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Estados Unidos, balance de un año escandaloso

Fuentes: Prensa Latina

Tanto para los republicanos, como para los demócratas, el 2006 fue en Estados Unidos otro año escandaloso, salpicado por nuevos casos de corrupción y episodios sexuales en la cúpula política y social de la nación. Entre los más resonantes culebrones, destaca el del representante republicano Mark Foley, desatado a casi un mes de las elecciones […]

Tanto para los republicanos, como para los demócratas, el 2006 fue en Estados Unidos otro año escandaloso, salpicado por nuevos casos de corrupción y episodios sexuales en la cúpula política y social de la nación.

Entre los más resonantes culebrones, destaca el del representante republicano Mark Foley, desatado a casi un mes de las elecciones legislativas del 7 de noviembre último, con un saldo negativo para el partido gobernante, enlodado por la conducta de algunos de sus líderes.

Foley renunció luego que la televisora ABC News le preguntó sobre los lujuriosos «e-mails» que envió a un ex mensajero del Congreso y los textos sexualmente insinuantes remitidos a otros jóvenes.

«Estoy profundamente apenado y me disculpo por defraudar a mi familia y al pueblo de Florida que he tenido el privilegio de representar», alegó en un comunicado el legislador, quien durante 12 años ocupó un curul en Washington.

Paradójicamente, Foley co-dirigió la comisión del Congreso para Niños Desaparecidos y Explotados, y recientemente propuso una ley para reducir la pornografía infantil en Internet.

Por intermedio de su abogado, David Roth, el parlamentario reconoció ser homosexual y dijo que un sacerdote abusó de él en su adolescencia.

El escándalo Foley ganó fuerza al trascender que las aberraciones sexuales del congresista datan de la década del 90, y que eran conocidas por líderes republicanos en el legislativo.

Uno de los nombres más empañados con este pasaje fue el de Dennis Hastert, presidente de la Cámara de Representantes, cuya renuncia fue solicitada hasta por el mismísimo The Washington Times, diario conservador que suele ser incondicional a los republicanos.

El «Speaker», que cesará en el cargo en enero (ya que su partido perdió la mayoría en la Cámara baja), conocía de las fechorías sexuales de Foley, pero guardó silencio.

«Dennis Hastert debe hacer lo único correcto, dimitir de su cargo de inmediato», señaló el periódico en un editorial.

Por su parte, The New York Times consideró que «cuanto más tratan los líderes republicanos de la Cámara de Representantes de defenderse por el tema… peor suena el asunto. Siguen sin percatarse de lo serio que es esto, especialmente tratándose de un partido que quiere presentarse como árbitro en temas morales».

El expediente Foley abultó la lista de escándalos de los republicanos.

Un mes antes, el representante Robert Ney llegó a un acuerdo con el Departamento de Justicia, según el cual reconoció ser responsable de un cargo por conspiración y otro por falso testimonio, relacionados con el caso del ex lobista Jack Abramoff.

A inicios del verano, el legislador anunció que no se postularía para ser reelegido, decisión que adoptó bajo presión del Partido Republicano, cuya cúpula temió perder ese escaño por la empañada imagen del diputado.

Ney se convirtió así en la primera figura del Congreso en admitir sus nexos con Abramoff, quien en enero de este año -también en un arreglo con la fiscalía- se declaró culpable de dos de los seis cargos de corrupción en su contra.

Abramoff, quien reconoció ser responsable de conspiración para cometer fraude y evasión de impuestos, fue sentenciado a cinco años y 10 meses de prisión.

El acuerdo incluyó, además, que el acusado cooperaría con la justicia en cualquier investigación federal seguida en Washington en torno a parlamentarios beneficiados con sus favores.

Entre los políticos bajo escrutinio figura el ex representante republicano Tom DeLay, otrora líder de la mayoría en la Cámara baja, quien enfrenta cargos en Texas por lavado de dinero.

A cambio de influencias, Abramoff canalizó 50 mil dólares a la esposa del controversial congresista, para lo cual se valió de una organización de caridad.

Incluso, el ex jefe de gabinete de DeLay, Edwin Buckham, viabilizó, por medio de la Red Familiar Americana, la recepción de un millón de dólares en pagos confidenciales de ejecutivos rusos de energía vinculados al ex lobista.

Empero, los escándalos también tocaron a la puerta de los demócratas. De ello se encargó el representante William J. Jefferson, de Louisiana, filmado mientras aceptaba un soborno de 100 mil dólares en billetes de a 100, de manos de una informante encubierta del Buró Federal de Investigaciones.

Casi toda la suma fue hallada posteriormente en la casa del político, oculta en un congelador.

El dinero era parte del soborno que el empresario de Kentucky Vernon Jackson ofreció a Jefferson para que le favoreciera inversiones en Nigeria.

Jackson, presidente de la compañía tecnológica iGate, se declaró culpable el 3 de mayo último ante un tribunal federal, de haber pagado más de 400 mil dólares en prebendas a legisladores.

Según documentos judiciales, el congresista podría estar implicado en otros siete casos, en los que procuró objetos de valor a cambio de sus influencias.

Jefferson hasta ahora no fue acusado, negó haber hecho algo malo y advirtió que no tenía intenciones de renunciar, al punto de que en los comicios de noviembre último se postuló para la reelección e, increíblemente, consiguió el voto mayoritario del electorado.

Días antes de esas elecciones, otro sonado caso estalló en el país, al renunciar el presidente de la Asociación de Evangélicos de Estados Unidos, tras quedar en evidencia su inmoralidad sexual.

Ted Haggard, conocido por su frontal oposición a los matrimonios «gay», dimitió luego de que un hombre aseguró que mantuvo relaciones íntimas con él, previo pago, en los últimos tres años.

Haggard lo negó inicialmente, pero después lo reconoció en una carta pública a su iglesia.

El pastor, de 50 años, casado y con cinco hijos, era considerado una de las figuras más influyentes entre los evangélicos cristianos de la nación, la cual con este episodio cerró otro escandaloso año.