Los principales medios de comunicación a menudo califican a Donald Trump de «populista», pero al hacerlo subestiman la gravedad y el peligro de lo que está ocurriendo en Estados Unidos.
Donald Trump suele aparecer en los grandes medios de comunicación como una figura populista y autoritaria. Se utilizan palabras como derecha radical, derecha noticiosa, iliberal, alt-right y, aquí y allá, extrema derecha para calificar sus opiniones políticas. Pero, ¿refleja adecuadamente esa terminología la gravedad y el peligro del fenómeno Trump? En el pasado los mismos medios de comunicación normalizaron muchas de sus opiniones extremistas e hicieron que fueran aceptables para un público más amplio.
¿No es más correcto utilizar la palabra fascismo para calificar a Trump? Para responder a esa pregunta repasamos nueve características del fascismo histórico de Hitler y Mussolini (1) para comprobar si existen paralelismos con el proyecto actual de Trump y en qué medida. Las y los lectores podrán juzgar por sí mismos.
1. Ultranacionalismo y supremacía blanca
Los nazis consideraban al ser humano «ario» la cúspide de la civilización humana y consideraban a otros grupos (como los judíos, los romaníes, los eslavos y los afrodescendientes) inferiores e incluso no humanos. Esta jerarquía racial estaba detrás de las políticas del Holocausto, en el que millones de personas fueron perseguidas y asesinadas.
Influido por la Alemania nazi, Mussolini adoptó las ideas supremacistas blancas. Las leyes raciales italianas discriminaban a los judíos y a otros grupos no blancos, prohibían los matrimonios mixtos y promovían la superioridad de la población blanca «italiana». Los fascistas aplicaron en las colonias italianas políticas racistas para subrayar la superioridad europea y oprimir a la población local.
Los discursos de Trump se caracterizan por la deshumanización de la personas inmigrantes de color. Considera a la personas musulmanea y a las inmigrantes latinoamericanas una amenaza para la nación. Adopta estereotipos antinegros y sugiere que las mujeres de color que le critican no son verdaderas estadounidenses. De este modo, alimenta la opresión violenta de las minorías. Además, en el pasado cortejó repetidamente a supremacistas blancos y otros neofascistas.
Trump planea hacer la mayor deportación masiva de personas indocumentadas de la historia de Estados Unidos. Quiere construir enormes campos de detención en la frontera sur y completar el muro fronterizo. También quiere prohibir la entrada en Estados Unidos a personas procedentes de determinados países de mayoría musulmana.
2. Darwinismo social
El fascismo italiano abrazó la idea de que la violencia sacaba lo mejor y lo más fuerte, tanto de los individuos como de las naciones. El fascismo suponía una vulgarización de la filosofía nietzscheana, que sostenía que existían «líderes naturales» y que eran los más indicados para gobernar.
Incluso con Hitler hubo elementos de darwinismo social o la ley de la selva. Utilizó los principios del darwinismo social para justificar la superioridad de la «raza aria». Según la ideología nazi, la lucha entre razas era una lucha natural y necesaria por el dominio, una lucha en la que las razas «más fuertes» tenían que dominar o exterminar a las más débiles.
Como país fuerte, Alemania tenía derecho a expandir su Lebensraum (espacio vital) a costa de los pueblos «inferiores» de Europa del Este.
Trump insiste a menudo en la idea de que el mundo es una competición feroz, tanto en los negocios como en la política. Elogia a líderes como Vladimir Putin o Kim Jong-un, que destilan poder y dominio. Se ha jactado de “robar” el petróleo de Siria.
Su ética personal gira en torno a ganar y dominar. Ya se ha calificado a sí mismo de «inteligente» seis veces.
Desprecia a las personas no blancas. No se esfuerza en ocultar su aversión por las personas musulmanes, latinas ni sus compatriotas negros. Presenta a los inmigrantes como traficantes de drogas, delincuentes, violadores y personas procedentes de “países de mierda”que deben volver a sus “chabolas”.
3. Culto a la personalidad e histeria de las masas
El culto a la personalidad y la histeria de masas desempeñaron un papel importante con Hitler y Mussolini a la hora de consolidar su poder y movilizar a la población. Basándose en el principio del Führer, se presentó a Hitler como el líder infalible de Alemania, el centro de la nación y del pueblo. Mussolini cultivó una imagen de fuerza infalible y de vitalidad masculina. Al presentarse como líderes fuertes y orquestar reuniones colectivas masivas, tuvieron un gran impacto en la población y consiguieron reforzar sus dictaduras.
Trump se ha posicionado como el «salvador» de Estados Unidos, una figura única que protege a la nación de las amenazas de los «izquierdistas radicales», los «globalistas» y las influencias extranjeras. Se llama a sí mismo «el elegido”.
Exige de sus seguidores lealtad incondicional y la obtiene. Casi dos tercios de sus partidarios le expresan un apoyo fanático. Tres cuartas partes de sus seguidores aceptaron la falsa idea de que las elecciones de 2020 fueron fraudulentas.
Los mítines de Trump atraen a muchas personas y se centran en él como individuo. También ponen de relieve la conexión personal entre él y sus seguidores. Imágenes y recuerdos, como las gorras MAGA (Make America Great Again, «Volver a hacer que Estados Unidos sea grande») y banderas con su nombre, refuerzan esta imagen de devoción personal.
4. Bulos y teorías conspirativas
Tanto Adolf Hitler como Benito Mussolini utilizaron la propaganda, la manipulación de la información y las teorías conspirativas para difundir su ideología, desacreditar a sus oponentes y movilizar el apoyo de las masas. Lo lograron mediante el control de los medios de comunicación.
Goebbels, ministro de Propaganda de Hitler, afirmó: «Si dices una gran mentira y la repites con suficiente frecuencia, la gente acabará creyéndosela». El culto a la personalidad de ambos fascistas iba acompañado de un antiintelectualismo y de la adopción de teorías conspirativas.
Desde que Trump llegó a la presidencia en 2016 se habla de la era de la postverdad. Durante su primer mandato lanzó una media de más de siete mentiras o afirmaciones engañosas diarias.
Trump también recurre regularmente a las teorías de la conspiración, como, por ejemplo, la teoría conspirativa de extrema derecha “QAnon” que afirma que las élites dirigen una red global de pedofilia. Gran parte de sus seguidores lo cree y Trump calificó a quienes creen en Qanon de «personas que aman a nuestro país».
Trump puede contar para sus mentiras entre otras cosas en el canal X de twitter de su buen amigo Elon Musk, donde Trump tiene 95 millones de seguidores. En los últimos 12 años ha tuiteado unas 57.000 veces. El propio Musk, que se ha convertido en uno de sus principales propagandistas, tiene 157 millones de seguidores y desde finales de 2013 tuiteó 38.000 veces.
Además, Trump también puede contar para su propaganda con Fox News, uno de los canales de televisión más destacados e influyentes de Estados Unidos.
5. Eliminar a los adversarios y a la oposición
Tanto Hitler como Mussolini desmantelaron sistemáticamente los partidos de la oposición, los sindicatos y las voces críticas. Hitler utilizó a las [organizaciones militares fascistas] Sturmabteilung (SA) y más tarde a las Schutzstaffel (SS) para intimidar, apalear o asesinar a las y los opositores políticos, como comunistas y socialdemócratas.
Los matones fascistas de Mussolini utilizaron la violencia y la intimidación contra socialistas, comunistas y otros opositores. Atacaron mítines sindicales, destruyeron redacciones de periódicos y perpetraron asesinatos.
En ambos regímenes se rompieron las estructuras democráticas mediante leyes o decretos. Se controló estrictamente la prensa controlada y se prohibieron las críticas políticas.
Donald Trump ha dicho que perseguirá a sus enemigos políticos si resulta elegido. Además de los opositores políticos, también prevé atacar a periodistas y pretende usar el ejército contra alborotadores o manifestantes.
Quiere purgar los rangos más altos del gobierno para gobernar sin ser molestado. Planea despedir a unos 50.000 funcionarios e imponer una prueba de lealtad a todos los funcionarios federales. El Pentágono teme que Trump nombre a figuras autoritarias para altos cargos de inteligencia y militares.
Como en su primer mandato, nombrará a la mayor cantidad posible de jueces afines. También pretende controlar las instituciones independientes y suprimir las subvenciones en caso necesario.
6. Anticomunismo
Tanto Hitler como Mussolini eran abiertamente anticomunistas. Su hostilidad al comunismo desempeñó un papel fundamental en su ideología y sus estrategias políticas.
Bajo el régimen de Hitler, los comunistas fueron uno de los primeros grupos enviados a campos de concentración. Los nazis los consideraban enemigos del Estado a quienes había que exterminar por completo. Los Camisas Negras de Mussolini llevaron a cabo ataques contra organizaciones comunistas y socialistas.
La agresión exterior de Hitler se dirigió fundamentalmente contra la Unión Soviética. La Alemania nazi consideró la invasión de la Unión Soviética (Operación Barbarroja) una cruzada ideológica contra el bolchevismo. En dicha operación es donde hubo la mayoría de las víctimas [de la Segunda Guerra Mundial]: 27 millones de ciudadanos soviéticos y 3-4 millones de soldados alemanes.
Trump arremete a menudo contra el comunismo y utiliza el término para atacar a sus adversarios políticos y a las ideologías a las que se opone. La lucha contra la “tiranía en el extranjero” es inútil mientras no se derrote a los marxistas “en casa”.
Ataca sobre todo a países como Cuba, Venezuela y China. En su anterior mandato las relaciones con estos países fueron muy duras. Dado que su gabinete está compuesto de personas pertenecientes a la línea dura, es de esperar otra vuelta de tuerca en esta política.
7. Militarismo
Dos años antes de que Mussolini tomara el poder su movimiento de Camisas Negras contaba con 200.000 miembros. Cuando Hitler tomó el poder en 1933, podía contar con 400.000 Camisas Pardas.
Los grupos paramilitares en Estados Unidos cuentan actualmente con unos 50.000 miembros, sobre todo supremacistas blancos y extremistas de derecha y neofascistas. Algunos poseen armas pesadas. A menudo utilizan la violencia contra los manifestantes, lo que recuerda a los matones fascistas de los años treinta.
Trump ha anunciado planes para desplegar militares contra manifestantes y migrantes en el futuro. También está pensando en movilizar tropas federales en las ciudades controladas por los demócratas.
Su lenguaje atrevido y provocador fomenta el culto a la violencia. En 2016 dijo :”Podría pararme en medio de la Quinta Avenida, disparar a alguien y no perdería ningún votante».
8. Guerra e imperialismo
Mussolini calificó el pacifismo de débil, la guerra de noble y valiente. La expansión imperialista era necesaria para recuperar el pasado imperial del Imperio Romano. Hitler vinculó su imperialismo a la ideología racial y a la dominación mundial. Ambos líderes transformaron sus Estados en potencias agresivas de expansión y máquinas de guerra, con las consecuencias que ya conocemos.
Estados Unidos está perdiendo su posición dominante en la escena mundial. Trump quiere contrarrestarlo, y restaurar la grandeza y la supremacía de Estados Unidos. No es casual que el lema de su campaña sea «Make America Great Again (MAGA)».
Para mantener esa supremacía estadounidense, Trump está impulsando un gasto militar significativamente mayor. A los aliados de la OTAN les sugiere un fuerte aumento del gasto en defensa de hasta el 4% de su PNB. Durante su primer mandato Trump ya retiró a Estados Unidos de varios tratados de control de armamento. Es poco probable que una administración Trump renueve el Tratado START, que restringe los misiles de largo alcance y expira en 2026.
Al igual que en su mandato anterior, su nuevo gabinete está lleno de belicistas. Su ministro de Defensa tiene tatuajes que hacen referencia a las Cruzadas y quiere que Trump bombardee Irán. Su asesor de seguridad, Mike Waltz, afirma que el ejército estadounidense debe prepararse para una guerra tanto con China como con Irán. Su nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Marco Rubio, quería una invasión militar de Venezuela y quiere frenar la influencia de China en América Latina.
El enfrentamiento total con China exige que Estados Unidos sea menos activo en Europa y Oriente Medio para poder liberar más recursos en Asia. Por eso la guerra en Ucrania debe terminar cuanto antes y por eso la propia Europa debe ocuparse más de su seguridad. Con Trump en el poder, está cada vez más cerca una guerra contra Irán y/o China.
9. Apoyo del capital
El Führer y el Duce recibieron un considerable apoyo de la comunidad empresarial. Este apoyo desempeñó un papel importante en su ascenso al poder y en la consolidación de sus regímenes.
Tras un fallido golpe de Estado en 1923, el partido fascista de Hitler apenas contaba con seguidores. Poco a poco, sin embargo, Hitler pudo contar con un considerable apoyo financiero de la élite económica, lo que le permitió establecer el aparato de su partido. Esa élite lo hizo para ofrecer una alternativa al socialismo y al comunismo, que amenazaban sus intereses económicos.
Destacadas figuras del mundo empresarial también acudieron a dar consejos y ayuda a Hitler para orientar su partido «en la dirección correcta» y hacerlo «apto para asumir la responsabilidad gubernamental». Una historia similar ocurrió en Italia bajo Mussolini.
Donald Trump puede contar con el respaldo financiero de toda una serie de destacados multimillonarios. Por ejemplo, cuenta con el apoyo de Stephen Schwarzman, el director de Blackstone, una de las mayores empresas de inversión del mundo. Otro de sus principales valedores es John Paulson, conocido gestor de fondos de cobertura.
El más destacado es Elon Musk, el segundo hombre más rico del mundo. Por sus servicios prestados (apoyo financiero y propaganda a través de X), Musk ha sido recompensado con un puesto en el gabinete de Trump.
¿Fascista?
Corresponde al lector o lectora juzgar si se puede considerar fascista a Trump y en qué medida. Para ello, conviene tener en cuenta dos cosas. Tanto en Alemania como en Italia, el fascismo fue la etapa final de un proceso de años de fascistización creciente o lo que se denomina «fascismo progresivo». Lo que hoy no está, puede estar mañana.
Además, debido al estigma de las consecuencias históricas del fascismo, sus defensores suelen ocultar o camuflar su ideología.
Mark Milley, el general de más alto rango durante el primer mandato de Trump, calificó a este de “fascista hasta la médula» y «la peor amenaza para este país».
Sea como fuere, el ascenso de Trump demuestra que una figura carismática y astuta de extrema derecha puede hacerse con el poder en la última superpotencia que queda en el mundo. Lo consiguió consolidando el apoyo popular. Podrá utilizar vastos poderes del gobierno federal con fines nefastos. En cualquier caso, estamos avisados.
Nota:
(1) Nos basamos para ello en Dimaggio A., Rising Fascism in America. It Can Happen Here, Nueva York 2022, pp. 13-19.
Texto original: https://www.dewereldmorgen.be/artikel/2024/11/22/is-trump-een-fascist/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y Rebelión como fuente de la traducción.