El Frente Popular de Liberación de Saguia el Hamra y Río de Oro – Frente Polisario- conmemora 40 años de lucha por la independencia del Sahara Occidental. El pueblo saharaui pelea por su derecho a la autodeterminación frente a la ocupación de Marruecos que se perpetuó tras la descolonización de España. A escasos kilómetros de […]
El Frente Popular de Liberación de Saguia el Hamra y Río de Oro – Frente Polisario- conmemora 40 años de lucha por la independencia del Sahara Occidental. El pueblo saharaui pelea por su derecho a la autodeterminación frente a la ocupación de Marruecos que se perpetuó tras la descolonización de España. A escasos kilómetros de la frontera mauritana, deben resistir en campamentos donde son víctimas de ataques sistemáticos del país usurpador. El Aaiún será la sede de las celebraciones de las cuatro décadas del inicio de la lucha armada.
El Frente Polisario se conformó el 10 de mayo de 1973 como un modo de organizar la resistencia armada frente a las avanzadas marroquíes y por la Liberación de su pueblo en el campo popular, militar, político y diplomático. «Conmemoramos el resurgir de la identidad saharaui después de un siglo de colonización, el renacimiento de la personalidad saharaui, el último pueblo africano en tomar las armas para conseguir su autodeterminación e independencia», manifestó el embajador saharaui en Argelia, Brahim Ghali.
En la década de 1970 surgieron las primeras organizaciones independentistas, germen de lo que luego sería el Frente Polisario. Su fundador fue Lueli Mohamed Saye quien en 1977 cayó en el frente de batalla. El proceso de independencia se vio truncado por la retirada de España a la muerte del dictador Francisco Franco, quien ilegalmente cedió tres cuartas partes de su protectorado a Marruecos y una cuarta parte a Mauritania. Este último país se retiró en 1979, derrotado por la acción combativa del Frente Polisario.
En la actualidad, las opciones para el Sahara Occidental parecen oscilar entre dos alternativas: el retorno a la resistencia armada y la esperanza de que se concrete el -decenas de veces- pospuesto referendo que le abra la posibilidad de la independencia definitiva. Mientras, desde Marruecos, una y otra vez cerraron las instancias diplomáticas que los saharauis se esforzaron por construir a lo largo de las décadas.
«El pueblo saharaui está más que nunca apegado a sus legítimos derechos a la autodeterminación y a la independencia», enfatizó Ghali, y agregó que continuarán la lucha contra el ocupante, la represión y los expolios de los recursos naturales. El presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Mohamed Abdelaziz, quien también es secretario general de Polisario, sostuvo que el pueblo saharaui seguirá luchando «pacíficamente» por su independencia pero que si persistía la negativa al diálogo y los ataques desde Marruecos, se retomará la lucha armada contra la ocupación.
El pueblo saharaui logró iniciar un proceso de descolonización que fue interrumpido cuando España, su potencia colonial, entregó el territorio a Marruecos y Mauritania. Frente a ello, la RASD proclamó su independencia en 1976, un territorio que hoy reconocen 82 países. Sin embargo, el estado marroquí continúa la ocupación y los ataques contra la resistencia.
Un ejemplo de las violaciones a los derechos humanos implica el saqueo de los recursos naturales. A mediados de abril de este año se dio a conocer una denuncia contra Marruecos por agotar las reservas de agua de Sahara Occidental. La acusación señaló que las aguas subterráneas del territorio ocupado por el país colonizador podrían agotarse ya que estarían siendo drenadas para el uso de la industria agrícola, según destacó la agencia africana Afrol.
A ello se le suma la explotación por parte de Marruecos de las minas de fosforita, materia prima que se utiliza para la producción de los fosfatos utilizados en la elaboración de fertilizantes. También entra en la disputa el saqueo en la actividad pesquera, de metales y minerales como hierro y circonio.
En el plano de la persecución política, en el mes de febrero se dieron a conocer las condenas impuestas contra 24 militantes saharauis desde un tribunal militar de Rabat. Los militantes recibieron penas que van desde 20 años a cadena perpetua por haber resistido un violento desalojo por parte de Marruecos en el 2010 en el campamento Gdeim Izik donde vivían más de 25 mil personas.
Con motivo del 40 aniversario, desde el Frente Polisario instaron al gobierno español -actual potencia administradora- que «exija al Gobierno del Reino de Marruecos, la liberación de todos los presos políticos, el cese de la violación sistemática de los derechos humanos, la anulación de los juicios contra ciudadanos y ciudadanas saharauis».
En el tablero internacional
A nivel internacional, el conflicto involucra a grandes potencias. Por un lado, la Organización de Naciones Unidas intervino a lo largo de las décadas a través de diversos enviados que prometieron en numerosas oportunidades la concreción de un referendo en el que el pueblo decida la independencia o no del pueblo Saharaui. Pero en el medio entran juego intereses cruzados de España, de Francia, de Estados Unidos y la OTAN quienes apoyan e incentivan toda estrategia que permita su inserción en pos del saqueo de los bienes comunes estratégicos del continente.
En 1963 el Comité Especial de Descolonización de Naciones Unidas catalogó al Sahara Occidental como una de las regiones del mundo a las que se debía aplicar la Declaración sobre concesión de independencia a países y territorios coloniales. En 1965 la ONU proclamó el derecho a la autodeterminación del Pueblo Saharaui e instó a España a que efectivizara su descolonización.
En una gran puesta en escena, se llevó a cabo la denominada «Marcha verde» en la que se movilizó a 350 mil hombres marroquíes y 25 mil soldados, para tomar posesión de Sáhara. Finalmente, en 1975 España entregó el territorio de Sáhara Occidental a Marruecos y Mauritania – país que terminó cediendo su ocupación-.
Desde 1991 la ONU tiene una misión en el Sahara Occidental, llamada MINURSO, la cual establecía en sus orígenes un periodo de transición para preparar la celebración de un referéndum en el que el pueblo del Sáhara Occidental elegiría entre la independencia y la integración con Marruecos. De todos modos, sus representantes oficiales, nunca concretaron los referendo solicitados por la RASD y se entreveraron en los intereses de las potencias mundiales aletargando la posibilidad de una independencia definitiva.