Dos acontecimientos que expresan las divisiones en la Política Exterior norteamericana
La fragmentación al interior de la administración Obama es más evidente que nunca. Sin mencionar los enormes problemas internos que actualmente atraviesan el Estado y la sociedad norteamericanos, estas últimas semanas se sucedieron dos hechos relacionados a su política exterior, que muestran claramente las divisiones que existen en sus más altas esferas de poder. Los acontecimientos son muchos, y se desarrollan a gran velocidad, por ello este escrito constituye sólo una pieza del rompecabezas.
EEUU no puede «desarmar» a Irán
La última reunión 5+1 (EEUU, Inglaterra, Francia, China y Rusia + Alemania) con el gobierno iraní, tendiente a pactar la cancelación del programa nuclear para uso militar por parte de Irán, tuvo un desenlace interesante. Los objetivos de esta serie de reuniones que se vienen desarrollando desde el 2013, lejos de representar sólo la intención por parte de Occidente de acabar con el enriquecimiento de uranio del país mediooriental, tienen que ver centralmente, con el plan de los primeros para neutralizar a la cúpula iraní y su influencia en la región.
De acuerdo al plan de acción conjunto aprobado el 24 de noviembre de 2013 en Ginebra, el Grupo 5+1 y Teherán debían acordar para el pasado 20 de julio un documento que garantizara el carácter exclusivamente pacífico del programa nuclear iraní. A cambio, los países occidentales se comprometieron a levantar las sanciones internacionales impuestas al país persa. Sin embargo, el plazo de elaboración del documento se postergó por cuatro meses. El argumento público de Irán, es que éste enriquece uranio para fabricar combustible para plantas de energía nuclear y no para elaborar bombas, mientras Occidente sigue demandando pruebas de que el país sólo pretende la producción de energía pacífica [1] . La reunión pospuesta para el pasado 24 de noviembre (de 2014), terminó postergando nuevamente el acuerdo para el 2015, dejando entrever la enorme debilidad de EEUU para imponerse ante la élite iraní. Parece que el único «beneficiado de hecho» en esta nueva ronda de negociaciones fue Irán, que al menos logró que se le volvieran a desbloquear 700 millones de dólares mensuales (tal como se estableció en las reuniones de 2013, por un año), congelados en el exterior producto de la sanciones antes mencionadas.
Sí es cierto que EEUU e Israel, en primer término, están sumamente preocupados ante el avance energético iraní, quizás no tanto por el «peligro nuclear» que representaría la posesión de armas de ese tipo en manos de un «enemigo declarado» de Occidente, sino más bien por lo que representa este factor en relación al desarrollo económico nacional de un país que viene de décadas de enfrentamiento a los planes de EEUU y sus aliados. En este sentido, las potencias imperialistas siempre tratan de socavar los intentos de desarrollo de los países atrasados, más allá de lo que se refiere a la explotación de su mano de obra, al saqueo de sus territorios y al sometimiento de su población. Claro está que Irán se queda bastante lejos de lograr cualquier tipo de desarrollo al nivel de los países centrales, pero teniendo en cuenta la competencia de las potencias occidentales con Rusia y China, por el control de los recursos, es de vital importancia para EEUU evitar que Irán siga ampliando su cooperación en materia energética con estos dos gigantes euro-asiáticos.
Como se afirmó anteriormente, es necesario aclarar que dicho encuentro, más que frenar el enriquecimiento energético de Irán, estaba destinado centralmente a pactar una alianza que rompiera el equilibrio (bastante frágil, por cierto) en la región. Justamente, este escenario se estaría dando en el caso de que Irán se hubiese decidido a formar parte del bloque pro occidental en Medio Oriente, junto a Arabia Saudita, Qatar, etc.
Y es que, según Thierry Meyssan, el gobierno de Hassan Rohani negoció hace pocos meses, de forma secreta con Washington, el «cambio de bando» del país persa, con el fin de forjar una nueva alianza en la región, enfrentándose a Rusia y a China [2] .
Siguiendo con el relato de Meyssan, cuando fue electo Hassan Rohani como presidente iraní, éste simulaba representar «una esperanza para su país». Sus electores estaban convencidos de que era el hombre que lograría un acuerdo con Estados Unidos y con la Unión Europea, poniendo así fin a las sanciones, y que mejoraría el poder adquisitivo de los iraníes. Pero ya a un tiempo de su ascenso, la figura del presidente ya no personifica lo que en los inicios de su mandato. Esto se debe a que, a pesar de que el petróleo iraní se esté vendiendo (ahora a bajo precio) de forma más fluida en el mercado internacional, las mejoras prometidas hacia la población no han llegado, y ésta, con muy poca paciencia, ya le estaría quitando el apoyo prestado.
Además, el Guía Supremo, ayatola Ali Khamenei (que dispone, a la luz de la Constitución, de poderes superiores a los del presidente de la República), si bien supo respaldar al actual mandatario persa, ahora parece estar limitando el acercamiento entre Irán y EEUU.
«Para los discípulos de Khamenei ese proyecto [comenzar a acompañar la política de Washington] equivaldría a aniquilar la Revolución y volver al Irán de los tiempos del shah» [3] .
Pero volviendo al «acuerdo secreto iranoestadounidense», el plan estipulaba la concreción de algunas conversaciones que se vienen manteniendo hace algunos años y que incitan a Irán para que éste comience a vender su gas a la Unión Europea, que podría liberarse así de su actual dependencia del gas ruso. Por otro lado, ya China no podría contar con el gas iraní para seguir adelante con sus planes de desarrollo [4] .
Debemos recordar que Irán mantiene el proyecto de construcción del Gasoducto Islámico (que fue firmado en 2011, junto a Iraq y Siria), hoy detenido por el conflicto protagonizado por el Emirato Islámico en las regiones siria e iraquí. Además, Irán ingresó en 2012 en la Organización de Cooperación de Shanghai (de la cual China, Rusia, India y otros países asiáticos son miembros), y los acuerdos de cooperación en materia energética entre los países que conforman la organización, a pesar de algunos realineamientos, se mantienen al día de hoy. Al mismo tiempo, el Estado iraní se viene oponiendo a la colaboración con EEUU, en la región sirio-iraquí; incluso, parece ser que su política en esta materia, va en el sentido contrario de la estrategia estadounidense.
En resumen, podemos avizorar que el plan norteamericano de contar con un presidente títere en el país persa, no está resultando como Obama y su equipo esperaban. Además, luego del fracaso de la administración de Obama para imponer su intereses mediante este acuerdo, ha resucitado una idea que comenzó siendo patrimonio de los republicanos, pero que ahora se esparce como un virus en las mentes brillantes de la Casa Blanca. Y es que el fracaso de esta reunión, ha envalentonado a todo un sector de políticos que no apoya ningún tipo de acuerdo con Irán y que se niega a dar cualquier concesión a la producción nuclear iraní, y a suplicar el apoyo a la política de Occidente. Hasta el mandatario israelí, Benjamin Netanyahu, uno de los principales opositores a las conversaciones con Irán, hizo una llamada similar.
«Un empujón [a la administración] para lograr más sanciones es inevitable, una vez que los republicanos toman el control del Senado en enero [de 2015]» [5] .
El despido de Hagel, el fracaso de Obama
El presidente estadounidense, Barack Obama y el ex secretario de Defensa Chuck Hagel en la Casa Blanca – 24 de noviembre de 2014 (Reuters / Kevin Lamarque)
La despedida de Chuck Hagel como Ministro de Defensa de EEUU, anunciada el 24 de noviembre, no fue una sorpresa en momentos en donde la cohesión de la administración se resquebraja cada vez más. El presidente Obama despidió al ahora ex Secretario de Defensa, en lo que ya constituye su tercer recambio en la cartera; al mismo tiempo que supone la primera baja en el gabinete de Obama desde la derrota sufrida en el Senado, donde los republicanos obtuvieron la mayoría.
Hagel, quien estuvo toda una década en el Senado representando al Partido Republicano, había asumido al frente del Pentágono en febrero de 2013 en medio de grandes controversias debido a su posición crítica nada menos que hacia el lobby sionista-israelí y hacia la política respecto a Iraq; es decir, tenía una postura «menos halcónica» que la pretendida por muchos. Como representante de la Defensa y como Jefe del Pentágono, Hagel fue el responsable del recorte en el presupuesto militar estadounidense, que todavía sigue en niveles estratosféricos como consecuencia de los atentados del 11-S, hace 13 años. Asimismo, fue él quien planificó la retirada de Afganistán.
Pero Hagel supo ser protagonista en los periódicos, unas semanas antes de su despido, gracias a un memorándum de su autoría, rápidamente filtrado y sacado a la luz por la prensa, dirigido a la Consejera de Seguridad Nacional, Susan Rice, en donde la prevenía de la estrategia del presidente en relación a Siria, la cual estaba fracasando gracias a su poca precisión sobre la naturaleza de su oposición a Al Assad. Criticaba la falta de claridad de Obama en cuanto al objetivo «final» de la incursión en Siria y la estrategia militar hacia el Emirato Islámico.
Aunque no sabemos de dónde provino tal filtración (al parecer real por no ser desmentida por su víctima), sí es particularmente evidente hasta qué punto está llegando el pragmatismo estadounidense en materia de política exterior, para que un Jefe del Pentágono tenga que pedir que «se aclare si se está luchando contra el EIIL [6] o contra Al Assad».
Es mi posición que el EIIL, tal como lo he mencionado y desarrollado en artículos anteriores, es una creación de al menos una facción de la inteligencia norteamericana y la Casa Blanca, en complicidad con el gobierno saudí, entre otros aliados. Sin embargo, este hecho no quita que haya elementos «rebeldes» o «confundidos» con el plan de Obama en la región, ya que en última instancia, el caos en el escenario es lo que prevalece a la luz de los acontecimientos.
De acuerdo con fuentes confidenciales, citadas por el diario The New York Times, al secretario se le señalaba por ser una voz de segundo orden, usualmente opacada por la del Secretario de Estado, John Kerry y la del general Martin Dempsey, Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas. El republicano John Boehner, presidente de la Cámara de Representantes del Congreso, expresó a Obama que el cambio en la jefatura del Pentágono debería ser parte de un «replanteo más amplio» de la estrategia de EE.UU. frente a las «amenazas» en el extranjero, en particular la que se refiere al EIIL; sin dejar de lado las «amenazas» que este año han aparecido por las fricciones entre Rusia y Ucrania [7] .
Mención aparte se merece la histérica oposición de la élite gubernamental sionista, al depuesto encargado de Defensa. Desde sus inicios como parte del viciado Congreso norteamericano, Hagel se opuso al protagonismo otrora dado a los caprichos políticos de los sucesivos gobiernos israelíes. Pero esta posición no es fruto de una opinión particular de Hagel, sino que es parte de todo un sector del «ala liberal» del Partido Demócrata, el cual cree que el, alguna vez, enclave más importante de EEUU en Medio Oriente, hoy es una prioridad, pero de menor envergadura que durante la segunda parte del siglo XX. Recordemos que la creación del Estado de Israel en territorio palestino, a costa de la masacre de su pueblo nativo, fue obra y gracia de EEUU y del lobby sionista creciente en aquel país, que influenció e influencia actualmente una parte muy importante de su arco político, tanto del ala demócrata como republicana. A la salida de la segunda posguerra, este territorio constituía un punto geoestratégico clave en la lucha por las áreas de influencia entre EEUU y la Unión Soviética. Pero a fines de los 90 y a principios de este siglo, esta postura comenzó a perder respaldo al interior de un sector demócrata que no veía la ventaja de mantener financiado con millones de miles de dólares a un Estado, habiéndose extinguido tal rivalidad. Es decir, si bien los objetivos de control e influencia en la región seguían siendo importantes para Estados Unidos, no era justificable tal apoyo material millonario hacia el Estado sionista, y a sus faraónicas ambiciones. Claro que actualmente, el panorama está cambiando, producto de la reedición del enfrentamiento símil Guerra Fría, en actual proceso de desarrollo.
Por lo menos éste era el debate hace poco más de una década, en una de las facciones del poder norteamericano. Pero paralelamente al apoyo prestado desde los sucesivos gobiernos yanquis, durante tantos años, a los políticos sionistas, estos últimos fueron creciendo en influencia, minando cada sector de poder en cuanta expresión política allí surgiera. Siempre supieron tejer alianzas que les garantizaran tanto su soporte como Estado, como el respaldo a sus objetivos militares expansionistas en el Oriente Medio. Aún hoy constituyen uno de los elementos de presión más importantes al interior de los organismos de poder en EEUU.
Volviendo al tema del tristemente desvinculado Hagel, el AIPAC (Comité Americano-Israelí de Asuntos Públicos), como órgano más importante del lobby sionista en EEUU, se opuso firmemente al nombramiento de Chuck Hagel como Secretario de Defensa en 2013, y trabajó arduamente para su destitución. Este siniestro grupo, cuenta con 100.000 miembros, un presupuesto de 67 millones de dólares al año, y una conferencia política anual a la que asisten dos tercios del Congreso. Es lógico que con tamaña influencia este Comité hiciera algo de ruido en los pasillos de la Casa Blanca. En un artículo del periódico británico New Statesman, se escribió que en septiembre de 2013, el AIPAC mandó como emisarios 250 funcionarios y activistas al Capitolio para persuadir a los miembros del Congreso de aprobar resoluciones, autorizando ataques aéreos estadounidenses contra Siria. Entre diciembre de 2013 y febrero de 2014, el AIPAC pergeñó un plan para presentar en el Senado un proyecto de ley de autoría demócrata-republicana, que proponía nuevas sanciones contra Irán, y pedía a la Casa Blanca apoyo para respaldar futuros ataques aéreos israelíes sobre la República Islámica; el mismo pasó de tener 27 votos en el Senado a 59, y amenazó con descarrilar las negociaciones de Obama con Teherán [8] .
Barack Obama, después de hablar en la convención de AIPAC en Washington Domingo, 22 de mayo 2011. Foto: AP
A penas se fue Hagel, el Congreso norteamericano sancionó dos resoluciones de carácter legal, con una extraña rapidez. Por una parte, con 411 votos a favor y 10 en contra, éste aprobó el pasado 4 de diciembre, un documento contra Rusia, que muchos medios pro y contra norteamericanos calificaron como «una declaración de guerra». El mismo condena la «continua agresión política, económica y militar» de Rusia contra Ucrania, Georgia y Moldavia y la «continua violación de su soberanía, independencia e integridad territorial». Pide a Rusia dejar de apoyar a las autodefensas en el este de Ucrania y suspender la reunificación de Crimea a Rusia. Además, llama a Moscú a retirar las tropas, que según las alegaciones estadounidenses, mantiene en Ucrania, Georgia y Moldavia. La resolución también insta al presidente Barack Obama a proporcionar a Ucrania equipos de defensa y entrenamiento. Además, exhorta a los miembros de la OTAN y los socios de EE.UU. a suspender la cooperación militar con Rusia [9] .
En segundo orden, el Congreso norteamericano aprobó por unanimidad un proyecto de ley que convierte a Israel en «socio estratégico principal» de Estados Unidos. Se trata de la denominada «Acta de Sociedad Estratégica Estados Unidos-Israel 2014», que expande la cooperación en materia de defensa, seguridad interna, tecnología para energías alternativas, investigación y desarrollo, etc. Lo más importante del acuerdo (al cual le falta todavía una casi segura firma del presidente Obama) es que la legislación expandirá el volumen de armamento estadounidense almacenado en Israel de 200 millones a 1.800 millones de dólares (¡!).
Aunque no se puede atribuir exclusivamente a la presión del lobby sionista, la salida forzosa de Hagel, sí es cierto que la estrategia de Defensa norteamericana se encamina hacia una política militar más agresiva y de creciente cooperación con Israel. Los pedidos del sector sionista coinciden en gran parte con los intereses republicanos, y por supuesto, con los de una parte del ala demócrata. Es todo este arco el que está presionando para que las tensiones de EEUU con Rusia, China, Irán, Siria, etc.; tengan una respuesta militar más ofensiva. Digamos que lo que falla para los patrocinadores de la guerra directa, no está en los objetivos, bien determinados por la administración Obama (intervención en Ucrania, sanciones económicas a Rusia, intervención en Iraq y Siria, intentos de debilitar al gobierno iraní, apoyo militar a Israel para el despliegue militar en la Franja de Gaza, etc.); sino en el método para aplicar sus intereses por la fuerza.
En definitiva, tanto demócratas como republicanos, más allá de sus matices, son proclives a la intervención militar directa. Es lo explosivo e impredecible del escenario; es la crisis económica global; es el fantasma de los fracasos, lo que atormenta las cabezas de los líderes norteamericanos, y lo que augura un futuro de largas guerras.
[1] «Concluye la reunión entre el Grupo 5+1 e Irán para continuar en otros formatos», RIA Novosti, 19 de septiembre de 2014.
[2] «Tormenta a la vista en Irán», Thierry Meyssan, Al-Watan, 8 de octubre de 2014.
[3] Ibídem.
[4] «Cambio crucial en la geopolítica de los oleoductos», por Melkulangara K. Bhadrakumar, Asia Times Online, Red Voltaire, 8 de febrero de 2010. «Iran, la bataille des gazoducs», Manlio Dinucci, Il Manifesto (Italia), Réseau Voltaire, 9 de marzo de 2012.
[5] Suzanne Maloney, experta en política iraní en la Brookings Institution (Organización de investigación de políticas públicas de Washington) y ex asesora política del Departamento de Estado.
[6] Emirato Islámico de Iraq y el Levante (Siria), antiguamente Estado Islámico; o Daesh, en árabe.
[7] «Chuck Hagel, el hombre que deja la jefatura del Pentágono», Redacción Internacional, El Espectador, 25 de noviembre de 2014.
[8] «As the US turns against new sanctions on Iran, has the Israel lobby lost its mojo?, Mehdi Hasan para NewStatesman, 10 de febrero de 2014.
[9] «La Cámara de Representantes de EE.UU. aprueba una resolución contra Rusia», RT, 4 de diciembre de 2014.