A pocos días de que el gobierno de Sudán y las guerrillas rebeldes de la región de Darfur firmaran la paz, la tragedia humanitaria, que azota la región desde 2003 y que ya se había extendido al vecino Chad, se acrecentó hasta provocar la ruptura de relaciones entre los mandatarios de los dos países, con […]
Las inversiones no se hicieron esperar, las empresas Exxon Mobil y Chevron comenzaron a construir junto con el gobierno central un oleoducto de 1.066 kilómetros que desemboca en la costa atlántica, pasando por Camerún.
Pero no todo salió como estaba planeado. El parlamento de Chad enmendó la ley que establecía cómo se iban a repartir las regalías por la exportación de petróleo. Esta acción provocó el rechazo del Banco Mundial, que adujo que históricamente la corrupción del gobierno había malversado los fondos públicos. Por esta razón en 2005, el organismo multilateral de crédito congeló una cuenta bancaria en la que se depositaban las ganancias petroleras del país africano.
A esto se le sumó que la producción fue menor de la esperada -170 mil barriles por día-, parte del dinero del petróleo que había recibido el gobierno no llegó nunca a la educación, ni a la salud, ni a paliar la pobreza; al aumentar los ingresos aumentó también la corrupción.
A raíz de la crisis de los refugiados, la economía de Chad cayó en picada, el gobierno tuvo que recurrir a las donaciones internacionales para poder controlar la situación social que iba empeorando.
Además, a mediados de abril de 2006, un movimiento armado proveniente del este del país llegó a la capital N´djamena con intenciones de derribar al gobierno. El ejército logró detenerlos, pero la batalla dejó 350 muertos.
Inmediatamente, aprovechando esta victoria, el presidente Idriss Deby, que llegó al poder en 1990 mediante un golpe de estado gestado en el este del país desde donde partieron las guerrillas rebeldes en abril pasado, intentó fortalecer su posición política, económica y militar.
Acusó a Sudán de armar las guerrillas para derrocarlo, y lo más importante amenazó con cortar la exportación de petróleo si el Banco Mundial no descongelaba la cuenta bancaria.
El ultraconservador presidente de esta entidad crediticia, el norteamericano Paul Wolfowitz, ligado al lobby petrolero estadounidense y apasionado defensor de la invasión a Irak, negoció con Chad y le permitió acceder a las ganancias de las exportaciones de hidrocarburos.
Al repeler a los golpistas y lograr obtener nuevamente las regalías del petróleo, se fortalece la posición del gobierno, pero todavía debe ayudar, a los miles de refugiados sudaneses que huyen de la guerra, y los millones de ciudadanos de Chad que no logran cubrir sus necesidades básicas a pesar de que el estado comenzó a recibir importantes divisas.