han sido traslados al sur de Alicante, junto al Barranco de las Ovejas y han eclipsado una de las actividades más propias de un puerto de tamaño mediano. El pasaje de esos barcos con destino a Orán, anima de manera notable la economía local. Son «moros», son «molestos»

-El urbanismo alicantino dio el salto a los periódicos estatales con la relación entre la alcaldesa Sonia Castedo, primera edil entre 2008 y 2014, y el constructor Enrique Ortiz. Además del cúmulo de irregularidades y conversaciones escabrosas («en diez minutos estamos juntos, te echo mucho de menos»), ¿qué modelo urbanístico implicó esta relación?

El modelo es el «no-modelo», la liberalización por definición, los planos movibles acechando el despiste o comprando las voluntades. El origen de esa situación escandalosa se remonta a la revisión del Plan General de 1987 que había que realizar ya durante la última corporación del PSOE. El proyecto fue redactado y presentado en 2000. A partir de ese momento comenzaron las discrepancias entre el redactor y el alcalde Alperi (PP). Cambiaron al redactor. Eso permitió que las ambiciones más o menos controladas en el proyecto del primer redactor, comenzaran a ser atendidas por el citado alcalde y más tarde por su sustituta que pasó de ser meritoria en el gabinete de prensa a concejala de urbanismo y por fin, alcaldesa por sustitución. Elegida alcaldesa en 2011, no consiguió terminar la legislatura por sus numerosas imputaciones y las revelaciones de las conversaciones sobre las que preguntas.

El no modelo, la liberalización que preside el urbanismo de Alicante, no va a ser remediado ni siquiera por su alcaldesa perpetua, la virgen del remedio. Estos 17 años de discusiones y controversias, de presiones, imputaciones, retrasos judiciales, archivo de querellas, filtraciones… ha dejado a la ciudad al pie de los caballos de los depredadores del suelo. Se discursea abundantemente sobre necesidades y propuestas que por lo general se refieren a soluciones parciales de problemas parciales. Es el caso de propuestas como la instalación de Ikea en Alicante, la peatonalización de la vía que circula junto al puerto, la construcción de una paseo litoral que vaya de un extremo a otro de la ciudad… Sólo se sustancian medidas de obligado cumplimiento como la redacción del Catálogo de edificios y espacios protegibles en trámite de aprobación por el pleno municipal.

Otras prioridades que permitan diseñar una distribución de espacios y funciones, como podría ser el mapa de instalaciones escolares, una política de vivienda, una repoblación de especies vegetales, una verdadera pacificación del tráfico basada en la accesibilidad más que en la movilidad… son capítulos que no ocupan un lugar relevante en las discusiones urbanísticas, confinadas en los despachos.

-¿Cómo resumirías qué fue el Plan Rabasa y tu opinión sobre el mismo para alguien que viva fuera de Alicante?

El resumen más facilón: una propuesta de pelotazo urbanístico, un macroproyecto ambicioso que planeaba desde principios de los 90, aunque sin la concreción alcanzada en la revisión del Plan General. Hay muchos casos similares como la esquina del Bernabeu o las construcciones del Pocero en Seseña. Es una propuesta enriquecida por la instalación de Ikea sobre ese suelo, a lo que se añadía la creación de una zona comercial con la consiguiente creación de puestos de trabajo y la construcción de 15.000 viviendas cuya necesidad no estaba justificada.

Suponía una agresión ambiental a una zona conocida como Las Lagunas de Rabasa, afectaba a la importante entrada de agua potable por esa zona y al acuartelamiento militar del mando de operaciones especiales conocido como MOE y que en 2000 se instaló en la infraestructura militar existente.

El tráfico de influencias que se denunció con las pruebas pertinentes, ha sido aceptado, rechazado, vuelto a aceptar y a rechazar por la judicatura, no así por la Fiscalía anticorrupción. Está relacionado con la trama Gürtel.

-La época en que fuiste portavoz de EUPV-IU en el consistorio alicantino coincidió con la presencia de Julio Anguita al mando de la organización. ¿Cómo recuerdas la relación entre el PCE y tanto «Nueva Izquierda» como los sectores más afines al PSOE?

Fui miembro de la presidencia Federal desde 1990 hasta 2001 desde mi condición de independiente. Militaba sólo en IU como lo hacía un importante número de afiliados con cualificación política e intelectual. Fui parte del equipo del Coordinador General con responsabilidades como Política Municipal y Coordinación de Áreas de elaboración colectiva y Programas. Viví su dimisión promovida por las presiones para modificar la naturaleza de IU como Movimiento político y social en el que la soberanía era patrimonio de las asambleas. Conocí muy de cerca el nacimiento de Nueva Izquierda y las tensiones que la rodearon. Un sector del PCE y un nutrido grupo de independientes apostó por la unidad de la izquierda en torno al PSOE. Lo plantearon como una necesidad nacida de la caída de la Unión Soviética y del desprestigio que ello podía suponer para el PCE y para Izquierda Unida. Un importante agente comunicacional insistía permanentemente en esa equivalencia entre IU y el PCE. Alfonso Guerra también practicó un hostigamiento constante.

-¿Y en cuanto a la relación actual entre Izquierda Unida y Podemos?

No es fácil despachar en pocas líneas la relación actual entre IU y Podemos. El debilitamiento al que ha llegado IU, más que electoral, lo es de funcionamiento interno en cuanto al abandono de una fórmula política que pretendía alcanzar su regeneración moral en aquellos años en que se iniciaron notable episodios de corrupción, en torno a la construcción del AVE a Sevilla, por ejemplo. Podemos ha intentado resucitar aquel espíritu y aquellas prácticas, no siempre con éxito ni con los métodos más eficaces. La confluencia con IU puede ir madurando. Para poder pronosticarlo me falta la bola de cristal que perdimos por el camino…

-En el libro reproduces la siguiente cita del filósofo José Luis López Aranguren: «Estoy convencido de que la existencia del bloque comunista es necesaria en el plano político, al menos mientras no se constituyan los Estados Unidos de Europa, como garantía antiimperialista?» ¿Por qué te llama la atención? ¿La consideras vigente?

El bloque comunista, con todos sus aciertos y sus errores, puso en jaque al imperialismo yanqui. No se vislumbra la consolidación de los Estados Unidos de Europa ni la realidad europea actual pone freno a las ambiciones comerciales y políticas de EEUU con su guerra permanente, las ocupaciones, las destrucciones territoriales y ambientales y la presión a través de la Organización mundial del Comercio primero, y de los Tratados que se negocian en secreto con Europa con las siglas TTIP,

Por otra parte los comunistas concretos con los que he tenido la fortuna de convivir y trabajar, me parecen personajes de una altura moral que les confiere el hecho de anteponer la preocupación por lo general, lo público, los derechos y la justicia a sus necesidades particulares. Eso es un valor que permite ser condescendiente con los tics y las malas prácticas que han ido asociadas a la clandestinidad. No creo, sin embargo, que sean aceptables algunas de las prácticas que han ensombrecido ese meritorio trabajo y su elevada dignidad.

-Has escrito durante más de 25 años artículos en los periódicos. Además de los casos más recientes, en enero de 2016 la Audiencia Nacional condenó a una multa de 6.000 euros a una concejal de Guanyar Alacant, Marisol Moreno, por insultos a Juan Carlos de Borbón. ¿Corre peligro la libertad de expresión en el estado español?

La libertad de expresión es un estado de peligro permanente tanto para el que la ejerce como para el que la recibe. La sensibilidad particular de los distintos personajes o colectivos, hace que su valor esté siempre en entredicho. Existe también la tentación de aprovecharla para descalificar, despreciar e incluso marginar. Y luego está el valor polisémico de las palabras cuyo uso induce a multitud de interpretaciones. Compite con la ley de protección de datos, otro truco más que se usa frecuentemente contra la libertad de expresión. Y luego están los desbarajustes que los medios comunicacionales introducen, deliberadamente o no, distorsionando los mensajes con subrayados y ocultaciones, repeticiones y silencios.

Tendría que ser un valor incuestionable, sujeto al principio de opinión, cuya pluralidad enriquece la vida. No lo es. El caso de Marisol Moreno como el de los cómicos, los titiriteros, o los contadores de chistes en el ámbito semiprivado que son las nuevas formas de comunicación abierta, está siendo utilizado contra las nuevas corrientes de aire fresco que han removido los formalismos de la política clásica, tan estereotipada y falseadora. Puede servirles para evitar adscribirse a esa nueva corriente inquisitorial que debilita la libertad de expresión y alimenta la «mentalidad sumisa» (escrito por el profesor de comunicación Vicente Romano).

-Por último, ¿has sufrido algún tipo de censura o amenazas?

Cuando la libertad de opinión, la libertad de crítica, interpela al orden que protege a las elites, sean éstas económicas, políticas, de partido e incluso las de ámbitos más privados, la censura se manifiesta en forma de marginación del crítico. Ésta forma de censura sí la he experimentado en algunas ocasiones, tanto en el ámbito laboral como en el político.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.