1 . Teodoro Obiang: el presidente de la política clara y constante. Mientras los opositores al régimen del Presidente Teodoro Obiang son detenidos y torturados en prisión por el mero hecho de serlo, se prohíbe la entrada a Guinea Ecuatorial a organizaciones internacionales de derechos humanos. Mientras algunos son liberados sin cargos ni juicios o […]
1 . Teodoro Obiang: el presidente de la política clara y constante.
Mientras los opositores al régimen del Presidente Teodoro Obiang son detenidos y torturados en prisión por el mero hecho de serlo, se prohíbe la entrada a Guinea Ecuatorial a organizaciones internacionales de derechos humanos. Mientras algunos son liberados sin cargos ni juicios o indultados al cabo de un tiempo, posteriormente son multados y confinados en sus pueblos. Mientras se juzga (in absentia) al supuesto líder de un golpe de estado, Severo Moto, un puñado de asociados depende exclusivamente de la misericordia del tribunal, que determinará el Primer Magistrado de la Nación, no por casualidad el mismo que la preside (artículo 86 de la Ley Fundamental de Guinea Ecuatorial).
Si alguien apuesta 100 euros a que esta descripción se refiere a los hechos que están teniendo lugar en junio de 2008, los pierde. Se trata de los ocurridos en 1997, once años antes. La descripción completa de los mismos está en Equatorial Guinea: Amnesty International Release (AI INDEX: AFR 24/07/97), publicado el 14 de octubre de 1997.
Parece que no ha cambiado nada una década larga después de esos sucesos. El fracasado golpe se ha repetido con el mismo protagonista, el régimen continúa deteniendo y torturando, Obiang sigue en el poder y Amnistía Internacional no deja de publicar informes similares año tras año. Sin embargo, ha habido un par de cambios y de momento puede decirse que el primero al menos es para peor.
El primero es que la habilidad política de Obiang ha aumentado. Por mucho que desagrade reconocerlo, es más listo de lo que se quiere admitir. Juega como quiere con sus pares en todo el mundo y con sus rivales en casa. Sin contar los altos cargos que ocupó durante el régimen anterior de su tío Francisco Macías, Obiang lleva treinta años en el poder. En este tiempo se ha hecho inmensamente rico y ha enriquecido a los suyos, ocupa un lugar aceptable en la comunidad internacional, ha anulado a la exigua oposición y las únicas dudas respecto a su porvenir provienen de su salud y de su sucesión, las cuales, en todo caso, no están completamente bajo su control.
Amnistía Internacional denunciaba en el citado informe de 1997 que la prohibición de acceso al país a organizaciones internacionales de derechos humanos «contradice la política de apertura relativa a cuestiones de derechos humanos prometida de forma pública por el Presidente Obiang en febrero de 1997».
Si la política de promesas no cumplidas de Obiang tiene no menos de diez años, la de torturas es mucho más antigua. En 1978 Amnistía Internacional la consideraba una práctica sistemática hasta el punto de que en su Boletín de marzo de ese año definió a Guinea Ecuatorial como «un inmenso campo de torturas cuya única salida es el cementerio». Un informe publicado en 1990 con el título de Torturas en Guinea Ecuatorial recoge informaciones al respecto desde 1968 a 1988.
2. El gobierno del PSOE: para esta democracia no hace falta tanto diálogo.
Obiang sólo engaña a los que se dejan. Las declaraciones que de tanto en tanto realiza el ministro español de asuntos exteriores, Sr. Moratinos, acerca de «ayudar, acompañar, incentivar, motivar a un país como Guinea a avanzar en el proceso de democratización y defensa de los Derechos Humanos», colocan una vez más al Reino de España como un Estado pelele conducido por los intereses de otros y en contradicción con sus aspiraciones constitucionales.
http://www.diariodirecto.com
Hace años que Moratinos viaja a Guinea Ecuatorial y recibe a Obiang en España. Sin embargo, su opinión sobre los «avances en el proceso de democratización» tiene hoy el mismo valor que la de la revista de variedades estadounidense Parade, que observa también cierto progreso, por lo que en 2008 ha situado a aquél en el puesto decimotercero en la lista de los peores dictadores del mundo, tras haberle colocado en el undécimo en 2007 y en el décimo en 2006.
La principal diferencia es que la revista le califica lisa y llanamente de dictador y no propone ningún diálogo, mientras que el Partido Socialista Obrero Español en el gobierno parece que espera a que pase otra década para estar seguro antes de pronunciar la palabra. Quizás por eso la revista tiene una circulación de 42 millones de ejemplares y las declaraciones de prensa del ministro no las leen ni sus asesores. De otro modo no se explica la publicación de su opinión sobre la última visita de Obiang a España: «un tanto apasionada».
http://www.diariodirecto.com
Obiang ha llegado donde está administrando por doquier dosis tras dosis de promesas incumplidas envueltas en contratos petrolíferos con el resultado de asesinatos, torturas y otras graves violaciones de derechos humanos, pero Moratinos percibe pasión cuando se encuentra con él. Es cierto que sus homólogos reciben a Obiang en Estados Unidos como a «un buen amigo» y en China y otros países con una alfombra roja, pero eso no hace a Obiang menos criminal, sino que convierte a aquellos en encubridores, cooperadores y cómplices de sus barbaridades.
Si las declaraciones de Obiang no engañan más que a ministros de exteriores y presidentes de gobierno, las de Moratinos no engañan a nadie. ¿Quién cree fuera del PSOE que las medidas del gobierno respecto de Guinea Ecuatorial son las adecuadas a la vista de los treinta años transcurridos? Sin embargo, el pasado 29 de mayo, poco después de las elecciones amañadas habidas en Guinea Ecuatorial, presentó de nuevo en el Congreso de los Diputados su letanía habitual: «no nos queda más remedio que seguir insistiendo en un diálogo constructivo».
(http://www.congreso.es/portal
3. La oposición: sin noticias de Nkrumah, Mandela, Lumumba y Biko .
El segundo cambio se ha operado en la oposición política. Los líderes de la Convergencia Para la Democracia Social (CPDS), que hasta las pasadas elecciones de mayo contaban con dos de los cien escaños del Parlamento de Guinea Ecuatorial -los demás están acaparados por partidarios de Obiang- viven horas de amargura en lo político y de angustia en lo personal. No es de extrañar porque se quedan con un escaño, siguen acosados como habitualmente y han sido descartados por la comunidad internacional que prefiere petróleo en mano que democracia volando.
Los opositores han exhibido su gran cabreo y su desesperación a través de varios comunicados lanzados por su Comisión Ejecutiva Nacional durante este mes. En éstos aparece una mezcla de denuncias, lamentos, meditaciones tardías sobre lo ocurrido, acusaciones sin concretar, propuestas inalcanzables y reflexiones carentes de autocrítica.
CPDS denuncia que «la jornada electoral vivida el domingo día 4 de mayo de 2008 en Guinea Ecuatorial superó todas las previsiones sobre la brutalidad del fraude preparado por el Señor Obiang y su régimen, denotando un franco retroceso en la evolución política del país.» (http://www.cpds-gq.org).
CPDS se lamenta de la traición de la comunidad internacional, en particular España y Estados Unidos, ya que las elecciones «no se han desarrollado en condiciones de libertad, transparencia ni igualdad como esperaba el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, o como pretende el embajador estadounidense acreditado en el país.» (http://www.cpds-gq.org)
La Unión Europea no se libra de los ataques, ya que el desbloqueo de los fondos destinados a Guinea Ecuatorial [más de diez millones de euros en 2008] con cargo al noveno Fondo Europeo de Desarrollo para la realización de proyectos en el ámbito de derechos humanos y buen gobierno, es considerado por CPDS como el «insulto más fuerte que se puede recibir». (http://www.cpds-gq.org)
La Ejecutiva se para a meditar sobre «la desgraciada historia de Guinea Ecuatorial [que] se repite de manera cíclica», porque en el año 2002, «cuando Guinea Ecuatorial más necesitaba de la ONU, ésta decidía retirar, como por casualidad, la figura del Representante Especial para Guinea Ecuatorial, dejando a la población desamparada y a merced de la arbitrariedad del Señor Obiang. Muchas de las personas arbitrariamente detenidas entonces acaban de ser indultadas ayer día de junio».
Finalmente emite un juicio muy negativo de la política del diálogo. Considera que «los acercamientos que se operen hacia el régimen que gobierna Guinea Ecuatorial [por parte de sus socios bilaterales y multilaterales] se harán por otras razones no expresadas en las declaraciones públicas, como puede ser el beneficio obtenido de la situación de un régimen totalitario y despótico, poco respetuoso de los derechos de las personas, razones que favorecen a las personas, instituciones o países que protagonizan dichos acercamientos y que lesionan sin escrúpulo alguno los intereses legítimos de la población de Guinea Ecuatorial y su derecho a vivir en libertad y a beneficiarse de sus recursos naturales.» (http://www.cpds-gq.org)
A pesar de admitir su desesperada situación política, todavía «hace un llamado a la comunidad internacional, particularmente a los socios bilaterales y multilaterales representados en Guinea Ecuatorial, para hacer ver que su mutismo ante la represión y todos los atropellos que perpetran el Señor Obiang y su régimen sobre el pueblo de Guinea Ecuatorial, así como todas las arbitrariedades infligidas a la oposición y a la disidencia en el país, se parece a una complicidad con este régimen en el daño así infligido a este pueblo. CPDS desearía ver un pronunciamiento sobre lo vivido en este país el pasado 4 de mayo, así como el hostigamiento postelectoral que le acompaña.» (http://www.cpds-gq.org)
Lo que manifiesta CPDS es cierto, más aún, se queda corto. Ha recibido el mayor golpe de su historia no sólo porque ha perdido uno de sus dos escaños a manos de sus enemigos políticos, sino porque ha sido abandonado por los que consideraba sus amigos. Pero entonces ¿por qué recurre de nuevo a ellos?
No importa ahora que lo sucedido es la crónica de un abandono anunciado y así fue advertido en su momento, pero ¿qué sentido tiene hacer nuevos llamados que serán igualmente ignorados? No tiene apenas importancia señalar ahora que la comunidad internacional es cómplice con el régimen contra el pueblo, pero sobre todo no sirve para sacar a la población ecuato-guineana de su penosa situación.
Las elecciones de mayo de 2008 han confirmado, si es que hacía alguna falta, que el juego político que ha hecho CPDS hasta ahora con las peores cartas, contra experimentados delincuentes, ante jueces comprados y con el concurso de observadores con sus propios intereses, ha terminado.
No es hora de lamentos ni de acusaciones indirectas. Si CPDS no es consecuente con su propia crítica de la situación y se enreda en reproches absurdos y amenazas que resaltan aún más su debilidad, no sólo estará acabado, sino que -como dice su Ejecutiva Nacional de los demás jugadores- corre el riesgo de ser cómplice del juego de Obiang.
La lucha por los derechos de los africanos en África no ha sido hecha principal ni primeramente en las sesiones de Parlamentos corruptos y en reuniones en los despachos oficiales de Madrid y Washington con diplomáticos favorables al pueblo de Guinea Ecuatorial de palabra pero no de hechos. Tampoco por supuesto repitiendo una y otra vez ante personas que no conocen ni de lejos el sufrimiento de los ecuato-guineanos que «CPDS es la única oposición democrática y que busca el cambio político por medios pacíficos…»
La estrategia política frente a los asesinos, sus secuaces y sus cómplices no puede consistir en hacer giras por Europa y Estados Unidos para quejarse ante gente que no piensa ni por asomo en perder sus beneficios para favorecer los derechos de otros. La acción política no puede basarse en hablar día tras día en un parlamento que carece de legitimidad ante diputados que no escuchan sino a quien les paga.
Para diseñar una nueva acción política es de la mayor utilidad recurrir a los excelsos líderes africanos contemporáneos. Nkrumah centró su lucha política en la agitación de las masas, lo que le costó repetidas detenciones. Mandela dirigió una transición política pero no sin antes reclamar el derecho a la defensa de los oprimidos (lo que los políticos occidentales llaman violencia) ante la Corte Suprema de Pretoria en 1964, por lo que fue condenado a cadena perpetua. Lumumba fue asesinado por la CIA, brazo armado del gobierno de Estados Unidos especializado en liquidar a líderes populares en todo el mundo por su oposición al imperialismo. Biko logró movilizar con éxito a los habitantes de las ciudades sudafricanas antes de ser asesinado bajo custodia policial.
Conclusión: Ni el diálogo con Obiang ni las giras políticas de los opositores llevarán los derechos humanos a Guinea Ecuatorial.
Se cuenta que hace años un ecuato-guineano de edad madura, descontento con la evolución de su país, sobre la que charlaba con un español, le preguntó: «oiga, esto de la independencia ¿cuánto dura?» Es de suponer que el paso del tiempo le ha dado la respuesta, aunque no hay duda de que miles de ecuato-guineanos se preguntan hoy lo mismo sobre la democracia.
La democracia no existe ni existirá en Guinea Ecuatorial en las actuales circunstancias de dictadura apoyada desde el exterior por poderosos intereses económicos a cambio de petróleo.
Para que los ecuato-guineanos vean respetados sus derechos humanos, una vez agotado el juego político, o sea, lo que no es sino apariencia de un sistema democrático, es preciso que lleven a cabo una lucha de resistencia popular nacional contra los que los violan y los que les apoyan.
Con otras palabras: los derechos se toman, no se reciben. Para ello lo más probable es que haga falta renunciar a ciertas amistades y apoyos inútiles, que haya que trabajar más en la calle y en los poblados que en el parlamento, que haya que abandonar la parodia de la democracia y pasar al drama de la lucha popular.
Es imprescindible no comprometer el derecho irrenunciable del pueblo y de los individuos a una vida en libertad, justicia y paz por un eslogan político del gusto de los políticos corruptos del tipo «una alternativa política pacífica», bueno para los opresores pero no para los oprimidos.