Con ocasión de los recientes golpes de Estado en Mali, Burkina Faso, Níger y Gabón en el continente africano, no sólo los neocolonialistas de la coalición euroestadounidense han pegado el grito al cielo. También sus think tanks están buscando la estrategia más conveniente para que el vasallo francés -como el más afectado- no se sienta “desplazado” por su hegemón USA.
Hay que decir, además, que también sesudos intérpretes de la “zurda” se han sumado al “entendimiento” de lo que pasa y de lo que se puede esperar de los “golpistas”.
Oleg Yasinsky, por ejemplo, en un reciente artículo publicado en RT dice: “Siento que toda mi ingenuidad ya no es suficiente para creer que África alcanzará ahora su nueva independencia simplemente como resultado de una serie de golpes militares antifranceses”. Argumentando enseguida que: “Sin una organización ciudadana, real e independiente de los poderes oligárquicos y corporativos, las más sinceras y genuinas luchas de la gente fácilmente se convertirán en un material para la manipulación mediática y política, que es cada vez más profesional y eficiente”.
Ante esta confesión de parte debo decir que no es el escepticismo de Yasinsky lo que cuenta, sino, y precisamente, su afán por hacer de esas experiencias “un material (para intentar) la manipulación mediática y política más profesional y eficiente”.
Esto se evidencia cuando Yasinsky echa mano a términos de la narrativa liberal y neoliberal como son “organización ciudadana” y “gente” para pretender el análisis político e ideológico de los “golpes” de Estado en África
Narrativa liberal y teoría
Ninguna experiencia revolucionaria histórica y triunfante partió o se sustentó en «organización ciudadana» alguna. Menos en “la gente”. Ésta como el enunciado «organización ciudadana» son, en sí mismas, la negación de una verdadera organización política e ideológica para enfrentar a los «poderes oligárquicos y corporativos» de ayer y de siempre.
“Organización ciudadana” y “gente” son ideologizaciones surgidas en el contexto de los liberalismos estadounidense y francés a fines del siglo XVIII. Fueron fortalecidas y extendidas en el contexto de la Guerra Fría como torpezas intelectuales para enfrentar la praxis de la organización proletaria y su sustento en la “teoría de las clases sociales”. En el neoliberalismo, como subproducto del “fin de las ideologías” se hicieron categorías insustituibles para desnaturalizar y neutralizar el “carácter de clase” de auténticos movimientos libertarios surgidos en varios continentes.
“Organización ciudadana” y “gente” son desprendimientos ideologizados de la llamada “ciudadanía” que el liberalismo histórico (estadounidense y francés) se atribuye como su conquista más significativa.
De la llamada «ciudadanía» surge el «poder ciudadano». Ser “ciudadano” es “tener poder”, aunque para las mayorías éste sea sólo figurado. Ser “ciudadano” es, además, ser “gente” o, cuando menos, sentirse.
El “poder oligárquico” es el “poder ciudadano” transferido, de quienes se sienten “ciudadanos” o “gente”, a sus “representantes”. La llamada “representatividad” y su sucedáneo “democracia representativa” son también hechuras liberales convertidas hoy en totalitarismos dictatoriales más o menos nutridos de nacionalismo, populismo, sionismo y nazismo.
Las oligarquías modernas son liberales y neoliberales. Las hay también conservadoras y neo-conservadores pero todas adhieren a los mitos del mercado, la libertad individual, la democracia representativa. Más cerca de nuestra cotidianeidad a la violencia, el terror, el crimen organizado, la corrupción.
Los ciudadanos, o mejor dicho “la gente”, se ve y se siente representada en “organizaciones ciudadanas”-oligárquicas y corporativas- de diverso tipo. Las respetan, las aman, se sienten parte de ellas y las defienden. No alcanzan a entender que se trata de las organizaciones que enriquecen más a unos pocos y empobrecen más a las mayorías. ¿Será que la educación tiene algo que ver?
Lo esperable de los “golpes”
Volviendo a las experiencias de Níger, Mali, Burkina Faso y Gabón solo puedo decir que serán un fracaso de concretarse el traspaso del «poder ciudadano oligárquico y corporativo» -modelo francés- al estadounidense. Vale decir, de la institucionalidad liberal y neoliberal que sustenta tanto el poder neocolonial francés como el estadounidense. Para empezar: ONU, OTAN, Comandos y Bases Militares, UE, Foro de Davos, FMI, Banco Mundial, BID, USAID, CIA y demás Servicios de Inteligencia, DEA, Burocracia civil y militar.
Volviendo a la historia, recordemos que la “organización ciudadana” y la “gente”, en el modelo francés, no son más que la hechura de la “revolución ciudadana” de las colonias inglesas en territorio norteamericano. Nada las diferencia excepto que Estados Unidos es el amo francés.
Dicho esto, quiero subrayar que poco o nada ayudan al racional entendimiento de lo que ocurre en África los pseudoanálisis “izquierdistas” echando mano a las tergiversaciones teóricas, ideológicas y prácticas que apareja la posmodernidad liberal.
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