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Extraña calma sobre Trípoli

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

El gran retrato con marco dorado del coronel Muamar Gadafi que adornaba la pared de la recepción de mi hotel desde que abrió hace muchos años, ha desaparecido. También se  han retirado las 72 banderas verdes que ondeaban en sus mástiles blancos. No es cortés preguntar al poco personal que queda quién retiró esos objetos, porque el acto de sacarlos podría convertirse en una ofensa muy seria, según como vayan las cosas. Pero mi amigo Ismail, que atiende la recepción, solo me sonrió cuando comenté sobre el hermoso espejo que cuelga en en lugar del retrato del líder.

Mirando al horizonte de Trípoli a las 7:30 de la mañana del 22 de agosto de 2011, desde el piso 26 del Hotel Corinthia, parece que todo se acabó para el régimen de Gadafi.

Toda la noche se oyeron en el centro de Trípoli sobre todo disparos de celebración desde zonas como la recién rebautizada «Plaza de los Mártires» (antes ‘Plaza Verde’) pero esta mañana todavía quedan muchas dudas en las mentes de la gente. Algunos preguntan: ¿estarán abriendo una trampa las fuerzas de Gadafi para las fuerzas rebeldes, permitiéndoles que entren rápida y fácilmente y luego, cuando estén reunidas en celebraciones públicas y busquen descanso, contraatacarlas?

La afirmación del representante del CNT de esta mañana de que los rebeldes controlan un 95% de Trípoli parece exagerada. Es una ciudad muy extendida y es obvio que las fuerzas rebeldes no están desplegadas por doquier.

Una columna de 22 vehículos militares con pintura de camuflaje repletos de combatientes gubernamentales pasó lentamente por delante de nuestro hotel a las 8:10 de la mañana y torció a la derecha hacia el complejo de la costa que incluye el hotel Bab al Bahar Hotel («puerta al mar»), y en el extremo, el desocupado JW Marriott, en el cual dicen los testigos que estaba encaramado el francotirador que ayer por la mañana me disparó a la pierna derecha. Mi doctor me dio la bala como recuerdo y estaré bien, aunque me duele. Un trabajador del hotel que acaba de llegar dice que vio a fuerzas gubernamentales que se reunían en los vecindarios de Trípoli durante las últimas horas.

Al otro lado del hotel pude ver camionetas rebeldes repletas de combatientes y nuevas banderas tricolor libias que iban lentamente hacia la Plaza Verde (de los Mártires). Estoy pensando en lo que podría ocurrir si doblaran en el sentido equivocado.

Los informes de la captura de Saif y Mohamad Gadafi apoyan la idea de que el gobierno exageró mucho su apoyo y que el público en general le creyó. Unos pocos del limitado personal y algunos chicos que vienen temprano para saltar la valla del hotel, usaban la piscina y coreaban «Alá, Mohamad, Muamar, Libia wa bass» han dejado de hacerlo y ahora el apoyo de derrocamiento de «el líder» es generalizado. La mayor parte del personal de mi hotel parece alicaído.

Las manifestaciones de apoyo a la salida de Gadafi de las mismas multitudes que parecían adorarlo en la Plaza Verde durante los últimos cinco meses en los que he estado observándolas es sorprendente, pero tal vez revela por qué los déspotas todopoderosos son frecuentemente más forma que sustancia y pueden derrumbarse rápidamente bajo ciertas condiciones.

Las preguntas que hacen aquí esta mañana estudiantes amigos incluyen lo que pasó con la resistencia a la OTAN y a los rebeldes que apoya: dónde están los «65.000 soldados profesionales» que esperan repeler a los «rebeldes de la OTAN» para que no entren en Trípoli, mencionados incluso anoche por el portavoz del gobierno, Musa Ibrahim; hubo alguna vez un verdadero ejército libio de miles de soldados listo para defender Trípoli; cómo será la transición; habrá conflictos tribales por el poder; tendrá que pagar Libia todo el daño a la infraestructura; se otorgarán a los países de la OTAN contratos de petróleo, a pesar de la hostilidad generalizada hacia la matanza de numerosos civiles por la OTAN; obtendrá EE.UU. otra base militar (Wheelus fue cerrada por Gadafi en junio de 1970); reconocerá el nuevo gobierno a Israel, como se dice que exige la OTAN; cumplirá el Consejo Nacional Transitorio sus promesas de una transición justa y rápida, con próximas elecciones, etc., etc.

Ayer por la mañana, mientras salía a dar una vuelta en bicicleta por Trípoli, había señales de que estaba sucediendo algo incongruente. No se veía por ninguna parte a los guardias de seguridad, normalmente unos 20 afuera del hotel. Tampoco apareció personal para trabajar. Ismail y el tipo de la informática dormían en el hotel, y la dama británica «Miss Lorraine» que está a cargo de la hospitalidad del hotel vive en él y estaba comprensiva y visiblemente molesta.

Al abandonar ayer el hotel en bicicleta ayer a las 7:30 de la mañana, me sorprendió ver a una mujer parada sola en la calle frente al hotel. Me sorprendió aún más cuando me gritó «¡Hola señor Lamb!» con una amplia sonrisa.

Era Marianne, quien trabaja con Lorraine en algún sitio dentro de este supuesto «Hotel 7 Estrellas». Había hablado con ella por teléfono, pero nunca la había visto en persona. Cuando le pregunté por qué estaba de pie en la calle vacía, respondió: «¡Tengo que conseguir que me lleven al puerto!» Parecía extraño, en vista de lo que estaba pasando, y le pregunté por qué. «Mañana termina mi quincena de vacaciones y tengo que tomar un barco a Malta». Me sorprendió: «Querida, por favor, es seguro que no habrá un barco a Malta ahora y es peligroso que vaya al puerto». «Pero mi amigo me espera en Malta», sollozó. «Bueno, si consigue que la lleven al puerto, llame a mi habitación, pagaré la mitad e iré con usted al puerto». Marianne estuvo de acuerdo. Nunca volví a verla.

La delegación de la ONU partió ayer después de sus cinco días de «misión de investigación». No estoy seguro de qué es lo que encontraron porque pasaron casi todo el tiempo en el hotel esperando y esperando, como lo hace la mayoría de los extranjeros, una cita prometida con un funcionario del gobierno o quien sea. Su jefe, una impresionante señora palestina de Nazaret, en Palestina Ocupada, convenció a la OTAN para que permitiera que algunos extranjeros utilizaran asientos vacíos en los aviones de la ONU, de modo que este hotel quedó prácticamente vacío.

No ha habido señales del coronel Gadafi. Una calma extraña se ha extendido sobre Trípoli.

Franklin Lamb está en Trípoli. Para contactos: [email protected]

Fuente: http://www.counterpunch.org/lamb08222011.html

rCR