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8 de abril, día del Pueblo Gitano

Guerra civil, anarquistas, falangistas y gitanos

Fuentes: Rebelión

  En este día internacional del Pueblo Gitano, en este abril siempre de nostalgia republicana, a medias entre la derrota (conmemorarla estos días demuestra hasta qué punto está viva) y el vivo recuerdo de su instauración quiero hacer presente las vicisitudes de un pueblo durante esos años. Difícil será acudir a la Historia, a las […]


 

En este día internacional del Pueblo Gitano, en este abril siempre de nostalgia republicana, a medias entre la derrota (conmemorarla estos días demuestra hasta qué punto está viva) y el vivo recuerdo de su instauración quiero hacer presente las vicisitudes de un pueblo durante esos años. Difícil será acudir a la Historia, a las cátedras de la enseñanza oficial, a los periódicos o a las ficciones del cine o la novela para descubrir la historia social de esta comunidad. Oficialmente, esta minoría es reconocida como española y con plenos derechos, a partir de la constitución de 1978. Sin embargo, y pese a algunos estudios históricos, y sobre todo, antropológicos impulsados por julio Caro Baroja y culminados por Teresa San Román, nada o muy poco sabemos de este trágico periodo con respecto a ellos repasando la historiografía española habida hasta la fecha. Y pese, a que en los últimos años se han estratificado las aportaciones, a menudo, por razón de clase, de género, de regiones, sin que le llegara el turno a esta minoría.

En «La diferencia inquietante» la autora citada constata la escasa participación de los gitanos en la guerra. Así como otras minorías oprimidas han visto una oportunidad de promoción en la guerra -negros e hispanos en USA- cabría preguntarnos por esa inhibición. Es curioso comprobar como nuestra cultura dominante tacha a la gitana de violenta y primaria. Para la mayoría de los gitanos el horror y los odios desatados en la guerra corroboró la pésima opinión que tenían de los payos. Su «extrañamiento» ante las políticas e ideologías contemporáneas, chocaba ante unos y otros, aunque no menos curiosamente poseían «un sentido de comunidad solidaria mayor que el de muchos comunistas, (un) carácter apátrida mayor e independiente superior al de la mayoría de anarquistas y (una) devoción religiosa similar a la de los falangistas» (1).

En consecuencia, asistieron a ese fuego cruzado sufriendo aún más las penurias acostumbradas y la hostil incomprensión de todos. Un anciano contaba a Teresa San Román allá por el año 70 lo siguiente: «»Si ganaban los que aluego ganaron nos iban a hinchar a palos y nos iban a tirar (echar) de todas partes. Y si quedaban los otros, nos iban a matar trabajando en cualquier mina de por ahí y hasta que nos quitarían a nuestros hijos, decían. Ni unos ni otros respetaban nuestras cosas, ni siquiera a nuestros muertos. Así es que el tío X y yo, que íbamos juntos, le cambiábamos la banderilla al burro según pasábamos por aquí o por allí».

Es parecido al chiste que me contaba mi padre: muchas veces no sabían en que territorio estaban, cuando les paraban los soldados y les preguntaban de que bando eran, alguno contestaba: – De la FAI.
-Como que de la FAI, Y respondían: -Sí, señor guardia, de la Failange, de la Failange…
Puede que la confusión de los colores cenetistas y falangistas, en este caso, ayudara lo suyo.
Por otros testimonios que recoge la antropóloga de la UAB podemos hacer alguna excepción con los anarquistas: «no miraban entonces mal a los gitanos». Que en su ideario hubiera lugar para ellos explica que algunos gitanos abrazaran su causa. Es notable el caso del artista sevillano Helios Gómez. Y dice mucho de la historia oficial que padecemos su grado de desconocimiento. Como cartelista (¡ojo, no carterista!) su proyección internacional en los 30 le convierte en el más afamado -recuérdese la presentación de su obra Días de ira en Francia por Romain Rolland. En cambio, apenas contamos con una insuficiente biografía aportada por la profesora alemana Úrsula Tjaden, «Helios Gómez. Artista de corbata roja» publicado por la modesta Txalaparta en los noventa.
Se sabe que las chirigotas de Cádiz sirvieron de refugio a algunos anarquistas en los años de la dictadura de Primo, como es el caso de Ángel Pestaña; la práctica del nomadismo gitano permitió a otros tantos libertarios sobrevivir a la dictadura de Franco, y de paso, identificarse con un imaginario común, con el modus vivendi de lo que Helios Gómez llamó raza aborigen.
En el otro extremo, nos hallamos con el único gitano beatificado por Juan Pablo II: Ceferino Giménez Malla, el Pelé. Martirizado en Barbastro, la patria del santo fundador del Opus Dei. Trató de interceder por el cura del municipio y fue apresado por los milicianos. Se le ofreció el indulto si les entregaba su rosario, ante su negativa fue fusilado junto a las tapias del cementerio. Otras fuentes orales, en cambio, nos ofrecen una semblanza diametralmente opuesta: delator y colaborador del bando faccioso.
Para terminar, un apunte real: se ha disminuido la aportación prevista al Plan de Desarrollo Gitano muy considerablemente. Si las ayudas en tiempos de abundancia ya fomentan el racismo entre las clases menos favorecidas que se sienten desplazadas en esa difícil competencia, es obvio que en las actuales circunstancias toda mención tuitiva es harto más impopular. Pero es en tiempos de crisis donde han de vencerse los fáciles populismos y demagogias para cortar ese círculo viciado de injusticias. Huelga decir que, no obstante, nada cambiará mientras no cesen las discriminaciones en el acceso al trabajo y a la vivienda. Cuando las ayudas no tengan sentido es probable que el racismo haya sido vencido y pueda decirse de nuestra sociedad que el pluralismo – proclamado en la Constitución- es sancionado por la realidad.
Mientras no está de más la conmemoración institucional de este día, como hizo el Parlament de Catalunya 2 años atrás, denunciando y reconociendo, entre otras muchas consideraciones, que también la lengua gitana fue prohibida, ¡y calificada como argot de la delincuencia!:
«Germanía»: Argot de la gente maleante formado principalmente por palabras de sentido traspuesto, palabras españolas desfiguradas y otras extranjeras castellanizadas.- Jerga de los gitanos. Caló. (Maria Moliner dixit).
¿Les suena?

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(1) «Los gitanos en la guerra civil española» de David Martín es uno de los pocos artículos que he podido encontrar. Y sin duda, gracias a la proliferación de congresos sobre la guerra civil de estos últimos 3 años.
-La ilustración de cabecera es la llamada capilla gitana pintada por el Helios Gómez en la Modelo de Barcelona con motivos religiosos, tomados como modelos algunos gitanos compañeros de prisión.
 -El cartel de Durruti y de la 26 División es también obra de Helios Gómez para el homenaje celebrado en Barcelona en el 38. -En la foto aparece Helios Gómez, comisario político en su etapa comunista.
 -Del cartel de Tierra y Libertad es también autor Helios Gómez.