Recomiendo:
0

Aniversario de la Revolución de Octubre

Fidel y Chávez juntos y de rojo… este 7 de noviembre

Fuentes: Rebelión

Los 7 de noviembre me gusta visitar la Colina Lenin en Regla. Regla es un pueblito marino en la Habana, al que se llega atravesando la bahía. La Virgen de Regla es la patrona de la ciudad. Por tanto, al arribar, ella nos recibe coqueta, con su vestido azul… anunciando la segura victoria de Industriales, […]

Los 7 de noviembre me gusta visitar la Colina Lenin en Regla. Regla es un pueblito marino en la Habana, al que se llega atravesando la bahía. La Virgen de Regla es la patrona de la ciudad. Por tanto, al arribar, ella nos recibe coqueta, con su vestido azul… anunciando la segura victoria de Industriales, su equipo de pelota en la venidera campaña.

Más arriba está Lenin. En 1924 un alcalde comunista decidió construir el monumento en un hermoso tributo cubano al líder de los trabajadores. Creo que es el primero que se le dedica a Lenin fuera de la URSS. Insisto que la nacionalidad de Cuba esta ribeteada de estas pinceladas de amor que le llegan de un internacionalismo inédito. ¡Benditos mis paisanos de Regla! Por estos días, sobre todo después del día 2 de noviembre, mucho habrán charlado Lenin y la Virgen Negra. Ella temerosa de la suerte de los cubanos y de los pobres del mundo. Él preocupado por ver si los comunistas seremos capaces de remontar estos últimos goles del enemigo.

Las flores de los días 7 de noviembre se compran frente a la iglesia. La hermosa Virgen le ofrece siempre las más frescas a su camarada de la Colina. Nadie crea que los intereses de esta compañera están en las patéticas frases de Roma ni en un polaco empuñando una cruz…que de seguro nada tiene que ver con el espíritu de aquel palestino que murió a manos de los primeros sionistas por defender los pobres de la Tierra. No, la Virgen caribeña bendice sin dudas a estos cientos de niños que van a poder vivir todos los años en su patria, y estos ancianos que no tienen que morir de hambre.

Desde la Colina se ve el puerto. Hace más de diez años aquellos que se decían herederos del hombre de la Colina decidieron de un plumazo no ayudar a Cuba ni a la Virgen de Regla, ni a los niños, ni a los viejos. En nombre de la libertad decidieron ponernos en manos del imperialismo. Les falló el propósito. No sólo se salvó mi pueblo con todo y sus vírgenes, sino que Cuba salvó la honra de la revolución de Octubre. Y durante aquellos duros años bajo las palabras de «Socialismo o Muerte» encontraron aquellos europeos refugio en esta pequeña isla.

Por eso hoy en Cuba se patentizó la mejor fiesta de los comunistas. ¡No! No fue en las palabras del Excelentísimo señor Embajador de Rusia en Cuba. Ese hombre no sabría hablar de la revolución de Octubre. Mas bien pudiese hablar de la historia de los zares y de la iglesia ortodoxa, nunca de la revolución bolchevique, ni de la bandera del proletariado. En aquella embajada bajaron del asta la bandera roja. No creo que pueda existir celebración sin ese color. Si algún estandarte sobra un 7 de Noviembre… es el de la bandera de la república rusa. Bajaron la bandera de los comunistas de muchas partes. A decir bien, de todas partes, excepto de Coyoacán donde es custodiada por León Trosky.

El aniversario de la revolución de Octubre se celebró en La Habana… en el Consejo de Estado y de Ministros: El día 6 en la noche el Comandante Chávez decidió visitar a su colega accidentado. Se fusionó allí en esas ocho horas en un solo abrazo, un segundo de la revolución mundial. En ese instante, bajo las notas silenciosas de la Internacional, volvió Lenin a empuñar su voz a la clase obrera y volvió el ejército rojo a estremecer al mundo. Su legendario jefe estaba también en ese abrazo. Por más que andaba cumpliendo 126 años. La bandera roja de Coyoacán desplegó sus alas al ver reunidos a los dos mejores revolucionarios del mundo. Bajo ese abrazo voló también el primer pedacito de esperanza. Esa esperanza que parecía mentira el pasado día 2 de noviembre…

Así sucedió: Apareció Hugo Chávez por la puerta de la oficina fresco como la mar, con una camisa pálida y playera interior. Ese color resaltaba el bronce intenso de la piel que en complicidad con su amplia sonrisa y sus ojos casi puntuales le regalaban una belleza original. Saludó con la mano derecha en un franco saludo militar. Caminó lento hacia un lugar preciso, sin dejar de sonreír y meneando la cabeza de lado a lado, con un gesto familiar. La sonrisa se desenfrenaba y se convertía en franca risa. En ese lugar preciso estaba Fidel. Fidel estaba sentado, se había lastimado seriamente la rodilla y el brazo derecho el día 20 de octubre. Saludó Fidel a su compañero con su mano izquierda ,¡con su mano preferida! Chávez se acerca y se inclina y con las dos manos sobre el hombro del legendario guerrillero le repetía un familiar «Estás bien Fidel, muy bien«. ¡Y sí que lo estaba! Con todo y su pierna estirada, su brazo derecho entablillado, tenía una desbordante felicidad que le venía de adentro. Pero ¿qué raro andaba Fidel? Por un segundo no le entendí. ¡Fidel no está de verde como siempre solemos verle! Fidel está… de rojo. Un rojo intenso que proyecta su optimismo hasta las mismas estrellas al ver a su joven camarada. De rojo. ¿Por qué estaba de rojo?

Es el color de la revolución bolivariana, que había logrado una popular victoria el 31 de octubre. Casualmente es el color de la revolución mundial, es el color de la revolución de octubre. Fidel le expresó a Chávez, a través de este color que él, y con él todos nosotros, habíamos participado en los comicios del 31 de octubre donde salimos victoriosos.

Estos comicios fueron sin dudas una profundización del 15 de agosto: Chávez no hizo pactos turbios, ni engañó a nadie, ni tuvo que recurrir a los chismes personales de sus adversarios, ni tuvo que invertir cientos de millones de dólares. Su campaña teñida de rojo y sinceridad apeló a la verdad. Esa verdad que permite que el mejor revolucionario de Venezuela sea su legítimo presidente. Recurrió a sus aliados del pasado. El Che, al cual consideró un «revolucionario infinito e inmortal«. La revolución en Venezuela estará dispuesta a «ser verdadera», como dijo el Che en la carta de despedida a Fidel. Por tanto, en la revolución bolivariana «se triunfa o se muere». En su campaña de victoria Chávez no habló de lo que había logrado Venezuela, habló de lo que había que resolver. «El problema de fondo de Venezuela es la exclusión y la pobreza y, todavía más, la miseria.» Desató la guerra sin cuartel contra la burocracia y contra el latifundio. Pidió que cada gobernador chavista elegido «se convierta (…) en el jefe de la lucha contra el latifundio».

«Ahora Venezuela está entrando en una nueva etapa, la revolución bolivariana debe profundizarse, debe hacerse cada día más revolución, más auténtica, más verdadera, la transformación estructural de la economía, de la sociedad, es un reto grandioso que tenemos por delante», dice Chávez. «La pobreza, la miseria, la exclusión no la vamos a solucionar con pañitos de agua tibia. Bien decía Simón Bolívar: «Las gangrenas políticas no se curan con paliativos»; yo pudiera decir también: Las gangrenas sociales no se curan con paliativos. La única manera, la única verdadera manera, aceptémoslo así, entendámoslo así: cada día más en que nosotros podamos conducir a nuestro pueblo a su plena liberación social y económica es a través de una revolución plena, de una revolución integral, una revolución que debe asumir lo económico, es decir una revolución que debe ser además de política, además de social, económica en profundidad. Lo voy a decir de una vez, nosotros debemos dejar atrás el modelo capitalista que se instaló en Venezuela durante tanto tiempo; dentro en el marco del modelo capitalista, del modelo económico capitalista no es posible la solución de los gravísimos problemas que tiene la sociedad, la pobreza, la miseria y la exclusión.»

El Che lo hubiese hecho más corto: » O revolución socialista o caricatura de revolución»

Quizás no sepa este revolucionario que José Martí pronunció en su radical discurso Política insuficiente: «Los remedios son impotentes cuando no se calculan en relación con la fuerza y urgencias de las enfermedades. (…) La política es una ocupación culpable cuando se encubren con ella (…) la miseria y desdicha patentes, la gran miseria y gran desdicha del pueblo.» La política de Chávez es más que suficiente. «Patria o muerte» es una consigna del comandante de Venezuela. Pero «Patria es Humanidad» dijo José Martí. Además en Cuba hubo de agregársele otra palabra imprescindible para hacerla cierta: Socialismo. Esta consigna que llevándola a sus últimas consecuencias es la consigna del mundo.

Ando averiguando como dos pueblos apenas con dos días de diferencia pueden apostar por cosas tan diferentes. El pueblo norteamericano suscribió la guerra, el venezolano la revolución.

Por las imágenes de la televisión no es mucho lo que puede percibirse, y sin embargo la transpiración de estos hombres a pesar de este fresco noviembre se notaba perfectamente por las cámaras. Chávez se inclinó a saludarlo y le ratificó su compromiso. Fidel señalaba orgulloso las pequeñas banderas de nuestros países bordadas en el bolsillo.

Ocho horas estuvieron juntos. No sé de qué hablaron, mas como ustedes me lo imagino: De la gran victoria el 31 de octubre; de la victoria del Frente Amplio, cuya verdadera victoria tendrá que verse ahora en las acciones concretas; de la recién Cumbre de Río. Donde por cierto el Presidente Chávez anunció una «extraña» observación a los que planean luchar contra la pobreza y el hambre en el sur de mi continente. Dijo más o menos: «No sé cómo puede hacerse desde una economía capitalista». Y sobre todas las cosas habrán conversado sobre el triunfo de la reacción en los Estados Unidos. Buen tema de agenda para un 7 de Noviembre.

Al final, delante de las cámaras de TV, Chávez se enfunda una hermosa camisa… roja que le había regalado su compañero, después de recibir feliz un cuadro de Bolívar, pintado por Valdés, un artista de la provincia más occidental de la Isla.

Ya es 7 de Noviembre y Chávez deberá irse no sin antes recordar con esa pequeña mirada aguda que Fidel y él estuvieron «compartiendo el alma«, como le dijera a una periodista.

Miré de nuevo a Fidel. Pensé en esos años de lucha infinita a contracorriente. Todavía es y sus heridas son de combate. Pues no se accidentó en su casa podando el jardín, como muchos hombres de su edad, sino ganando una batalla más de las ideas.

Dijo José Martí que «Cuando hay muchos hombres sin decoro hay siempre otros que tienen sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que le roban a los pueblos su libertad, que es robarle a los hombres su decoro. En estos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana.»

Y en este punto del tiempo, en el 7 de noviembre de este año, se multiplicó la dignidad humana en aquel encuentro de amor.

Entonces ya no sufrí demasiado por no haber podido visitar a Lenin en Regla. Estos dos hombres pintados de rojo me regalaron una perfecta celebración y mi 7 de noviembre se llenó de ganas de luchar. La primera batalla la daremos alfabetizando moralmente al pueblo norteamericano que está siendo embrujado por la maldad de tantos años.

Lucharemos con todas las fuerzas, felices, sabiendo que la bandera roja pinta ahora a un pueblo nuevo de Sur América en revolución permanente. Y ese color se extenderá por todo este continente y saltará el Atlántico, y llegará a la bella Europa, donde tenemos tantos y tantos compañeros bañados por dentro con este color, y bajaremos al África y llegaremos a los polos. Y la Tierra toda girará de nuevo en el sentido correcto respecto al sol..

Recordé con cariño y pertinencia el lema de Trotsky: dum spiro spero (mientras quede un soplo de vida hay esperanzas).

Y todavía en muchos lugares me preguntan que pasará cuando Fidel se me vaya… Fidel no se me irá. Creo que Chávez lleva sólo 50 años de vida…