Recomiendo:
0

¿Es el socialismo democrático el «sueño americano»?

Fuentes: Viento Sur

La renta nacional se puede comparar con una tarta. Si entre un año y el siguiente la tarta crece, todo el mundo puede obtener una tajada mayor. Por el contrario, si el tamaño de la tarta continúa siendo el mismo, una mayor parte para algunos solo puede significar una menor parte para otros.

Esto nos ayuda a comprender el pésimo estado actual de la economía de EE UU y el ímpetu adquirido por la campaña electoral de Bernie Sanders, que hace mención a las necesidades de la gente trabajadora y de sus familias. Durante décadas, el crecimiento de la economía de EE UU ha estado estancado y, década tras década, conoce una ratio de crecimiento menor. En estas circunstancias, el rápido incremento de los ingresos de los de arriba -a los que Sanders le gusta llamar la «clase millonaria»- se da a expensas de los ingresos (la parte de la tarta) de los de abajo.

Los 400 multimillonarios del país acumulan más riqueza que la mitad de las rentas salariales de los de abajo; es decir, cerca de 150 millones de personas. La parte de los salarios en la renta nacional ha ido cayendo al mismo tiempo que las rentas de los propietarios han ido subiendo. Los trabajos son más precarios. Mucha gente ha sido expulsada del mercado laboral. Aunque el desempleo oficial haya decrecido en los últimos cinco años, resulta difícil conseguir buenos trabajos con salarios dignos. Cada vez hay más gente en la pobreza. La mayoría de los estudiantes en el sector público está clasificada como pobre o casi pobre.

El establishment político, basado en el bipartidismo de los partidos Demócrata y Republicano, se ha desentendido ampliamente del deterioro de las condiciones de la mayoría de la gente. Puesto que los pobres, incluyendo a los trabajadores pobres, son menos propensos a votar e influyen poco financieramente, se les descarta fácilmente. El dinero domina la política en EE UU a todos los niveles. La resolución Citizens United del Tribunal Supremo de 2010, que abría las puertas a las donaciones sin limites por parte de los ricos, ha mancillado enormemente la imagen de la democracia americana. Ahora resulta habitual oír que Estados Unidos es, para citar la memorable frase de los economistas Paul Baran y Paul Sweezy de 1966, «demócrata en las formas y plutócrata en el contenido».

Es en estas penosas condiciones de la situación política estadounidense como se explica el extraordinario fenómeno de la campaña de Berni Sanders para las presidenciales. Sanders se presenta a sí mismo como un socialista democrático en la estela de la fase más radical de la administración de Franklin D. Roosevetl, que propuso una Carta de derechos económicos para garantizar pleno empleo y seguridad económica para todos los americanos.

Al abogar por un socialismo democrático, Sanders ha promovido una política pragmática para la izquierda. Sus propuestas incluyen un fuerte incremento de los impuestos para los millonarios, gratuidad para la matrícula universitaria y un seguro sanitario de pago único, garantizando seguro médico a toda la población al margen de que tenga trabajo o no y de sus ingresos. Promueve un programa de empleo en línea con el New Deal. Todas sus propuestas representan cosas que se ha conseguido en otros países, en particular en la Escandinavia socialdemócrata, donde la gente está en mejores condiciones en lo que respecta a los indicadores sociales. Presentándolo como posible para aquí, Sanders ha llevado la idea del socialismo -aunque sea en una versión moderada- desde la marginalidad al centro de la cultura política en EE UU.

Lo que resulta más remarcable en torno al fenómeno Sanders es que a pesar de la implacable hostilidad de los guardianes mediáticos del status quo (por ejemplo, Adam Johnson en fair.org informaba que Washington Post publicó el 8 de marzo 16 historias negativas acerca de Bernie Sanders en el intervalo de 16 horas) ha seguido marcando récords de masas. También ha obtenido más votos entre las personas de menos de 30 años que Clinton y Trump juntos, lo que apunta a un debilitamiento de la influencia de los grandes medios de comunicación en la sociedad estadounidense y el aumento de la influencia de los medios de comunicación social, al menos entre la gente joven. Como informaba David Auerbach: «Las redes sociales han permitido a los partidarios de Sanders reforzar otra idea, la de que la exclusión general de Sanders por parte de los grandes media -e incluso en gran medida de los media de izquierda- ha permitido a Sanders sobrevivir incluso donde había sido hundido en 2008.»

Si de todo esto se puede sacar una lección importante, ésa es la de la resiliencia (capacidad de sobreponerse a accidentes, derrotas…) y el atractivo del socialismo con sus valores básicos de igualdad. El socialismo siempre ha formado parte de la cultura americana. Sin duda, hoy en día sería perturbador para el Partido Republicano enterarse que uno de los escritores políticos favoritos de Lincoln fue Karl Marx, el corresponsal europeo para el periódico de Horace Greeley, el New York Tribune.

En la visión de Sanders del socialismo democrático, una sociedad que carece de igualdad básica y justicia para todo el mundo no puede considerarse como una sociedad democrática en ningún sentido. Una democracia real, viva, conduce al socialismo. Para millones de estadounidenses de hoy en día, lo que Sanders expresa con esta idea de socialismo democrático es nada menos que el sueño americano.

John Bellamy Foster es director de la Monthly Review, una revista socialista independiente, y coautor con Robert W. McChesney de «The Endless Crisis: How Monopoly-Finance Capital Produces Stagnation and Upheaval from the USA to China.»

Fuente: http://vientosur.info/spip.php?article11125