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¿Es que acaso ya no le importa a nadie la desigualdad?

Fuentes: Rebelión

Se supone que en los periodos de debate electoral es cuando los partidos políticos presentan ante los ciudadanos las soluciones que proponen para sus problemas más acuciantes. Y si hay algo que verdaderamente sorprende en la actual pre campaña es que casi nadie hable en España de la desigualdad. Como si no la hubiera o […]


Se supone que en los periodos de debate electoral es cuando los partidos políticos presentan ante los ciudadanos las soluciones que proponen para sus problemas más acuciantes. Y si hay algo que verdaderamente sorprende en la actual pre campaña es que casi nadie hable en España de la desigualdad. Como si no la hubiera o como si no fuese un problema que debiera preocuparnos.

Sé que los números son aburridos en estos escritos rápidos pero a veces no queda más remedio que referirse a ellos para poner de manifiesto la gravedad de una situación que estamos viviendo en España.

Me referiré principalmente a una estadística que presentó hace poco tiempo el Banco de España y que también ha pasado sorprendente o sospechosamente desapercibida en los medios de comunicación y, por supuesto, en los debates políticos.

Se trata de la llamada Encuesta Financiera de las familias 2005 en la que se proporcionan, como su propio nombre indica, una información muy útil para conocer no sólo los valores absolutos sobre ingresos, riqueza y endeudamiento de las familias sino también sobre las diferencias y desigualdades que se dan en un momento dado y a lo largo del tiempo (un resumen de la encuesta en el nº 37 del Boletín Económico del Banco de España, disponible en www.bde.es).

Los datos y resultados son muy interesantes porque cubren el periodo 2002-2005, muy corto pero significativo porque se trató de una fase muy positiva del ciclo económico, de modo que se puede comprobar fácilmente si es suficiente o no que la economía «vaya bien» para que le vaya bien a todos por igual.

Como señala el comentario a la encuesta, esos años fueron efectivamente de gran bonanza económica: El crecimiento económico, medido en como tasa de variación anual del PIB, fue del 3,6% en 2005, frente al 3,3% del ejercicio precedente y del 3,1% en 2003. La creación de empleo fue positiva, lo que permitió que en ese periodo bajara la tasa de paro en más de 2 puntos y los tipos de interés estuvieron también muy bajos.

Pues bien, el propio estudio del Banco de España reconoce que en ese periodo tan positivo «la distribución de la riqueza es muy asimétrica y, además, algunas clases de activos solo están en poder de una pequeña fracción de la población» (Banco de España. Boletín Económico nº 37 diciembre de 2007, p. 33).

Dice el Banco de España que «si se compara con las cifras de 2002, la renta media real de los hogares ha permanecido prácticamente inalterada, aunque algo por debajo del nivel alcanzado en 20029, mientras que la mediana de la distribución se ha reducido en un 8,5% aproximadamente» (p. 36). es decir, que ha aumentado la concentración de la renta.

Pero incluso reconociendo eso, se trata de una forma muy sutil y disimulada de exponer la gravedad de los datos. O mejor dicho, de no comentarla.

Veamos los resultados de la encuesta con más detalle.

La renta media del 20% de hogares de menor ingreso bajó de 8.500 euros en 2002 a 6.500 en 2005. Es decir, que se redujo en un 23,6%. Por el contrario, el 10% de las familias con más ingresos vio amentar su rentas de 102.300 euros a 118.100 en el mismo periodo, disfrutando pues de un aumento de más del 15%.

De hecho, solo ese 10% más rico de los hogares fue el privilegiado segmento que disfrutó de rentas medias más altas en el periodo, como se puede comprobar en la taba 1, pues los demás sufrieron descensos.

RENTA DE LOS HOGARES. Distribución por características de los hogares

 

Fuente. Banco de España. Boletín Económico nº 37 diciembre de 2007, p. 37)

El impresionante incremento de la desigualdad es innegable si se comprueba que la diferencia de renta media entre el 10% más rico y el 20% más pobre de los hogares españoles pasó de 12,03 veces a 17,4 en tan solo cuatro años.

La composición de esta desigualdad es diversa, patente y también claramente palpable a partir del informe si se tiene en cuenta, con sus propias palabras, que las disminuciones de la mediana han sido mayores «en los cuatro deciles más bajos de la distribución de la renta, los hogares más jóvenes, los hogares unipersonales y los hogares en los que solo trabaja un miembro» y que, por el contrario, «se producen incrementos en la renta media en otros grupos de hogares; en particular, los hogares en los que el cabeza de familia tiene estudios universitarios, los hogares cuyo cabeza de familia tiene entre 35 y 44 años, los hogares cuyo cabeza de familia es trabajador por cuenta propia y los hogares de dos a cuatro miembros. Finalmente, la renta media también aumenta para los hogares en los deciles más altos de las distribuciones de riqueza y renta. Para este último grupo se produce igualmente un incremento en la renta mediana» (p. 36).

Ahora que está de actualidad hablar de crisis financiera quizá convenga recordar que, como indica también esta encuesta, solo el 4,3 % de los hogares de las dos decilas más bajas de renta tiene acciones cotizadas en bolsa, por un 35,7% de las superiores y el 11,4% del total de los hogares (p.45). O que solo el 8,7% tiene activos en fondos de inversión y que solo el 1,7% de los hogares invierten en valores de renta fija.

También es interesante saber, frente a quienes defienden que la privatización progresiva de las pensiones es los más deseable socialmente, que el 64,1% del 10% más ricos de los hogares posee algún plan de pensiones (o seguro de vida de inversión o mixto) pero que solo lo tienen el 9,4% del 20% de los hogares con menos ingresos o el 29,3% del total de los hogares españoles.

La encuesta muestra que entre esos años ha aumentado la riqueza de casi todos los hogares españoles, pero solo gracias a la subida del precio de la vivienda. Pero incluso habría que tener en cuenta que eso se ha producido paralelamente a un aumento en la desigualdad relativa al endeudamiento.

Así, en 2002 un 42,5% de las familias tenían que dedicar más del 40% de su renta a pagar las deudas contraídas para pagar su vivienda. Pero ya en 2005 eso le ocurría al 70,9% de los hogares.

Los datos son bien elocuentes. Máxime si tenemos en cuenta que a ellos habría que añadir que España, según los datos de la Unión Europea es el segundo país europeo con mayor desigualdad laboral, o el único de la OCDE donde no se ha producido incremento real de los salarios en los últimos 10 años, mientras que los beneficios empresariales suben en España de manera privilegiada y desorbitada como ya he comentado en otros número de Temas.

Es verdad que este incremento de la desigualdad no es exclusivo de España. hace poco un informe del nada sospechoso Fondo Monetario Internacional decía claramente que «en los últimos 20 años, el crecimiento del ingreso ha sido positivo en todos los quintiles de casi todas las regiones y de todos los grupos de ingreso durante el período reciente de globalización. Al mismo tiempo, la desigualdad del ingreso ha aumentado principalmente en los países de ingreso alto y mediano, y en menor medida en los países de bajo ingreso» (FMI. Perspectivas de la Economía Mundial: Globalización y desigualdad. 2007, p. 160). Pero aquí es que no se habla de todo esto.

Obviamente, el hecho de que las desigualdades estén aumentando y de que los ricos vivan cada día mejor en comparación con los pobres tiene causas bien cercanas: las políticas fiscales regresivas y la renuncia a la imposición progresiva y de equidad, el subasteo fiscal de los últimos tiempos, la libertad de movimientos de los capitales, las restricciones salariales, la debilidad del gasto y de las políticas sociales… Pero lo que más preocupa y lo que hará que sigan aumentando sin límite es el silencio de los dirigentes políticos.

¿Nos callaremos también los ciudadanos? ¿nos dará igual que sigan aumentando? ¿no era la igualdad la aspiración característica de todos los movimientos progresistas?

Juan Torres López es Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga y colaborador habitual de Rebelión. Su web: www.juantorreslopez.com