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¿En qué consiste la democratización de las Fuerzas Armadas?

Fuentes: Rebelión

«Los que apoyan el escrito a favor del dictador genocida son los que han hecho de las Fuerzas Armadas su jardín particular desde el 36« (Cabo Marco Antonio Santos Soto, expulsado del Ejército tras su escrito de réplica al Manifiesto franquista de altos mandos de las FAS) «¿Son esas Fuerzas Armadas las que nos prometió […]

«Los que apoyan el escrito a favor del dictador genocida son los que han hecho de las Fuerzas Armadas su jardín particular desde el 36«

(Cabo Marco Antonio Santos Soto, expulsado del Ejército tras su escrito de réplica al Manifiesto franquista de altos mandos de las FAS)

«¿Son esas Fuerzas Armadas las que nos prometió la nada modélica Transición? ¿Unas Fuerzas Armadas cuyos altos mandos, muchos de ellos franquistas, están ya formando parte, en proporción alarmante, de un partido racista, xenófobo, y homófobo, cuyos dirigentes vitorean al rey de forma fanática, dejando entrever la corrupta trastienda borbónica?«

(Manuel Ruiz Robles)

Parece responder a un cierto consenso el hecho de que, cuando una determinada aventura revolucionaria acontece en un determinado país, son dos los factores principales que pueden garantizar su éxito: en primer lugar, un pueblo concienciado y movilizado a favor de dicha revolución. En segundo lugar, unas Fuerzas Armadas que estén siempre al lado del pueblo, y por tanto, también al lado de la revolución. Básicamente éste es el objetivo que la democratización de las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado persigue. Y conseguirlo, como tal, resultará, para los países que han tenido incursiones en el fascismo (Golpes de Estado, derrocamiento de gobiernos democráticos…), la mejor garantía de no repetición. Por ejemplo, en el contexto de esta fase de asedio a Venezuela por parte de las fuerzas imperialistas y las derechas locales y mundiales, hace pocos días preguntaron al Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, sobre la resistencia que ofrecía aquél país, y éste respondió que ello se debía fundamentalmente al apoyo del Ejército. Y concluyó afirmando: «Lo que de verdad diferencia que en un país se viva en democracia o en dictadura es su Ejército». Valga esta opinión como referencia para que podamos intuir «por dónde van los tiros» en este asunto, y nunca mejor dicho.

Parece ser que en nuestro país aún no hemos conseguido un proceso real de democratización de nuestras FAS, lo cual se hace evidente si nos fijamos en determinados acontecimientos recientes. El último (de una serie de ellos) del que hemos tenido noticia ha sido publicado por el diario digital Contrainformacion, y recoge el suceso de que determinados militares retirados, en el contexto de una revista publicada por la Asociación de Militares Españoles (AME) ha exaltado la figura del dictador Franco en su última publicación, de diciembre de 2019 (además de criticar, según ellos, la «mariconería» de las leyes de igualdad). El artículo en cuestión cargaba contra la reciente exhumación del dictador, criticando a los políticos «pusilánimes» que lo han logrado, y tratando al genocida como «invencible e invicto Excelentísmo Señor…», entre otras lindezas. Se trata, como vemos, de una exaltación del régimen fascista de Franco en toda regla, en la que el autor del artículo carga sin miramientos contra los «herederos» de las víctimas del franquismo, «barridas y reducidas a hojarasca seca» durante la Guerra Civil y la posterior dictadura. Califica a los políticos que han ordenado la exhumación como «salteadores y profanadores de tumbas», y arguye que aquéllos que han decidido avanzar hacia la reparación de las víctimas de la dictadura tendrán que dar explicaciones a Dios, quien «les pedirá cuentas en la Tierra y cuando se presenten ante él».

Argumentan también preguntando a los lectores «qué les parecería que el Gobierno decidiera por ellos dónde tienen que ser enterrados sus padres y madres», equiparando la vida de cualquier ciudadano/a de a pie con la de un dictador responsable de miles de asesinatos y de un Golpe de Estado. Bien, las preguntas son: ¿Se han incautado los números publicados de esta revista? Respuesta: No. ¿Se ha detenido a los autores de este artículo por enaltecimiento del fascismo en una sociedad democrática? Respuesta: No. De hecho, si los autores del mismo se lanzan a publicar estas aberrantes ideas es porque, precisamente, saben que no va a ocurrirles nada por ello. En cambio, tenemos a valientes militares republicanos que han sido perseguidos, acosados y expulsados del Ejército, simplemente por atreverse a denunciar o a replicar a estos militares fascistas. Los hechos, por tanto, son claros: han pasado más de 40 años de la muerte del dictador, y más de 30 de la última intentona golpista en nuestro país, pero sin embargo, nuestras Fuerzas Armadas (y una parte considerable de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado) continúan albergando pensamientos, ideas y actitudes claramente fascistas, lo cual es absolutamente intolerable en una sociedad que se presume democrática. No queremos decir que todo nuestro Ejército sea fascista, pero sí que una buena parte del mismo (tanto en activo como en la reserva y retirados) son simpatizantes del fascismo.

Los resultados de las últimas elecciones generales así lo demuestran: el partido más votado en acuartelamientos y bases militares ha sido Vox, por no hablar de los altos mandos en la reserva y retirados integrados en las filas de este partido (algunos de ellos diputados en el Congreso), o que son miembros de la Fundación Francisco Franco, una institución impensable que fuese legal en una sociedad democrática. Se han hecho reformas en otros ámbitos de las Administraciones Públicas, pero el Ejército no se ha tocado, «quizá para no despertar al monstruo dormido», en expresión de Clara Usón: «Es un Ejército desproporcionado, con poco más de 80.000 soldados y marineros y 42.000 mandos; es tal el exceso de éstos que hay coroneles al cargo de una piscina. A la mayoría de los soldados les expulsan al llegar a los 45 años; los mandos tienen un retiro dorado. Un 65% de los 3.500 generales y coroneles del Ejército español está en la reserva, cobrando el sueldo íntegro, situación que les permite trabajar, además, para la industria de armamento. El español es un Ejército que mima a los mandos y maltrata a la tropa«. Si a ello le unimos las actitudes y amenazas fascistas que estamos comentando, los casos de abusos sexuales a mujeres militares, la existencia de la opaca justicia militar aún en tiempos de paz, y nuestras incursiones militares en el extranjero, parece que tenemos unas Fuerzas Armadas muy necesitadas de amplias y profundas reformas.

Tal como explica Manuel Ruiz Robles en este artículo, coordinador del Colectivo ANEMOI de militares republicanos, y Presidente Federal de UCR: «No es de extrañar que todo esto ocurra, pues el Gobierno del Reino de España, desde hace más de cuarenta años, sigue tolerando que muchos mandos militares alardeen entre sus compañeros de armas, o abiertamente en público, de su ideología antidemocrática sin mayores consecuencias. No hace tanto tiempo, un General del Ejército en servicio activo afirmaba, con gran resonancia mediática, que la disciplina estaba por encima de los Derechos Humanos, mientras que otro en la Reserva amenazaba a los demócratas afirmando que la Patria (su mugriento concepto de patria) estaba por encima de la democracia. Otro General, esta vez inviolable y Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, el Rey, afirmaba hace unos días «No es admisible apelar a una supuesta democracia por encima del Derecho», obviamente el derecho del régimen del 18 de julio de 1936, al que no solo le debe su corona, sino también su inviolabilidad y la jefatura de las Fuerzas Armadas, entre otras cosas«. Está claro, por tanto, que el Ejército y las llamadas fuerzas del orden son otros de los pilares del Estado que, en clave republicana, necesitarían una profunda transformación, limpiar todas las cloacas y acabar con todos los vestigios franquistas que aún persisten, democratizarlas para que realmente se conviertan en una institución que defienda al pueblo y no que se utilice contra el pueblo.

Es hora de dejar de tener miedo a nuestras Fuerzas Armadas. Es hora de que ellas sean parte de la solución, y no del problema. Es hora de no solo de Verdad, Justicia y Reparación para las víctimas del franquismo, sino también para implementar todas las Garantías de No Repetición. Unas garantías que no tendremos mientras tengamos que seguir soportando a unas Fuerzas Armadas beligerantes, agresivas, arcaicas, fascistas y antidemocráticas. Pero ello requiere, como estamos diciendo, un profundo proceso de transformación democrática, que tiene que ser impulsado desde un Gobierno valiente que realmente crea en ello. ¿En qué consistiría este proceso? Pues básicamente, si tuviéramos que sintetizarlo en pocas palabras, podríamos decir que consiste en construir unas Fuerzas Armadas cuya razón de ser sea deberse al pueblo, identificarse con el pueblo, con las clases trabajadoras y deprimidas, con los sectores populares y desfavorecidos, y con el conjunto de la soberanía popular (y decimos «popular», y no «nacional», como erróneamente recoge la Constitución). El fascismo, como brazo armado del capitalismo, será repetible en cada escenario donde los Ejércitos no hayan sido claramente democratizados. Necesitamos unos Ejércitos que, además de corregir las fallas anteriormente mencionadas, se sitúen fuera de la OTAN (el auténtico cáncer golpista), se retiren de todas las «misiones internacionales» donde están actualmente, y se doten de leyes, reglamentos y normativas verdaderamente democráticas, donde exaltar el fascismo no sea una «opinión» sino un delito.

Y necesitamos una Constitución que altere el papel dotado a las Fuerzas Armadas, como «garantes de la soberanía nacional y de la integridad territorial» de nuestro país. Es absolutamente urgente que las formaciones políticas realmente democráticas de este país (evidentemente no se podrá contar con el trifachito que apoya a los militares franquistas, PP, Ciudadanos y sobre todo Vox) tienen que reclamar activamente y de forma poderosa una profunda e inmediata depuración de las Fuerzas Armadas, en el sentido indicado anteriormente, comenzando por el propio Rey como Jefe Supremo de las FAS y el hecho mismo de la existencia de una monarquía anacrónica y antidemocrática, fuente de corrupción y correa de transmisión de todos estos terribles hechos. Las Fuerzas Armadas han de ser democratizadas y «desfascistizadas» (en expresión de Manuel Ruiz Robles), si no queremos volver a vivir episodios de este terrible calado. Sólo de esa forma habremos conseguido verdaderas Garantías de No Repetición del hecho fascista en nuestro país.

Blog del autor: Actualidad Política y Cultural

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