Traducido para Rebelión por Caty R.
Cuando la prensa argelina defiende a «la Gandhi del Sahara Occidental», los titulares marroquíes descubren una «trampa argelina» (1). La huelga de hambre que llevó a cabo desde el 15 de noviembre la militante saharaui Aminetu Haidar en el aeropuerto de Lanzarote, Canarias, tras el rechazo de las autoridades marroquíes, ha reavivado las disputas entre periodistas de ambos países. Una vieja guerra que cada uno de los campos justifica.
Nourdine Jouhari, director de la redacción de Maroc Hebdo International, considera que la defensa del territorio, el mantenimiento del Sahara Occidental bajo la autoridad de la monarquía es unánime en su país. Para él, sólo es aceptable la autonomía del «Sahara marroquí», ya que «se trata de la supervivencia de lo marroquí y de la integridad territorial del país» Su semanario no ha parado de evocar la posibilidad de un conflicto armado con el vecino argelino. Los últimos años, en efecto, se han caracterizado por un fortalecimiento del arsenal militar argelino, y la prensa marroquí sigue de cerca ese asunto. Es el caso del Maroc Hebdo International, que enumera detalladamente las nuevas adquisiciones argelinas y concluye: «»Quien desea la paz se prepara para la guerra», dice el refrán. Argel, sobre todo, y en menor medida Rabat, no son la excepción de la regla» (2).
«Nuestra posición (sobre la independencia de los territorios saharauis) viene determinada por nuestra historia», replica Mohammed Touati, periodista del diario argelino L’Expression. «Nosotros hemos vivido ciento treinta años de un colonialismo brutal, por lo tanto no podemos aceptar que otros pueblos vivan la misma experiencia». Merzak Tigrine, periodista de Liberté, comparte esa opinión: «condenamos la ocupación del territorio saharaui igual que condenamos la barbarie israelí contra los palestinos. ¡Nosotros hemos pasado por eso!».
Todo conduce a la polémica. El 18 de septiembre de 2009, la prensa marroquí informaba de que «las violaciones de los derechos humanos (en los campos de refugiados) en Tinduf han sido severamente denunciadas en Ginebra por una delegación de saharauis unionistas». L’Expression replica con una diatriba sin concesiones contra la «delegación saharaui fantoche» (3) y califica a sus miembros de «harkis». Sin embargo, el periódico argelino llama a los marroquíes a pronunciarse a favor de la autodeterminación del Sahara Occidental. Y les recuerda su antiguo compromiso con la independencia de Argelia: «El pueblo marroquí, cuya larga tradición de lucha contra la tortura y de respeto de los derechos humanos se ha convertido en un símbolo, encuentra en la causa saharaui el mejor ejemplo de fraternidad entre los pueblos…»
Karim Boukhari, director de redacción del semanario independiente marroquí TelQel, desconfía de las proclamas: «Nos esforzamos por mantener la cabeza fría con respecto al Sahara. Intentamos evitar términos como ‘separatistas’ -hablamos más bien de ‘independentistas’- para calificar a los miembros del Frente Polisario. Evitamos expresiones como ‘la causa de todos los marroquíes’, y todo lo que huele a propaganda, tanto marroquí como no marroquí. Eso no es siempre evidente, puesto que puede acarrearnos incomprensiones, incluso entre algunos de nuestros lectores».
Alguno de ellos, en efecto, están acostumbrados a una condena sin paliativos de Argelia, de la que se supone que es la única que pone obstáculos al proceso de paz en el Sahara Occidental debido a los «apetitos de la junta militar (…), que adelanta sin ambages la solución del reparto de un territorio secularmente ligado al Reino» (4).
«Argelia crea todos los problemas posibles para evitar la finalización del conflicto con el Sahara Occidental», afirma Nourdine Jouhari. A lo que los medios argelinos responden que la monarquía sólo ofrece a los saharauis el estatuto de provincia autónoma y rechaza la celebración de un referéndum sobre su independencia. Mohammed Touati insiste: «Nosotros defendemos, ciertamente, la causa saharaui, pero eso no quiere decir que queramos ser la parte acaparadora del conflicto. Deseamos que se celebre un referéndum que permita a los saharauis hacer su elección. Y si optan por su adhesión a la monarquía marroquí, respetaremos su decisión».
Una cosa es segura: los periodistas argelinos se sientes confortados por la ONU, que considera el Sahara como uno de los últimos dieciséis «territorios no autónomos» que entran en sus esfuerzos de «descolonización». El director de Aujourd’hui le Maroc minimiza esas resoluciones y zanja: «La solución realista sólo puede girar en torno al proyecto de autonomía propuesto por Marruecos. Eso es todo» (5).
Además, Nourdine Jouhari puede explicar: «La propuesta de organizar un referéndum sobre la autonomía de las provincias saharauis» ha sido aceptada por la comunidad internacional. Pero Argel quiere impedir su celebración».
En esta lucha encarnizada, generalmente los periodistas intentan empañar la imagen del campo contrario. Del lado argelino, la prensa establece un paralelismo entre los pueblos saharaui y palestino y utiliza la misma terminología para ambos conflictos, hablando de «territorios ocupados» y de «Intifada»: La Tribune denuncia a las «fuerzas de ocupación marroquíes»
El Moudjahid es la voz del Frente Polisario que cubre los viajes de Mohamed Abdelaziz, «presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD)», y reproduce las informaciones de la agencia de prensa saharaui SPS. En cuanto a Mohammed Touati, se burla de sus colegas marroquíes: «Retomamos los artículos para rectificarlos. Nos sentimos agredidos por todos los que rechazan la independencia de los pueblos colonizados».
Los periodistas marroquíes, a su vez, aprovechan los movimientos sociales de sus vecinos, especialmente los del «País kabyle» (5), que Maroc Hebdo International también describe como una «Intifada». Recordando el nacimiento de un movimiento autonómico kabyle, el semanario ironiza sobre el apoyo de Argelia a los saharauis y pregunta: «¿Y si Marruecos, como otra forma de ‘cinismo a la argelina’ reivindicara ante las instancias internacionales el derecho del pueblo kabyle a la autodeterminación y a constituirse en un Estado soberano?…» (6). «¡Esta extrapolación me hace reír! Que yo sepa, en Argelia no hay población en peligro», replica Mohammed Touati. «Nosotros no inventamos reivindicaciones para el pueblo argelino», se defiende el editor de Maroc Hebdo International. «No estamos a favor del desmembramiento de Argelia».
En ambos lados, los periodistas se alinean casi siempre con las posiciones de las autoridades políticas. Las acusaciones recíprocas estallan. Así, el diario argelino en lengua árabe Al Khabar señala los hospitales marroquíes como destinatarios de un tráfico de órganos de niños que se abastece en Argelia. Maroc Hebdo International responde denunciando las «numerosas desviaciones de la prensa argelina» (7).
¿Están manipulados los periodistas por el poder? «No sufro ninguna presión y nadie me obliga a escribir mis artículos», se defiende Mohammed Touati. «Para mí, es la prensa marroquí la que no es libre…». Nourdine Jouhari sostiene que el Palacio no ejerce ninguna presión sobre su profesión. «Tampoco hay autocensura, sino responsabilidad. Cuando escribimos sobre el Sahara marroquí, tenemos en mente el conflicto con Argelia y somos conscientes de la necesidad de defender la integridad de nuestro territorio». Karim Boukhari, por su parte, recuerda que TelQuel fue a investigar a los campos de Tinduf en Argelia y que «las conclusiones de sus reporteros contradicen la propaganda marroquí». Un reportaje mal percibido por los internautas marroquíes, que acusaron al semanario de «falta de profesionalidad».
Esta guerra mediática contribuye a arraigar el conflicto en las conciencias. Cualquier matiz se vuelve sospechoso. Cuando el soberano marroquí declara su voluntad de abrir sus fronteras, El Watan ve una señal del «agravamiento de la situación socioeconómica en Marruecos» (8) y Le Soir d’Algérie una intención de enviar a los marroquíes pobres a Argelia.
Para Jamal Berraoui, de La Gazette du Maroc, «El auténtico conflicto es entre Marruecos y Argelia. ¡El Sahara marroquí sirve de pretexto a dos nacionalismos que se enfrentan!» Karim Boukhari añade: «El conflicto del Sahara, esencialmente, es una guerra de diplomacia oficial y paralela, una guerra de ‘lobbies’, de propaganda, etcétera. Creo que todas las partes lo aceptan y se adaptan a ello. Incluso se ha convertido en una tapadera y un buen medio de desinformación».
«La prensa de ambos países debería actuar por una solución humana del problema», estima Jamal Berraoui, que ve «a la sociedad saharaui en plena transformación mientras que los periodistas no la siguen», a lo que añade: «ambas prensas están devaluadas porque no hacen su trabajo informativo. Sólo repiten la posición oficial». Y concluye: «si no hay diálogo entre Argel y Rabat, este problema durará otros treinta años».
Notas:
(1) Maroc Hebdo International, Casablanca, 9-15 diciembre 2009.
(2) L’Expression, Argel, 20 de septiembre de 2008.
(3) La Gazette du Maroc, Casablanca, 4 de marzo de 2002.
(4) Aujourd’hui le Maroc, Casablanca, 1 de septiembre de 2008.
(5) Maroc Hebdo International, 30 de octubre al 5 de noviembre de 2009.
(6) Maroc Hebdo International, 23-29 mayo 2008.
(7) Maroc Hebdo International, 23-29 mayo 2008.
(8) El Watan, Argel, 22 de marzo de 2008.
Fuente: http://www.monde-diplomatique.