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El último de los espíritus de Pandora

Estadounidenses expatriados sueñan a pesar de todo

Fuentes: commondreams

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Hace poco un amigo, me contó su historia sobre cómo la votación en Florida anduvo mal – de nuevo. Y aunque sentí el terrible peso del desaliento, descubrí algo que no había creído que encontraría en la penumbra de estos tiempos. Encontré el último de los espíritus de Pandora – la esperanza.

Permítanme que me explique.

En un caluroso viernes en octubre, éramos tres esperando a sus niños delante de una escuela. Hablamos con mucha animación sobre la votación en la próxima elección presidencial. Éramos todos estadounidenses expatriados que viven en un rincón tranquilo de Canadá: uno, un neoyorquino latino, muy conversador, una simpática floridana de mediana edad, y yo – lo peor de lo peor en el EE.UU. republicano, – un viejo liberal de Massachussets. La floridana comparte su historia sobre los problemas que tiene con su voto.

«Mi voto por correo llegó bien a Canadá», dice, «pero a diferencia de sus votos [los de Nueva York y Massachussets], mi papeleta no tenía un sobre sellable para devolverlo». Lógicamente, está preocupada y siente sospechas.

«¿Qué hiciste?» pregunta el neoyorquino.

«Bueno», dice la floridana, «esta mañana escribí un correo electrónico a una organización demócrata para estadounidenses que viven en el extranjero. Y pregunté si esa papeleta sin sello es normal. En quince minutos, me respondieron. Estaban preocupados. Y me dijeron que llamara a mi oficina electoral local en Florida y solicitara una explicación.»

Así lo hizo.

«Llamé y hablé con una joven», nos cuenta, «y cuando expliqué mi situación, la muchacha me dijo: «No se preocupe, nos haremos cargo cuando llegue».

«¿Nos haremos cargo?» le dije. «‘¿Significa que cuando abran el sobre, habrá representantes demócratas y republicanos presentes para asegurar que el voto sea recibido y contado?’ «¿Y saben lo que dijo? ‘Bueno, no, tendrá que confiar en nosotros.'»

Desde luego, «elecciones en Florida» y «confianza» no riman para la floridana expatriada. Así que nos dice que volvió a ponerse en contacto con la organización demócrata y les explicó la nueva situación. Y le dijeron que enviara la papeleta por correo certificado y que ellos enviarían a un representante para que lo recibiera y lo contara. Además, el grupo sugirió que se pusiera en contacto con CNN, que estaba realizando una historia sobre problemas con los votos en el extranjero.

«¿Quieren decir que ya hay tantos problemas con los votos?» preguntó.

«Oh, sí», insistieron, «muchos».

Así que ahí estamos los tres quejándonos y enfureciéndonos ante la política divisiva de George W. Bush. Hablamos de otros informes de Florida: sobre el acoso a los votantes negros y latinos. Y nos preguntamos: «¿Volverá a suceder? ¿Se perderán nuestros votos en una decisión judicial o algo peor?»

La floridana ya convenció al neoyorquino de que volverá a ocurrir, y se preguntan si alguna vez volverán a casa. Y casi estoy de acuerdo. Después de todo, ¿qué espíritu tenebroso no ha sido liberado por George W. Bush de la caja de Pandora – enfermedad, tristeza, vicio, crimen?

Y entonces sucedió.

De repente me vi refutando la esperanza perdida de mi compañera estadounidense expatriada. Comencé a hablar de EE.UU. con una pasión que no había sentido desde hace veinte años.

¿Qué pasó?

No era patriotismo, porque el patriotismo nace de la pasión por un país y sus prácticas actuales. Y mi EE.UU. había desaparecido hace tiempo con Reagan y Bush padre. No, lo que sentí fue algo que pertenecía a una memoria distante, o tal vez a un sueño, o incluso tal vez al liberalismo de Massachussets que me enseñaron como niña a través de las palabras de Ralph Waldo Emerson, de Henry David Thoreau, y de John F. Kennedy.

Me vi realmente hablando del ideal de EE.UU. como una ciudad resplandeciente sobre un monte, como un rayo de esperanza para los que buscan genuinamente vida, libertad y la busca de la felicidad. Y el neoyorquino y la floridana asintieron.

Me imaginé que la misma conversación ocurre entre estadounidenses por todas partes ya que están demasiado afectados por la desalentadora política de Kart Rove – en Florida y en todo el mundo – de dividir y conquistar. Incluso me imaginé que mientras más insistan Kart Rove y George W. Bush para que los estadounidenses se traguen su política, más provocarían en disidentes y expatriados por igual, la cualidad más poderosa de EE.UU. – su idealismo.

Y el idealismo estadounidense es pura esperanza – la última esperanza de la caja de Pandora.

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Steven Laffoley([email protected]) es director de escuela, estadounidense, y escritor independiente que vive en Halifax, Nova Scotia, Canadá.

http://www.commondreams.org/views04/1018-11.htm