Estados Unidos está dejando de ser un consumidor de drogas ilícitas, para convertirse en un importante productor. BBC Mundo visitó California, el principal estado cultivador de marihuana en ese país, para investigar el fenómeno. El capitán Kevin Mayer, del Servicio Forestal de Estados Unidos, es uno de seis oficiales encargados de vigilar el Bosque Nacional […]
Estados Unidos está dejando de ser un consumidor de drogas ilícitas, para convertirse en un importante productor. BBC Mundo visitó California, el principal estado cultivador de marihuana en ese país, para investigar el fenómeno.
El capitán Kevin Mayer, del Servicio Forestal de Estados Unidos, es uno de seis oficiales encargados de vigilar el Bosque Nacional de Sierra, una reserva natural de más de un millón de hectáreas a mitad de camino entre las ciudades de Los Angeles y San Francisco.
No es el típico guardabosques de apariencia inofensiva y sonrisa amable para los turistas que suele encontrarse en los parques naturales de ese país.
Armado con un fusil automático, Mayer pasa sus días recorriendo la reserva en busca de plantaciones de marihuana.
El oficial no tiene muchas dudas acerca de cual es la tendencia de los cultivos.
«Creo que continuarán aumentando, expandiéndose hacia el este a lo largo de Estados Unidos y al norte hacia la frontera con Canadá», declaró Mayer a la BBC. «Hay muchas ganancias en el negocio».
¿La primera industria?
El problema que desvela a Mayer fue recientemente analizado por el académico estadounidense Jon Gettman, conocido estudioso y activista a favor de la reforma de las leyes contra las drogas, quien sostuvo que la marihuana es, en términos del valor de su cosecha anual, el cultivo más grande de ese país.
Gettman trabaja con la Coalición para la Reclasificación del Cannabis, un grupo defensor del uso terapéutico de la marihuana.
Un portavoz de la Agencia Antidrogas de EE.UU. (DEA) dijo entonces que no podía confirmar la magnitud de la cosecha nacional de marihuana.
Pero pocos dudan que la producción es sustancial y está creciendo. El informe anual antinarcoticos del Departamento de Estado en 2005 afirmó que EE.U.U. cultivaba 10.000 toneladas métricas al año, frente a 5.000 importadas de México y Canadá.
Según cifras suministradas a la BBC por el Departamento de Justicia de California, los cultivos erradicados sólo en ese estado en 2006 alcanzaban un valor comercial de US$6.700 millones.
Y el número de plantas de marihuana destruidas pasó de 313.776 en 2001, a 1.675.681 en 2006.
Para darse una idea del tamaño comercial de los cultivos estadounidenses de la hierba, basta señalar que, de acuerdo a un informe del Servicio de Investigaciones del Congreso de EE.UU., el narcotráfico contribuye a la economía colombiana una suma cercana al 2,5% del PIB de ese país, o sea unos US$2.500 millones. Una cifra equivalente apenas a la mitad del valor comercial estimado de la cosecha californiana.
Hay que aclarar que el menor valor monetario del narcotráfico colombiano se explica también por el hecho que la cocaina producida en Colombia adquiere la mayoría de su valor después de ser exportada. El valor comercial final de las drogas producidas en Colombia, una vez lleguen a calles estadounidenses, será sustancialmente mayor.
Sin embargo, las cifras sugieren que Estados Unidos es una potencia creciente en cultivos ilícitos, y que su papel en la industria global del narcotráfico no se reduce al papel de simple consumidor.
Paralelos
Al igual que ocurre en países andinos como Colombia, Perú y Bolivia, uno de los mayores focos de crecimiento de cultivos ilícitos en California tiene lugar en parques y reservas naturales, donde el aislamiento físico y el hecho de ser un espacio público dificulta la persecución de los responsables.
Las autoridades de California dijeron a BBC que no emplean fumigaciones aéreas contra las plantaciones, por considerarlas nocivas a las condiciones ambientales en esos parques naturales.
Así como algunos justifican la existencia de cultivos de coca en varios países andinos por su importancia para las tradiciones locales, en California no falta quienes digan que la marihuana es parte de la cultura de la región, especialmente desde los años 60.
Y una parte importante del electorado del estado guarda tolerancia por el cultivo, en ciertas condiciones.
Después de un referendo en 1996, las autoridades californianas legalizaron el consumo y cultivo de la hierba en pequeñas cantidades con fines terapeúticos. Pero en otros sectores de la población, especialmente en pueblos rurales y conservadores, la oposición al cultivo sigue siendo radical.
Y mientras la sociedad sigue discutiendo, Estados Unidos se consolida en su nueva e incómoda posición como gran productor de cultivos ilícitos.