Traducido del catalán para Rebelión por el autor
El 22 de abril Jacob Zuma arrasaba en las elecciones sudafricanas con el mejor resultado para Congreso Nacional Africano (ANC en las siglas inglesas) desde la victoria de Mandela de 1994. El secreto de este éxito fue la firme promesa de dar un claro giro a la izquierda respecto a las políticas de su antecesor, Thabo Mbeki, y lograr que los beneficios del crecimiento económico de los últimos 17 años lleguen a la mayoría de una población que, en los aspectos materiales, a menudo aún vive como en los tiempos del apartheid.
Dos meses después de la toma de posesión, está Zuma cumpliendo con su promesa? Pues a veces parece que sí y a veces que no. En estos momentos el gobierno sudafricano es un campo de batalla abierto entre quienes quieren forzar unas políticas más sociales y los que de ninguna forma quieren enemistarse con los inversores internacionales.
Los primeros son, sobretodo, el Partido Comunista y la Confederación de Sindicatos Sudafricanos (Cosatu en el acrónimo inglés), estrechos aliados del ANC desde la clandestinidad y que en el actual gobierno se encuentran reforzados por el apoyo que dieron a Zuma en su lucha contra Mbeki por el control del partido. A más, Gwede Mantashe, secretario general del ANC, es íntimo amigo de los sindicatos y pugna para poner la estructura del partido a su favor.
El otro bando está personalizado por Trevor Manuel, el histórico ministro de economía de Mbeki y favorito del Foro Económico Mundial. El pasado otoño, el rumor que podía dimitir provocó una caída del rand [la moneda sudafricana] de un 40%. En el nuevo gobierno Manuel ha sido ascendido a la presidencia de la «Comisión de Planificación Ministerial», un cargo creado expresamente para él y que podría equipararse a un primer ministro, aunque sus competencias aún no son muy claras.
En estos momentos la propuesta de crear un sistema sanitario universal se ha convertido en el centro de esta guerra política. La iniciativa ha despertado las iras de la poderosa industria médica y algunos sectores del ANC han pedido que se «revise» por «irreal», mientras la Cosatu amenaza con movilizaciones si el proyecto no se materializa.
La política monetaria es la otra gran controversia dentro del gobierno. Mientras Manuel oficiaba de anfitrión en la conferencia del Foro Económico Mundial celebrada en Ciudad del Cabo hace dos semanas y garantizaba que Sudáfrica mantendría su política y fiscal y monetaria conservadora, limitando el gasto público, el sindicato de los metalúrgicos se manifestaba en Pretoria contra el directo del Banco Central por seguir esta misma política.
¿Y que dice Zuma ante estas controversias? De momento casi nada y parece que se limita a tratar de hacer de árbitro sin posicionarse por ninguno de los bandos. Pero la situación es compleja y ambos proyectos son claramente incompatibles por lo que, más temprano que tarde, tendrá que posicionarse.
Por ahora sus equilibrios y su alta popularidad le dan un margen de maniobra en ambos lados, pero la legislatura justo acaba de empezar.