Finalmente el presidente Barack Obama y el Congreso llegaron a un acuerdo para paliar el déficit fiscal que ocurre cuando los gastos presupuestados de un gobierno superan los ingresos recaudados a través de impuestos, tarifas y otras fuentes de ingreso. El centro del acuerdo para reducir el déficit fue convenir la franja de ingresos mínimos […]
Finalmente el presidente Barack Obama y el Congreso llegaron a un acuerdo para paliar el déficit fiscal que ocurre cuando los gastos presupuestados de un gobierno superan los ingresos recaudados a través de impuestos, tarifas y otras fuentes de ingreso.
El centro del acuerdo para reducir el déficit fue convenir la franja de ingresos mínimos para aumentar el impuesto a las ganancias. Los republicanos no querían ningún tipo de aumento pues defienden la tesis de que los impuestos frenan la iniciativa privada. Obama y los demócratas proponían subir los impuestos a los más ricos y no tocar los montos para los otros sectores de la población. Finalmente se aprobó la porpuesta demócrata de subir los gravámenes a quienes ganan más de 400 000 dólares al año, un monto que ellos mismos subieron durante las negociaciones desde una propuesta inicial de 250 000. Con esto los republicanos tuvieron que aceptar la propuesta de sus rivales, aunque bajo objeciones de algunos de los miembros más influyentes de la Cámara de Representantes.
Así concedieron la victoria a Obama con 275 votos a favor y 167 en contra..
Economistas apuntan que desde la II Guerra Mundial ha operado en Estados Unidos un déficit fiscal, durante la mayor parte de los años, solo hubo algunos superávits ocasionales en los que se produjeron más ingresos que egresos. El Centro para la Economía Internacional , con sede en Australia identificó en los últimos once años tres factores en el deterioro de las condiciones fiscales de Estados Unidos: la recesión económica, los recortes de impuestos durante la presidencia de Bush, y los incrementos dramáticos en el gasto federal, especialmente por las operaciones militares en Irak y Afganistán después del 11 de septiembre.
No caben dudas de que los gastos en armamentos para combatir el supuesto «terrorismo internacional» término que han acuñado para las supuestas amenazas históricas son determinantes en el déficit fiscal por todo el inmenso caudal de dinero que dedican a las guerras que generalmente inventan. Después del fin de la guerra fría, la administración Bush creó un centro para el comercio con el fin de estimular la venta de armas, señala Noam Chomsky en su libro Año 501, al tiempo que propuso garantías gubernamentales de hasta mil millones en préstamos para la compra de armas de Estados Unidos.
Lawrence Corp., de la Brookings Institution , ex secretario adjunto para la defensa a cargo de la logística -dice Chomsky-, comentó que la promesa de venta de armas había mantenido elevadas las existencias de los productores militares a pesar del fin de la guerra fría, con un aumento de la venta de armas desde los doce mil millones de 1989 hasta casi cuarenta mil millones en 1991. De entonces acá sería interminable contar todas las guerras «justificables» o inventadas. Existe un enorme conglomerado de propietarios de la industria militar industrial que no permite a ningún presidente reducir el volumen de compra-venta de armamentos. Como dice Moncho Tamames en La cultura del mal, el Pentágono es un monstruo al que ya es imposible dejar de alimentar.
En enero del 2001, la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) proyectó que después de años de déficit Estados Unidos podría acumular más de quinientos mi millones de déficit entre 2002 y 2011 y, sin embargo en enero del 2010, revisó sus pronósticos y estimó un abismo de un billón solo para ese, año, lo que le llevó a estimar un promedio de déficit de seiscientos mil millones por año.
Por su parte, el periodista español Vicenc Navarro opina que la alarma sobre el abismo fiscal en Estados Unidos estaba siendo deliberadamente exagerada por parte de aquellas fuerzas financieras y económicas que quieren privatizar la seguridad social y desmantelar el escasamente desarrollado estado de bienestar en Estados Unidos. Este mismo especialista tiene la tesis de que el déficit durante el gobierno de Obama ha descendido, no aumentado, pues en 2009 fue del diez por ciento del Producto Nacional Bruto. Al siguiente año bajó al nueve por ciento, a un 8.7 en el 2012 y a un siete por ciento ahora. Por tanto, piensa que lo que desean los republicanos -y yo agregaría que las fuerzas más reaccionarias interesadas en que se incrementen los gastos militares- en realidad, es acotar el límite de la deuda, y el pacto firmado no resolverá el tema, dice Navarro. Y agrega que Obama perdió la oportunidad al ceder tan pronto. Como es costumbre en él, dice, y que es causa de la enorme frustración de las bases del Partido Demócrata, incluyendo los sindicatos. Sin embargo, el periodista de La Jornada, Arturo Balderas afirma que «una de las secuelas de la reciente crisis es que Obama parece estar consciente de que, además de la negociación y el consenso, también es necesaria la firmeza frente a la necedad de sus adversarios. En el momento más crítico de las negociaciones para evitar el precipicio fiscal, hizo un llamado a los ciudadanos para que exigieran a sus legisladores aprobar un aumento en el impuesto a quienes más ganan. Esa decisión política es una muestra -asegura- de que esta vez sí está dispuesto a aprovechar el apoyo que recibió de la mayoría de los estadounidenses». Ojalá que así sea.