Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Por segunda vez desde el comienzo del levantamiento libio, los días del coronel Muamar Gadafi parecen estar contados. La primera vez, el pasado mes de febrero, emprendió tan impresionante respuesta que una coalición de países, dirigida por EEUU, Francia y Gran Bretaña, se sintió obligada a intervenir contra él a mediados de marzo. Ahora, en que ya puede contemplarse cómo los rebeldes bailan jubilosos en el centro de la capital, Trípoli, es cuando parece verdaderamente vencido.
Sin embargo, no es probable que no volvamos a ver ninguna actuación por su parte. La «increíble rapidez» (por citar a The New York Times) con la que sus fuerzas se retiraron ante el avance rebelde plantea un montón de interrogantes y sugiere que algunas de las batallas más difíciles pueden aún estar por delante.
Gadafi podría lanzar un sorprendente contraataque de última hora, o podría decidir emular de nuevo al legendario dirigente comunista chino Mao Zedong (en marzo adoptó con éxito la estrategia militar de Mao de guerra de posiciones; véase «Coronel Gaddafi goes Mao», Asia Times Online, 30 de marzo de 2011), y guió fuera de Trípoli en una larga marcha a lo que quedaba de su ejército.
Podría ser también que estemos viendo una especie de repetición del asedio de Bagdad en 2003, donde la guerra informativa y el abrumador poder aéreo de EEUU acabó desintegrando casi totalmente las defensas de Sadam Husein en muy poco tiempo. Volviendo a entonces, el dictador no tuvo más opción que la de esconderse; fue capturado en un agujero en el campo a finales de ese mismo año, juzgado y colgado en diciembre de 2006.
Es difícil decir con seguridad cuál puede ser el destino de Gadafi, pero aunque está claro que ha sufrido un duro golpe, no parece estar aún acabado. En lo que se refiere a Libia como un todo, apenas habría motivo de celebración si resulta que Iraq es uno de los mejores paradigmas que le pueden venir a la mente a la OTAN y los rebeldes. La auténtica pesadilla en Bagdad empezó después de que Sadam se viera obligado a marcharse.
Los rebeldes afirman una victoria total y completa; según los informes presentados por los medios internacionales, la guardia presidencial de Gadafi se rindió y capturaron a dos de sus hijos, incluyendo su supuesto heredero, Saif al-Islam. El destino de Gadafi es incierto; el pasado sábado por la noche, en un mensaje de audio transmitido por la televisión estatal, afirmó que se encontraba en Trípoli y prometió estar allí junto a sus seguidores (a los que instó a levantarse) «hasta el final». Sin embargo, la mayoría de los analistas dudan de que esté aún en la capital.
La fortuna del ejército de Gadafi cambió radicalmente hace unas dos semanas cuando los rebeldes tomaron un número de ciudades estratégicamente situadas en los alrededores de Trípoli tras una dura ofensiva.
«Lo más importante a estudiar ahora es la situación en Trípoli», escribió el influyente think tank estadounidense Stratfor el sábado. «Mientras las tropas permanezcan leales, será imposible tomar la ciudad. Pero si no es así, entonces puede conseguirse».
Sin embargo, no parece que las tropas del gobierno se hayan venido abajo. En cambio, enfrentados al levantamiento del fin de semana -lo que los rebeldes llamaron una cuidadosamente orquestada «hora cero» para el gobierno-, al principio lucharon fieramente y después sencillamente se retiraron.
Según el New York Times:
Los combates han sido muy duros por la mañana [domingo], pero a medianoche las fuerzas del coronel Gadafi se habían retirado de muchos distritos sin batallar demasiado… Pocos habrían predicho que los rebeldes iban a encontrar tan poca resistencia por parte de la 32ª Brigada, una unidad que la OTAN había considerado como la más elitista de Libia y a cuyo mando estaba Jamis Gadafi, uno de los hijos del dirigente… Aunque sobre el terreno quedaron algunos cuerpos de varios soldados leales muertos, parecía que las tropas se habían retirado más que forzado a dejar la batalla [1].
El lunes por la mañana se informaba de que aún había enfrentamientos en Trípoli, donde, según un portavoz rebelde, todavía hay tropas pro Gadafi en el 15-20% de la ciudad. Es importante señalar que en el pasado resultaron ser bastante inexactos los informes sobre caídas de ciudades y pueblos; los avances rebeldes se vieron a menudo sorprendentemente revocados tan pronto como se produjeron y, frecuentemente, ambas partes declaraban la victoria en la misma batalla.
Como consecuencia, no está aún claro quien controla la mayor parte de Libia en este momento, incluidas, que es lo más importante, las ciudades que los rebeldes afirmaron haber capturado en los últimos días.
Este es el mejor entorno posible para la guerra informativa, y la OTAN parece estar haciéndolo muy a este respecto últimamente. Esta sería una explicación posible de la rápida caída de las fuerzas de Gadafi. Un grupo de informes de las pasadas semanas sugieren que las comunicaciones de los soldados leales a Gadafi se vieron gravemente interrumpidas y que a menudo no sabían de quién estaban recibiendo órdenes.
Además, se ha puesto en marcha una potente campaña de desinformación que a menudo trataba de persuadirles de que su bando se había venido abajo, y de vez en cuando conseguían convencerles para que desertaran o se rindieran.
Los ataques aéreos han aumentado también al parecer su eficacia, lo que sugiere que hay una mejor inteligencia y más estrecha coordinación con los rebeldes. «No es probable que las fuerzas rebeldes que avanzan desde Zawiya estén combatiendo solas», escribe Stratfor. «Será importante observar cualquier señal de fuerzas de operaciones especiales de los países participantes de la OTAN dirigiendo sigilosamente la ofensiva y preparando operaciones para localizar y agarrar a Gadafi».
Esto puede tener algo que ver con la muerte hace menos de un mes del ex jefe del ejército rebelde, el General Abdel Fattah Yunis, en circunstancias poco claras. Yunis era sospechoso de colaborar con Gadafi y aunque su muerte fue valorada como un duro golpe a los rebeldes [2], pudiera ser que también hubiera servido de Caballo de Troya entre sus filas y que su muerte mejorara de forma significativa su seguridad operativa.
Podría ser incluso que los firmes esfuerzos occidentales para entrenar y armar a los rebeldes hayan finalmente dado sus frutos. Las primeras valoraciones mostraban que a la OTAN podría llevarle varios meses entrenar y armar a las milicias rebeldes para que pudieran enfrentarse al ejército gubernamental, y eso coincide aproximadamente con el momento actual.
Según algunos informes, el éxito de la reciente ofensiva fue en gran medida debido al hecho de que finalmente los rebeldes consiguieron un «predominio del potencial armado» sobre el terreno.
Es muy difícil predecir qué ocurrirá ahora, pero hay varias circunstancias que apoyan la hipótesis de que Gadafi se retirará y esperará una oportunidad para responder. Y lo más importante, es plausible que si puede sobrevivir y evitar que le capturen durante unos cuantos meses, intente dar otro golpe en Libia.
El consejo rebelde está profundamente dividido y es probable que sólo la emergencia militar mantenga unidas a las diversas facciones. En cuanto la amenaza de Gaddafi disminuya, aumentará la probabilidad de que los rebeldes empiecen a luchar unos contra otros.
Hay cantidades asombrosas de armas y munición circulando libremente por el país; la población está radicalizada y traumatizada por la violencia y dividida en líneas tribales y políticas. No es muy difícil imaginar un escenario donde los libios empiecen a ver a Gadafi como la única persona que puede salvarles del infierno de la guerra civil.
Es también interesante señalar que hasta ahora no se ha informado de que se haya capturado a cargos importantes del sector de la seguridad. Los dos hijos de Gadafi bajo custodia rebelde son su hijo mayor, Mohammed, y su hijo más joven y menos popular Saif al-Islam.
Este último es buscado por el Tribunal Penal Internacional bajo la acusación de crímenes contra la humanidad, pero se le conoce más como político que como militar. De los tres acusados por el Tribunal (los otros dos son el mismo Gadafi y su jefe de inteligencia, Abdullah al-Senussi), parece que él es el que menos probabilidades tiene de ser condenado en base a pruebas.
En realidad, de alguna forma Saif al-Islam podría ser de más utilidad a su padre en cautividad, donde podría dirigir una campaña de relaciones públicas en apoyo del régimen, quizá incluso revelando información inconveniente sobre las acciones de la OTAN y los rebeldes.
Si el Tribunal Penal Internacional no le condena, y no se captura a su padre durante bastante tiempo, sería un inmenso golpe propagandístico para ambos. Mientras tanto, su captura podría servir también de distracción, lo que permitiría a la OTAN y a los rebeldes proclamar la victoria y podría suavizar las presiones sobre su padre, dando una oportunidad a las fuerzas partidarias del régimen de Gadafi para que se reagrupen.
Es importante señalar que Gadafi tiene dos hijos que son sus indispensables lugartenientes en el ejército: Jamis y Motasem. A pesar de las numerosas informaciones sobre la muerte de ambos, hay razones para creer que ambos están vivos y bien y que las fuerzas que mandan están intactas. Lo mismo es probablemente verdad respecto al jefe de inteligencia, Abdullah al-Senussi, quien es posible que esté preparando una respuesta junto a Gadafi.
Notas:
1. Jubilant Rebels Control Much of Tripoli , The New York Times, 21 agosto 2011.
2. Another stinging blow for Libya , Asia Times Online, 29 julio 2011.
Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/MH23Ak03.html