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Guinea Bissau toma las calles

Fuentes: Africaye

Desde el pasado 27 de octubre, los partidos políticos de Guinea Bissau están llamando a la población para que salga a manifestarse. Si bien desde mucho antes, prácticamente desde principio de año, la sociedad civil ha estado convocando protestas públicas, las del pasado jueves 16 y viernes 17 de noviembre han sido las más multitudinarias: […]

Desde el pasado 27 de octubre, los partidos políticos de Guinea Bissau están llamando a la población para que salga a manifestarse. Si bien desde mucho antes, prácticamente desde principio de año, la sociedad civil ha estado convocando protestas públicas, las del pasado jueves 16 y viernes 17 de noviembre han sido las más multitudinarias: la BBC habla de varios miles de personas y, algunos asistentes, de cerca de 25.000 (bastante, teniendo en cuenta que se trata de un país con menos de 2 millones de habitantes). ¿A qué se debe este revuelo del que apenas ha trascendido información? Más de un año de incumplimiento

Después de sufrir su por ahora último golpe de estado, en 2012, y del posterior régimen militar corrupto, el país celebró elecciones legislativas y presidenciales en 2014. Resultó vencedor el Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC), aquel fundado por el revolucionario Amílcar Cabral en su momento y que ganó la independencia para el país. Al frente estaba el actual Presidente, José Mario Vaz.

El gobierno salido de estas elecciones, integrador de todos los partidos del Parlamento y de líderes destacados de la sociedad civil, logró aprobar por unanimidad un programa de emergencia que incluía el pago de sueldos atrasados al funcionariado público, el restablecimiento energético y la puesta en marcha de las escuelas en huelga. Además, se salvó la campaña agrícola y se logró el apoyo de Bruselas para el plan estratégico y operacional «Terra Ranka» de cara al periodo 2015-2020, que define por primera vez una visión de desarrollo socioeconómico para el país e incluye el objetivo de consolidar las instituciones democráticas.

Todo parecía empezar a encarrilarse cuando el Presidente comenzó a hacer movimientos extraños. En 2015, reclamó control directo de parte de la ayuda financiera dada por la Unión Europea al plan de desarrollo y exigió una serie de cambios en el gobierno para colocar a hombres de su confianza. El gesto definitivo lo hizo en agosto, destituyendo a su hasta entonces Primer Ministro y aún Presidente del PAIGC, Domingos Simões Pereira.

Desde entonces, hace poco más de dos años, se han sucedido cinco gobiernos en Guinea Bissau (!) sin que ninguno haya podido aprobar en el Parlamento ni programa ni presupuestos generales, lanzando al país al caos gubernamental con huelgas en sanidad y en educación, falta de inversión, corrupción, prohibición de manifestaciones, censura en los entes públicos de comunicación…

Parecía que se iba a recuperar cierta estabilidad cuando, en octubre del año pasado, en Conakry y con mediación de la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África Occidental), se firmó el Acuerdo de resolución de la crisis política en Guinea Bissau, según el cual el Presidente debería formar un gobierno con los partidos que tienen representación parlamentaria y nombrar, con el consenso de esos partidos, un Primer Ministro de su confianza. Sin embargo, el vigente gobierno bisauguineano resulta de una iniciativa personal de Vaz que viola dicho acuerdo.

«El tren ya está en marcha y no va a detenerse»

Con esta metáfora alude el líder de la formación Alianza Popular Unida, Nuno Gomes Na Biam, a la campaña de desobediencia que se desarrolla actualmente en el país, sobre todo, en la capital. Su formación es parte del Foro de Concertación Política, movimiento contestatario desde la política partidista mientras que, por parte de la sociedad civil, las dos principales agrupaciones son el Movimiento de Ciudadanos Conscientes e Inconformes (MCCI) y el Movimiento de Mujeres «Minjderis di Guiné No Lanta» (Mujeres de Guinea Bissau levantémonos) también conocido como Miguilan, una asociación para la promoción de la mujer bisauguineana en los ámbitos político, económico, cultural y social.

Tanto unos como otros exigen la renuncia del Presidente, la dimisión del gobierno y la celebración de elecciones generales anticipadas. Para Sumaila Jaló, portavoz del MCCI, «esta crisis demuestra la falta de conocimiento y respeto por las leyes de la república por parte del Presidente (…) quiere dividir a la sociedad guineana, promoviendo gobiernos ilegales y anticonstitucionales, como el actual liderado por Umaro El Moctar Sissocó Embaló, y también busca la fractura en su propio partido, el PAIGC, en el que ya hay 15 diputados disidentes».

El PAIGC es uno de los 18 partidos que integran el Foro de Concertación Política; uno de los cuatro con representación parlamentaria. Desde el colectivo, han declarado: «Damos un consejo al Presidente: que aplique cuanto antes el acuerdo antes de que sea demasiado tarde. (…) Ya no habrá más miedo«.

El pasado jueves, miles de manifestantes portaron por las calles de Bissau pancartas en las que se podía leer «JOMAV [acrónimo para referirse al Presidente] a la calle«. Las fuerzas del orden utilizaron gases lacrimógenos para dispersarlos y la población respondió lanzándoles piedras. «Hubo más de treinta personas heridas (algunas, en estado grave) y cerca de veinte detenciones», afirma el sociólogo y activista bisauguineano Miguel de Barros. Al día siguiente, volvieron a protestar y ya hay convocada una nueva marcha «pacífica», como recalca el portavoz del Movimiento de Ciudadanos Conscientes e Inconformes, para este próximo sábado 25 de noviembre.

Guinea Bissau es un país que vive en una inestabilidad política crónica: desde su apertura democrática, en 1994, cuando se celebraron las primeras elecciones multipartidistas, ningún gobierno ni Presidente ha completado su mandato debido, sobre todo, a la sucesión de golpes de Estado. Habrá que ver si esta oleada de protestas cambia la tradición y logra expulsar al gobierno sin recurrir a la fuerza militar.

Fotografías cedidas por Miguel de Barros.