Traducido para Rebelión por Marina Almeida
Los Estados occidentales decidieron bloquear los haberes libios depositados en sus bancos y sus establecimientos financieros. Desde un punto de vista técnico, el dinero de los Fondos soberanos libios es público y por lo tanto restituible al legítimo gobierno de Libia. El problema reside en que la «sociedad anónima» de los Gadafi, que controla Libia, hizo desaparecer la línea divisoria entre el dinero público y las finanzas personales de los «derechohabientes » del clan. Los prestanombres y las sociedades «pantallas» podrían apropiarse del capital en el caso de una bancarrota política de la «sociedad anónima».
A medida que transcurren las horas y los sucesos en lo que ahora es una guerra civil en su sentido más amplio, van saliendo a la luz los cimientos económicos del poder de Mouammar Gadafi. El «Guía», que pretende ser sólo un símbolo y un referente ( mardja ) es en realidad el presidente de una sociedad anónima que controla Libia de manera privativa y fuera de toda supervisión legal. Las defecciones en el seno de las instituciones financieras públicas libias, por parte de responsables de alto nivel, todavía no se tradujeron en revelaciones espectaculares sobre la apropiación de los recursos del país por el clan Gadafi. El jueves 3 de marzo, el periódico austríaco de derecha Die Presse , reveló que un miembro del entorno del líder libio, en ruptura con el régimen, había declarado que la familia reinante habría repartido sus activos en 73 países. El hombre, que desea guardar el anonimato, afirma que los Gadafi poseen participaciones en aproximadamente 800 sociedades, por un valor de 150 mil millones de dólares. La gestión de este pastón estaría a cargo de financieros libios y extranjeros, desde Luxemburgo. Estos hombres de confianza conforman una verdadera red internacional consagrada a administrar la fortuna de los Gadafi.
La fortuna familiar se alimenta con las rentas del petróleo y las comisiones y el dinero negro entregados por proveedores extranjeros y también, por malversación de fondos públicos vía los Fondos públicos soberanos. Los que conocen las esferas dirigentes de la sociedad petrolera del Estado, la NOC [ National Oil Company ] y los fondos soberanos ( Libyan Investment Authority o LIA) aseveran que la separación entre las finanzas públicas y los haberes personales de los «derechohabientes» del clan resulta muy difícil de establecer. Los diferenciales entre la tasa real de exportaciones – más de 1 millón trescientos mil barriles diarios – y lo que se declara oficialmente, alrededor de 1 millón de barriles, desaparece a través de los meandros financieros de la más absoluta complejidad. Enlazados tanto con el punto de partida como con el de llegada del circuito de la renta, los Gadafi administran «su» dinero de una manera particularmente eficaz ; la fortuna familiar, evaluada por diplomáticos estadounidenses como mínimo en 120 mil millones de dólares, está dividida en una galaxia de inversiones, participaciones y cuentas bancarias a través del planeta
Malversación «legal» y confusión entre el dinero público y la fortuna privada
La vía más utilizada para la malversación «legal» sería la de los Fondos públicos soberanos controlados por la LIA (Libyan Investment Authority [Fondo de Inversiones Libias]), creada en 2003 después del levantamiento de las sanciones impuestas por la Naciones Unidas. Estos fondos trasladarían una parte de sus activos a hombres de negocios como el austrolibio Mustapha Zarti, cuya reciente detención en Austria permitió que se divulgara que las inversiones del régimen libio, sólo en Austria, ascenderían a unos 30 mil millones de dólares. El pasado viernes [04 03] el Banco central austríaco anunció la congelación de los activos de Mustapha Zarti. Según la prensa austríaca, se trata de un personaje representativo de la confusión entre el dinero público y la fortuna privada del clan en el poder en Trípoli. Ubicado en la confluencia de las múltiples vías que sustentan la fortuna de los Gadafi, Mustapha Zarti es miembro de los consejos de administración de la LIA, uno de los principales accionistas del banco italiano UniCredit. Zarti es uno de los principales dirigentes de la NOC (la compañía petrolera nacional libia), del grupo petrolero Tamoil, y además, desempeña el cargo de vicepresidente del First Energy Bank de Bahrein. Según los expertos en asuntos del alcázar libio, Zarti no sería el único en cumplir este tipo de funciones ; varios personajes similares forman parte de la nebulosa financiera del régimen.
Gadafi y sus nueve hijos
Gadafi y sus nueve hijos detentan intereses en sectores económicos en Libia y en el extranjero, sobre todo en el petróleo, el gas, las telecomunicaciones, las infraestructuras, los hoteles, los medios de comunicación y la distribución, según los cables de 2006 de diplomáticos estadounidenses divulgados por Wikileaks. Saif Al Islam sería el hombre de negocios más próspero del clan. Presidente de la fundación familiar de beneficencia, la Gaddafi International Charity & Development Foundation , goza de una fuente de ingresos inagotable: todos los contratos de infraestructuras y de realización de proyectos en Libia incluyen una contribución a la Fundación familiar. Saif Al Islam dirige el grupo empresarial [ holding ] One-Nine, presente en diversos sectores, particularmente en el del petróleo y la prensa, y que maneja las inversiones en el extranjero. El mayor de los hermanos, Mohamed, nacido del primer matrimonio, dirige la dirección nacional de telecomunicaciones y posee conjuntamente con Mutassim más del 40% de la franquicia local de Coca Cola, mientras que Saadi, general de fuerzas especiales y exfutbolista, posee el 7,5 % del capital del club Juventus de Turín. Además, es el accionista principal de una sociedad de producción cinematográfica. En cuanto a Hannibal, que ganó notoriedad por haber estado implicado en escándalos relativos a atentados contra las buenas costumbres en París y en Ginebra, éste es propietario de una compañía de transporte marítimo. Finalmente, la única hija del guía, Aicha, que dirige su propia sociedad de beneficencia, detenta intereses en los sectores de la energía, de la construcción y obras públicas y en una clínica privada de Trípoli.
Activos diseminados en sociedades «pantalla»
El patrimonio libio de la familia no es más que la parte sumergida de un iceberg internacional cuyo tamaño resulta muy difícil evaluar con exactitud. Los activos en Asia y en el Golfo son administrados por hombres de negocios a través de múltiples sociedades «pantalla», lo cual reduce las posibilidades de una rápida identificación y la trazabilidad de flujos. El poder de disuasión financiero de los Gadafi es excesivamente importante, sin común medida con el del tunecino Ben Alí o el clan Mubarak. De esto se deduce la capacidad de movilización y la determinación de Gadafi en su lucha salvaje por el poder y por preservar su dominio sobre la renta líbica. ¿En la hipótesis del derrocamiento de la Casa Gadafi, qué es lo que podrá recuperar el pueblo libio?
La respuesta a este interrogante no es nada simple; dada la inmensa maraña compuesta por inversiones, conglomerado de sociedades «pantallas» y activos nominales en posesión de testaferros, la estimación se vuelve bastante complicada. Más aún, considerando que los países en los que se resguardan estos bienes no dan pruebas de buena voluntad: ¿adónde fueron a parar los activos de Mobutu o de los otros potentados africanos destituidos? Poco habría sido devuelto a los tesoros públicos estatales saqueados por sus dirigentes, los bienes bajo secuestro suelen ser recuperados por los países receptores mediante diversos artificios jurídicos. A esto se añade el hecho de que en tiempo de revolución la fiabilidad de los testaferros suele esfumarse. Recordamos las desventuras del exdictador haitiano Baby Doc que fue sobradamente desposeído, sobra decirlo, cuando los hombres de confianza que se encargaban de la administración su fortuna, se la apropiaron sin más ni más. Parecería ser que gracias a estos antecedentes el clan Gadafi ha aprendido la lección y ha tomado las disposiciones pertinentes. De todos los modos por el momento, mientras no se haya procedido a una evaluación y un censo fiable, sería prematuro prever la recuperación del dinero robado. Sin embargo, es indudable que este asunto ocupará un lugar primordial en la agenda política del régimen que reemplazará a la dictadura del «Guía» de la Gran Yamahiriya Socialista.