Hay una frase lapidaria y muy certera en el artículo de Alba: Nosotros no decidimos. No puedo estar más de acuerdo. Son los poderosos los que deciden, además lo hacen por nosotros. Aprovechan hasta nuestra misma ansia transformadora en forma de revolución pendiente, soñada y anhelada, para vendernos una profecía que se cumple a si […]
Hay una frase lapidaria y muy certera en el artículo de Alba: Nosotros no decidimos. No puedo estar más de acuerdo. Son los poderosos los que deciden, además lo hacen por nosotros. Aprovechan hasta nuestra misma ansia transformadora en forma de revolución pendiente, soñada y anhelada, para vendernos una profecía que se cumple a si misma: «Si los individuos definen las situaciones como reales, son reales las consecuencias». Se nos acabó la filosofía, ahora le toca el turno al burdo sociologismo de la manipulación social que ha calado hasta en las mismas mentes bienintencionadas de muchos intelectuales que han bajado la guardia del rigor racional para caer, obviando los hechos, en la confusión entre la realidad y el deseo.
Un resumen apresurado de todo lo acontecido en Libia, tiene mucho que ver con la profecía autocumplida. Aquí se puso en marcha una maquinaria inmensa de propaganda y manipulación de la que ha participado más gente que nunca, para gestar del todo la guerra humanitaria y que fuese no sólo disculpable sino aceptada y normalizada. Se han desplegado todas las energías bélicas, de la propaganda y de las conciencias, en la línea de confirmar los apriorismos y crear realidades virtuales que optan a reales por el mero hecho de la opinión común no contrastada. Los individuos se han apresurado a definir como reales lo que les contaban… y las consecuencias para el 1% de la población libia asesinada no pueden ser más reales. Y por convención no reflejada en casi nada, Alba apunta a una liberación del mundo árabe que no vemos, más que él y los que siguen con la profecía que se cumplirá a base de extender la narración de ese discurso.
Del artículo se infiere la normalización de este tipo de agresión manipuladora. Y cuestionando a la izquierda monista, se da por sentado desde el «monismo» de Alba que no se puede negar el carácter espontáneo de la revuelta. No sé que pruebas tiene el autor al respecto, pero son abrumadoras las que hablan en sentido contrario. Con su misma rotundidad y falta de pruebas, pero bajo la luz de la sospecha, yo le afirmo también que Túnez y Egipto son lugares gatopardianos (pardo es el astuto gato, en efecto…y cada vez más), donde se sabe que provocar cambios que no cambien nada dejaron a Libia desprotegida para asestarle la puñalada. De esta guerra se jactan sus artífices, y con razón, de que es el nuevo modelo exportable a todo país que decidan los poderosos. Les falta añadir: Y que humanitariamente auspicien ciertos «progresistas». Si, esos que dicen sin despeinarse que tenemos que aceptar la idea de que el mundo árabe inevitablemente será gobernado por el islamismo en los próximos años. Y ahí los tenemos con esa alternativa y empeñados en ello, contra estados laicos como Libia o Siria, que deben y pueden mejorarse, pero que en modo alguno merecen un retorno al feudalismo para beneficio de Occidente.
Se ha consumado la profecía. Se invocaron masacres hacia la población como pretexto para intervenir y se hicieron reales en el imaginario bienpensante. Pero resulta que sólo se plasman en hechos reales con la intervención de la OTAN. Se ha maquinado de modo perverso, inventando un conflicto armado, idealizando unos rebeldes prefabricados y mercenarios, se hablaba de avances y rendiciones como si la invocación tuviera propiedades mágicas de hacerlas efectivas, se habló de la OTAN en misión «protección de los civiles», como si esa denominación tuviese atribuciones balsámicas ante lo que no es sino una masacre atroz, cobarde y vergonzosa. Como si la profecía de la protección hiciese devenir por convención social al crimen en salvación. Se inventan un gobierno-amalgama de golpistas de más que dudosa trayectoria democrática y como profecía que se autocumple por fuerza mayor, se le otorga por vía mediática y de presión diplomática la condición de gobierno provisional, arrinconando al que así admite como legítimo el derecho y los acuerdos internacionales. Se llevan adelante razzias contra seres humanos de color porque en la profecía autocumplida se dijo que Gadafi tenía mercenarios y eran negros…Y todo trabajador subsahariano o oriundo de color, tiene por lo tanto que ser linchado para ajustarse al guión de la tragedia. La profecía es también teatral: Si recreas un escenario en Qatar que represente la Plaza Verde tomada por los «rebeldes», la Plaza Verde y Trípoli se tomarán inexorablemente, estaba también escrito en el guión de la profecía.
La profecía bíblica tiene su lado bufonesco: Muchos intelectuales han actuado como «deus ex machina» de esa misma profecía, han contribuido a consumarla. El tirano de dimensiones cósmicas, encarnación de todos los males, pero en el fondo extraído en concepto de película de Serie B de Fu Manchú; ha sido el falso señuelo al que han entrado a trapo los que se supone que están sobre todo para pensar. No importaba lo exagerado, lo grotesco, la focalización, la ridiculización, el sospechoso empeño en mencionarlo como cortina que esconde y legitima los crímenes contra personas inocentes. No, el sesudo intelectual entraba bien a gusto en este debate interminable, mucho más cómodo de manejar que el de las revueltas asistidas por la OTAN. Y en una profecía con destino manifiesto de consolidarse como verdad revelada, bíblica; nada mejor que un malo diabólico, puesto que al final no deja de ser la película de serie B que nos han contado y todo aquello de la lucha del bien y del mal. Por eso el magnicidio y el infanticidio pasan sin pena ni gloria ni mención en el relato de los actores del guión profético.
¿Monismo de la izquierda?. ¿Y como le llamamos a la concepción del tirano de una pieza?, ¿Cómo le llamamos al etnocentrismo de pretender de modo directo o velado que nuestras democracias resultan superiores moralmente en el contexto del Norte de Africa al sistema de gobierno que tenían y quieren mantener la mayoría de los libios?. ¿nuestras democracias son mejores, cuestionadas dentro y ensangrentadas fuera por las guerras de rapiña?, ¿un tirano de una pieza como el que nos ofrece Alba y todos los demás es creíble en un líder que se podía haber marchado con sus «millones» y con alfombra roja y prefiere quedarse y resistir de un modo sobrehumano y agonal?. ¿Es tan «monista» el asunto que aquí sólo esta Gadafi, no hay nadie detrás, no hay apoyo del pueblo, no hay incontables muertos por culpa de esa resistencia numantina a doblegarse ante el Imperio, doblemente despótico puesto que ahora les asiste la colaboración en la práxis de muchos pensadores?. ¿Monismo? ¿Y como le llamamos al hecho de que para el autor tiene más significación lo que opine un minoritario Partido Comunista de Túnez que lo que digan los libios en manifestaciones masivas de apoyo a su gobierno y en contra de ser «protegidos» por la OTAN?. En efecto, esas manifestaciones Santiago Alba no las vio puesto que aquí en nuestras democracias no se emitieron, tiraban por tierra las razones más básicas de la guerra. Pero es extraño que no las viese, puesto que insinúa que él está más cerca del terreno que la izquierda maximalista. Y sin embargo, unos y otros tienen conexión a Internet.
Monismo. ¿No será que queremos la historia sin aristas, la queremos «mona» y como nos sale fea y ensangrentada, en vez de bajar de las alturas de las disquisiciones metafísicas y esconder la soberbia intelectual que no permite admitir que nos hemos equivocado, optamos por el «sostenella y no enmendalla»?. ¿Qué opinión le merecerá ahora al autor la profecía que pretende cumplirse a si misma en el caso de Siria y sus rebeldes ya prefabricados también en otro CNT?, ¿también apoyaría esa «revuelta» por delegación en la OTAN?. La lectura de su artículo nos hace pensar que si: Para el autor, es aceptable y defendible otra intervención grosera de la OTAN, permitida tanto en cuanto según Alba evita más daños que causa, siempre que exista la connivencia necesaria con unos «rebeldes» que no importa si son auténticos o prefabricados, nada hace falta rastrear en torno a esto: Es suficiente la mera condición de tales por pura adjetivación y nuestra ensoñación revolucionaria y romántica en nuestro empeño de cumplimentación de la profecía.
Coincidencia curiosas: El «tirano» de la focalización y de la satanización que esgrime la OTAN está dibujado con los mismos trazos gruesos que el de Santiago Alba y los rebeldes resultan también descritos desde el mismo tono de simpatía, no importa que el «rebelde» jefe militar de Trípoli esté vinculado con Al Qaeda. ¿No es sospechosa para el autor que de esta guerra se jacten sus artífices, y con razón, de que es el nuevo modelo exportable a todo país que decidan?, ¿qué la hace tan inédita y magnificada sino es nuestro colaboracionismo bienpensante que no se sorprende en la coincidencia con los medios empleados por los belicistas, cuando se supone que son distintas las expectativas respecto de los fines perseguidos entre ellos y los «progresistas»??
En definitiva, yo no veo ese monismo en la izquierda consecuente. Veo prioridades. Más calor humano en la compasión humana que en la frialdad oracular de los que sacrifican o dejan que puedan ser inmolados en el altar de la historia seres humanos inocentes, como tributo al espíritu absoluto de la revolución mundial desde el salón comedor y por delegación en la OTAN. Veo ese monismo en la actitud de mono, aunque sea monosabio, del que no quiere oir lo que retumba en sus oidos, del que no quiere ver aunque lo tenga delante de sus ojos y del que no quiere hablar de lo importante, de la vida humana como valor supremo por encima de los catecismos y de los explotadores que se sirven de ellos; con pruebas abrumadoras al respecto.
Y si al monismo Alba le contesta con el dualismo, algo no encaja en su más que probada capacidad de pensar. Creo que desde la izquierda tradicional «monista» se ha apuntado hacia una tercera vía, el plan de paz de la Unión Africana que hubiese permitido un alto el fuego y elecciones libres. El propio régimen de Gadafi viendo que se le venía encima el Séptimo de Caballería, más los predicadores e incluso hasta los tradicionales indios, optó desde el principio del golpe de estado por aceptar el diálogo. Este dualismo Ni-NI, sí es monista: Se permite el lujo para ignorantes de obviar la posibilidad real de ese alto el fuego y de esas elecciones. Y no se despeina al ver otra vez esas curiosas concomitancias con todo el aparato de la propaganda y las únicas dos opciones que nos brinda: OTAN o Gadafi.
Hay mucho de idealismo hegeliano y nada de marxismo en pretender que una especie de espíritu absoluto de la historia hace buenas y efectivas supuestas revoluciones por si mismas, que hay como una teleología que dirige a la humanidad al progreso, a base de revueltas buenas por definición y por extensión. No importan las pruebas objetivas del apoyo externo previo al alzamiento armado, que los rebeldes se compongan en gran parte de fundamentalistas, que no existan esos consejos obreros libios, que haya más mercenarios extranjeros que libios….la profecía que se cumple a si misma se despliega como el espíritu absoluto sobre la arena de la historia y va cumpliéndose como una predestinación liberadora. Y ahora bajamos al suelo:
Nunca en la historia de la humanidad existieron diferencias de clase tan grandes, nunca tantas guerras, nunca tanto hambre, nunca tanto colaboracionismo bienpensante y buenista haciendo tanto daño ahora y mañana…¿existe esa línea continua del progreso humano entonces?. No la vemos por ninguna parte. En todo caso, la testarudez de los hechos y la fantasía deshumanizada de algunos ideólogos nos hace anhelar a algunos aquello que se le atribuye a T. Mann: Las cosas estarían mejor si Marx hubiese leído a Hölderlin.
Desde el marxismo, ¿es la democracia burguesa fundamentalista y con sharia la receta de cierta izquierda para los parientes pobres de Africa?, ¿está prevista la destrucción total de un país para saquearlo y devolverlo al paleolítico en algún plan indescifrable del espíritu absoluto?. No podemos aceptar ningún credo ni profecía que sepulte a los seres humanos entre cascotes. Nada puede disculpar esto, como no merece disculpa Santiago Alba como contador de cadáveres cuando afirma que la intervención de la OTAN ha evitado más muertos de los que ha provocado. ¿La nueva filosofía sociologista de la profecía autocumplida es también oracular y estadística?, ¿qué sensor o máquina del cuento y del recuento lleva al autor a realizar afirmaciones tan rotundas y científicas?. No sólo no me ha gustado este artículo como relato alejado de la realidad inmediata, sino que me entristece ver como el listón del rigor intelectual ha bajado hasta el extremo de tener que decirle al autor que su imaginación bienpensante estaría mejor otra vez en la redacción de los guiones de programas infantiles, como aquel de tan grato recuerdo de «La bola de cristal». Esta profecía autocumplida en la que nos han hecho incurrir, sí es una «bola» de cristal…y de nieve: Cuando caiga al suelo, esperemos que sólo quede hecha añicos ella misma.
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