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Marruecos

Fuerzas y debilidades de la monarquía

Fuentes: Viento Sur

Actualmente, el gobierno lleva a cabo una amplia ofensiva: desmantelamiento del sistema de jubilaciones, de la Caja de Compensación de los Precios, privatización de los servicios públicos, contrarreforma laboral y reducción de los presupuestos sociales… El número de pobres «absolutos» se ha doblado en diez años, alcanzando oficialmente al 19 % de la población. La […]

Actualmente, el gobierno lleva a cabo una amplia ofensiva: desmantelamiento del sistema de jubilaciones, de la Caja de Compensación de los Precios, privatización de los servicios públicos, contrarreforma laboral y reducción de los presupuestos sociales…

El número de pobres «absolutos» se ha doblado en diez años, alcanzando oficialmente al 19 % de la población. La mayoría de las y los marroquíes vive con menos de 3 euros al día y sobrevive con una sola renta. Millones de personas no tienen acceso a las necesidades más elementales de educación (68 % de analfabetismo), de agua potable (solo el 57 % de la población tiene acceso a ella), electricidad, salud (un médico por 2 200 habitantes, el 1 % del PIB) y viviendas saludables.

El paro afecta a la juventud de una forma masiva. Las y los asalariados de la función pública están sometidos a la congelación salarial, la extensión de los contratos precarios, la disminución del número de trabajadores y la degradación de las condiciones de trabajo. En su gran mayoría, las y los asalariados del sector privado no tienen acceso a los derechos más elementales. Más de 43 000 empresas declaran salarios inferiores al salario mínimo garantizado. Los subsidios familiares son de 20 euros al mes. Más de 7 millones de personas jubiladas cobran una pensión máxima de 60 euros al mes, al mismo tiempo que 7,4 millones de personas carecen de jubilación.

Este sistema de depredación organizada beneficia al capital internacional pero también al local. El Rey tiene el control estratégico de las instituciones públicas, financieras y económicas. Una de las funciones del sector público es asegurar la acumulación privada de la familia real. Así, en el terreno agrícola, la práctica generalizada de la sobrefacturación y de la subfacturación permite una extorsión legal, la reducción de los costes de producción, a los que se combina un sistema de subvenciones y de compras públicas arregladas a medida. ¡Y el recurso a la Caja de Depósitos y de Gestión para «socializar las pérdidas» de las empresas reales!

Holding real

El proceso de privatización, que va unido al monopolio de la financiación ha permitido la emergencia de monopolios privados ligados a los intereses de la familia real. La ONA/SNI (el holding de la familia real) es su columna vertebral: ¡cerca de la cuarta parte del PIB de Marruecos, y el 60 % de la capitalización bursátil!. Las leyes presupuestarias avalan sin discusión el mantenimiento de los palacios y residencias (1 millón de euros al día) y el presupuesto real (240 millones). El monarca es el primer patrón de la agroindustria, el primer propietario, banquero e inversor, en un país que tiene la particularidad de que el Estado está al servicio de un capitalista privado…

El sistema funciona porque se apoya en las líneas familiares históricas al servicio del majzen, que han integrado desde entonces a las capas superiores de la burocracia civil y militar y de la burguesía de mercado. Gozan de un régimen de favor.

Así, desde 2007, la reducción de los impuestos sobre las grandes empresas y altas rentas ha provocado la pérdida de 3 000 millones de dirhams. Las olas de exoneración/amnistía fiscal, en particular en el terreno de la propiedad de la tierra y el inmobiliario, han generado una pérdida de ingresos de más de 36 000 millones. Entre 2000 y 2009 fueron 431 000 millones. Solo en el año 2011, se expatriaron más de 220 000 millones.

El régimen concede prebendas de diferentes características, bajo formas de concesiones o de acceso a mercados. El derecho a un estatus determinado depende del grado de servilismo y de fidelidad. Una gran parte de los dirigentes de grupos económicos privados/públicos debe todo a la monarquía: su estatus de empresario por herencia, por cooptación o nombramiento unilateral. Se debe también subrayar el peso del sector informal, en particular en los mercados del contrabando y de la droga que gozan de la complicidad de las altas esferas del Estado.

Por tanto no hay que extrañarse de que el «rey de los pobres»… aparezca en la revista Forbes como una de las mayores fortunas mundiales.

Fuerzas y debilidades de la monarquía

 

La monarquía absoluta se consolidó infligiendo una derrota al movimiento nacional y a sus alas radicales tras la independencia. Una derrota simbolizada en el asesinato de Ben Barka y el aplastamiento sangriento de la revuelta popular de Casablanca en marzo de 1965.

Ha sabido combinar un moderno aparato de Estado, heredado de la colonización, y las estructuras locales de dominación: el majzen, un poder central pero también un modo de dominación que intenta centralizar los recursos y controlar los territorios por medio de la fuerza y la cooptación. Ha podido erigirse como una fuerza sin competencia y sin oposición real en el campo político institucional.

Tras la fachada seudodemocrática

Aunque Hassan II fue particularmente brutal, a final del reino consolidó una fachada democrática cuya función era canalizar y encorsetar la protesta social y política. El multipartidismo y las elecciones no hacen mella en un sistema consensual en el que no son puestos en cuestión ni el marco de las políticas económicas, ni la supremacía del rey y de sus ministerios de soberanía, ni la gestión del Sáhara Occidental. Las votaciones, cualquiera que sean los resultados en las urnas, producen mayorías y oposiciones heteróclitas según las circunstancias y las necesidades del poder. La lucha de las plazas permite renovar las élites, ampliar el sistema de cooptación, favorecer nuevos actores menos desacreditados a la vez que se mantiene un equilibrio bajo vigilancia.

Así, las últimas elecciones regionales muestran el agotamiento de los partidos históricos que fueron producto o están ligados al movimiento nacional y el ascenso de nuevas fuerzas de sustitución en el paisaje político. Es el caso del PAM (Partido de la Autenticidad y de la Modernidad), creado por un allegado al Palacio y el PJD (Partido Justicia y Desarrollo), corriente islamista integrada.

El Parlamento y el Gobierno no tienen verdadera autonomía. Alrededor del gabinete real, existe un «gobierno paralelo», salido del «Estado profundo» que pilota las decisiones estratégicas. Sin contar el peso de los ministerios de soberanía (defensa, política exterior, interior) que escapan al gobierno, a pesar de la pequeña reforma constitucional de 2011. Los walis (equivalentes a los delegados del gobierno español), nombrados por el rey, tienen más peso que el Primer Ministro.

Este método de integración/cooptación sin reparto del poder ha sido ampliado al movimiento sindical y a la sociedad civil, una amplia parte de la cual está ligada a la financiación europea o a los fondos reales. Se ha construido así una arquitectura del poder en la que la monarquía, en apariencia por encima de las peleas diarias, se ha rodeado de múltiples mediaciones, de tampones y mecanismos de enganche con la sociedad.

La deslegitimación del poder

A diferencia de otras dictaduras, la monarquía no ha intentado hacer el vacío a su alrededor y ha sabido apoyarse y favorecer cuerpos intermedios, que compiten entre ellos y están controlados, legitimando su poder. También ha podido consolidar apoyos sociales diversos y jugar con registros de legitimidad múltiples a través de un clientelismo de Estado: ua legitimidad que procede del universo precapitalista que pone en primer plano una sacralidad religiosa y simbólica del poder, el «rey comendador de los creyentes» y descendiente del Profeta y una legitimidad moderna, inaugurada por el pluralismo formal, la alternancia electoral y una política de «asistencia social» mediante la intermediación de fundaciones ad hoc.

Pero el conjunto de las relaciones de dominación usa cuerdas clásicas del sistema majzen: el temor, la fidelidad y la dependencia, incluso en el terreno económico. Y el mantenimiento de un aparato de seguridad pletórico.

Este sistema ha permitido al poder aumentar sus «recursos de dominación», pero su legitimidad es restringida. En las elecciones se observa un boicot masivo: los partidos y sindicatos están desacreditados. Los diques que permitían mantener una paz social han estallado en gran medida. Numerosos atributos de la monarquía son puestos en cuestión públicamente: la mezcla del poder y de los negocios, el estatus religioso, el mantenimiento de una política represiva y la corrupción institucionalizada. La estrategia que intenta recuperar las reivindicaciones sociales y democráticas a la vez que las vacía de contenido, no funciona a largo plazo.

La conmoción de la autoridad del Estado bajo el efecto del M20F (el Movimiento del 20 de febrero de 2011) en el marco del proceso regional, la profundización de la crisis social y de la fachada democrática, han abierto un proceso subterráneo de deslegitimación del poder y, en respuesta, un cierre de los «márgenes democráticos» tolerados hasta ahora.

Paradójicamente, el poder que intenta prevenir los riesgos de un levantamiento popular y democrático más radical, está creando, con su política, las condiciones para que se den.

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Dinámicas y límites de las luchas sociales

A. M.

Las luchas en Marruecos se inscriben en una nueva configuración social y política… La integración en la mundialización capitalista, la rapiña como sistema de acumulación, la generalización de las políticas de austeridad han ampliado su campo. Se ha producido un ascenso de las luchas en las regiones marginadas con los temas del acceso a los servicios básicos y del expolio de sus recursos. El bloqueo a la inmigración ha significado el cierre de una ayuda importante en ciertas regiones.

Levantamientos sociales

La más antigua ZAD (Zona a Defender) del mundo está en Imider, pueblo autoorganizado contra la explotación de los minerales (por una empresa del rey) y el desvío de los recursos de agua. Durante estos últimos quince años, en los pueblos remotos o las pequeñas y medianas ciudades rurales han tenido lugar levantamientos sociales contra la ausencia de empleo, de equipamientos colectivos, de inversiones públicas y de la desviación de riquezas y recursos locales. Una ruptura con el silencio de los campos y de las montañas en la que se ha apoyado históricamente el poder para domesticar a la ciudad.

Estas nuevas fuerzas sociales, sin lazos con las fuerzas políticas y movimientos tradicionales, entran de lleno en la protesta. Las mujeres, particularmente en el Sur, han organizado un movimiento autónomo contra las políticas de expolio de los microcréditos. La lucha arraiga en los barrios populares de las grandes ciudades, contra la demolición de las viviendas, la degradación de los servicios públicos y el coste de la vida. En Tánger, hay movilizaciones contra Amendis, filial de Veolia, para protestar contra la subida de las facturas de electricidad con una única consigna: «¡Dégage!» (Lárgate).

Un movimiento obrero en crisis

Si la lucha de los licenciados en paro forma parte del paisaje social desde hace más de veinte años, ahora se está constituyendo, a pesar de las dificultades, el movimiento de los «farachas», proletarios de la economía informal que viven de los pequeños trabajos y del pequeño comercio ambulante. Una dinámica exterior al movimiento obrero tradicional que está en crisis y que, especialmente en el plano sindical, conoce una fragmentación y un retroceso histórico (menos del 5 % de afiliación). La dominación de mafias burocráticas y la estrategia del diálogo social le han llevado a una larga agonía, aunque persista en ciertos sectores una tradición de lucha y haya equipos opositores. Los bastiones históricos han sido desestructurados pero nuevos sectores emergen en las zonas francas alrededor de la industria del automóvil, de las centrales de comunicaciones o de los servicios, reagrupando a una fuerza de trabajo joven, calificada y concentrada, punto de apoyo para un renacimiento combativo del sindicalismo.

En la juventud, la crisis del UNEM [Unión nacional de estudiantes de Marruecos] lastra las posibilidades de movilización contra la privatización de la enseñanza. Pero la juventud escolarizada ha participado, fuera de la facultad, en la dinámica del M20F [movimiento surgido al calor de las movilización del 20 de febrero de 2011 al calor de las revueltas árabes]. A pesar de la ausencia de tradición de lucha, los y las estudiantes de medicina luchan desde hace cerca de dos meses contra las consecuencias de la privatización de la salud y la política gubernamental.

Crear las condiciones de un frente de lucha

Si la urgencia social cristaliza la mayoría de las movilizaciones, las cuestiones democráticas no están ausentes. A las luchas contra las detenciones por motivos políticos y las prácticas sistemáticas de tortura, o a favor de la libertad de información, de manifestación y de organización, se puede añadir la emergencia de una nueva generación en el Sahara Occidental que lleva a cabo la lucha por el derecho a la autodeterminación; y la persistencia de un movimiento cultural bereber, que se enfrenta a la visión centralista del poder y su legitimación arabo-islámica y reivindica en algunas de sus corrientes un laicismo radical.

Estas movilizaciones muestran la inestabilidad social y política, un hartazgo generalizado. Chocan sin embargo con una represión sistemática y una guerra de desgaste que intentan impedir su extensión y victorias parciales. Permanecen a menudo aisladas y sin que se produzca una unión entre los combates democráticos y las luchas sociales.

Además del contexto de una correlación de fuerzas degradada, la izquierda radical e independiente tiene dificultades para crear las condiciones de un frente de lucha, social y democrático. Un frente que pueda relanzar un nuevo ciclo de movilizaciones de masas capaz de defender la exigencia democrática de la caída del despotismo y el fin de las políticas de austeridad y pauperización que abra las puertas a un nuevo movimiento popular que vaya hasta el final.

Hebdo L’Anticapitaliste – 309 (http://npa2009.org/arguments/international/maroc-forces-et-faiblesses-de-la-monarchie; http://npa2009.org/arguments/international/le-roi-capitaliste-absolu;http://npa2009.org/arguments/international/maroc-dynamiques-et-limites-des-luttes-sociales)

Chawqui Lotfi es militante del Movimiento 20F

A.M. esmilitante de Tahadi, Émancipation démocratique/Maroc)

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR