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¿Es el feminismo un movimiento transversal?

Fuentes: Rebelión

«Para quienes creemos que un modelo que destruye el planeta atenta directamente contra las personas, preguntarse si la huelga feminista del próximo 8 de marzo es ideológico, político u otros adjetivos más que vienen aplicándole algunas organizaciones a este movimiento internacional imparable y necesario, es sencillamente absurdo. Yo me pregunto, ¿cómo no va a ser […]

«Para quienes creemos que un modelo que destruye el planeta atenta directamente contra las personas, preguntarse si la huelga feminista del próximo 8 de marzo es ideológico, político u otros adjetivos más que vienen aplicándole algunas organizaciones a este movimiento internacional imparable y necesario, es sencillamente absurdo. Yo me pregunto, ¿cómo no va a ser ideológico y político?. ¿Quiénes han consolidado y mantenido en el tiempo un modelo heteropatriarcal, machista, jerárquico, insostenible, implacable, agresivo, individualista, competitivo, violento, que fomenta la desigualdad, la injusticia social, la invisibilización de las mujeres, el consumo incontrolado y la apropiación en manos de unos pocos de los recursos naturales de los territorios para hacer caja?» (Isabel Brito)

«El feminismo es una enmienda a la totalidad hacia una forma de organización social, económica y política que aplica contra las mujeres una injusticia distributiva y una injusticia de reconocimiento»
(Tania Verge, Profesora de Ciencia Política y Directora del Departamento de Igualdad de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona)

Pues si entendemos «movimiento transversal» identificándolo con la superación de las ideologías, la respuesta a mi juicio es que no. Ocurren básicamente dos fenómenos que interfieren en que el feminismo pueda entenderse en su completa dimensión, y por tanto como parte de una ideología que aspira a un mundo igualitario con mayor justicia social. De un lado, vivimos en sociedades alienadas y alienantes, donde la madurez política e intelectual de la mayoría de las personas deja mucho que desear, precisamente porque todavía nos colea un pasado político caracterizado por la represión en todos los órdenes de la vida. Y por tanto, multitud de pensamientos, ideas, clichés, proclamas y falacias gobiernan la mentalidad de una gran parte de la población. En este sentido, y los sondeos que realizan cada cierto tiempo las agencias y medios de comunicación lo ponen de manifiesto, no existe una idea clara y completa sobre lo que implica el feminismo. Los datos son abrumadores en demostrar que se posee por parte de muchas personas una idea equivocada, incompleta o errónea del feminismo, o incluso que no se tiene absolutamente ni idea de en qué consiste. Se asocia por ejemplo con posturas supremacistas, discriminatorias hacia el hombre, e incluso si introducimos también la perversa influencia de la Iglesia Católica (véanse las recientes declaraciones del Obispo de San Sebastián), que descalifica lo que ellos llaman la «ideología de género», o de las organizaciones de ultraderecha, el caos está servido. La idea básica es que el feminismo persigue la igualdad entre hombres y mujeres. Punto. Parecería que a esta idea se pueden unir tanto mujeres (y hombres) de izquierdas como de derechas, pero como vamos a ver a continuación, la cosa no es tan simple.

Por otro lado, la derecha en nuestro país (supongo que este fenómeno es extrapolable al resto de países) actúa con un cinismo impresionante, que desborda todas las expectativas. La derecha política, social y mediática jamás ha creído en el feminismo (una de las leyes más recortadas en los PGE de Rajoy ha sido la Ley de Violencia de Género de la época de Zapatero), pero cuando se ven desbordados por un tsunami social que desborda las calles, las plazas, los centros de trabajo, las Universidades, etc., entonces intentan adherirse de forma cínica a dicha causa, simplemente para no perder, digamos, el tren de la actualidad. Y de ahí que un argumento falaz y recurrente haya sido el alegar eso de que «el feminismo es un movimiento transversal», para apuntarse el tanto de que ellos y ellas, la derecha de este país, también están por la causa. Pero nada más lejos de la realidad. Es cierto, como muchas mujeres de diferentes pensamientos han expresado, que para estar en la pasada Huelga del 8-M (que ha sido todo un éxito, dicho sea de paso) no era imprescindible estar de acuerdo con todos los puntos expresados en el Manifiesto que las asociaciones feministas habían publicado, pero una cosa es esa, y otra cosa muy distinta es concluir que el feminismo no implica ninguna ideología concreta. Lo expresaremos de otra forma: toda mujer, cualquier mujer, ha podido apoyar y asistir a dicha huelga porque estaba de acuerdo con determinados aspectos de las reivindicaciones feministas (erradicación de la brecha salarial, acabar con el trabajo precario, etc.), pero una cosa es esa, y otra cosa es ser feminista en toda su dimensión, comprender y asimilar el feminismo como lo que es: una lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, a partir de la abolición de los dos sistemas que explotan a la mujer: el capitalismo como sistema de dominación económica, y el patriarcado como sistema de dominación cultural.

Y ello, evidentemente, no puede sostenerse desde posturas ideológicas ligadas al neoliberalismo o al conservadurismo, es decir, el feminismo entendido de forma integral requiere un compromiso ideológico con la erradicación tanto del capitalismo como del patriarcado, y por tanto, es absolutamente incompatible proclamar el feminismo sin proclamar el anticapitalismo y la abolición del patriarcado. Lo repetiremos: algunas mujeres (y hombres, por supuesto) podrán apoyar ciertas medidas concretas que la Huelga del 8-M reivindicaba, pero otra cosa muy distinta es apoyar el feminismo en toda su dimensión, lo cual, como estamos afirmando, requiere un compromiso ideológico más ambicioso. Porque el feminismo pretende erradicar la violencia machista (quizá la manifestación más violenta del patriarcado), pero también es un movimiento contra el sistema económico capitalista que discrimina, explota y precariza a la mujer. El feminismo pretende abolir la brecha salarial, pero también preconiza el control de la mujer sobre su propio cuerpo, y defiende los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Tania Verge lo ha explicado en los siguientes términos: «Por un lado, el capitalismo produce formas específicas de desigualdad para las mujeres, como una mayor precariedad laboral, la feminización de la pobreza, la división entre trabajo productivo y reproductivo, la segregación vertical y horizontal del mercado laboral o la brecha salarial. Por otro lado, la ideología patriarcal basada en la construcción social del género lo impregna todo de jerarquías de estatus y poder. Estas jerarquías son, a su vez, la base de las violencias machistas». El feminismo persigue un empoderamiento de las mujeres para poder superar ambos sistemas de dominación.

El feminismo persigue las posibilidades de conciliación de mujeres (y hombres) entre sus vidas laborales y personales, pero también acabar con la división sexual del trabajo que relega los trabajos de cuidados mayoritariamente a las mujeres, así como con la feminización de la pobreza. El feminismo persigue la abolición de la prostitución, pero también el final de las escuelas que segregan por sexos. El feminismo busca acabar con todos los tipos de agresiones machistas, no sólo con las más peligrosas que terminan en feminicidios. El feminismo busca acabar con el acoso sexual, con el acoso laboral, y con los micromachismos que inundan el comportamiento cotidiano de millones de hombres. En última instancia, el feminismo persigue que ninguna mujer vea restringidos sus derechos políticos, civiles o sociales. El feminismo persigue también erradicar los roles de género desde la infancia, y esto también implica cambiar los modelos educativos vigentes, donde se fomenta en los niños y en las niñas la reproducción de los moldes para su comportamiento futuro. El feminismo tiene que ver con reducir la desigualdad, pero también con respetar la diversidad cultural, sexual, funcional, religiosa, etc. El feminismo es un movimiento que cuestiona todos los modos productivos y reproductivos, y en ese sentido, abre el camino para transformar el mundo. Ello implica medidas de carácter social, pero también medidas y políticas centradas en la educación, en el mercado de trabajo, en el mundo de los cuidados y la dependencia, y también medidas y políticas fiscales, institucionales y de carácter macroeconómico. Todo ello enfocado a erradicar los arraigados estereotipos de género, que se manifiestan desde la escuela, pasando por los modelos de familia, hasta llegar a los más altos ámbitos de la toma de decisiones públicas y privadas.

El feminismo engarza con las líneas ideológicas que vienen complementando el marxismo clásico (o el socialismo, si se quiere) desde mediados del pasado siglo, que básicamente son el pacifismo (expresado en las organizaciones antimilitaristas y los foros contra las guerras) y el ecologismo (que engloba también los movimientos naturalistas y los movimientos en defensa de los derechos de los animales). El feminismo integral se une a dichos movimientos, casa perfectamente con ellos, converge en sus mismos ideales, se organiza en torno a una visión común del mundo, del planeta en el que vivimos, y de los modelos de sociedad a los que queremos migrar, basados en alcanzar mayores cotas de equidad y de justicia social, natural y ambiental. El feminismo también persigue otros modos de participar, así como otros modos de producir, de educar, de cuidar, de relacionarnos, de consumir y de reciclar: de vivir en una palabra. Y sobre todo de redistribuir: los roles, los trabajos, las responsabilidades, las riquezas. No nos dejemos engañar, por tanto: el feminismo no es un movimiento transversal, es un movimiento de la izquierda social y política, en toda su dimensión, y se sitúa al lado de otros para alcanzar un pleno desarrollo de sociedades igualitarias, justas y avanzadas. Definitivamente, el feminismo es política y es ideología. No tiene nada de movimiento transversal. Obedece a una concepción del mundo muy diferente a la que tienen los que ahora, después del éxito de la Huelga del 8-M, quieren colgarse las medallas. No permitamos que la derecha nos confunda, ni pretenda apuntarse a causas absolutamente incompatibles con su ideario.

Blog del autor: http://rafaelsilva.over-blog.es

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