Hoy en día, cuando me paro a pensar en mi tierra, me enfrento inevitablemente a dos expresiones que ciertamente acompañan a la mayoría de los guineanos: la desilusión y la esperanza. Fue de esperanza mi primera motivación, inmediatamente después de la independencia de Guinea Bissau. Todos festejamos, todos apoyamos, todos asumimos la causa de la […]
Hoy en día, cuando me paro a pensar en mi tierra, me enfrento inevitablemente a dos expresiones que ciertamente acompañan a la mayoría de los guineanos: la desilusión y la esperanza.
Fue de esperanza mi primera motivación, inmediatamente después de la independencia de Guinea Bissau. Todos festejamos, todos apoyamos, todos asumimos la causa de la reconstrucción nacional que se imponía. Guinea Bissau era una referencia positiva, no sólo en el contexto africano, sino también en el mundial.
Un pequeño país que granjeó simpatías por haber demostrado un recorrido ejemplar hacia la conquista de su independencia y, por ello, se le ofreció todo tipo de apoyo de países y pueblos amigos durante los primeros años de su camino hacia la estructura y la construcción del Estado.
De la alegría y la esperanza giró repentinamente el país hacia la tristeza y la desilusión con las primeras matanzas de hermanos guineanos que habían prestado servicio militar del lado del ejército portugués.
De la libertad supuestamente adquirida con la conquista de la independencia, se perdió la noción de la razón durante once años de lucha armada, con mucho sacrificio que costó la vida a millares de guineanos de un lado y otro de la barricada.
¿Por qué desavenidos, cuando todos juntos éramos pocos para la tarea de la reconstrucción nacional?
¿Por qué desavenidos, cuando ni se cuestionaba el poder después de haber sido entregado este a los conquistadores de la independencia?
La esperanza fue dando lugar a la desilusión a medida que los años fueron pasando sin abrirse el país a una participación pluralista que pudiese dinamizar y enriquecer la concepción de una Nación volcada hacia el desarrollo y teniendo como soporte de ese desarrollo su capital humano.
Entre 1980 y 1999 el país fue presidido por João Bernardo Vieira, el símbolo máximo de la desgracia en la que Guinea Bissau aún hoy vive.
Durante la guerra civil de 98/99 millares de guineanos fueron asesinados, las parcas infraestructuras del país fueron destruidas o atacadas y un número indeterminado de guineanos tuvo que refugiarse en los países vecinos y en Europa.
Depuesto João Bernardo Vieira, que partió hacia el exilio en Portugal en 1999, renació la esperanza del pueblo guineano. Un renacimiento limitado, ya sobre aviso, pues a final de cuentas los nuevos dueños del poder habían sido en el pasado amigos y colegas de armas del depuesto presidente.
La palabra desilusión no tardó mucho en volver a ser pronunciada por los guineanos. Después de algunas peripecias, he aquí que João Bernardo Vieira regresa al poder en 2005?
Es en esta guerra entre la desilusión y la desesperanza, tal como el pasado tiene en su registro, en donde los guineanos se enfrentan al presente previendo el futuro, ¡qué futuro!
Viviendo paso a paso los problemas de Guinea Bissau, a pesar de la realidad de los hechos, mantengo la convicción, la esperanza en un futuro mejor, habiendo argumentos válidos para transmitir esa convicción.
Lo que me lleva a creer en la victoria de la esperanza sobre la desilusión es la capacidad de nuestros jóvenes, los valores de las generaciones más jóvenes que han procurado evolucionar conociendo, estudiando y aprendiendo lecciones del pasado menos bueno de toda nuestra historia.
He visto con orgullo la voluntad, el interés de nuestros jóvenes en participar en los debates sobre el país, de manifestar sus opiniones sobre nuestros problemas, de regresar al país y aportar sus contribuciones para el desarrollo, lo que es de veras motivador e indicador de buenas perspectivas futuras.
Mientras tanto, Guinea Bissau continúa oscilando entre la desilusión y la esperanza, pero hoy más de la mitad de nuestra población son niños y jóvenes y el cambio generacional que no ocurrió inmediatamente después de la independencia será proporcionado natural y gradualmente por las generaciones post 1980 con las que debemos trabajar, transmitiéndoles nuestras experiencias, nuestros conocimientos y ofreciéndoles todo el apoyo en la transmisión de la mística que es el orgullo nacional.
Traducido por Elisa Costa Villaverde para AfricaInfomarket